disclaimer: todos los personajes de Robotech no me pertenecen son propiedad de Harmony Gold Corporation y todas sus empresas filiales. No es mi afán lucrar solo es una actividad de esparcimiento que solo tiene por objeto rendirle honor a mis héroes de infancia con los ojos de un adulto.


Debo volver al mar… Al solitario mar y al cielo.

Y solo pido un gran velero y una estrella, para timonear hacia ella.

Y el tirón de la rueda y el canto del viento

Y de las blancas velas al gualdrapear

Y en el rostro del mar una gris neblina

Y el alba cerrada que empieza a clarear.

Debo volver al mar, pues el llamado de la mar al pasar.

Es un llamado salvaje y claro, un reclamo que no se puede negar.

Y todo lo que pido es el viento soplando en un día de blancas nubes.

Salpicaduras de espuma que vuela, y gaviotas gritando.

Debo volver al mar, a la vida de gitano errante,

al camino de la gaviota y la ballena, donde el viento es un cuchillo cortante

Y solo pido una alegra anécdota, que me cuente un sonriente camarada

Y un buen dormir y un dulce sueno al terminar la jornada.

Fiebre Marina

Jhon Masieeld

Prologo:

Cuatro de Enero, 1988, Hotel Hilton, Londres.

Se encontraba de pie, solo frente al espejo, observando silente la figura que se reflejaba ante él ¿Porque seguía adelante con esto? que caso tenía el seguir luchando si todo aquello por lo cual tanto había peleado, yacía a más de tres metros bajo tierra. O al menos eso era lo que creía, pues nunca tuvo, ni tampoco tendrá la oportunidad de volver a su tierra, donde quedo enterrada toda su familia.

Sintió como si su corazón subiera vertiginosamente a su cabeza y bombeara con frenesí sobre su sien. Como exigiéndole poner término a su tortura de una buena vez. Esta era su última oportunidad, la ultima chance que le daba la vida para terminar con todo y morir como el orgulloso Bruno Globasky, gloria de las Fuerzas Armadas Sovieticas. O seguir hacia adelante con este circo y esta personalidad inventada de Henry Global.

- ¡Chert povezlo suka!

Exclamo con ira apretando sus puños con fuerza. Toda esta idiotez lo había hecho por ellas… por su esposa y por su pequeña hija... quería protegerlas. Su Rusia natal estaba demasiado convulsionada, demasiado sangrienta en las manos del gobierno Soviético, era simplemente una bomba de tiempo que tarde o temprano estallaría. Por lo que después de soportar y ver muchas atrocidades, se decidió. Ya no sería más un cómplice pasivo de las constantes violaciones a los Derechos Humanos, que ahí se practicaban. Y menos seguiría participando en esa locura en que se había convertido la carrera nuclear, que despreciando todo respeto hacia la humanidad seguían adelante sin importar las consecuencias. Por ello apenas tuvo oportunidad se paro delante de cámaras y micrófonos diciéndole al mundo lo que sucedía al interior de su país. Y exigiéndole a la comunidad internacional que esta guerra por la hegemonía del mundo debía cesar de inmediato. Su osada acción lamentablemente le acarreo consecuencias inmediatas, tuvo que huir hacia Alemania Occidental, antes de que los agentes de la KGB pudieran detenerlo. Luego ya en el exilio recibió cartas donde le quitaban su ciudadanía y le informaban que era degrado con deshonra de la Marina.- yo hice todo eso para resguardarlas a ustedes, asegurarles un futuro y fue lo único que no hice.- Pensó, mientras recordaba el momento preciso en que Donald Hayes se apareció ante él a nombre del gobierno Británico ofreciéndole ayuda, tanto para él cómo a su familia. Le comunico que se le daría la nacionalidad, un cargo en la Royal Navy y se rescataría a su familia, siempre y cuando él cumpliera unas mínimas condiciones como occidentalizar su nombre y pararse en todos foros internacionales que el gobierno Británico estimase necesario, denunciado el proceder del régimen Soviético. Él acepto sin dudarlo, con tal de poder tener a su familia junto a él hubiese vendido su alma al diablo. Por lo que hizo todo lo que se le pidió… pero lamentablemente fue en vano… un coche bomba en la provincia de Crimea cuando iban rumbo al único puerto no congelado del Mar Negro, acabo con la vida de su familia.

Dio un golpe seco al espejo, provocándole una pequeña frisadura.- para que seguir con esto, para que vendí mi alma, mi uniforme… mi nombre… si ustedes ya no están.- Salieron sus palabras como un rabioso lamento, mientras permanecía con los dientes apretados mirándose fijamente al espejo. Permaneció incontables minutos así debatiéndose internamente, hasta que lentamente la fiera expresión en su rostro se fue relajando. Dio un largo y profundo suspiro que le permitió concentrarse en su respiración, he ir de a poco recobrando su templanza.- solo fue un momento de debilidad… la última vez que me permitiré ser débil.- Se justifico mentalmente, mientras que con formal parsimonia se abrochaba los últimos botones de la camisa. Y antes de tomar su guerrera, dejo que sus ojos se posaran por un instante en la única fotografía que le quedaba de su mujer y su hija.- lo hago por ustedes… no esa no es la palabra… en honor a ustedes.- Y cerrando la puerta a cualquier otro sentimentalismo se puso la guerrera y se caló la gorra hasta el fondo, enfilándose fuera de la habitación.

- Terminemos luego con este trámite.

Y es que para el ahora Henry Global, las ceremonias no eran más que un burdo tramite cuyo único objetivo era saciar la vanidad tanto del anfitrión como del honrado. Y aunque esta ceremonia fuera en su honor no dejaba de provocarle incomodidad.- y después la recepción.- Señaló con pesar, pero rápidamente su expresión se aligero, al recordar que sería Donald Hayes el que daría la recepción en su honor. Se dio unos minutos para pensar en este personaje que hace solo un par de años había conocido, justo en el momento en que todo su periplo comenzó. Y es que por alguna extraña razón que Global ignoraba, este ingles se preocupo particular y especialmente de su caso, autoimponiendose como meta refugiar en Inglaterra su familia. Movió influencias, contactos y todo lo que tenía a mano para que pudieran recibir asilo. Y cuando finalmente lo consiguió, ya no había familia a quien traer. Henry entrecerró los ojos al recordar que fue el propio Hayes quien le dio la funesta noticia. El oficial de marina asintió gravemente, definitivamente si alguien en este mundo merecía el titulo de amigo ese era Donald Hayes. Y por tal haría el esfuerzo de mostrarse civilizado en la recepción.

Menos mal los ingleses son sumamente augustos y sobrios en sus ceremonias por lo que el ex marino ruso en forma bastante expedita fue investido con el rango de capitán de la Royal Navy, jurando lealtad a la Gran Bretaña y su Majestad. Eso si que el flamante capitán no se privo de los discursos un tanto zalameros que lo tachaban de un héroe de la guerra contra el comunismo… un pacifista que llama a las naciones a buscar el entendimiento. Y sinceramente no era que estos discursos exageraran Henry Global era un mito viviente "un moscovita en busca de la paz". Había escrito el New York Times en su portada alguna vez. Pero a él estas cosas no le importaban, en realidad era un hombre demasiado sencillo para vanagloriarse de las cosas que otros narraban de él, menos aun sabiendo el precio que estas le costaron.

Pero menos mal eso ya había terminado. Y ahora se encontraba en el vehículo que lo llevaría a SeaMirror, que era la residencia de Donald ubicada a las afueras de Southampton.- debe ser una propiedad muy importante, para que tenga su propio nombre.- Pensó mientras se sacaba la gorra y se mantenía deliberadamente aparte de la conversación que los jóvenes oficiales delante suyo sostenían. Prefería concentrarse en el paisaje, que en esta zona de Inglaterra era particularmente hermoso. Y el clima bastante más agradable que el que tuvo que soportar en Londres. Y es que Southampton como buena ciudad puerto era más del agrado del capitán. Que disfrutaba de ese penetrante olor a sal característico de la costa y aunque esta había quedado atrás hace bastante, el aroma de la bahía seguía acompañándolo. Estaba tan concentrado en ello que solo se dio cuenta que estaban ingresando a la casa de Hayes cuando se pillo de frente con un gigantesco escudo de armas tallado en granito, que en su base tenía un lienzo esculpido en brillante mármol, que rezaba orgullosamente "Deber Y Sacrificio" Henry no pudo evitar el asociar lo apropiado que era este lema para alguien tan comprometido con su institución como Donald Hayes. Que hasta donde tenía entendido venia de una familia de larguísima tradición en la marina.

- Capitán Global, hemos llegado a SeaMirror.

Le dijo el chofer que diligentemente se había bajado a abrirle la puerta del auto. El ex oficial ruso con su parsimonia característica bajo del vehículo y cuando miro hacia adelante quedo realmente maravillado ante el paisaje que se revelaba a sus ojos. Ajustándose su gorra hasta la altura de sus cejas observo lo hermoso que era SeaMirror. Una gran construcción de estilo victoriano levantada en rocas y concreto. Que parecía estar adosada y formar parte de la colina que en sus faldas era bañada por un pequeño lago. Donde varias especies de aves silvestres reposaban tranquilamente cerca de un sencillo embarcadero. El nuevo oficial de la Royal Navy alejo levemente su vista deteniéndose en el sinuoso sendero que llevaba al jardín, un bello parque típicamente ingles donde se estaba desarrollando la recepción en su honor.

De entre la multitud de uniformados salió Donald Hayes, estrenando en su uniforme sus galones de capitán los cuales recientemente había recibido. Traía en su rostro una gran sonrisa y con una honesta fraternidad palmoteo efusivamente al ruso, dándole la bienvenida a la gran familia de la Royal Navy.

- Ahora eres de los nuestros… serás un gran camarada ¡Lo sé!

- Gracias Donald… esto costo menos de lo que pensaba.- mirando sus ropas.- Y este… uniforme después de todo no esta tan mal.

- No claro que no.- sonriendo suficientemente.- Y lo mejor es que el tamaño de las gorras es el perfecto… ¿No lo crees?

- Ah sí… creo que podre acostumbrarme.- mostrándole la pipa.- Se podrá fumar aquí.

- Por supuesto Henry… por eso mi mujer nos mando acá afuera… no soporta que llenemos de humo la casa.- cambiando su expresión a una mas ceremoniosa.- Acompáñame, quiero que conozcas a otros oficiales… es importante que los tengas de tu lado.

Global paso más de una hora saludando e intercambiando impresiones con distintos oficiales de la Royal Navy y contra todos sus prejuicios se topo con gente bastante agradable y que en muchos aspectos coincidían ampliamente en su visión de cómo se estaba moviendo el mundo.

- Todos los aquí presentes son amigos Henry a casi todos los conozco desde la academia. Son gente de mi entera confianza.- le dijo Donald seriamente.- Puedes quedarte tranquilo… se que eres capaz de cuidar bien de ti mismo. Pero has entrado a nuestro círculo y aquí todos cuidamos la espalda del otro… incluyendo la tuya.

- Te lo agradezco.- esas escuetas palabras del ruso, eran para demostrar lo mucho que significaba lo que el ingles hacia por él.- Son muchas molestias las que te tomas.

- No tienes que decirlo… asumí un compromiso contigo y lo cumpliré.- hablándole seriamente.- Créeme aquí te sentirás mejor que en casa.

El ruso aspiro largamente el amargo tabaco de su pipa, única posesión que le había dejado su padre. Sonrió para sí mismo con tristeza, al parecer estaba destinado a no tener recuerdos ni familia, cada vez que lo intentaba la vida se encargaba de restregarle en su cara que él no estaba hecho para ese tipo de menesteres. Pero Donald al parecer seguía hablando y él ensimismado en sus cavilaciones no le había puesto atención.

- ¿Henry estas bien?- el ruso asiente.- Te decía que quiero que conozcas a mi mujer.

Global acepto sin mayor emoción, se limito a asentir con la cabeza. Y tomo su saco de tabaco para rellenar su pipa. Cuando de improviso sintió como su estomago se pegaba a su espina dorsal, sacándole todo el aire de sus pulmones. Ese olor.- no puede ser.- Ese bendito olor a violetas y roció volvía después de muchísimos años a invadir sus sentidos. Levanto la vista tratando de encontrar un reflejo de su pasado y se topo con dos almendras verdes que se clavaban de forma indescifrable sobre sus ojos. Y como por arte de magia Henry Global vio como la película de su vida se reveló ante él. Donde en una visión bastante más joven de sí mismo, mas lleno de complejos y prejuicios. Se entregó a un fugaz pero intensísimo romance con una bellísima joven concertista en piano.

- Ella es mi esposa Sarah.- mirando a su mujer.- Amor aquí tienes al famoso capitán Henry Global.

- Un gusto conocerlo capitán, espero que la recepción sea de su agrado.

- Absolutamente.- sintiendo la boca reseca, pero haciendo uso de su aplomo.- Es un placer conocerla y el honor es en verdad mío… por estar invitado a su casa.

Ella solo agradeció con una leve inclinación de cabeza. Y sin dejar de observarlo un solo instante cargo sutilmente su cuerpo sobre el de su marido en un gesto que incomodo a Global que lo tomo como una delimitación de territorio. Pero la verdad era que ella también estaba turbada, nerviosa y muy incómoda. Iba a excusarse, necesitaba salir de ahí. Pero para su mala suerte un grupo de oficiales que arribaban recién a su casa llaman a Donald.

- Excúsame unos instantes Henry, déjame atenderlos y así te evito la molestia.- mirando a su mujer.- Querida hazme el favor de acompañar a nuestro invitado.

- Por supuesto.

- Te lo agradezco Donald.

Respondió el capitán, que se quedo clavado mirando aquella mujer, que contra todo lo que él pensó, logro marcarle a fuego su existencia a tan temprana edad. Se dio el gusto de observarla con cierta licencia. Era una mujer en su pleno apogeo, su cuerpo se había desarrollado. Y todo en ella era más hermoso a como él lo recordaba, su figura era más grácil… su cabello más largo. Pero sus ojos, aquellos verdes ojos seguían siendo los mismos embrujantes ojos verdes que él recordaba. Ahora viéndola así comprendía bien porque se había trastornado hasta tal punto por ella.

- Sarah… ya había perdido toda esperanza de algún día volverte a ver.- carraspeando nerviosamente.- Y nunca pensé que sería en un lugar como este… el mundo es muy azaroso. Hace tanto tiempo desde la última vez que te vi…

- Si Bruno… fue hace casi nueve años… ¿Lo recuerdas? Fue cuando me dejaste tirada en ese hotel en San Petersburgo.

Ella lo quedo observando con el rostro destemplado ya sin la máscara de hace un instante, cuando lo había saludado cordialmente. El ex oficial soviético guardo sepulcral silencio, no había nada que pudiera decir a su favor actuó como un patán, dejándola sola en ese hotel donde solo la noche anterior se llenaron de promesas de amor eterno. Y ella por el contrario actuó con una dignidad que él mismo se sorprendió en su minuto. Lo mínimo que podía hacer por ella era soportar estoicamente sus reclamos.

- No sabes cómo ansiaba verte… llevo nueve años con una pregunta colgando entre mis labios ¿Porque me hiciste esto?… ¿Porque jugaste así conmigo?- mirándolo de forma brutal, encarándolo sin darle la opción a poder rehuirla.- Fue bastante cruel tu manera de actuar… yo no merecía eso… confié ciegamente en ti. Cuando desperté ese día y no te encontré fue horrible… te fuiste sin decir nada, ni siquiera dejaste una nota… o algo… yo me sentí tan estúpida, utilizada de la forma más vil…asqueada de mi misma.- con su rostro pegado al pecho, haciendo esfuerzos para no llorar.- Sabes aunque han pasado muchos años y ya nada de lo que sentí existe… no dejo de preguntarme porque… ¿Porque los hiciste?

- Te amaba Sarah, tanto que tuve miedo.- le respondió seca y brutalmente. Aturdiendo con su respuesta a la inglesa que se gira violentamente, como si al mirarlo directamente a los ojos pudiera ver si eso es verdad o no lo que dice.- Veníamos de mundos diametralmente opuestos, ni en mi país o en el tuyo hubiésemos tenido futuro, Me fui pensando que era lo mejor para ambos. Y viéndote ahora en esta casa creo que hice lo correcto.

Nadie de los que estaban presentes en la recepción y viera de lejos al nuevo capitán de la Royal Navy podría creer que este acababa de hacer una confesión tardía de sentimientos. Su rostro pétreo e impávido, sin la debilidad de mostrar el más minúsculo atisbo de sentimiento. Era una máscara perfecta de dureza e imperturbabilidad. Pero eso desconcertaba también a Sarah que lo observaba perpleja. Ella siempre pensó que tarde o temprano la vida le daría revancha y volvería a encontrarse con él. Se imagino muchísimas veces como seria este encuentro. Y todo tipo de respuestas asomaron a su mente. Pero jamás espero esta confesión… y aunque los sentimientos por él habían acabado un involuntario rubor inundo su rostro.

- Te pido me perdones Sarah… si te sirve de consuelo yo también la pase mal. Me costó casi una vida sacarte de adentro… ojala me des la oportunidad de poder explicarte más claramente lo que sucedió.- intentando sin éxito que sus ojos se cruzaran.- Pero por favor no lo dudes te amaba como no tienes idea.

Ella lo mira con el rostro contrito, no se molesta en disimular su rabia e incredulidad. Con un sutil movimiento de su rostro deja escapar por entre sus labios una risa cínica que más parecía un espectáculo para los demás que una respuesta para Global. Este tomado de improviso sintió que de repente el ambiente tomaba un olor nauseabundo. Y no estando dispuesto a extender esta charla hizo chocar sus talones, para dar la media vuelta.

- Creo que mi presencia le perturba inadecuadamente.- hablándole con extrema frialdad.- Sera mejor que me retire.

- No por favor.- Tomándolo intempestivamente de la mano.- Es la recepción en tu honor y yo no tengo derecho a cobrarte cuentas que en su minuto no me atreví a afrontar Bruno…

Le atajo ella agachando su mirada y soltándole con bastante embarazo la mano. Se alejo rápidamente un par de pasos. Al parecer la fuerte presencia del oficial la complicaba y con un poco de distancia lograba sentirse más segura.

- Mi nombre es Henry, ahora Sarah

- Dlya menya ty vsegda budesh´Bruno...

Él sonrió complacido al descubrir que ella aun manejaba maravillosamente el idioma ruso. Que él mismo le enseño en esos años allá en Moscú. Pero también sonreía porque por increíble que fuera estaba muy feliz en volver a verla y aunque el hecho de que fuera la esposa de Donald le complicaba bastante, no podía evitar el estar contento de tener a su lado a alguien que había dado por perdido.

- Te has hecho bastante amigo de mi marido… desde que llegaste a Inglaterra son prácticamente inseparables.- le dijo Sarah tratando de alivianar el ambiente.- Te pido que en honor a esa amistad… dejemos nuestro tema de lado y no volvamos a hablar de ello… por favor Bruno.

- Por supuesto Sarah.- bajando la vista y haciendo como que buscaba algo en su bolsillo.

Se quedaron mirando por un breve instante en silencio, cuando un pequeño niño de cuatro años se atraviesa entre ellos, abalanzándose hacia Sarah y aferrándose desesperadamente a las piernas de esta haciendo que incluso trastabillarla su equilibro.

- Ayúdame por favor… yo ya estoy grande… y no quiero… no tengo sueño.

- Pero Scott este comportamiento tan escandaloso. Mas pareces un bebe… que un niño grande.

Global aparto la vista de donde estaba el pequeño con Sarah. Algo en su interior se revolvió, y es que Sarah había sido el primer gran amor de su vida, que por inmadurez y complejos imbéciles se la había perdido. Y siendo honestos solo cuando conoció a Miho dejo de pensar en ella. Y de fantasear con la familia que pudo haber construido a su lado. Por eso verla con el pequeño en sus brazos lo perturbaba enormemente… ya que era tal y como se la había imaginado.

- No vas a saludarlo Bruno.

- Perdónenme.- dijo el ruso volviendo a la realidad. Y viendo como el niño tenía su manito estirada esperando el saludo.- Mucho gusto jovencito soy Henry Global.

- Y yo Scott Bernard Hayes.- mirando su uniforme con fascinación.- Eres marino… yo también seré un marino y tan grande como mi padre.

- Tienes todo lo necesario para convertirte en un gran marino.

El niño le sonrió orgulloso. Y se alejo de él caminando en dirección a Sarah que aun arrodillada lo aguardaba. Y ella luego de acomodarle sus ropas le susurro un par de frases, para terminar besándole la mejilla e instándolo a que volviera a casa.

- Tienes un hermoso hijo, Sarah.

- No es mi hijo.- respondió con un leve tono de tristeza en la voz.- Es hijo del hermano de Donald, que falleció hace ya tres años.

- Estaba enterado que Donald tenía un hermano fallecido en acción. Pero no sabía que este había dejado familia.

Cuando falleció Donald trajo a SeaMirror a su familia. Betty es una persona encantadora, nos hemos hechos tan cercanas que me llevo mucho mejor con ella que con mis hermanas. Y Scott… es un muchachito tan correcto, tan dulce. Es el hijo perfecto, cualquiera quisiera tener un niño así… yo daría lo que fuera por tener un niño así.- se arrepintió de haber dicho en voz alta esa última frase.

- ¿Tú no tienes hijos Sarah?

- No.- con un hilo de voz.- Ha sido algo complejo… los médicos dicen que no somos compatibles.- sacudiendo su cabeza rápidamente y sonriéndole nerviosamente.- Pero que falta de delicadeza la mía… tú no tienes por qué enterarte de estas cosas.- se da cuenta que él la mira con tristeza.- No te preocupes estoy segura que más temprano que tarde SeaMirror estará lleno de niños.

- Estoy seguro de ello.

Global sintió pena por Sarah. Él sabía como ella adoraba la idea de tener una familia numerosa y este escollo del hijo era algo que debía tenerla sumida en una gran infelicidad. Hubiese querido ser más expresivo con ella y poder decirle algo mas, ya que en el fondo aun sentía cariño y quería verla feliz. Pero debía mantenerse así como estaba, por decoro y más importante por respeto a Sarah.

- Gracias Bruno.- agachando su cabeza y dejando que sus cabellos castaños cayeran graciosamente.- Sabes esto debe ser el sino de llamarse Sarah.- El ruso levanta una ceja sin comprender.- Blimey… había olvidado que detestas todo lo relacionado con la religión. Sarah era esposa de Abraham, jamás pudo darle un hijo… tristemente ella misma término buscándole una amante que pudiera darle un primogénito.

- Conozco la historia Sarah… detestar no es sinónimo de ignorar.- le respondió en una expresión amable.- Finalmente Sarah le dio un hijo que se llamo Isaac… y vaya que hijo fue el que engendro ¡Eh!- tratando de esbozar una sonrisa.- Por ello no pierdas la fe… tu no.

Ella le regalo una lenta sonrisa, agradeciéndole con una pequeña inclinación de cabeza el noble gesto de infundirle ánimo y esperanzas en sus esfuerzos de querer convertirse en madre. Involuntariamente recordó su estadía en la Unión Soviética. Y como ella después de dos semanas de insistente suplica consiguió que él le aceptara una invitación a tomar café. De ahí en más las cosas se sucedieron de forma tan tenue como es el avance del agua de un cauce. Y aunque termino con el corazón destrozado, ahora por fin había cerrado el libro. Ya no sentía rabia ni tampoco tenía cuentas pendientes. Todo entre ellos estaba saldado.

- Por favor dispénseme la demora y los haya dejado tanto tiempo solo. Y es que tenemos noticias.

Dijo Donald que había aparecido de improviso junto a ellos, sacándolos de sus mutuas reflexiones sobre ese pasado común que juntos habían estado reviviendo intensamente.

- Que noticia, querido.- intervino Sarah.- No me gusta cuando traes esa cara. Siempre significa para mí, que pasare semanas con el alma en un hilo.

- Tranquila Sarah esto no es algo tan terrible. Estaré a cargo de la flota que partirá a Medio Oriente.- mirando a su par ruso.- Iras conmigo, el Alto Mando quiere tu experiencia en la zona… ¿Qué te parece?

- Bueno no me gusta tanto el sol.- tercio mientras volvía a cargar su pipa.- Pero es estupendo estar nuevamente en alta mar. Tanto tiempo en tierra me hace sentir que me estoy secando.

El ingles con una seca sonrisa aprobó la respuesta del ruso, manifestando algo así como.- estos extranjeros son tan extraños.- En ese momento Sarah se excuso con los oficiales, aduciendo que debía ordenar que se sirviera la cena. Global quedo mirando alejarse a Sarah con un cumulo de sensaciones extrañas dando vueltas en su pecho.

- Es una mujer maravillosa.- hablo de pronto el ingles.- Cuando la conozcas me entenderás.

- Ya lo creo… eres muy afortunado Donald.


hola si estas leyendo esto significa que te diste el trabajo de leer este fanfic. Con lo cual ya te has ganado mi sincera amistad y hondo agradecimiento Les cuento este sera un fanfic de largo aliento y me comprometo formalmente a cumplir sagradamente cada quincena una entrega. A lo que no me comprometo si es sobre si esta historia sera o no de su agrado ya que voy contra varios canones establecidos de la serie... eso si tengo fe en que su amplitud de mente sea lo suficientemente generosa para apreciar esta historia.

Este capitulo va dedicado a Fernando, así como todos los subsiguientes que vienen, ya que sin él este trabajo no existiria. Te agradezco tu infinita paciencia y generosidad para conmigo... gracias a ti aun me conservo como una persona sociable y humana... como dicen eres mi targeta de presentación. GRACIAS.

GLOsARIO:

- Blimey: expresion inglesa de sorpresa. Lo mas parecido seria algo asi como CARAY!

- Dlya menya ty vsegda budesh´Bruno ( ruso): para mi tu siempre seras Bruno.