TRAS BAMBALINAS
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Mini-capítulo 01. Horas laborales.
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Ya venía pensando en algo así, aunque no sé cuántos serán, eso sí no me alargaré mucho. Espero que sean de su agrado. ¡Feliz año, 2014!
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Advertencias: malas palabras, slash y escenas entre L-elf y Haruto no aptas para menores, aunque no muy explícitas.
Disclairmer: Nada me pertenece, son propiedad de Sunrise.
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Y ahí estaban ellos, un puñado de chicos sudorosos y agotados por las labores de mantenimiento y reparación de las instalaciones del enorme módulo 77. El ambiente estaba silencioso, exceptuando los pocos ruidos de las herramientas y los susurros entre camaradas casi a punto de terminar las labores encomendadas. Y ellos no eran la excepción. Haruto miró de soslayo a un ocupado ojivioleta que no paraba de teclear en la computadora de la centralita de ingeniería encargada de mantener las líneas del metro y otros medios de transporte en funcionamiento. Estaban descansando de la guerra con el Imperio Dorssia y ya que no contaban con mucho personal, era obligación de ellos mismos como país independiente, mantener el módulo en las mínimas condiciones de funcionalidad en cuanto a operación para garantizar su sobrevivencia y combate.
Sin embargo, en ese momento, tenía ciertos asuntos que solucionar. Estaba aburrido, muy aburrido y la falta de conversación por parte de su pareja de trabajo no ayudaba a esa situación. Dejó lo que estaba haciendo y enfocó su mirada en la figura del otro chico. Si no quería hablar bien, pero no evitaría que él hiciera algo para quitarse la tensión en sus hombros.
-¿Qué quieres? –escuchó el gruñido
-Nada –respondió satisfecho de ver la mueca de incomodidad ante sus acciones.
-Termina lo que estás haciendo y deja de hacer el vago.
La conversación terminó allí, aunque no su acoso.
Se acercó un poco y jugueteó con los lisos y plateados cabellos del chico hasta alcanzar una de las mejillas y picarla una y otra vez. Un par de ojos violetas lo fulminaron con rabia –Si vuelves a hacer algo parecido te torceré el brazo hasta que llores de dolor –las palabras de amenaza hacia su integridad física no ahuyentaron la determinación del castaño. Este rió con ánimo sin retirar el dedo de la mejilla ajena. Un fuerte manotazo apartó su mano, aunque no fue lo único que el mayor hizo. El aliento cálido sobre su rostro y la mirada violeta casi atravesándolo le hicieron estremecerse, aunque no de miedo. Lo tenía por las solapas de su camisa y aunque intentó que lo soltara no funcionó mucho.
-Arrugarás mi camisa, L-elf –le señaló como si fuera lo más normal del mundo. El otro sólo pareció enfurecerse. Lo sacudió como si de una batidora se tratase -¡Suéltame! –gritó mareado por la repentina brusquedad.
-¡Te lo advertí! –le gritó en la cara empleando toda su fuerza bruta para hacer llegar el mensaje.
-¡Lo entendí! –se removió, lo sostuvo entre sus dedos para alejarlo y se movió lejos aunque no con buenos resultados. Cayeron al piso hechos un caos de piernas, manos, herramientas y repuestos. Cualquiera que hubiera pasado cerca creería que peleaban nuevamente.
La fuerte risa por parte del ojiazul exasperó al otro. No estaba jugando y aun así el muy idiota se moría de las cosquillas. Con que así estaban las cosas, entonces, lo torturaría si eso era lo que pedía. Se quitó la chaqueta un poco acalorado por el repentino ejercicio y ante la vista de un inocente Haruto llevó su boca y sus dientes al cuello descubierto para morderlo en venganza. La risa apagada y el ruidoso gemido de sorpresa fueron suficientes para calmar su mal genio. Lo siguiente que el castaño registró fue su desnudez contra las frías paredes de aquella pequeña consola de ingeniería con el cuerpo caliente del ex soldado de Dorssian casi asfixiándolo y el calor creciente ente sus piernas a punto de llevarlo al mismísimo paraíso. No se quejó, se sometió voluntariamente mientras seguía el vaivén brusco con sus caderas y dejaba que aquella boca marcara su pálida piel por donde le viniera en gana.
Una vez que terminaron, observó al peliplateado continuar con su trabajo en el teclado sin molestarse en vestirse o asearse.
-Pervertido –susurró con una mirada acusadora en su rostro.
El aludido no se inmutó ante su comentario lastimero.
-Pensé que me torcerías el brazo –se jactó muy arrogante buscando molestar nuevamente a su compañero –Pero terminar excitado encima de mí y duro sólo por esa broma es algo no esperaba de ti. Bueno, no es algo que debería sorprenderme, fin y al cabo eres también un adolescente normal.
L-elf pareció meditarlo un momento antes de encararlo y sonreír de esa manera que tanto le crispaba los nervios. Retrocedió un poco pensando que, provocar al demonio era un nivel totalmente diferente, a jugar con él.
-Tal vez lo haga, pero será en medio de todo el patio escolar con mi pie pisoteando tu trasero desnudo hasta hacerte rogar que pare o que siga, dependiendo hasta dónde llega tu faceta masoquista… Ya quiero ver la cara de todos –finalizó con un tono de voz siniestro.
Ahora sí, horrorizado ante la idea huyó del pequeño refugio sin importarle la oscuridad reinante en el exterior o si corría desnudo por la cuidad desolada.
-¡Más te vale que corras lo suficiente, Tokishima Haruto!
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