Era un día soleado y tal como había dicho O'Neill, el cielo era azul y las aguas eran cristalinas. El cielo de Minnesota y las aguas del lago en cuyas orillas estaba la famosacabaña del General. Sam Carter bajó del coche y se deleitó con la vista. Era un lugar precioso en medio de la naturaleza, tranquilo, y que invitaba a relajarse. Ahora que lo veía, entendía su pasión por aquel sitio. Por primera vez en muchos días, sintió que la invadía un sentimiento de paz, y la tensión que se le había acumulado en el cuello y los hombros a lo largo de los últimos meses empezó a disiparse. No podía estar más contenta de su decisión de acompañar al General a su retiro privado. El lugar era maravilloso. Se le escapó un suspiro de satisfacción.

Jack O'Neill no le quitaba ojo a Carter. Atento a todas sus reacciones, se dio cuenta de que Sam estaba disfrutando de lo que veía y su alegría lo reconfortó. De hecho, su principal objetivo al invitarla a venir era volver a ver brillar sus preciosos ojos azules, unos ojos que últimamente no habían visto muchas cosas agradables. Desde el asunto de su malvada gemela replicadora, Carter no había vuelto a ser la misma y veía como la culpa de aquella fallida misión la había ido corroyendo poco a poco, sobretodo después de la desaparición de Daniel. La ruptura de su compromiso con Pete Shanahan y la inesperada muerte de su padre no habían sido más que la guinda del pastel. Afortunadamente, la derrota de los replicadores y de los goaul'd y la vuelta de Daniel habían aligerado la carga que parecía arrastrar. Pero en aquel momento, parecía como si se hubiera desprendido de aquel lastre. No pudo evitar mirarla satisfecho, el efecto que le había provocado su cabaña lo complacía sobremanera. Se preguntó cómo iba a aguantar las horas que les quedaban a solas, hasta que llegaran Daniel y Teal'c, sin abrazarla y besarla hasta quedarse sin sentido.

Sam abrió la boca para agradecerle que la hubiera traído a aquel sitio tan maravilloso, pero cuando lo miró se quedó sin palabras al ver cómo la miraba, su expresión de satisfacción al ver su felicidad. Pero lo que más le llamó la atención fue ver en sus ojos el amor que le procesaba. Entonces, siguiendo un impulso, se acercó a él y rápidamente, sin pensárselo dos veces, puso ambas manos en sus mejillas y lo besó en los labios. Al principio, notó su sorpresa, pero pronto Jack reaccionó y le empezó a devolver el beso mientras la rodeaba con sus brazos.

Cuando sus labios se separaron se quedaron mirando el uno al otro, abrazados, ligeramente sofocados y jadeantes. O'Neill la miró intensamente y le colocó un mechón de pelo detrás de la oreja. Sam cerró los ojos al notar el contacto de su mano y dejó escapar un gemido de satisfacción cuando, con un dedo, Jack recorrió la línea de su mandíbula. Cuando llegó a su barbilla, hizo que abriera su boca y en ese momento se inclinó para besarla de nuevo. El contacto fue como una descarga eléctrica y su abrazo se hizo más estrecho, como si intentaran fundirse el uno en el otro, como si les fuera la vida en ello.

"Oh, Dios, Sam..."

"Jack..."

Habían dejado de besarse, pero seguían abrazándose estrechamente, como si fuera doloroso separarse un centímetro el uno del otro. Así siguieron varios minutos, disfrutando de la oportunidad que se estaban dando. Entonces, Sam se separó un poco para poder mirarlo a los ojos, levantó la mano y le acarició la mejilla. Jack le sonrió feliz y ella le imitó. De repente se puso serio y dijo:

"Sam, creo que deberíamos hablar"