Prólogo: "Shopo y Val, Amigas Por Siempre".

Cruzo la calle corriendo, a toda velocidad. Mi nombre es Sofía, pero soy más conocida como Shopo Hernández. "¡Mierda! ¡Voy tarde!", pienso cuando mi celular vibra en el bolsillo trasero de mi pantalón. Un bocinazo me saca de mi loca carrera.

-¡Fíjate por dónde vas, tarada!-me grita un automovilista.

Me encantaría poder pararme en seco, levantarle el dedo de al medio, contestarle y salir disparada. "No hay tiempo, no hay tiempo", me apremia mi consciencia.

Llego a la otra vereda y descanso. Comienzo a caminar despacio. Respiro. ¿En qué iba? ¡Ah, sí! Bueno, soy Shopo Hernández, tengo 15, soy Chilena, vivo en Talca junto a mamá y un perro (Mustafá). Me encanta tocar flauta y escribir, odio Biología, quiero ser astrónoma. Soy presidenta de mi clase y voy en primero medio. Voy en el LAM. De hecho me queda media cuadra y llego.

Mi celular vibra por enésima vez y opto por mejor no tomarlo en cuenta.

Punto de vista de Val…

Gruño y pego un zapatazo. ¡Qué rabia! La Shopo me tiene aquí esperándola en su Liceo hace media hora, ni siquiera me contesta.

Me llamo Valentina González, pero me llaman Vale o Val. Tengo 14 y estudio en el Juan Ignacio Molina, voy en primero de Media. Soy otaku, muy otaku y fujoshi, muy fujoshi. Soy talquina y vivo con mis padres y un gato. ¿Qué más puedo decir? ¡La música! Amo la música, toco flauta, saxo, violín, piano y un largo etcétera y siempre tocamos juntas con la Shopo, bueno… cuando podemos, el año pasado eso era más seguido.

¡Ahí viene la reina de Roma! ¡Qué se dé por muerta!

Punto de vista de Shopo…

-¡¿Estas son horas de llegar?!-me ruge Val.

-¡No me asesines!-ruego haciendo el clásico gesto de poner las manos juntas y tratar de poner mi cara más tierna, algo que desde luego no me sale, porque estoy medio muerta de risa…

Ambas nos largamos a reír y nos abrazamos con fuerza.

-Hermanita-digo.

Bueno, la Biología no quiso que fuésemos hermanas. Ella es mi mejor amiga.

-¿Por qué llegaste tarde, ah? Me tuviste esperando minutos y horas y días y… y… y meses y… ¡Años!-me dijo con su clásico aire "ofendido" e infantil.

-Me quedé leyendo-confesé bajando la cabeza.

-¿Yaoi?-preguntó esperanzada, cubriéndose las mejillas con los puños.

-Nope… esto-dije sacando dos libros muy-muy gruesos de mi mochila que estaba por estallar y no por eso se aligeró.

-El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo-leyó.

Tras eso pegó un bufido y extendió los brazos con aire cómico.

-¿Es que no tienes otra cosa para leer?-me preguntó.

Era sabida mi obsesión por todo lo que se llamase El Señor de los Anillos, Tolkien y películas relativas al tema.

-Tú eres otaku, yo soy tolkiana… ¿Cuál es el problema?-pregunté.

-Pero yo no ocupo el animé como escusa para no venirte a ver-se quejó.

-Touché-dije.

Extrañamente no tenía ni el más mínimo deseo de nuestras discusiones medio locas y en broma.

-¿Qué te pasa?-preguntó Val, notando mi cambio de ánimo.

-Me duele la cabeza-dije y no podía estar siendo más sincera.

-Tengo terciana-dijo ella.

¡Vaya! Al parecer no era nuestro día. ¡Maldito invierno! Esto sí que es raro… yo maldiciendo al invierno…

De repente se formó un destello demasiado luminoso en uno de los escaños frente al Liceo y nos fuimos a sentar ahí. De inmediato sentimos cómo algo nos envolvía y sentimos los gritos de la gente alrededor.

Ambas aferramos nuestras mochilas y nos abrazamos con fuerza. Sentíamos cómo ese mismo algo nos arrastraba. Ambas gritamos.

-¡Están desapareciendo!-gritó una de mis profes sin podérselo creer… Parece que era la de Tecnológica.

-¿Desapareciendo?-preguntamos al unísono, mirándonos la una a la otra.

-¿Me ves?-pregunté a Val.

-¡Claro que te veo!-contestó ella como si fuese lo más obvio del mundo-. ¿Me ves?-preguntó.

-Aye, Val-contesté alerta a cada detalle.

-Veo borroso-me dijo ella.

-Aye, yo también-contesté-. Todo se pone como en gris y las figuras se distorsionan, es como ver a través de un vaso con color y formas.

-Aye, es como eso-me dijo ella preocupada-. Los ruidos como que se alejan.

-No sabría decirte, sabes que tengo pésimo oído-contesté.

Un calor abrazador. Todo se va a negro y a la nada. Ya no siento nada, ni siquiera la voz de Val.