Capítulo I
Verano de 1994
POV Hermione
Puedo ver unos ojos, grises como una tormenta, me llaman, me buscan, y luego un grito.
"Merlín Fred, podrías dejar de hacer eso, eres un idiota."
Lo primero que veo al despertar es a Ginny gritándole a Fred, lo cual es curioso porque ella está por lo que veo intentando darle una lección sobre no gritar "Vamos Gin Gin, oh mira ya Hermione esta despierta, vamos chica libritos es hora de desayunar."
Honestamente no sé cómo me sorprende estas cosas después de tres años, siento la mirada de Fred en mi antes de que se de media vuelta y salga, luego siento a Ginny mirándome como si tuviese otra cabeza.
"Oye Hermi, ¿qué ocurre? ¿Por qué te ves como si hubieses visto a Malfoy durmiendo a tu lado?" dice Ginny mientras me estudia hasta el punto de hacerme removerme incomoda entre las sabanas.
"quizás no sea Malfoy, pero si alguien con sus ojos" digo entre dientes mientras salgo de la cama.
"¿qué dijiste?" Mierda, ¿había dicho eso en voz alta?
"Nada Gin, mejor bajemos antes de que no quede comida" dije mientras nos arrastraba a ambas escaleras abajo.
Mientras bajaba las escaleras seguía pensando en mi sueño, ciertamente no era la primera vez que lo tenía, esos ojos me perseguían desde que tengo memoria.
La primera vez que recuerdo haber tenido uno yo tendría 5 años, mis recuerdos son borrosos pero, aun así no me era difícil regresar a ese momento.
Mis padres estaban discutiendo, por un motivo que hasta hoy desconozco, cuando se dieron cuenta de que estaba escondida detrás de la puerta, mi madre me acompaño hasta mi habitación y me dijo que durmiera, que en los sueños todo era mejor.
Lo que mi madre no sabía es que, en mis sueños comenzaría a ser perseguido por un hombre, un hombre al que no le podía ver el rostro, pero que tenia profundos ojos grises, tan grises con el cielo de Londres en un día de lluvia.
Este hombre misterioso me llamaba, pero no por mi nombre, ni siquiera hablaba, solo era como una atracción mental hacia él, podía sentir el dolor, la desesperación y la tristeza de aquel ser, pero cada que el hombre se acercaba mucho a mi, despertaba con temor a algo que no sabía que era.
Fui devuelta a la realidad por uno de los nada sutiles comentarios de Ron sobre lo distraída que lucía esta mañana, a ese le siguieron comentarios de los gemelos sobre mi pijama y un "buen día" de Percy, quien parecía más amargado que nunca esta mañana.
Luego vino el siempre bien recibido regaño de la señora Weasley y las preguntas sobre algo muggle del señor Weasley y todo volvió a la normalidad, bueno, al menos la clase de normalidad que se puede tener en la Madriguera.
…
Hoy era viernes y faltaban oficialmente nueve días para el inicio de clases y unas 6 horas para la llegada de Harry a la madriguera; se supone que el señor Weasley nos tenía preparada una sorpresa para mañana, sorpresa de la cual no quería decir nada.
Yo no es que odiara las sorpresas pero, tampoco era su fan numero uno. Desde niña, las sorpresas de mis padres siempre incluían algo que no iba a gustarme, cuando comencé a hacer magia accidental, sus sorpresas eran los mejores psicólogos del país y uno que otro sacerdote.
Tiempo después, cuando se dieron cuenta que, por más fantasioso que sonase, tenía poderes y no una enfermedad mental o un espíritu en mí, trataron de compensarme por todas sus sorpresas con cuanta idiotez se le ocurría a la yo de 7 años.
Eso nos lleva al porque le tengo tanto cuidado a este tipo de situaciones, se que el señor Weasley nunca nos llevaría a un psicólogo pero, aun así, mis miedos seguían latentes.
Escuche a lo lejos las risas de los chicos mientras jugaban quidditch, yo los observaba desde la sombra de un viejo árbol que se encontraba en el patio de la madriguera, volar no era lo mío y creía que ya había llevado suficiente sol durante las vacaciones.
Quite la mirada de los chicos y la pose en la madriguera, mientras más la veía más diferencias le encontraba con mi casa; esta era de varios pisos, desigual, llena de objetos que no tenían funciones ni decorativas ni mágicas, eso sí, se encontraba en perfecta pulcritud y era bastante antigua.
Esta era todo lo contrario a mi casa, bueno, exceptuando lo de la limpieza, de eso se encargaba mi madre o al menos eso decía ella, después de despedir a sus últimas mucamas luego de que me vieran haciendo magia.
Hace unos años, mis padres habían decidido dejar nuestra casa en Austria para venir a Londres, por motivos de los negocios de mi papá, como no podía esperarse menos de John Granger, compro un pent House en la zona más exclusiva de todo Londres.
El departamento era enorme, tenía dos pisos, tres cuartos y cinco baños, con pisos de mármol y ventanales que iban de piso a techo y rodeaban todo el apartamento, dando un vista 360 de todo el centro financiero de Londres.
Tenía una cocina que haría que la señora Weasley o cualquiera que gustara de los placeres de cocinar amaría, el departamento había sido finamente amoblado por mi madre y su decorador de interiores, incluso llegaron al punto de publicarlo en una revista.
Si bien, muchas de las banalidades de mis padres me incomodaban, no iba a negar que amara mi hogar, tampoco negaría que la madriguera tuviera su encanto y que adorara pasar tiempo aquí.
Bueno, eso había sido así hasta este verano. Digamos que mi relación con Ron no era la misma de siempre y las cosas tendían a ponerse incomodas en determinados momentos, sobre todo después del pequeño fiasco que fue la comida entre mis padres y los suyos.
…
La sorpresa del señor Weasley eran entradas para el mundial de quidditch, todos parecían vibrar de la emoción, bueno todos menos yo, no le veía el sentido a estar horas sentados sobre una escoba, lo que seguía insistiendo era solo un artículo de limpieza, persiguiendo una pelota con alas, además de recibir golpes por una pelota que parecía ser de cemento.
Agregándole al asunto que, tenía que levantarme temprano, para viajar a Merlín sabrá donde, para dormir en una tienda con cinco hombres y una chica que cuando se trataba de quidditch, se convertía en uno más.
Al levantarme Ginny ya estaba terminado de arreglarse, así que, me levante con apuro y luego de una ducha revitalizadora comencé a rebuscar entre mi equipaje para ver que podía ponerme, para tratar de no luchar con el endemoniado calor que hacía.
Finalmente me decidí por unos pantaloncillos de algodón color caqui, con una camiseta cuello en V blanca y unas zapatillas lo suficientemente cómodas como para huir por mi vida de ser necesario, esto último era algo que siempre llevaba conmigo, el ser la mejor amiga de Harry tenía sus desventajas.
Rápidamente desayunamos y luego de revisar que todo estaba listo, partimos con rumbo a unas colinas a unas horas de la madriguera. Una hora después cuando nos detuvimos para refrescarnos, tuve que sacar un libro que había traído para poder agarrar mi botella de agua.
Cuando los chicos vieron el libro comenzaron a protestar y fue Ron el primero en refunfuñar.
"Vamos Hermione, un libro ¿enserio? Vamos a la copa mundial no puedes simplemente traer un libro" Ron sonaba mas indignado que nunca.
"El que tu nunca leas Ronald no quiere decir que los demás no podamos tener un poco de cultura". No traía el libro para molestarlos, esto no era lo mío, demonios nada que tuviera que ver con deportes era lo mío, solo quería estar prepara en caso de aburrirme ¿qué clase de mal había en eso? Ninguno a mi parecer.
"¿Cultura? Será ganas de matar toda diversión posible" replicó Ron.
En eso escuchamos al señor Weasley saludar a alguien muy efusivamente, cuando volteamos pude ver a un señor medio regordete, y vestido de una forma bastante peculiar, en uno de los claros intentos de los magos de parecer muggles convencionales fallando obviamente en su intento; a su lado se encontraba un joven, alto, de cabello oscuro y de facciones suaves y delicadas.
Según lo dicho por el señor Weasley eran Amos y Cedric Diggori, los gemelos parecían conocer a Cedric, pues se saludaron de una manera bastante familiar; a mi lado escuche a Ginny decir lo lindo que era Cedric, unos minutos después no fue difícil entender el grito del señor Diggori cuando vio a Harry.
….
Después del aparatoso aterrizaje cortesía de una bota vieja, llegamos al campamento donde se suponía que nos quedaríamos, ciertamente, erraría al decir que fui la única sorprendida del grupo.
Frente a nosotros se encontraba una congregación inmensa de cientos y hasta miles de magos de todas partes del mundo, se encontraban esparcidas por las gigantescas colinas, tiendas de acampar de todos los tamaños colores y formas y a lo lejos podía divisarse la maravilla arquitectónica que era el estadio donde sería la final.
Sentí como era jalada y sacado de mi ensoñación, al ver quien era quien me arrastraba entre las tiendas, observe a Fred quien al darse cuenta de que lo miraba solo me dio una sonrisa ladeada y me dijo:
"no es bueno que te quedes sola en este sitio Hermione"
Al llegar junto al grupo de pelirrojos, todos estos se encontraban entrando en una tienda que, a mi parecer era diminuta y no lograba entender como entraban todos sin que esta se viniera abajo, a mi lado Harry parecía tener la misma duda que yo.
Nuevamente fui jalada por un brazo, era Ginny, quien me estaba gritando emocionada sobre unos chicos que se veían desde la ventana de nuestras camas, yo simplemente estaba ignorándola, lo que mis ojos veían era maravilloso.
La tienda era enorme, tenia cocina, un baño, varias camas y una sala, ojala papá estuviese aquí, el amaría está condenada tienda de la misma forma en la que ama a sus autos.
Detrás de mi escuche la exclamación de sorpresa de Harry y seguido a estas, los gritos y los reclamos de los gemelos sobre algo que ciertamente no me importaba.
…..
Nuestros puestos eran en el palco del Ministro de magia, lamentablemente los Malfoy también estaban allí, unos puestos más abajo que nosotros, a un lado de mi estaba sentado el Ministro ingles, el Ministro Búlgaro, el ministro irlandés y lo que supuse eran los entrenadores de ambos equipos, mas los organizadores del evento y una buena cantidad de reporteros.
"Hermi ¿quién crees que gane el partido?" pregunto Ginny mientras veía la cantidad de gente con los ojos como platos.
"Honestamente Ginny, no creo que sea buena idea dar una respuesta con los ministros y entrenadores sentados junto a mí, pero tampoco me importa mucho quien gane, ni siquiera me gusta el juego"
Todos los Weasley le iban a Irlanda, pero lo que nunca admitiría delante de ellos ni de nadie de hecho, es que internamente estaba apoyando a Bulgaria, había investigado antes de venir, era más como una manía que una necesidad y había resultado que Bulgaria era un equipo bastante sólido y con buen historial.
"Bueno tienes razón, pero yo le voy a Irlanda, tienen este jugador tan lindo que…" Ginny seguía hablando pero la verdad no quería saber sobre el súper guapo jugador de nada, en caso de llegar a importarme algo de este juego serian las técnicas empleadas, las tácticas y los principios físicos y matemáticos que usaban en sus estrategias.
Llevábamos más de una hora esperando por el inicio del partido, ya cansada de esperar decidí sacar mi libro, solo para entretenerme un rato.
Justo cuando estaba a punto de sacar mi libro sobre Runas, escuche a los gemelos decir los nombres de los jugadores de Irlanda, estos iban saliendo en formación, teniendo de fondo los aplausos y ovaciones de la fanaticada, luego la enorme figura de un duendecillo verde bailando el típico baile Irlandés se dibujo en el cielo.
Lamentablemente dicho duendecillo no duro mucho debido a que un grupo de personas vestidas de rojo y negro y en una formación en forma de V atravesaron al duende y pasaron rápidamente por el estadio, uno de los jugadores realizo una pirueta en el aire que hizo que mi corazón literalmente saltara a mi garganta, cuando iba a preguntar quién era ese demente, las personas y uno de los gemelos lo aclararon por mí.
Era Viktor Krum el buscador más rápido y joven del mundo y, hasta los momentos, la persona más extrema que había visto en toda mi vida.
POV Viktor
Una cosa era perder como campeones, pero otra muy distinta era, perder como campeones y que tu entrenador se empeñara en humillarlos. Me sentía molesto, tenía una nariz rota, sangre en mi cara y un montón de cámaras y reporteros preguntando estupideces.
Había hecho todo lo que pude, pero lamentablemente yo no era el único jugador involucrado, por algún motivo los bateadores Borisov y Petrov, no rindieron lo suficiente y el guardián Mihaíl, parecía estar en otro planeta.
Y si a eso le agregamos que el equipo irlandés tenía mejor estrategia, cosa que jamás diría en voz alta y mucho menos delante del entrenador, era una receta perfecta para el desastre.
Cuando finalmente dejamos el campo, fuimos guiados a la marcha de la vergüenza que debíamos dar en el palco del Ministro, nuestra tarea era saludar a los irlandeses por patearnos el trasero, a los ministros y largarnos de aquí.
Estábamos saludando a nuestro ministro de magia cuando la vi. Rodeada de pelirrojos y mirando como si quisiera matar a uno de ellos en particular, estaba una chica de alborotado cabello castaño, de estatura mediana, piel ligeramente bronceada y mejillas rosadas, labios llenos, nariz respingona y una muy obvia cara de reproche hacia algo o alguien.
Parecía estar en una especie de trance mientras la veía, trance del cual salí cuando la escuché decir lo cruel que le parecía que me tuviesen aquí, aun cuando mi nariz estaba rota y mi cara llena de sangre.
No solo le bastaba con parecer un ángel y hablar como uno, también tenía que pensar como una madre preocupada, ella estaba preocupándose por mi salud, pensé fascinado hasta que caí en cuenta de lo que pasaba, ¿Ella estaba jodidamente preocupándose por mi? Solo mis padres lo hacían.
Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando escuche a Borisov decirme que bajara de la luna en la que estaba, que ya era hora de irnos, estuve un poco reacio a irme hasta que mi nariz comenzó a chorrear sangre más fuerte que antes.
Inmediatamente fui sacado del palco por el entrenador y detrás de nosotros marchaba lúgubremente el resto del equipo. Tan rápido como la había visto también se había esfumado, al voltear hacía la multitud, tan solo para poder verla una vez más, esta ya no estaba.
La decepción vino a mí, la chica y yo no habíamos podido cruzar palabra, no creía siquiera que me hubiese visto observarla y era muy probable que esa fuera la primera y última vez que la vería.
…
Después de ser curado y, de recibir todo el equipo un sermón sobre lo mal que había terminado esto, fuimos llevados a la tienda oficial del equipo para la rueda de prensa, después se nos ordeno alistarnos para asistir a la fiesta que se organizaba para los equipos en un club mágico en Londres.
Cuando estábamos todos en posición para ser llevados al club, fue cuando comenzaron los gritos y las explosiones, el personal de seguridad que cuidaba las tiendas comenzó a gritar que los Mortifagos estaban atacando, y sin darnos tiempo de hacer nada, fuimos sacados velozmente del sitio y aparecimos a unas calles del club.
Cuando llegamos, todos parecíamos estar en una especie de shock, aparentemente los irlandeses también habían pasado por lo mismo que nosotros porque, traían la misma cara de desconcierto.
Aunque todos parecieron olvidar lo ocurrido cuando entraron al club, delante de nosotros desfilaban gran cantidad de mujeres, bajas, altas, rubias, morenas, pelirrojas, algunas con descaro y otras con lo que le seguía al descaro, todas vendiéndose a nosotros como mercancía.
Era precisamente eso lo que odiaba de estas fiestas, yo no tenía problemas en pasarla bien, tomar unos tragos y bailar con alguna chica pero, el hecho de que estas creyeran que eso les aseguraba terminar en tu cama, era lo que me molestaba.
Las grupies, eran problemáticas y obsesivas, con un solo objetivo, el dinero y sus cinco minutos de fama. Yo había aprendido la lección de la peor manera.
En cambio, mis compañeros parecían más que felices de tener a una o dos de ellas montadas en sus regazos, el bateador de mi equipo quien en este momento tenia a una rubia con casi nada de ropa montada sobre sus piernas y, haciendo lo que, desde mi sitio parecía una lamida de rostro me dijo a gritos por el volumen de la música algo que me dejo estático
"vamos Krum, quizás no sean la castaña del partido pero no puedes negar que están como quieren" Espera un momento, ¿la castaña? ¿Tan obvio había sido?
"Hey Viktor, no le des tanta vuelta chico, brillaste como un árbol de navidad cuando la viste, además me gusta observar a la gente" dijo poniendo un rostro serio que duro tan solo segundos "y si me disculpas, tengo a una rubia a la cual observar"
Después de verlo marchar con la rubia y de terminar mi trago, simplemente me desaparecí y volví a Bulgaria. Al llegar a mi departamento, entre sin siquiera preocuparme por la pila de correo que se encontraba junto a la puerta, fui directo al dormitorio y quitándome la ropa con un movimiento de varita, caí rendido sobre la cama.
…..
Castaño, rizos castaños enredados en mis manos mientras devoraba a besos a la dueña de ese cabello, delicadas manos se paseaban por mi rostro, hasta que sentí como ella me golpeaba en la cabeza como quien golpea a una puerta.
Abrí los ojos abruptamente, ¿qué clase de sueño era ese?, y fue cuando volví a escuchar el ruido que había hecho la chica al golpearme, era una lechuza en mi ventana.
Reconocí a Lux inmediatamente, era la enorme lechuza parda de Karkaroff, el director de mi escuela, eso no podía traer nada bueno; me levante y tome la carta y decidí que antes de leer algo que venía de Karkaroff tenía que tener algo de cafeína en mi sistema.
Fui sin prisas a la cocina, mientras que detrás de mi venia la risueña lechuza que nada tenía que ver con su dueño, al llegar encontré que el café ya estaba listo, probablemente era obra de mi madre y de su elfina.
Ambas tenían la fiel convicción de que sin ellas iba a morirme de hambre y por eso, mamá siempre mandaba a la elfina las mañanas después de los juegos, para que me preparara el desayuno.
Ya con mi taza de café en la mano, me dispuse a abrir la carta de Karkaroff y lo primero que me encontré al abrirla fue el sello oficial de la escuela, esto me sorprendió pero no le di mucha importancia.
Tome un sorbo de mi taza mientras leía el comienzo de la carta, no paso mucho tiempo que terminara escupiendo todo el café sobre el mesón debido a la sorpresa que me provoco las palabras escritas en el papel.
27 de Agosto de 1994 Instituto Durmstrang de magia.
La siguiente carta tiene el fin de informarle que usted ha sido elegido como uno de los 21 alumnos que representara al Instituto Durmstrang en el Torneo de los Tres Magos, que se efectuara en el colegio de magia y hechicería de Hogwarts, ubicado en Escocia.
Anexado a esta carta va la lista de útiles que serán requeridos este año.
Se les exige que estén un día antes del inicio de clases en el Instituto con todo su equipaje, se les darán las instrucciones del viaje y se les darán los últimos detalles de su salida.
Atentamente Emmet Bosvich, subdirector del Instituto Durmstrang de magia.
No lo podía creer, el Torneo de los Tres Magos, el era uno de los elegidos para participar, mire con emoción desbordante a Lux y esta solo comenzó a ulular, compartiendo la felicidad que me embargaba.
Tenía solo tres días para hablar con mis padres y comprar las cosas. Cuando el pensamiento de mis padres sabiendo sobre el torneo llego a mi mente, toda la felicidad se escapo de mí.
Mi madre iba a matarme, también querría matar a Karkaroff y probablemente a todo aquel que se le cruzara en su camino, no me quería imaginar el conflicto que esto traería consigo. Si había algo en este mundo que Irina Krum defendiera más que a su propia vida, era a mí.
Apartando el tema de mis padres, recogí la otra carta que había traído Lux, esta si provenía de Karkaroff, corta y precisa, como todo lo que venía de ese hombre.
Viktor, estoy seguro que serás elegido como uno de los tres campeones del torneo, entrena y prepárate, porque no pienso tolerar ninguna estupidez como la que ocurrió ayer.
Espero que seas el primero en llegar a mi oficina dentro de tres días, no me decepciones.
Igor Karkaroff.
PD: no te preocupes por Irina, yo me hare responsable por todo.
