Capítulo 1

Eran mediados de Diciembre en la Preparatoria Seishun, donde quedaban alrededor de dos semanas para que los chicos de último año salieran del establecimiento y comenzaran a pensar en lo que se dedicarían el resto de sus vidas. En honor a dicho evento, Tomoka Osakada como presidenta del centro de estudiantes, había decidido organizar un gran baile de despedida, teniendo en cuenta que nunca volverían a vivir algo así y debían aprovechar ese momento.

En esos días, Sakuno se había sentido desolada, no sólo porque su amiga no estuviera a su lado, sino también porque no sabía qué haría para ese día en particular. "No es necesario que tengas pareja para asistir" le había dicho su mejor amiga en un intento de animarla, pero ella no estaba muy segura de si iría. Pero más allá del hecho de que no tenía con quien ir, aunque había recibido más de una propuesta de chicos de otras clases, había otra cosa que le inquietaba aún más y se conectaba con el chico que siempre había amado, Ryoma Echizen. Si bien solía verlo durante las clases, aún así no era capaz de platicar con él, ya que una vez que se encontraba en el pasillo, un grupo de chicas se acercaban y no tenía oportunidad de hacerlo. Debido a su popularidad en los nacionales y sus victorias en los últimos partidos, tendían a acosarlo y preguntarle sobre sus hazañas sobre el tenis. Temía que producto de esto, todo lo que habían construido hace unos años se fuera por la borda.

Si lo pensaba bien, ese año era la última oportunidad que tenía de expresarle sus sentimientos, considerando que una vez que ambos salieran de Preparatoria, sus destinos ya no estarían conectados como solían estarlo con el tenis y se cortarían de inmediato. Su abuela le había comentado que incluso muchas universidades extranjeras le estaban enviando ofertas para que él estudiara en ellas, ofreciéndole incluso becas deportivas que le garantizaba pagar la mitad de los aranceles de referencia, sin importar el área en la que se quisiera dedicar. Era increíble, estaba muy feliz por él y ansiaba poder preguntarle qué había decidido, no obstante hace un tiempo que no hablaban y sólo solían mirarse en los pasillos. "¿Y qué hay de ti? Deberías dejar de preocuparte por su futuro y pensar en el tuyo, Sakuno" Le había dicho su abuela un día, cuando había notado que se preocupaba demasiado por lo que él decidiría, sin embargo no sabía realmente qué haría con su vida. Si bien estaba interesada en algunas cosas, aún no decidía bien a lo que se dedicaría.

Una vez en clases de orientación, un profesor les habló sobre "La razón de vida", justo cuando creía que hablaría de la profesión que escogerían y no quería oírlo, porque estaba cansada de ello, le sorprendió que él se refiriera a una perspectiva totalmente diferente. No hablaba de profesiones, sino que hablaba de la razón que los impulsaba a levantarse todas las mañanas, de seguro para él era el tenis. Entonces el profesor dio algunos ejemplos.

—Lo plantearé de otro modo ¿Existe alguien que consiga llenar ese vacío que sienten? —Preguntó, Sakuno inconscientemente pensó en él. — Qué miren todo el tiempo y piensen "Con esta persona quiero estar el resto de mi vida".

—Aún así, profesor. —Interrumpió Tomoka. —No debería ser una persona nuestra razón de vida ¿Qué sucede si tienen una ruptura? ¿Se va su razón de vida con esa persona? El tiempo suele destruir muchas parejas.

—Buen análisis, Osakada. —Sonrió el profesor. — Pero apuntando a lo último, no creo que el tiempo sea el culpable de separar a las personas, sino que son las mismas personas las que se alejan. —La observó pensativa. —Una persona puede permanecer alado de otra, aunque transcurran miles de años. Lo sé, nadie es inmortal, pero una persona puede seguir allí viva o muera.

— ¿Cómo es eso posible? —Preguntó una chica dudosa.

—Mientras sean recordados, esas personas trascenderán. No obstante, volviendo al punto inicial de tu pregunta, tienes razón una persona no puede volverse el razón de vida de otra, pero si puede influir en ella, ser el motor que inspire y mueva a la persona. Es decir, una pareja termina, quizás la persona A nunca vuelva a enamorarse de otra persona igual que la B. Y así, sucesivamente, causa-efecto. No les estoy diciendo que sean dependientes de la otra persona, sino que busquen la verdadera razón por la que están con ellas o les gustan. Una razón de vida no es necesariamente otro ser, también puede ser una pasión, una meta, o incluso eso que quiere ser llenado. —Sonrió. —Pero lo que les intentó mostrar es que la profesión no lo es todo, también deben buscar cuál es el motor de sus vidas y hacia donde quieren dirigirse ¿Quieren ser seres exitosos laboralmente y desolados en el amor? ¿Seres exitosos en el amor, pero desdichados en lo laboral? ¿O quieren hacer un equilibrio de todo? Piénsenlo.

En ese sentido, Ryoma tenía claro a lo que quería dedicarse y era al tenis, volviéndose un entrenador profesional que se dedicara a entrenar equipos. Aún así dudaba de si realmente lo haría bien, teniendo en cuenta que no era una persona con grandes talentos pedagógicos, dado que cada vez que Momo le había pedido ayuda para que entrenara a los nuevos reclutas del club, su método de enseñanza no era el acuerdo y además solía perder la paciencia fácilmente. Así que no sabía bien a qué dedicarse, si bien su madre le decía que era capaz de especializarse en lo que deseara, debido a su inteligencia y habilidad en prácticamente todo, no sabía qué era lo que realmente deseaba hacer.

Aunque el tenis era su prioridad número 1, había otra cosa que le inquietaba aún más y no entendía el motivo. Eso que lograba alterar su mente, paralizarlo e incluso advertirle que podría tener sentimientos, era nadie menos que Sakuno Ryuzaki. Una chica que conocía desde el primer momento que llegó a Japón, al principio no la recordaba cuando ella le mencionó que se conocían de antes, porque en ese entonces era distraído y no había retenido ese recuerdo, pero ahora si lo hacía. En un comienzo creía que era una chica extraña, llevaba el cabello demasiado largo y solía tartamudear cuando se acercaba a él. Pero después de un tiempo, aprendió a conocerla y tuvo una percepción distinta de ella. Si bien, no era muy buena jugando tenis, le sorprendía el anhelo que sentía por aprender y mejorar. Siempre que le pedía consejos sobre su entrenamiento, aunque él se dirigía a ella de manera indiferente, Sakuno parecía observarlo de manera errática, como si sintiera devoción por lo que hacía. Tal vez esa admiración, le hizo sentir altivez, creyendo que sólo él podría hacerla sentir de ese modo, pero eso cambió cuando durante los nacionales Kintaro Toyama. Un chico que le hizo sentir celos por primera vez, entonces comprendió que lo que sentía por Ryuzaki no sólo era una simple amistad, había un sentimiento inefable que no lograba comprender.

Posterior a eso, hubieron otras ocasiones que le hicieron darse cuenta que le agradaba Ryuzaki, solía aparecer cuando más la necesitaba, en esos momentos que creía que estaba solo y la única solución era encerrarse en sí mismo. Incluso conseguía subirle el ánimo, en circunstancias en qué no tenía ninguna salida. Ryuzaki no era como cualquier otra chica, ella era diferente. "¿Has pensado con quien quieres levantarte todas las mañanas?" Escuchó una vez a Osakada decirle a Sakuno, burlándose de la clase de orientación que habían tenido. Era una clase que se suponía que debía realmente "Orientarlos" como decía la palabra, pero en lugar de eso había conseguido confundirlos aún más. Esa clase fue la responsable que le hiciera dudar de si el tenis era el verdadero motor de su vida, porque como había señalado podría tenerlo todo, pero al mismo tiempo nada. De alguna manera se había sentido identificado con esas palabras, sonaba absurdo por supuesto, ya que no solía prestar atención a las clases, porque no las requería, tenía suficientes conocimientos para aprobar todo. Sin embargo, ahí estaba precisamente el problema, era un chico exitoso, uno de los mejores de la Preparatoria, sus notas eran dignas de admirar y sus habilidades en tenis también lo eran, pero pese a sus victorias, siempre había algo que buscaba ser llenado y no sabía que era. Quizás la razón de su vida. Y si buscaba reflexionar en la pregunta que le había hecho Tomoka, años anteriores habría respondido que se trataba de falacias, no buscaba despertar con nadie en especial, sólo con Karupin, pero ahora que se encontraba en un punto cúlmine de su vida, ya no sabía qué pensar.

— ¿En qué piensas? Echizen. —Le había preguntado Momo una vez, mientras jugaban tenis.

—En nada.

— ¿Piensas invitar a Ryuzaki al baile? —Se burló, provocando que se sintiera incomodo.

—No sé de qué hablas, no estoy interesado en Ryuzaki.

—Sí, seguro. —Se burló. — ¿Entonces en qué?

—No tiene importancia.

—Deja adivinar ¿Estás pensando en la razón de tu vida? —Enarcó una ceja, viendo como su amigo lo miraba sorprendido. —Lo imaginé, cuando salí de Preparatoria me hicieron lo mismo ¿Y?

— ¿Y qué?

— ¿Cuál es la razón de tu vida?

—El tenis, por supuesto.

— Sabía que dirías eso. —Sonrió. —Pero te equivocas, el tenis no puede serlo.

— ¿Por qué no?

—Te lo pondré así, el tenis es el motor de tu vida ¿no? —Al verlo asentir. —Es el que te mueve a hacer cosas, pero ¿Te hace sentir completo?

—P-Pues…—Reflexionó sobre ello, no lo había pensado de ese modo, aunque lo tenía a veces no bastaba.

—Exacto, no lo es. —Esbozó una sonrisa.

— Pero entonces ¿Qué es?

—Tú deberías responder esa pregunta. —Se encogió de hombros. — ¿Hay algo o alguien que sea capaz de hacerte sentir completo? Y pregúntate también ¿Hacia dónde quieres dirigirte?

—No lo sé. —Lo sabía muy bien, sólo una persona lo hacía sentirse así.

—Eso debes descubrirlo, pero el fondo sabes dónde ir. —Sonrió. —Pero debes hacerlo cuanto antes, o si no el tiempo se hará cargo de que no puedas alcanzarla.

Las palabras del profesor sonaron en su mente "no creo que el tiempo sea el culpable de separar a las personas, sino que son las mismas personas las que se alejan. " Pero la pregunta era ¿Ryuzaki era la verdadera razón de su vida? ¿O había otra?

Era un 12 de Diciembre, Ryoma caminaba por las escaleras rumbo a la clase de cálculo, le sorprendía lo rápido que habían decorado todo para el gran baile, muchas chicas le entregaban volantes sobre ello y otras se acercaban curiosas preguntándole si tenía pensado con quien iba a asistir. Sólo una persona se la venía a la mente cuando lo pensaba, una persona que quizás ni tenía idea de lo que estaba sintiendo en esos momentos. Quien pensaría que él, Ryoma Echizen se contagiaría del virus llamado amor, definitivamente si su yo de doce años viera en lo que se había convertido, se burlaría. Él no era así, no solía interesarse por las chicas y tendía a aislarse de los demás, pero ahí estaba pensando en una chica. De pronto, iba tan concentrado en lo sucedido que no notó que una chica iba subiendo por ese mismo lugar y chocó con ella, provocando que se fuera de espaldas y tuviera que tomarla de la cintura para impedir que rodara por las escaleras. Sintió un aroma a fresas desprenderse de su cabello, lo conocía, incluso el sonido que había emitido se le hacía familiar.

—Ryuzaki.

—G-Gracias… —Respondió una vez que se estabilizó, su corazón latía a mil entre el susto y la sorpresa de encontrarlo. —Gracias, Ryoma-kun.

—No me lo agradezcas, casi te genero un accidente. —Susurró preocupado. —Lo siento.

—No te disculpes…yo tampoco me fijé. —Se sonrojó.

—Por cierto ¿Por qué vas en sentido contrario de clases?

—P-Pues…el profesor me ha pedido que le llevara unos libros de cálculo, así que pensaba usar la escalera. —Sonrió. —Pero ya estoy bien, descuida. —Le dio la espalda. —Bueno, es hora de irme. Nos vemos, Ryoma-kun.

—Espera. —Anunció, sintiendo su cuerpo rígido. — Te acompañaré.

— ¿Eh? P-Pero yo puedo sola. —Se sonrojó, debía admitir que deseaba que la acompañara, pero creía que no lo haría. Ryoma hizo caso omiso a su excusa y se unió a su caminata a su lado. —Está bien.

Luego de retirar los libros, caminaron de regreso al salón en completo silencio, no porque no tuvieran nada de qué hablar, sino porque ambos luchaban por controlar lo que sentían en esos momentos. Sakuno observó de cerca al ambarino, parecía haber crecido, ya que antes solía ser un centímetro más alto que ella, pero ahora en cambio la superaba. Además, lucia más guapo que antes, entendía porque las chicas lo miraban más. En esas circunstancias es cuando sentía deseos de ser más como ellas y atreverse a hablarle, pero su corazón latía de tal modo que creía que iba a desmayarse. Entonces la pregunta de Tomoka, sonó en sus oídos sobre con quien le gustaría despertar cada mañana, si de ella dependiera lo haría con él, si en esos momentos admiraba su rostro de cerca, no podía imaginar cómo era tenerlo todas las mañanas. Envidiaba a la afortunada que tuviera ese privilegio de hacerlo, de contemplar sus ojos ámbar de cerca, acariciar su cabello y besar sus labios, eso que ella jamás podría hacer. Sólo había podido tomar su mano en pocas instancias, una cuando lo había intentado sacarlo de la cancha cuando tenía su ojo herido y una segunda vez, donde él lo había hecho, cuando habían huido de una tienda de juegos. En esos momentos, Ryoma se encontraba en un campamento con otros tenistas, no lo veía tan seguido, pero ese día sin duda fue el mejor encuentro de todos, donde pudo tener una especie de cinta con él.

—Por cierto, Ryoma-kun. —Se atrevió a decir. — ¿Ya decidiste a qué universidad te irás?

— Aún no lo sé.

—Ah ya veo. —Murmuró. — ¿Te dedicarás al tenis?

—Es posible, pienso volverme entrenador profesional.

— ¿De verdad? —Esbozó una sonrisa. — ¡Lo harás muy bien! Estoy segura de eso. El otro día en la clase de orientación, pensé en lo que mencionó el profesor.

— ¿Sobre la razón de la vida? —Inquirió.

—Sí. —Sonrió mirando al camino. —Pensé en tu pasión por el tenis, si bien la razón de vida va más allá de la profesión, pienso que en tu caso el tenis ya estaba en tu vida antes, por lo que sí podría ser el motor que te impulsa a seguir adelante y hacia donde quieres ir…

—Aún no puedo responder esa pregunta, hacia donde quiero ir…

—De seguro muy lejos. —Sonrió. —Ser el entrenador número 1 en el mundo.

—Tienes razón. —Susurró, no había pensado en eso tampoco. — ¿Y qué hay de ti? ¿Cuál es tu razón de vida, Ryuzaki?

—Yo…—Se sonrojó. —No tengo la respuesta todavía, así como a su vez no estoy segura que voy a hacer en cuanto salga de la Preparatoria.

—mmm ya veo, pero aún tienes tiempo para pensarlo.

—Sí. —Sonrió.

—Pero con respecto a la razón de vida…no creo que sea sólo el tenis ni ningún otro tipo de deporte. —Se detuvo frente al salón, mirándola de reojos.

— ¿Eh? ¿De verdad? —Preguntó dudosa. — ¿O acaso es una persona?

—Quien sabe. —Se encogió de hombros.

¿Quién era? Sintió deseos de preguntar la castaña, no parecía familiarizarse con muchas chicas, además gran parte de las que se acercaban a él solían ser rechazadas, de pronto se sentía mareada, quizás se trataba de alguna chica de América. Ryoma abrió la puerta para que ella entrara y la castaña lo hizo en silencio, generando una gran sorpresa tanto en el profesor que sólo le había encargado a Sakuno que fuera por los libros, como los demás que no esperaban verlos juntos. Sin embargo, tras haber dejado los libros en el mesón correspondiente, ambos se dirigieron a su pupitre, haciendo caso omiso a sus miradas curiosas.

Durante el almuerzo, Tomoka se acercó hacia ella llevando su almuerzo, aún tenía algunas horas libres antes de seguir organizando, por lo que tendría un momento para pasar con ella. Se sentaron en la terraza, el cielo raso las observaba desde lo alto, mientras el viento fresco jugaba con sus cabellos. Era un hermoso día para hablar de los preparativos para el baile, por lo que Osakada se esmeraba en entregarle todos los detalles a su mejor amiga, desde la música que escucharía, hasta las luces y los colores que habría, todo listo para la ocasión. Sin embargo, mientras Tomoka alardeaba sobre ello, Sakuno sólo pensaba en lo qué le había dicho el ambarino ¿Estaría enamorado de alguien? Muchas preguntas invadían su mente y ninguna tenía respuesta.

— ¿Sakuno? ¿Me estás escuchando?

— ¿Eh? Sí, lo siento.

—Te decía que iré a ver el vestido este fin de semana.

—Ah ¿Quieres que te acompañe?

—Sí, por supuesto. —Sonrió. —Por cierto ¿Cómo se encontraron tú y Ryoma? —Habló con malicia.

—En la escalera, tropecé con él. —Se sonrojó.

—Entonces fue obra del destino.

—Eso creo…

— ¿Y porqué luces tan triste? ¿No querías hablar con él hacen días?

—Sí, quería…pero

— ¿Pero?

—Hablamos sobre la clase de razón de vida. —Comenzó diciendo cabizbaja. —Yo pensé que su razón de vida era el tenis, sin embargo dijo que no. Cuando le pregunté si era una persona, mencionó que era posible.

— ¿Crees que esté enamorado de alguien?

—N-No lo sé, temo que sea eso.

—Hablando sobre eso ¿Cuándo piensas decirle lo que sientes por él?

—P-Pues…pensaba hacerlo pronto, teniendo en cuenta que después de la Preparatoria no tendré la oportunidad de verlo de nuevo.

—mmm conociéndolos, es posible que se vuelvan a encontrar. Ya sabes, tu abuela y su padre. Además está el tenis también, si él se va a dedicar a eso.

—Sí, pero…ni yo sé que será de mi vida cuando salga de aquí, menos creo que podremos encontrarnos.

—Tienes razón, entonces debes hacerlo pronto. —Sonrió. —Y qué mejor momento, que el baile.

—No creo que vaya.

— ¡¿Qué?! —Exclamó, negando con la cabeza. —Tienes que ir, Sakuno. Será nuestra noche, nuestra primera y última celebración en la Preparatoria. Además será la despedida, si no tienes con quien ir, podemos ir juntas. —Le cerró un ojo.

—Lo sé, Tomo-chan. Pero como tú eres la presidenta del centro de alumnos, es posible que todos quieran hablar contigo y yo...no me siento cómoda en ese tipo de cosas.

— ¡Aún así! ¿Y si va Ryoma-sama? —Preguntó analizando su rostro. — ¿Cambiaría algo?

—N-No lo sé…Ryoma-kun no suele ir a ese tipo de cosas.

— ¿Y si lo hace esta vez? ¿Lo pensarías?

—Tal vez…

—Bueno, si es que vas…tenemos que pensar en el hermoso vestido que lucirás, por supuesto. —Vio su rostro de duda. —Sólo en caso hipotético claro.

—Está bien. —Suspiró.

— ¡Bien! Veámoslo este fin de semana— Esbozó una sonrisa de oreja a oreja.

—Sí, estaba pensando ¿Nos iremos juntas de regreso?

—No puedo. —Susurró triste. —Tengo una junta con el centro de alumnos.

—Ah ya veo.

—Pero mañana haré todo lo posible para que nos vayamos juntas.

—Bueno.

Después de la última jornada, Sakuno se dirigió hacia la biblioteca buscando llevar un libro de ciencias, pronto tendría que rendir el último examen y no se sentía preparada para ello, además quería subir un modo de dispersar sus pensamientos en torno a cierto sujeto y pensar en otras cosas, cómo a qué se dedicaría. Si lo pensaba bien, siempre se le había dado enseñar, sus compañeras decían que era una buena maestra a la hora de ayudarlas en clases de Historia y también se le daba bien escribir, por lo que podría ser una buena secretaria o periodista. Pero si tenía que pensar en algo que deseara más que todo, era estudiar turismo, de ese modo podría viajar por todo el mundo y conocer todo aquello que había leído en los libros de historia. Sin embargo tenía un problema, no tenía un buen dominio del inglés, por lo que necesitaría acudir a clases extra para poder hacerlo.

Al salir de la biblioteca, se sorprendió que llovía, no había visto el clima aquella mañana, pero lo que más le impactaba era el hecho que había almorzado en la terraza durante el almuerzo y el cielo estaba despejado, quizás debió inferirlo al sentir la brisa extraña de la tarde. Suspiró, no tenía vestimenta para la ocasión ni mucho menos un paraguas donde protegerse. Llamó a su abuela, esperando que aún se encontrara trabajando en el edificio, pero no obtuvo respuesta alguna. De seguro ya se había marchado.

Luego de bajar las escaleras a los casilleros, tomó una bolsa que tenía para proteger el libro, no podía exponerlo en momentos así, sino la regañarían por ello. No obstante, con respecto a si misma no podía hacer nada, debía mojarse aunque no lo deseara, total un poco de lluvia no hacía daño a nadie. Sin pensarlo, decidió lanzarse a la lluvia, si se daba prisa podría llegar a casa sin mayores daños. Pero entonces, alguien la tomó del brazo y la jaló de regreso al interior del edificio, miró a dicho personaje extrañada y se sorprendió al percatarse que se trataba de Ryoma. "No deberías salir así. Ten, yo puedo caminar bajo la lluvia. "Anunció, entregándole un paraguas de color rojo y sin esperar una respuesta, salió a la lluvia para marcharse. Sakuno dudó unos minutos sobre lo que tenía que hacer, no podía irse así, ni mucho menos enfrentar una tormenta de ese tipo. Así que decidió seguirlo gritando su nombre hasta cruzar el umbral de la Preparatoria, Ryoma se detuvo a unos cuantos metros de ella confundido.

—Puedes devolvérmelo mañana.

—Lo sé, pero…—Murmuró, mirando su espalda. —Podríamos compartirlo. —Se atrevió a decir, notando que él ni se inmutaba ante su respuesta, seguía mirando hacia el camino sin decir una palabra. —D-Después de todo…vivimos cerca.

—Como quieras. —Suspiró y volteó a mirarla. —Yo lo llevaré. —Señaló, teniendo en cuenta que era mucho más alto que ella.

Caminaron bajo el manto de la oscuridad, entre truenos y relámpagos, guardando silencio total, sin saber qué decir en esos momentos, sólo escuchando el sonido de la lluvia estrellarse contra el paraguas. Sakuno observó de reojos al ambarino, preguntándose en qué pensaba, quizás tenía planes para ese día y sólo lo estaba ofuscando. Sentía deseos de preguntarle acerca de lo que le había dicho antes de entrar a clases, pero no sabía cómo no lucir demasiado curiosa sobre su vida amorosa. Ryoma no solía compartir aspectos de su vida privada con nadie, ni siquiera con sus amigos, por lo que consideraba imposible que con ella fuera distinto. Pero aún así, no perdía nada con intentarlo, así que se esforzó por hacerlo. De pronto, el viento comenzó a filtrarse por el paraguas, obligando al ambarino que se aferrara a él, Sakuno imitó el gesto encontrándose con sus manos tratando de sostener el objeto por el mango, pero en cuestión de segundos lo perdieron de su vista. "Tendremos que apresurarnos" Anunció Ryoma cabizbajo y ella asintió. De súbito, un relámpago les concedió su presencia, iluminando de manera intermitente hasta que todo se volvió gris. Pero no era sólo eso lo que la asustaba, sino el hecho de que odiaba los truenos y solía esconderse de ellos cuando podía, el sonido estremecía su corazón y sentía deseos de correr lejos de ellos, pero no podía junto a esa persona que tanto admiraba, le avergonzaba lo que pudiera pensar de ella.

El sonido de un trueno más, la obligó a gemir de temor, generando un vaivén en sus piernas y que lágrimas escaparan de sus ojos. Antes que consiguiera evitar que corrieran por sus mejillas, Ryoma la tomó de la mano y la condujo hacia una parque cercano, una que conocía muy bien, solía jugar de niña ahí en la caja de arena que ahora se había vuelto barro, además habían unos túneles verdes que se conectaban con una enorme tortuga, su cabeza se encontraba observándolos con una hermosa sonrisa, mientras que su caparazón era el lugar donde muchos niños solían divertirse, precisamente al lugar que el ambarino pensaba que entraran.

— ¡¿Qué hacemos aquí?! —Gritó Sakuno en medio de la lluvia.

— ¡Nos refugiaremos! —Gritó Ryoma— ¡Hasta que pase la lluvia! ¡Entra!

— ¿Eh? ¿Por los túneles?

— Sí ¿Puedes hacerlo?

—S-Sí…

Sakuno miró dudosa, no por el sólo hecho de que no entraba en ellos desde que era una niña, sino también porque como estaba con su falda, temía que se vieran sus bragas cuando se deslizara por él. No obstante, sabía que no quedaba otra alternativa y el único motivo por el cual Ryoma le pedía que entrara, era para protegerse de su más grande miedo (los truenos). Así que se quitó los zapatos y los guardó en su mochila para poder desplazarse con mayor facilidad, teniendo en que sus pies estaban húmedos y podría resbalarse. Mientras tanto, Ryoma lo haría por el otro túnel, ya que después de todo ambos iban al mismo lugar.

Luego de unos minutos de gatear, Ryoma la sorprendió desde el otro lado, no sabía cómo lo había hecho tan rápido, pero ahí estaba ayudándola a salir del túnel, extendiéndole una mano. Si bien hace años que no estaba en el interior de la tortuga, aún había cosas que seguían intactas desde la última vez que lo había hecho cuando iba en primaria. Unos focos iluminaban la caparazón y el piso era de un material suave para que los chicos no se rasparan las rodillas, además había pequeñas mesas para que los niños colorearan, una especie de piscina de pelotitas de plástico y una ventana que permitía ver el exterior. Por supuesto ellos no iban ahí a divertirse, por lo que decidieron sentarse en el suelo, ya que éste estaba seco y podrían entrar en calor.

—Aquí estaremos mejor. —Susurró Ryoma.

—Sí, tienes razón. Y con respecto a lo de antes…

— ¿Lo de los truenos?

—Sí ¿Lo notaste?

—Sí, llorabas y temblabas. Cualquier persona lo hubiera notado, por eso…es mejor que estemos aquí. Así esperaremos que cese la tormenta.

—Gracias, Ryoma-kun.

— ¿Porqué lo dices?

—Por todo…hoy me ayudaste mucho, ya sea con los libros de cálculo, luego con el paraguas y ahora la chaqueta. Además del hecho de que estamos aquí, resguardándonos de la lluvia en lugar de seguir el camino.

—No es nada.

—Si no hubiera sido por ti, quizás me hubiera devuelto a la Preparatoria al escuchar los truenos. —Hizo una mueca.

—Te creo, sé de lo que eres capaz por evitar algunas cosas. —Se burló.

—Por cierto, lo que me dijiste antes de entrar a calculo…sobre tu razón de vida. —Murmuró nerviosa. — ¿E-Estás enamorado?

— ¿Eso te preocupa?

— ¿Eh? ¡N-No he dicho eso! —Dio un respingo. — ¿Por qué piensas eso?

—Cómo hablabas de tus miedos y mencionaste eso, lo pensé. —Se burló.

—No, lo decía para cambiar el tema. —Rió nerviosa.

— ¿Por qué quieres saberlo?

—Por nada en especial, sólo… me sorprendió que no fuera el tenis. —Respondió con serenidad, si balbuceaba él podría descubrirla.

—Ah ya veo. —Miró a la ventana, pensativo. No sabía si lo que sentía por ella era amor, sabía que sentía algo, pero no podía encasillarlo como enamoramiento. Y no se sentía orgulloso de tener esos sentimientos, más bien avergonzado. Ese no era el lugar ni el momento para hablar de ello, aunque cómo decía Momo podría ser demasiado tarde cuando intentara hacerlo, no estaba seguro de que ese fuera el momento. — ¿Te has enamorado antes, Ryuzaki?

—P-Pues…sí.

— ¿Y qué se siente? —La miró a los ojos, notando rubor en sus mejillas.

—Nervios todo el tiempo, más cuando esa persona se acerca a ti…sientes que tu corazón tan agitado que crees que vas a sufrir un infarto. —De esa misma manera se sentía en ese momento y le costaba respirar. —Además…no salen las palabras y a veces, pareciera que no tuvieras consciencia de tus actos y sólo hicieras las cosas.

—Ya veo. —Murmuró pensativo. —Si es así, creo que siento algo parecido.

— ¿Y-Y es correspondido?

—No lo sé. —Siempre había sentido que si lo era, además sus amigos solían decírselo todo el tiempo, hablándoles de las habilidades de Ryuzaki y lo hermosa que era, cómo intentando hacer que se diera cuenta de sus sentimientos e hiciera algo al respecto. Pero, no estaba seguro si con el pasar del tiempo ese sentimiento se mantenía o se lo había llevado. — ¿Alguna vez has sido correspondida, Ryuzaki?

—N-No, es decir…jamás me he declarado, así que no estaría segura de ello. Por lo mismo, no sé lo que se siente sentir un amor correspondido. —Fingió una sonrisa. —Debe ser maravilloso.

— ¿Porqué lo crees?

—Porque mientras un amor no correspondido, está lleno de tristeza, dudas y temores, un amor correspondido debe ser todo lo contrario, debe haber confianza, claridad y alegría. —Comentó, pensando en la diferencia entre lo que ella sentía y lo que deberían sentir otras personas. —Debe ser como lo que siente cuando te besa una persona que no quieres vs una que sí.

—Lo dices como si lo hubieras vivido. — ¿Quién se había atrevido a besarla? Sintió fuego quemando su pecho en esos momentos.

—S-Sí, una vez…fue hace mucho tiempo antes de conocerte. —Susurró avergonzada. —Fue cuando estaba comenzando el Instituto, un chico me dijo lo que sentía por él y me besó…

— ¿Lo querías?

—No, sólo lo consideraba un buen compañero. A pesar de que fue mi primer beso, no fue agradable…entonces pensé que quizás un amor que si fuera correspondido, sería completamente distinto a eso.

—mmm tienes razón. —Sonaba como si la hubiera forzado a hacerlo, de seguro era un cretino.

De pronto, un estornudo lo hizo reaccionar, percatándose de que la castaña estaba temblando de frío y no se había dado cuenta de ello, era normal que si venían corriendo bajo la lluvia hace unos minutos, ella se empapara de inmediato. Buscó en su bolso de Seigaku, teniendo en consideración que las prácticas se habían suspendido por la lluvia, su chaqueta se encontraba incólume. Entonces decidió envolverla con ella, depositándola sobre sus hombros. Sakuno lo observó extrañada, como si no hubiera advertido sus intenciones cuando había ido por su bolso.

—P-Pero… ¿Y qué hay de ti? —Preguntó tratando de disuadirlo.

—Yo estoy bien, tú lo necesitas más que yo. —La ayudó a ponérsela. —Estás temblando, Ryuzaki.

—Gracias…—La aceptó, admitiendo que se sentía de esa forma.

—mmm tus trenzas se han estropeado. —Observó Ryoma, tomando una de ellas.

—Sí, pero es tarde para repararlas. —Rió nerviosa, el contacto de sus manos en su pelo la inquietaba. — ¿En qué piensas? —Preguntó, notando que se había quedado callado.

—Tu cabello sigue siendo demasiado largo. —Se burló.

—Siempre dices eso. —Gruñó, apartando su trenza de él. —Es como si te molestara que fuera de ese modo.

—No es así, sólo me llama la atención, eso es todo.

—He pensado cortármelo el año que viene. —Susurró, necesitaba un cambio. —Tienes razón, está demasiado largo.

—No lo hagas. —Ordenó de manera imperiosa mirándola a los ojos.

— ¿Eh? Creí que no te agradaba. —Se burló.

—Me gustas así. — Susurró cabizbajo.

— ¿A-A qué te refieres? —Preguntó incrédula, ¿Realmente había dicho Me gustas? ¿O era que le gustaba así?

—Es verdad, llevas el cabello demasiado largo, pero…—Susurró apoderándose de las dos trenzas que caían sobre sus hombros y admirándolas con devoción. —Luces bien así.

—Pero…—Su corazón latía a mil, notando la cercanía que tenían.

—Hace un momento, mencionaste que no sabías lo que era un amor correspondido. Yo tampoco lo sé. —Tomó su rostro que se volvía cada vez más rojo. —Vamos a averiguarlo.

Sakuno susurró su nombre avergonzada, su cuerpo estaba paralizado y se sentía enajenada "¿Realmente está pasando?" pensó nerviosa, viendo como Ryoma se acercaba cada vez más a ella hasta unir sus labios con los suyos, gatillando un sinfín de emociones. Los latidos de sus corazones iban en crescendo y un frenesí dominaba sus entrañas, provocando que la adrenalina se propagara en su interior. Fue un beso pertinaz y apasionado que nadie esperaba que fuera a suceder, ni el mismo autor de los hechos, quien había actuado sin pensarlo.

El sonido de un celular los obligó a aparte, Sakuno acudió a su bolso y lo tomó en sus manos, no se encontraba en condiciones de contestar, pero si no lo hacía su abuela la mataría. "¿Hola?" Contestó, notando la preocupación de su abuela en el teléfono. Entonces le explicó que producto de la lluvia había tenido que detenerse en un centro de comida rápida, no podía decirle que se encontraba a solas con el ambarino en la tortuga del parque, porque si no sería capaz de gatear por el mismo túnel a regañarlos. Así que le prometió que regresaría pronto, considerando que la lluvia ya había cesado y parecía haberse despejado.

Ryoma observaba la ventana desde el otro lado de la habitación, tratando de comprender el motivo por el que lo había hecho, era como si un fantasma lo hubiera poseído y lo hubiera obligado a cometer sus propios deseos. Porque él no era así, no solía actuar por las emociones sobre la razón. Suspiró, la tormenta había cesado y en su lugar se encontraba una noche iluminada de estrellas.

Cuando Sakuno colgó, el silencio se apoderó de ellos y Ryoma se atrevió a decirle que se marcharan, teniendo en consideración que eran pasadas las diez de la noche. La ayudó a salir del túnel cogiendo su mano, pero acto seguido se apartó de ella, cualquier contacto con ella, despertaba sensaciones en él que jamás había sentido. A su lado, Sakuno se sentía de la misma manera, las palabras del ambarino "Me gustas" y "Amor correspondido" resonaban en sus oídos, no quería hacerse ideas erróneas de lo que realmente sucedía, pero esas palabras en especial le hacían creer precisamente aquello que nunca antes habría podido imaginar.

Tras llegar a la casa de Ryuzaki, Ryoma le mencionó que no se preocupara por la chaqueta y que podía devolvérsela en otro momento, a lo que ella asintió sin protestar, se sentía demasiado avergonzada para negarse a ello. Entonces se despidieron con un gesto de mano y la castaña entró a su casa, sintiendo su rostro arder. Mientras que el ambarino seguía su camino, maldiciéndose por lo que estaba sintiendo.

Continuará….

Hola! ¿Cómo están? Espero que bien, aquí está el primer capítulo de este mini fic. Considerando que me pasé en la fecha de lanzarlo para San Valentín y la temática de eso sería muy forzada, decidí adaptarlo al título de esta historia. Este fanfic está dedicado para Danny Meléndez, una lectora que siempre me ha leído y comentado. En esta oportunidad he realizado esta historia, debido a qué perdí una apuesta jaja no alcancé a comentar en una publicación que me había etiquetado, así que le debía una historia. Considerando que es una fan del Ryosaku, pensé en una historia sobre ellos. Será un mini fic de alrededor de 4 capítulos, eso espero jajaja y por si acaso, seguiré con los demás, no los voy a abandonar.

Cuídense! Espero que les guste y comenten

Saludos (Mi página de facebook es Hinata-sakuno fanfiction)