Hola chicos, :D, bueno, que sepan que el otro FF lo saque porque este lo tengo mas avanzado y es mejor :D, bueno, espero que les guste, esta historia es de nuestros OCs :P

The love madness Descence

Cap: 1


El día había amanecido soleado, como casi todos los otros días en la nación de Equestria. Como ocurría siempre, la mayoría de los ponis despertaba temprano para iniciar su jornada de actividades; algunos acostumbrados a atender sus negocios, otros haciendo una pequeña caminata mañanera con tal de comenzar el día con bríos, y unos pocos más sin mucho que hacer, que se rezagaban sin demasiados remordimientos.

A algunos de estos pocos el día les recibió con una sonrisa; a otros, no tanto.

Janker:

Bueno, para empezar soy un pegaso, no tengo demasiada vida social, no tengo amigos y no me veo atraído a la idea de conseguirme algunos, pues en lugar del caos de la vida social me he sentido más atraído a la soledad que las largas horas en mi habitación me ofrecen. Vivo a las afueras de una ciudad de altos edificios, mas no se comparan a los de las ciudades cosmopolitas del resto de Equestria; puesta a su lado, esta parece poco más que una aldea.

El hogar de un pegaso de piel roja de melena un poco larga y ojos casi tan rojos como todo el resto es algo menospreciado, ¿Quién lo diría?

Necesito un cambio de ambiente. Algo que me revitalice, que me devuelva la expectativa, que calme la tormenta que se desata en mi interior. Esta mañana recogí el periódico como acostumbro hacer y lo hojeé largamente mientras cumplía con mis deberes en la casa. Mi atención se detuvo en la sección de turismo del periódico, en una nota referida a un pequeño pueblo casi en el centro mismo de Equestria llamado Ponyville. Según el breve párrafo, aquel era un lugar ideal en el que vivir que se ajustaba perfectamente a lo que yo anhelaba con tanta pasión: un cambio.

No tenía demasiados bienes imprescindibles, así que simplemente empaqué mis cosas, compré un boleto en la estación de trenes y me fui de mi ciudad natal en busca de una fortuna mejor.

Zenit:

"¿Esencia de pasiflora? Muy listo, hermano" me dije apenas bajaba las escaleras de mi casa a las afueras de Canterlot. Soy una unicornio de piel bordó con rayas blancas, de melena blanca, larga y ondulada al igual que mi cola, ojos heterocromos- el izquierdo gris, el derecho azul-; gemela de mi hermano que es más o menos parecido, excepto porque no es un unicornio. Nos habíamos mudado hacia poco tiempo por mis estudios y la habilidad que había desarrollado con mi cuerno en una buena escuela de magia y gracias a los recursos de mi padre.

Me dolía la cabeza y el cuello porque había dormido varias horas en una posición muy incómoda recostada sobre el suelo de la carreta que me había llevado desde los puertos del sur hacia casa. Antes de la hora del almuerzo- que fue la hora en que logré despertar- fui al baño a acicalarme y arreglarme, para luego reencontrarme con mis padres y oír una larga charla sobre lo muy preocupados que ellos habían estado. Si soy sincera, en parte tenían razón porque no les había dicho nada acerca de ello ¿Qué otra justificación tenía que dar?

De modo que durante su monólogo me quedé callada, en un intento por minimizar la tristeza de perder a mi hermano por quién sabe cuánto tiempo. Al menos terminamos bien.

Como aún las clases no habían empezado, y dado que no me sentía muy cómoda en el encierro de nuestra nueva casa, mis padres me dieron permiso de quedarme el tiempo que faltaba en Ponyville, donde tenía alguna que otra amiga que hacía mucho no saludaba.

Así pues, llevando poco- dado que una de mis amigas me hospedaría en su casa, lo cual habíamos acordado en secreto-, me dirigí en tren hacia aquel sencillo pero familiar pueblo.

Omega:

Por fin -después de largo tiempo- logré conseguir una beca para la Escuela de Magia de Canterlot que cubrirá mis gastos el año siguiente. De momento tengo el resto del año actual libre, y no sé qué hacer para ir matando el tiempo. Mis padres me dejaron por mi cuenta y sólo el silencio y la invisible mano de la soledad me acompañan. En este largo y próspero camino lo único que me queda es esperar, y rogar, que algo interesante ocurra.

Antes de continuar con mis labores, me veo en el espejo un momento contemplando: un unicornio color azul, de melena algo larga con puntas, de cola con puntas finas y ojos color rojo oscuro me devuelve una melancólica mirada.

El periódico de esta mañana es una de mis escasas fuentes de una verosímil diversión, o acaso el remedio de mi aburrimiento. Como fuera, sólo pensaba y pensaba en las horas vacías de mi jornada, como si así lograra responder a algo dentro de mí, como el saber quién soy o para qué estoy aquí, y aún así seguir sin saberlo. Tomé el diario y lo llevé hasta mi habitación donde paso largo tiempo buscando en sus páginas algo que me llame.

Me detengo en la sección de turismo aún más de lo usual, leyendo con lentitud y pesado letargo cada palabra. Ningún lugar me llama demasiado la atención, excepto uno: Ponyville, del que se dan buenas críticas.

Sin muchos ánimos, pienso en la posibilidad de hacer un viaje; quizá para conocer otros ponis, puede que hasta una novia, no lo sé.

Bueno, al final creo que iré a echar un vistazo. Empacaré algunas cosas y me llevaré todo el dinero que poseo para comprar un boleto de ferrocarril. Sólo espero estar haciéndome un bien al seguir con esto.

Suliver Hen:

Bien, quiero terminar rápido con esto. Soy un pegaso de 11 años, vivo en Ponyville con mi mamá y mi hermano. Aún no tengo una Cutie Mark, pero realmente no me interesa tener una por el momento.

Soy un chico algo divertido, simple, sociable y feliz, pero últimamente no he sentido eso pues la mayoría de mis amigos… no sé cómo explicarlo; es como si sólo fingieran ser mis amigos. Nunca vienen a mi casa ni siquiera a jugar conmigo. A veces siento como si nadie me quisiera, y sin embargo sé que eso no es cierto.

Hasta ahora mi vida se desarrolla frente a una computadora. Digo, hago otras cosas pero me refiero a que mis verdaderos amigos se encuentran ahí y no sé porque siento que tengo una conexión más grande con ellos que con mis amigos de la vida real.

Imagino que no será lo mismo cuando entre al secundario.

Y así, de entre esos pocos rezagados hubo alguno que decidió romper con su rutina emprendiendo un viaje desde cualquier lugar de la nación a un destino que les diera lo que tanto anhelaban; algo que esperaban encontrar en un pequeño pueblo.

Las distancias variaban desde el punto de partida al de llegada, de modo que Janker fue quien primero tomó un vagón de la estación de trenes que partía al día siguiente con algunas paradas de por medio; pero por el momento, el pegaso viajaba solo.

En un trayecto que dura un par de días es fácil caer en el aburrimiento, y para contrarrestarlo nada mejor que una sesión larga de guitarra mientras se contempla el paisaje por la amplia ventana del compartimiento, o al menos eso funciona con Janker; quien durante varias horas mientras el sol sube y baja arranca melodías improvisadas de su instrumento, para luego al anochecer con la luna en alto entregarse al sueño hasta el alba.

A la mañana siguiente un súbito golpe lo despertó de su letargo. El punzante dolor en su cabeza y la confusión del momento no le habían dejado al pegaso notar al unicornio que ahora ocupaba su mismo vagón, así como también la pesada maleta que cayó al suelo con un golpe seco.

Llevado por el impulso, comenzó a gritar contra el unicornio.

- ¡Oye!- exclamó Janker adolorido- ¡Fíjate dónde pones tu maleta!
- ¡Lo siento!- repitió y repitió el unicornio apenado- ¡Perdón!
- ¿Perdón? ¡Me golpeaste en la cabeza!
- Bueno- susurró el unicornio azul- Fíjate tú dónde duermes.

Mas el pegaso rojo alcanzó a oírlo.

- ¿Quieres que me ponga rudo?- exclamó incorporándose rápidamente.
- Yo no he dicho eso- contestó el unicornio desviando la mirada.
- Entonces deja de decir estupideces- dijo Janker con hastío.

Unos pocos segundos trascurrieron hasta que los dos lograron- apenas- conservar la calma. El unicornio azul lentamente volvió a la labor de acomodar su maleta, pero en un descuido se le fue entre los cascos y aterrizó en el estómago del pegaso.

- ¡Ahora verás!- profirió este enfurecido.

Forcejearon por un tiempo, el uno atacando, el otro intentando zafarse. Una azafata de avanzada edad entró al compartimiento a ofrecer dulces a los pasajeros, y no se inmutó cuando vio a ambos ponis peleando. Más bien exclamó:

- ¡Oigan, princesitas!- con tono un poco burlón- dejen de pelear.

Janker y el unicornio se detuvieron en seco con la risa de la azafata haciendo eco en los pasillos y se separaron, de mal humor, pero era mejor a seguir con una refriega que no tenía sentido.

El pegaso rojo volvió a sentarse resoplando un poco sin dirigir palabra. El unicornio terminó de acomodar su equipaje y se sentó del otro lado del vagón.

- No puedo creer que esté encerrado en este vagón con un tarado- suspiró Janker algo fatigado.
- ¿Tarado yo?- replicó el unicornio con cierta dureza en la voz- Yo no puedo creer que haya un idiota que se duerma ocupando todo el maldito asiento.
- Ah, claro. Ahora el idiota soy yo- dijo el pegaso con una pesada carga de ironía.
- ¡Claro que sí! Hay más de diez vagones y muchos tienen camas, ¡pero no!- exclamó el unicornio agitando los cascos- El taradito duerme aquí.
- Ja ja ja, no me hagas reír. Hay una vagoneta exclusiva para colocar el equipaje, pero al parecer hay un pony que prefiere usar la de los pasajeros para la maleta.

Ambos ponis se levantaron de sus asientos, decididos a acabar con el otro, mas cuando se disponían a lanzar un golpe certero el tren se detuvo violentamente provocando que tanto uno como otro cayeran con fuerza al suelo.

Cuando se levantaban sacudiendo la cabeza, una bocina de vapor llenó el aire de la estación de trenes de un pequeño pueblo campestre. "¡Última parada: Ponyville!" gritó el maquinista asomando la cabeza por el pasillo del vagón.


Bien amigos, espero que le allá gusta el FF, y le doy las gracias a mis ayudantes también :D