Prólogo

Esa batalla había sido tremenda y se había saldado con varios soldados muertos, unos cuantos civiles heridos y el resto huidos; no podía entender a qué venia toda esa violencia sin sentido, pero el saber que era por ella por lo que iban tras ellos la entristecía un poco más. Ella, que había crecido a la sombra de Songbird y atada al laboratorio de una ciudad flotante, apenas podía comprender los argumentos tanto de los Vox Populi como de los Fundadores, todos la querían por alguna razón y ninguna de ellas era demasiado buena. Si no hubiera sido por él y su repentina aparición, no sabía muy bien que habría sido de ella.

-Vale, no nos han visto saltar… estamos a salvo, por ahora-masculló el hombre, mirando por una ventana.

Resultaba extraño cuando por fin conseguían un minuto de tranquilidad; sin el sonido de la refriega ensordeciendo sus tímpanos, ni comentarios ofensivos, ni rugidos ni ningún tipo de ruido, el silencio caía como una losa pesada y el ambiente se volvía raro y cargado. Ella se sentó en un sillón y él se acercó.

-¿Estás bien?

-Sí, solo estoy cansada…

-¿Necesitas algo, tienes hambre?

Cuando lo mencionó, sus tripas lanzaron un gruñido y no pudo evitar sonrojarse; el hombre rio, divertido, y dijo.

-Vale, a ver si encuentro algo, ahora vuelvo.

Se fue por la puerta más cercana y la dejó sola en esa pequeña sala de estar; había sido por pura chiripa, la batalla se complicaba por momentos y salían Vox Populi de hasta debajo de las piedras. Pero en ese momento apareció flotando el edificio de las artes conmemorativas y escénicas, el cual se acercó lo suficiente como para lanzarse hasta la puerta principal sin activar la plataforma, fue idea suya y ella le siguió sin apenas pensar; saltaron rápidamente y se metieron de golpe en el recibidor, nadie les vio, y el edificio siguió subiendo, por lo que resultó ser una maniobra perfecta. Los Vox Populi debieron de quedarse con un palmo de narices tremendo.

El edificio tenía tres plantas y una torre con una campana en lo más alto, era sostenido por cuatro globos aerostáticos en la base y, como casi todos en Columbia, tenía varias banderas confederadas. Se levantó del sillón y estuvo curioseando el sitio, vio entonces un cuadro en el que aparecía un barrio de una ciudad desconocida; por un momento dudó, pero ella sabía que debía de practicar un poco con las lágrimas. Después de todo, era debido a ese poder por el que les estaban persiguiendo. Se concentró, alzó las manos en el aire, las dobló como si hubiera agarrado unas cortinas y tiró hacia los lados con fuerza; al instante, un brillo muy fuerte apareció de golpe. Abrió los ojos y pudo ver a través de la grieta que había abierto, pero para su sorpresa vio algo muy distinto a lo que se veía en el cuadro; era el mismo barrio, pero todo se veía muy extraño, muy cosmopolita… muy moderno.

-Elizabeth, he encontrado melocotón en almíbar ¿lo quieres?-se oyó entonces a su espalda.

Ella se asustó y soltó de golpe los pliegos, regresando un momento todo a la normalidad antes de que él entrara.

-¡Ah, Booker! Eh, vale, sí, me es igual…-masculló ella.

Él le dio el bote y estuvo comiendo un poco, mirando de vez en cuando hacia el cuadro y pensando en lo que acababa de ver, no por el hecho en sí, sino porque le pareció ver a alguien detrás. Y porque, para su desgracia, la habían visto.


-¡Pero te digo que he visto algo, Ran, lo juro!-masculló un niño con gafas y vestido con pajarita y traje.

-No hay nada, Conan, seguro que te lo has imaginado…-murmuró una chica morena, de pelo largo y mirada alegre.

-¡Pero es cierto, me pareció ver un destello, como si se hubiera rasgado el aire, había como una especie de ventana justo aquí y se veía a una chica!-insistió Conan.

-Condenado crio, ves demasiada televisión-le increpó un hombre de mediana edad, con un fino bigote y vestido con un traje azul opaco.

-¡Tú no deberías hablar tanto, papá!-masculló Ran, mirándole mal.

-Esto… ¿alguien quiere unas pocas delicias del tío Kogoro?-inquirió el hombre, alzando una caja de pastas.

-Conan no miente, a mí también me ha parecido ver algo…-murmuró una niña de pelo castaño y destellos rojizos, de la misma edad que Conan.

-¡Gracias, Haibara!-masculló Conan.

-¿Estáis seguros los dos?-inquirió Ran, extrañada.

Los cuatro volvían de un paseo por el centro comercial y ahora volvían a casa con algunas compras bajo el brazo, se habían encontrado con la niña de paso y ésta se había unido a ellos después.

-¡Muy seguros! ¡No me invento nada, Ran, sabes que no soy de esos!-masculló Conan.

-No lo pongo en duda, pero es que aquí no hay nada…-murmuró ella.

-Hay que ver la que se está montando por una chorrada, seguro que no es nada… a ver ¿Qué viste?-inquirió Kogoro, con ganas de cerrar el asunto.

-Una especie de… ventana o grieta en el aire, fue muy raro, es como si hubieran abierto unas cortinas desde el otro lado…-explicó el chico, extrañado.

-¿El otro lado, dices?-masculló Kogoro.

-Sí, el efecto era extraño, como si en el aire hubieran unas cortinas invisibles-asintió Haibara.

-¡Pero eso es ridículo! ¡Mirad, no hay nada!

Kogoro extendió un brazo para comprobar lo que para él era evidente, pero de golpe y porrazo su mano desapareció de la vista y se quedó atorado.

-¿¡Pero qué demonios?!

-¡Papá!

Tanto Conan como Haibara se quedaron estupefactos al ver ese extraño fenómeno; Kogoro trató de sacar la mano, pero en ese momento dio un bandazo, como si algo tirara de él.

-¡Ah, algo ha tirado de mí!-masculló.

-¡Saca la mano, papá!-musito su hija.

Pero entonces, tiraron con fuerza de él y le arrastraron; Ran se aferró a él para sacarle, pero la fuerza era tremenda y acabó siendo arrastrada.

-¡Ran!-exclamó Conan, cogiéndola del brazo.

Aun así el chico fue el siguiente y la niña también reaccionó.

-¡Ku… Conan!

Se aferró de su mano tratando de traerle de vuelta, pero fuera lo que fuera lo que había al otro lado era más fuerte y los acabó arrastrando a todos. En cuanto todos traspasaron el fenómeno, hubo un rápido destello y no pasó nada más, quedándose la calle vacía.


-¡Tengo a este hijo de puta, se va a cagar, nadie ningunea al Vox Populi!-gritaba un miembro de la facción.

-¡Moledle a palos!

-¡Y la chica, que tampoco escape, la señorita Fitzroy la quiere viva!-añadió otro.

En ese momento el que tiraba de la mano hizo toda la fuerza que pudo al ver que se resistía y sacó de golpe a tres personas, para su infinita confusión.

-¿¡Pero qué demonios?!-masculló.

-¿¡Japos?!-exclamó otro al verlos.


Los tres se quedaron de piedra al ver donde se encontraban en ese momento, rodeados por hombres tatuados, todos armados, y mirándoles con caras de todo tipo. Uno de ellos se adelantó y exclamó.

-¿¡De dónde habéis salido?! ¡No hay japoneses en Columbia!

-¡Mirad sus ropas! ¿¡Quiénes son y de dónde vienen?!

Kogoro les miró estupefacto y Conan masculló.

-Hablan en inglés… dejadme a mí. Perdonen señores, ha sido un malentendido, pero no somos malas personas ¿podrían decirnos dónde estamos?

Todos se quedaron mirándose, un tanto chocados de que un simple niño supiera hablar tan bien su idioma; uno de ellos anunció.

-¡Estáis en la ciudad de Columbia, un trozo de EEUU en los cielos! ¿Y vosotros de donde habéis salido? Es imposible que haya japoneses, éste es territorio estadounidense…

Conan se quedó un tanto extrañado por lo de un trozo de EEUU en los cielos, pero aun así siguió preguntando.

-En ese caso ¿saben dónde está la embajada japonesa? Nos hemos encontrado de repente en esta extraña situación y queremos volver a casa…

Otra mirada extrañada se extendió entre los Vox Populi, y algunos rieron, divertidos.

-¿Embajada? Me temo que no lo entiendes, pequeño, somos una ciudad autocrática, no rendimos cuentas a nadie, ni siquiera a EEUU…

-¿Cómo? Pero…

En ese justo momento se oyó una especie de aullido, como de águila, y de golpe y porrazo apareció un engendro mecánico en forma de ave gigante; los Vox Populi dibujaron una mueca de terror en sus caras y echaron a correr.

-¡Es el songbird, corred!

-¡Viene a por nosotros!

-¡Malditos Fundadores y su avanzada mecánica!

Se olvidaron por completo de ellos, pero éstos se quedaron paralizados al ver a ese monstruo avícola; éste se percató de ellos y se acercó peligrosamente, con unos ojos rojos clavados en Conan, el cual fue el primero en reaccionar.

-¡Corred, corred!

Se dieron la vuelta en menos de un segundo y echaron a correr calle abajo, siendo perseguidos por el enorme robot; un poco más adelante vieron una tienda abierta y no se lo pensaron ni un momento, entrando en ella de golpe y yendo hasta la parte más apartada. Oyeron un estruendo afuera acompañado de varios chillidos de águila de nuevo, y tras eso nada más.

-Creo que se ha ido…-masculló Conan.

-¿¡que era esa cosa!? ¿¡Y qué es este lugar?!-masculló Kogoro.

-Esos hombres lo llamaron songbird…-recordó Haibara, mientras recobraba el aliento.

-Columbia… hay varias Columbia en EEUU, pero… ¿y eso de un trozo de EEUU en los cielos? No tiene sentido…-jadeó Conan.

Estuvieron recuperándose de la carrerita y allí vieron unas escaleras que subían, las siguieron y se encontraron en un piso muy bien decorado y amueblado, aunque les llamó la atención que la decoración en si era la típica americana, pero de comienzos del siglo XX, todo muy retro y cargado. Se quedaron admirando los acabados de los muebles mientras que eran intimidados por la cantidad de patriotismo y simbolismo que reinaba en el ambiente, pero Haibara dijo desde una habitación.

-¡Chicos, venid, tenéis que ver esto!

Los tres la buscaron y la encontraron en un pequeño balcón, el cual daba al exterior; pero lo que había en el exterior los dejó de piedra. A mano izquierda pudieron ver una larga fila de edificios, todos flotando en el aire gracias a varios globos aerostáticos enormes implantados sobre una gran base de piedra y hormigón; un poco más arriba había más edificios, algunos más grandes que otros, vieron uno muy alto mantenido en el aire gracias a una serie de propulsores de hidrógeno instalados en su base. Observaron cómo varios zeppelines rondaban los cielos, así como varias nubes se arremolinaban entre los edificios de una verdadera ciudad flotante. Y delante de ellos, en un cartelón publicitario sujeto en un gran globo de aire caliente, pudieron leer una fastuosa bienvenida que decía: "Bienvenidos a la majestuosa Columbia".


Bueno, y así comienza esta pequeña idea que he tenido hace poco; la he escrito con lo poco que sabemos acerca de la trama del juego, ahora pienso esperar hasta la salida del mismo (26 de marzo), echar las partidas necesarias como para obtener la suficiente información y luego seguir con él. Espero que os haya gustado, y lo sigáis cuando continúe con él ¡Nos leemos!