22/08/2015
Disclaimer: No me pertenece ni Harry Potter ni El silencio de los inocentes.
Género: Romance/Horror
Clasificación: T
Resumen: Universo Alternativo. La agente especial Hermione Granger es enviada a obtener información de un caso del sociópata Harry Potter.
Capítulo 1: Al borde del caos.
Se dejó caer con pesadez sobre la silla de su escritorio. Soltó un suspiro resignado al ver la pila de papeles acumulados enfrente de ella, debía haber por lo menos cuatro carpetas de un grosor preocupante, y eso que acababa de llegar.
— ¿Mañana difícil?—levantó la vista para encontrarse con Ron, recargado casualmente contra el marco de la puerta mientras la miraba con diversión.
Hermione frunció el entrecejo ante su despreocupado semblante. Es decir, desde su posición podía ver que atrás de él había un caos total. Gente iba y venía, gritando órdenes o preguntas y lucían sumamente estresados, mientras que a Ron no podía importarle menos.
—Vamos, no me mires así —dijo y rodó los ojos, sentándose en la silla de enfrente.
—Una de los nuestros ha desaparecido, Ron —lo reprendió.
Era por eso que había tanto revuelo por todos lados de la estación. Una mujer del mismo cuerpo policiaco había sido una de las victimas del célebre asesino… y la prensa no dejaba de atacarlos a diestra y siniestra.
Ron bufó.
—Siguen diciendo eso de que ha sido secuestrada pero yo no me lo creo, ¿sabes? Ha de andar por ahí de fiesta… o fugándose con su novio, yo que sé.
Si no fuera porque era su mejor amigo desde la infancia, Hermione probablemente hubiera pedido que lo despidieran hacia mucho por no poder conectar los puntos.
El asesino de aurores.
Un nombre algo extravagante, pero él lo ameritaba. No cualquiera podría hacer lo que él. Secuestraba mujeres, y no cualquier tipo de mujeres, hábiles policías que en un lapso de tres días aparecían muertas en algún lugar.
Eran brillantes, tan jóvenes y dedicadas que prácticamente podías ver la aureola brillando sobre sus cabezas. A partir de ahí el nombre quedó como un chiste cínico.
—Hermione —la llamó Finnigan, asomándose por la puerta—. Lupin te busca.
Hermione no pudo contener la sonrisa que se formó en su rostro y se paró como un resorte. Había esperado por días ese llamado.
—Es preocupante que estés tan ansiosa de involucrarte en un caso así —le dijo Ron con confusión.
—Oh, calla.
¡Cómo no estar emocionada! Era terrible de su parte, lo sabía, especialmente cuando una de sus propias colegas –a pesar de no haberla conocido- había sido una víctima. Pero ella quería… no, necesitaba ser parte de ese caso.
Hermione Granger, de 23 años de edad, era la agente especial más buena en su campo de toda Inglaterra. Se había graduado con honores prematuramente y especializado en el área de la psicología. No destacaba especialmente en los arrestos o para patrullar calles, pero si necesitabas un investigador para cualquier cosa, como obtener el perfil de un asesino; sacar información o inclusive torturar psicológicamente a alguien, ella era tu persona.
Sólo que las cosas habían estado muy tranquilas, por lo que sólo tenía trabajo de relleno. Aburrido y nada desafiante relleno. Pero ahora que había surgido un caso de esa magnitud no entendía por qué no la habían contactado a ella en primer lugar, como solían hacer.
—Pasa —dijo una voz gruesa cuando tocó un par de veces.
Hermione entró a la oficina. Vio a Remus Lupin sentado en el escritorio. Su rostro estaba lleno de cicatrices, quizá de algún trabajo que se complicó, y la veía con seriedad.
—Siéntate —apenas ella obedeció, siguió hablando—. Me alegro que hayas venido, Granger, te necesitamos en Escocia.
Hermione arqueó una ceja. Pensaba que iba a ser enviada a investigar el caso del asesino de aurores, pero sólo la querían enviar a… ¿escocia?
—No te conformas fácil, ¿ah? —dijo ante su mirada escéptica.
—No —soltó sin tapujos—. No quiero más trabajo sin sentido, Lupin, sé que no ha habido nada interesante y no hay nada que se pueda hacer, pero, madre santa, ya ha sido suficiente, sólo quiero el caso del asesino de aurores y…
—Y lo tienes.
Abrió y cerró la boca varias veces, sin comprenderlo por completo. Lupin hacía un esfuerzo sobrehumano para no sonreír. No culpaba a la chica, después de todo él también estaba al tanto de que estaban desperdiciando su potencial, pero eran contadas las ocasiones en las que Hermione Granger perdía así la compostura.
—Irás a sacar información del doctor Harry Potter —explicó, recuperando su seriedad en un instante.
Se congeló. ¿De Harry Potter? ¿De ese Harry Potter?
— ¿Potter? ¿El psicópata?
Era un personaje reconocido mundialmente, y no en el buen sentido. El asesino en serie que había superado a Jack el Destripador. Había escuchado los horrores de sus crímenes, como muchos otros, e incluso lo había estudiado en una de sus clases de psicología, pero nunca pensó que lo conocería.
—Entiendo si es demasiado —aclaró Lupin—. Podría mandar a otro investigador. Quizá a Dean Thomas o Lee Jordan.
— ¿Que? Ni hablar—saltó, ignorando que era un oficial de rango mayor—. Yo me encargo —aseguró.
—Hermione —enfatizó su nombre para crear más tensión—, estamos hablando de una de las personas más inteligentes y dementes que han existido. Sólo lo atraparon por…
—Dije que yo me encargo —cortó.
Lupin la observó unos segundos. Sabía que era inútil discutir con esa chica, y vaya que lo había hecho con anterioridad. Hermione era el tipo de persona que elegía un camino y si se encontraba un muro simplemente lo atravesaba.
Las mujeres eran difíciles en sí, pero una con maestría en psicología era letal, por lo que sólo se encogió de hombros.
— ¿Va a cooperar para encontrar al asesino?—preguntó Hermione.
— ¿Cooperar?—Lupin soltó una risa—. El chico odia a las personas que van a sacarle información. El último agente que se mandó salió llorando como bebé.
Abrió los ojos como platos.
— ¿Entonces por qué me molesto en ir?—inquirió con confusión—. Sólo deme toda la información que tiene del asesino y yo misma me encargaré, no lo necesitamos.
—Ya te he dado el expediente, ni siquiera tú encontraste el patrón.
—Bueno, sí, pero lo necesito entero —devolvió Hermione, frunciendo el entrecejo—. Las huellas dactilares; pisadas; cualquier tipo de pista para usar como punto de partida.
Lupin la vio casi con lástima antes de decir:
—Hermione, te he dado el expediente completo —ella se tensó—. No hay nada. No tiene un patrón en los lugares de los secuestros, no deja pistas, ni siquiera un cabello. Tira los cuerpos al agua y no hay mucho que se rescate de ahí.
Entonces la golpeó. Enserio creyó que Lupin había quitado algunos archivos cuando le pidió el expediente, quizá con la esperanza de que no se adentrara mucho en el caso, pero si realmente lo que había visto hace días era toda la información que tenían, no había manera posible de que ella descifrara algo… y lo había intentado, día y noche, pero nada. Era un profesional.
— ¿Y por qué piensa que Potter sabrá algo?—preguntó con el ego levemente herido.
Remus la miró directamente unos segundos antes de explicar:
—Para entender a un psicópata, tienes que pensar como él. Y, a menos que de la noche a la mañana nuestros instintos maniacos despierten, lo necesitamos.
Hermione mordió su labio y, aunque no le gustaba la idea de que un desequilibrado encontrara algo que ella no, cedió. Por el lado positivo, sería interesante.
—Te envío porque sé que si hay alguien que puede sacarle información, eres tú —dijo cuidadosamente Lupin y se acercó, mirándola con seriedad—. Pero hablo enserio cuando digo que es peligroso, Hermione, no puedes decirle nada personal porque lo deformara para usarlo en tu contra como cuchillos. Y no quieres alguien como él dentro de tu cabeza.
—Soy de la Unidad de Análisis de Conducta, creo que podre arreglármelas —respondió, quizá muy arrogantemente.
—Intenta no fraternizar mucho con él. Si ves que no hay progreso, te quiero fuera.
Hubo algo que Hermione notó, aun sin pretenderlo. La manera en la que Lupin apretaba el bolígrafo entre su mano; su respiración ligeramente acelerada; el que sus pupilas se movieran con rapidez de un lado a otro. Cada parte de su cuerpo emanaba ansiedad, una que intentó despistar desde que ella puso un pie en la oficina.
No era propio de él, quien solía ser la personificación de la tranquilidad, lucir tan nervioso, casi como si ocultara algo…
—Usted lo conoce —soltó, con el entendimiento cruzando su rostro.
No había otra explicación. Y, para confirmarlo, el rostro de Lupin se incendió.
—Como dije, te quiero fuera si ves que no hay avance. Tu vuelo sale esta noche —dijo tajantemente, dando por finalizada la junta.
Hermione tomó con rapidez los papeles que le ofrecía y desapareció por la puerta, sabedora que presionarlo en ese asunto sería llevarse a la boca más de lo que podía masticar.
Estaba casi trotando por el corredor. Había revisado la hora del vuelo y no sólo era aquella noche, sino que en escasas horas. Iba tan apresurada que por poco se estampa de lleno contra alguien que pasaba por ahí, si esa persona no hubiera tenido buenos reflejos y no la hubiera detenido habrían caído de bruces contra el suelo.
—Alto ahí, flash —le dijo Tonks con diversión sin soltarla de los hombros—. ¿Hay un incendio del que no nos hayan avisado?
—Viene de con el jefe, quizá lo hizo enojar mucho esta vez —aventuró la otra persona.
Ginny Weasley era la hermana menor de Ron; de escasos 19 años seguía siendo muy hiperactiva para obtener su placa. Nymphadora Tonks, por otra parte, debía pasar los 30 y tenía un rango mayor al suyo. La idéntica sonrisa burlona con la que la observaban en ese momento las hacía ver como simples colegialas.
— ¿Te ha asignado una misión interesante?—presionó Tonks, disfrutando el sonrojo de la castaña.
—Sí, tu novio me ha dado una misión —contraatacó y, como quería, su rostro también se incendió—, pero tengo prisa ahora, hablamos después.
Sin esperar respuesta, volvió a echarse a correr.
No era que tuviera tanto apuro, era que sabía que se preocuparían más de la cuenta y seguramente Tonks intentaría disuadir a Lupin de enviarla. Y, tomando el hecho de que Remus se veía renuente en sí, él aceptaría. No podía decirles nada hasta que estuviera dentro del avión.
Pero no podía ser para tanto. Sólo era un asesino tras las rejas… ¿o no?
Hermione entró a su oficina y aventó los papeles que Lupin le había dado sobre el escritorio, comenzando a guardar sus cosas. No notó que una hoja se asomó de la carpeta, dejando entrever su contenido:
Psiquiátrico Hogwarts.
Nombre: Harry J. Potter.
Categoría: Máximo riesgo.
