Prólogo.
La amaba, y estaba decidido a cumplir su palabra.
Ante el beso robado, sin saber cómo reaccionar, con la alegría de la libertad en el horizonte, y una extraña tristeza incrustada en el pecho, hizo lo único que no esperaba hacer, emprendió una cobarde huida con la confusión pintada en su rostro, demasiadas emociones, demasiados sucesos, su respiración volviéndose agitada, su vista nublándose, perdiendo el control de su cuerpo...
Cuando se dio cuenta, había despertado, en su habitación, en aquel extraño lugar al que llamaba hogar, no habían pasado unos segundos desde que abrió los ojos cuando una cabellera castaña hecha un tormenta embistió contra su adormilado cuerpo.
— ¡Asuna!—la expresión preocupada de su amiga de infancia se alivió totalmente—llevas inconsciente cinco horas, ¿qué te ha ocurrido?
Así que ya habían transcurrido horas, de lo que para ella no habían sido más que instantes, y como un enfurecido huracán, los recuerdos que la llevaron a donde se encontraba hicieron eco en su mente, susurrando en su interior el nombre de toda aquella confusión.
—Kazuto...
Sin haberse dado cuenta de sus acciones, dejándose llevar por sus impulsos, la había besado, y por más que le ardiera el alma por tal sacrilegio, se reprendía a sí mismo por no tener ni el más mínimo arrepentimiento por ello. Pero ahora, tras todo lo que había ocurrido, con ella en su habitación, ya segura y probablemente despierta, se preguntaba si todo esto había sido buena idea.
Aunque se le partiera lentamente el corazón, cumpliría con lo que había prometido frente a la tumba del hombre que le había enseñado la más valiosa lección, y estaría eternamente agradecido por ello, pero aun así, sabía que lo había hecho hubiera defraudado al sabio anciano.
Había besado a la dulce Asuna, una vez más, atormentándola de nuevo, haciéndola sufrir una vez más, era bastante probable que ella lo odiara en ese momento, y que considerara su promesa una burla a sus sentimientos.
Con el peso de su culpa encadenado en sus hombros, echó a andar en dirección a la habitación de su amada.
Aun pensando en el sacrílego atrevimiento cometido, tocó tres veces la puerta de la habitación de su esposa, y al no obtener respuesta afirmativa, preocupado entró en la habitación.
Pocas veces había estado en ese lugar, ya que era un hecho que no dormían juntos en la misma habitación, Asuna no se lo habría permitido y él nunca lo habría sugerido, tan solo aceptando el silencioso rechazo de su amada.
Registró visualmente la habitación, las paredes pintadas en tonos azulados, el guardarropas de la joven mujer ubicado en una de las esquinas, una segunda puerta un poco más al fondo, seguramente daba a su sala de aseo.
Y un poco más al centro, se hallaba el lecho de ella, la mujer que adoraba.
La contempló dormida, y no pudo evitar dejar escapar un suspiro, contadas veces la había observado de esa forma, pero no podía negar la paz que inundaba su alma al verla tan tranquila.
Lentamente, con pausa, se acercó al lugar donde la hermosa mujer reposaba, aun en la distancia, vislumbró sus labios rosas, moviéndose lentamente al compás de su respiración sosegada, su cabellera de fuego desperdigada a lo largo de la cama, observó cómo una de sus manos reposaba en su vientre, mientras a otra descansaba a un lado, su pecho subiendo y bajando pausadamente, una fina sábana cubría parcialmente su cuerpo dormido, no pudo evitar añorarla de nuevo, todo en ella era tan absurdamente perfecto.
Tanto que dolía.
—Es hermosa ¿verdad?
Sintiéndose descubierto por la extraña voz que había aparecido en medio de la nada, no puedo evitar sonrojarse al verse observando a su esposa tan soñadoramente, alzando la mirada de ojos oscuros, enfrentó a la figura intrusa en el cuarto, dándose cuenta de quién era, si mal no recordaba su nombre, era Lisbeth, la chica de pelo castaño amiga de la mujer que dormía plácidamente cerca suyo.
—Lisbeth…no sabía que seguías por aquí.
La pequeña mujer sonrió tímidamente, enroscando sus manos cual serpiente tras su espalda, con la mirada pegada al suelo habló en un tono tan bajo que Kazuto tuvo que acercarse un poco para escucharla.
—Bueno yo…quería hacerles compañía, y, ya que se encuentran tan solos…espero no te moleste.
—Para nada, te lo aseguro—Kazuto sonrió un poco sorprendido—es más, te lo agradezco, de veras.
La chica sonrió tímida. Y alejándose un poco volvió a sentarse en uno de los sillones que había en el cuarto, cerca del lecho de la esposa del hombre frente suyo. Lentamente, y sin apartar la vista de su amiga dormida, habló suavemente.
—Kazuto-san, aun no has respondido mi pregunta…
— ¿Huh?—sintiéndose estúpido por olvidarse de ello, se sonrojó nuevamente ante su torpeza— ¿si es hermosa? La verdad es que lo es, demasiado diría yo, tanto que abruma a cualquiera que la vea—clavando su mirada al suelo sintiéndose avergonzado no se atrevió a mirar de nuevo a su interlocutora—c-creo que iré a preparar té, por si Asuna despierta.
Y antes de que la mujer pudiera responderle, se esfumó.
Ella sonrió alegre ante lo cohibido que se había puesto el pelinegro casado con su mejor amiga, dejando salir un suspiro cansado tomó una de las manos de la pelirroja entre las suyas, mientras murmuraba.
—Realmente, realmente eres muy afortunada Asuna, y pronto te darás cuenta.
Sintiendo sus mejillas arder y un familiar escozor en la comisura de sus ojos, intentó pensar en cualquier cosa para no recordar de nuevo cómo se le partía el corazón, en cientos de pedazos.
—Así que, ¿besaste a Asuna y se desmayó? —Lisbeth bebía tranquilamente su té mientras adoptaba una posición pensativa—sabes, eso solo puede significar una sola cosa, mi querido Kazuto.
— ¿Huh?—este se vio visiblemente aterrado— ¿q-qué cosa?
—Debiste hacerlo realmente mal, no hay ninguna duda—seguía en esa pose pensativa con los ojos cerrados mientras Kazuto sentía ganas de morirse— ¿acaso no habías besado a ninguna mujer antes?
El chico frente a ella respiró pesadamente mientras contemplaba por el rabillo del ojo a la mujer que le robaba el sueño, para la chica castaña era notoria la añoranza que destilaban esos ojos del color oscuro del firmamento, podía contemplar cómo una invisible barrera había sido levantada, no porque el chico quisiera, pero era bastante probable que lo hubiera hecho para no desagradar aún más a la mujer que yacía a su lado.
—Ella obtuvo mi corazón desde el primer momento en que la vi, hace ya años de ello, desde ese momento, supe que no podría amar a nadie más, que le pertenecía completamente, y que no podría voltear a ver a ninguna mujer nunca más, creo que la amo mucho más de lo que pensé amarla cuando la conocí, es por eso que…es por eso que la dejaré en libertad, ella no merece sufrir con un hombre como yo, al que no ama, y que nunca amará.
Lisbeth lo contempló en silencio durante su alocución, y no pudo sino convencerse totalmente de sus palabras, cualquiera podría afirmar la veracidad de las frases del hombre frente a ella, y su dolorosa determinación en hacer feliz a la mujer que amaba, aunque eso significase su total perdición, porque si de algo estaba segura la mujer de pelo castaño, era que Kazuto amaba a Asuna, pero ella no lo amaba a él.
O lo estaba, pero aún no se había dado cuenta, todo era posible.
—Sabes Kazuto—rápidamente hizo desaparecer una silenciosa lágrima que intentaba surcar su mejilla—jamás había sabido de alguien que amara tanto a una persona que fuera capaz de abandonar su propia integridad para que la otra fuera feliz, aunque no sea a su lado, Asuna es, realmente muy afortunada. La verdad es que, cualquier mujer sería tan feliz a tu lado, cualquiera…No obstante, lo sé, ya no eres capaz de ver a nadie más, porque la amas, de verdad que pocos aman como tú Kazuto, y ciertamente es una horrible desgracia que aún no seas correspondido, a pesar de todo lo que has hecho por ella, y de lo que sé estas dispuesto a hacer aún. Por eso es que puedo decirte que eres una persona increíble, verdaderamente, uno entre miles.
Kazuto guardó silencio durante el valiente monólogo de la mujer, sintiéndose sonrojado y realmente agradecido por las palabras otorgadas, sintiéndose alegremente enternecido por la emoción, apenas pudo articular palabras.
—Lisbeth, d-de verdad muchas gracias por t-tus palabras, gracias de verdad…
Se permitió sonreír, una enorme sonrisa destelló en su rostro haciendo que el corazón de la castaña latiera rápidamente y sus mejillas se tiñeran de rosa.
—La verdad es que—continuó el pelinegro—ella lo es todo, y siempre lo será—sonrió débilmente—es por eso que deseo con toda mi alma que ella sea feliz—su rostro se volvió sombrío por un instante—aunque esa felicidad esté lejos de mí, yo…estaré bien, supongo, mientras ella encuentre su felicidad.
Lisbeth sonrió, un poco alegre y otro poco triste, el chico frente a ella, era un verdadero héroe.
—Creo que se va haciendo tarde—dijo ella de repente, tampoco quiero importunarte en tu casa, tienes mi teléfono anotado en la mesita de noche de Asuna, si necesitas cualquier otra cosa, sólo llámame, no importa la hora que sea, y vendré enseguida. Adiós, no te preocupes sé dónde está la salida.
Antes de que el chico pudiera replicar, ella desapareció por la puerta.
Lisbeth se limpió furiosamente sus lágrimas mientras bajaba las escaleras, echando una última mirada hacia atrás, recogió los trozos de su corazón cayéndose a pedazos de nuevo, y silenciosamente se marchó.
Nuevamente se quedó observándola, estaba seguro-y lo juraría-podría hacerlo por el resto de su vida-aunque eso sonara un tanto tétrico-levantándose despacio del sillón que lo había acogido desde hace ya horas, y pausadamente, rodeó el lecho de su esposa hasta llegar al que anteriormente había sido el lugar de la castaña amiga de Asuna, Lisbeth.
Pidiendo anticipadamente disculpas a la mujer dormida por su atrevimiento tomó lugar a su lado, en el cómodo sillón lo más cerca que se permitía estar cerca de su amada. Y sin poder evitarlo, tomó una de las manos de la hermosa mujer entrelazándola con la suya, rezando suavemente por su bienestar, cerró los ojos esperando que nada malo le haya sucedido a su hermosa pelirroja.
Antes de darse cuenta, había caído dormido, en el regazo de la mujer que amaba.
Y al despertar la mujer, en la mañana del día siguiente, algo se movió dentro de ella, al observarle dormido en tan incómoda posición, sólo para poder cuidarla, suspiró enternecida.
Y su corazón se ablandó sólo un poco, en ese instante.
Sus manos seguían unidas.
Fin del Prólogo.
Continuará…
Notas del Autor:
—Una vez más, he vuelto—esta vez ya no se coloca los lentes oscuros—y verdaderamente mi vida parece la de una telenovela. ¬¬
Antes que nada, tengo dos noticias, como se imaginarán, una es una buena y la otra mala, de hecho malísima.
Pero no se asusten, relajaos. ¬¬
La mala noticia es que pese a mi esfuerzo y mi dedicación en cuerpo y alma no conseguí la meta, es decir, no he conseguido ingresar a la Universidad de Ingeniería ToT.
Debido a eso, tengo el año libre, o sea, debo esperar unos cuantos meses para volver a intentarlo en la próxima vez, que sería a fines de Octubre.
Y la buena, es que ahora tengo todo el tiempo del mundo para sumergirme como escritor—sigo sin entender cómo es que te alegras por eso ¬¬—la verdad es que no se si alegrarme o entristecerme u.u.
Pero quién sabe, tal vez sea lo mejor, no era mi momento o algo parecido—de todas formas estabas adelantado, tienes diecisiete la gente normal va a la Universidad a los dieciocho.
—Al menos estamos de acuerdo en algo—se voltea y lo ve recostado en el sofá de su habitación—y creo que es la primera vez en todos tus meses de existencia ¬¬.
—Eso es un avance—sonríe zorrunamente—acéptalo, soy tu geme…
—Al baúl¬¬.
Pataleos e insultos después…
—Otra de las cosas que me mantuvo fuera de combate, fue un virus, horrible por cierto, pero no soy un zombie-creo-aun así me dejó K.O. semanas, que me mantuve alejado del mundo viviendo la vida del ermitaño, y todo el rollo ese. En fin, he tenido un mes muy largo.
Entre otras noticias-lanza un montón de papeles detrás suyo-completaré el reto que dejé inconcluso por razones de fuerza mayor, Aiko-san no te defraudaré. Además, estaré sacando todas las secuelas que dejé abandonadas, sólo pido un poco de tiempo para situarme de nuevo en mi antigua línea, que ando un poco desorientado.
Tengo varios proyectos en mente, decir que no se librarán de mí es obvio—sonríe de forma tétrica—después de viciarme con el Arco de Alicization mi cabeza es un remolino, que espera salir y llenaros de KiriSuna y haceros vomitar arcoíris—ok, eso último no tanto ¬¬.
La cosa es, que ando buscando un beta, como sabrán todos aquellos que han estado conmigo desde siempre, soy bastante nuevo en esto de la escritura y me gustaría tener un poco de ayuda, me gusta escribir y he de decir que no pienso dejarlo nunca.
En fin, creo que eso es todo.
Agradecimientos Especiales:
A ti lector, por dedicar tu tiempo en leer estas locuras que escribo, no hay sorpresa más grata para un escritor que su obra guste al público, y si gustas, puedes dejarme tus críticas más abajo, no importa si son buenas o malas, todo ayuda a crecer.
Dedicatoria:
A Sumi-san y Aiko-san, que con sus agradables palabras motivaron y pusieron a funcionar mi cerebro para la creación de esta secuela.
Muchas gracias por leer, lector estate atento que en cualquier momento se viene el Capítulo de esta historia, y recuerda, aunque todo este dicho este Kazuto y Asuna, ¡esto recién empieza!
Nos leemos en estos días.
Atentamente.
Kirigaya-kun y Zero D' Scarlet.
PD: somos la misma persona ¬¬, pero que se le va a hacer.
