'''_~_ ¡Su culpa!_~_ '''''''''
Su culpa su culpa su culpa su culpa su culpa su culpa su culpa su culpa!
TODO ERA SU CULPAAAAAAAAAAAAAAAAAA!
En el dulce castillo del dulce reino, el príncipe Gumball intentaba pasar disimuladamente entre sus súbitos, no quería que absolutamente nadie se diera cuenta de ese pequeño detalle.
- ¡Príncipe Gumball! – Le llamó Mentita, una de sus criadas. Apretó fuertemente la capucha y volteo algo nervioso intentado disimularlo. – Fionna la humana y cake la gata se han ido de av- La sirvienta observó detalladamente a su majestad, vestía un pantalón de mezclilla negro opaco y una campera de algodón con la capucha tapándole hasta la frente. – Príncipe… ¿Por qué trae ropa dentro del palacio tan… casual? - El peli chicle siempre era muy minucioso con lo que usaba, entonces ¿Qué ocurría aquí?
- A- Ah…. Pues, lo que ocurre es que… n- no encontraba mas de mis trajes… eh si eso, no había más trajes, al p-parecer están todos lavando – Inventó una excusa bastante tonta, pero aun así creíble.
- Oh ¿En serio? – Eso parecía a ver sido suficiente para la menta, ya que rápidamente una pequeña sonrisa maternal se formó n su rostro – No me mienta – Oh mierda… pensó Gumball aterrado. Mentita se acercó a el, y dijo en tono bajo – Me hubiera dicho que Marshall Lee había estado aquí, no hubiera dicho nada desde el inicio; Pero habrá que hacer algo con su cabello, majestad.
El príncipe del dulce reino se sonrojo hasta a verle ganado al príncipe flama, sabía que era malo mintiendo, pero no para tanto…
Mentita se retiró diciéndole por último que les ordenaría a los criados que no entraran a su habitación por el resto del día.
Luego de la vergonzosa charla con la menta, se fue corriendo hacía la cocina, tomó un amplio tazón lleno de frutillas, otro con crema batida, y por último, otro con chocolate derretido. Se largó corriendo por los pasillos a velocidad luz, no quería que nadie le viera si no podía sostener la capucha, teniendo sus brazos ocupados.
Al llegar a la puerta de su cuarto, entró y cerró con llave, pudiéndose sacar la capucha al fin. Su cabello estaba como siempre, a excepción de una mecha, la cual había perdido el color y estaba blanca. Se giró sobre sus pies, viendo unos ojos rojos que lo observaban con curiosidad a una distancia mínima.
- ¡MARSHALL! – Habló-gritó Gumball. - ¡No me asustes! – Dijo mientras se ponía todo rojito.
- Jajaja ¿Te asustas con eso Gum-Gum? – El vampiro empezó a reír de manera estrepitosa mientras flotaba por la habitación.
