Muy parecido a Ron…
Era un septiembre frio. Las agujas de los pinos estaban heladas como si ya fuese invierno. O quizás… No, era demasiado ridículo que fuese eso.
Encendió un cigarrillo y jugó un rato con él antes de llevárselo a la boca y permitir que la calidez inundara sus pulmones al menos un instante. En octubre tendría el tiempo para ir a visitar a sus sobrinos, pero temía que el frío repentino matara a las nuevas crías que aun no eran capaces de lanzar fuego por sus fauces. Era mucho trabajo extra y tal vez necesitaría quedarse en octubre también.
Roberts siempre hacía un buen trabajo por sí sola, pero hacía demasiado frío. Y esa mujer y el frío, definitivamente no funcionaban. Pero claro, enviar aquí a una bruja como ella, nacida y criada en el Sur de California, ¡bravo por la brillante idea!
Además él no necesitaba a ninguna mujer proveniente del otro lado del océano para hacerle segunda. Claro que no. Una mujer así, trabajando en un lugar como éste… aprendiendo de él. ¡Qué va!
Pero como su padre siempre decía, trabajo siempre es trabajo. Aunque nunca antes con una distracción así, dijo esa irritante voz que había aparecido desde que ella llegó a la reserva. Sacudió la cabeza en un intento de callarla. Inhaló una bocanada de humo y expiró. Jenna sólo era una colega. ¿Jenna? ¿Desde cuándo la llamamos así?, replicó la voz. Roberts, se corrigió rápidamente. Roberts, era sólo una compañera de trabajo y nada más.
Nada más.
De cualquier forma, él no estaba hecho para esas cosas. Las citas, las cosas románticas y las relaciones eran para alguien como sus hermanos… Si no, miren cómo terminó Ron. Ahogado hasta la cabeza por Hermione, el muy idiota. Sonrió recordando la cara de baboso que ahora siempre se cargaba Ron. Aunque no es que antes fuera así, por supuesto que no. Hace algunos años, creía firmemente que Ron y él, eran muy parecidos, siempre en contra de las cursilerías y siempre a favor de lo que no eran cursilerías. Pero el tonto se casó y ahora Hermione lo tiene bien agarrado de los…
Pero al menos no está solo. Intervino nuevamente la voz.
Yo no estoy solo. Respondió de forma inmediata y molesta rompiendo el silencio.
Pues ahora mismo, sólo te veo a ti… Ahora, que si contamos a tus horribles botas de moke como dos seres vivos, tal vez me equivoque.- Charlie Weasley se giró sobre sus talones, para encontrarse con la altísima figura de su nueva compañera en la reserva.
Yo… -
En verdad son feas…- murmuró para ella misma mientras seguía mirando las botas.- En fin.- alzó la mirada. ¡Qué frío del demonio!- Jenna metió las manos dentro del grueso abrigo. - ¿Qué diablos, haces aquí afuera?-
Yo…- Charlie volvió a hacer el intento de hablar.
No importa, acabo de preparar un poco de chocolate. Entra a tomar una taza.- La mujer dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la entrada de la cabaña que desde hacía un mes compartían.
¿Le estaba dando órdenes? Se preguntó Charile sin saber qué hacer. Sí, lo está haciendo. Respondió la voz en un tono irónico. ¿Tienes algún problema con eso? Estúpida voz.
Yo… - ella se giró para mirarlo levantando una ceja. Charlie odiaba que lo mirara así… lo ponía nervioso. Yo… - Jenna puso una mano sobre su cadera esperando.
Yo quiero quedarme afuera un rato más.- pudo articular Charlie al fin, en lo que pareció un intento de estar fastidiado.
Como quieras, pero pronto se enfriará y tendrás que tomártelo solo…- se encogió de hombros. – Así que entra ahora… - Y ella entró.
Charlie lo meditó dos segundos, apagó el cigarrillo y con la cabeza baja, las manos en los bolsillos y media sonrisa, volvió a recordar a Ron. Quizá seguían siendo iguales…
