Disclaimer.
Los personajes de "Naruto" aparecidos en estos párrafos no me pertenecen, son obra y propiedad de Masashi Kishimoto. Esto fue escrito sin fines de lucro.
Leyenda.
Narración. — Primera persona.
— Diálogos —
"Pensamientos"
Recuerdos y/o Sueños
Especificaciones.
Resumen. — "Año 1568 del calendario de oro. Lo que la —historia— tenía preparado para mí, ser necesitada por alguien, nunca lo hubiera creído. Este es el cuento que florece de un hermoso recuerdo."
Rating. — M.
Género. — Romance, Drama, Misterio, Supernatural.
Capítulos. — No está definido.
Pareja. — Principal. Uchiha Sasuke x Hyuuga Hinata (SasuHina).
N° de palabras del capítulo. — 2032 palabras.
Universo Alterno.
Dedicatoria.
Esta historia está dedicada en su totalidad a mi queridísima hermana menor, Mari (alias Gansito). Gracias por apoyarme y escucharme cuando más lo necesite, siempre estás ahí para checar que no cometa una locura y ser mi severa, estricta pero entusiasta editora. Quiero que sepas que aunque no estemos juntas como antes, te quiero muchísimo y siempre serás mi súper mejor amiga.
También esto va dedicado, obviamente, a todos mis adorados lectores, que continuaron leyendo y enviando sus hermosos comentarios, de agregar esta historia en sus favoritos e incluso sus follows. Los adoro con todo mi corazón y han sido sus magníficas palabras las que me dieron ánimo de continuar y retomar este proyecto.
StrayGravity, LennaParis, Baunyoko, Shaapitha, Mari-chan Uchiuga, Hyugiitha, .Vongola, pololina, Lisari02, Gesy, Crhismas-Machine, Viicoviic, Hitomi Black Dark, Hazumi-Uchiha, Miyuli, Paul1naa, Nissa-sama, Sayuri Koitsumi, Sasuhina-arriva, Tsukinousagi2008, Zarite, Tzukyblue, Sabaku-No-Menny, ZombieSumbi, Layill, HinataElric, Airi-Hyuga, Vampireville, Doll-neko, Maoko, Takarada Megumi-kun, Betsy, Takane19, Fujiiko, Mel17, Osanai ko kuram, Mizz Pxndx, Yael, Miyazawa-san, Nabm, Daniela, Tiff, MArianaaDe'Uchihaa, Darkuchihahinata, Uchiha-Dani-Uzumaki, Hinami, Chany-san, Hinata-kuran, Flordezereso, MAria-chan-luna, Josyuchiha, Lizzietzuki, Sasuhinafan por siempre, Marianne-Kuran, Tokeijikake no Orenji, AkemiUchiha-Sama, OsoVolador, Thali, Maria.A y Blacklady Hyuuga.
Muchísimas gracias.
Notas de Autor.
Después de un muy pero muy largo tiempo puedo decir que estoy de vuelta. A todos mis queridos y adorados lectores que he dejado esperando por tanto tiempo, aquí está la versión mejorada y editada de la que fue una de mis historias más queridas y por supuesto mi primer trabajo en el mundo de Fanfiction. Me disculpo por el largo retraso, pero prometo haré mi mayor esfuerzo por recuperar su confianza. Confío y espero que les guste lo que he traído para todos ustedes, que lo he hecho con mucho cariño, emoción e incluso nerviosismo.
Si por allí se encuentran nuevos lectores, les doy una muy cordial bienvenida.
Así que sin más, disfruten de la lectura.
Eternity Breath
.
Capítulo I
— Principio —
.
Hace mucho tiempo existieron cinco hermanos. Líderes que llevaron a su gente por el mar embravecido en busca de un nuevo hogar.
El viaje fue largo, más de cien lunas se alzaron en el cielo durante su búsqueda, y perdiendo toda esperanza se enfrentaron a mil tormentas que enviaron los Dioses para probarlos. Gente falleció y persistieron, Continuaron navegando sin un rumbo claro, no había nada más que pudieran hacer, hasta que finalmente la suerte les sonrió.
Tierra.
Arribaron a un mundo nuevo y desconocido, con infinita belleza y riquezas que ningún ser había visto igual. Maravillados, abandonaron sus barcos a la orilla y reclamaron lo encontrado como suyo. En el horizonte una criatura pequeña de fino plumaje les observaba fijamente.
Cinco grandes reinos nacieron aquel milagroso día, los cinco hermanos se habían convertido en héroes a los ojos de todos, y no mucho tiempo después les otorgaron el título de reyes. De oro eran sus coronas, decorados sus mantos con gemas preciosas jamás vistas, de sólida piedra los magníficos castillos que se alzaban hacia el firmamento. Justos y nobles eran los soberanos, ganándose el respeto y el cariño de las nuevas generaciones.
Durante muchos años la paz y la dicha trajeron prosperidad a las cinco coronas, justos y nobles eran los soberanos, ganándose el respeto y el cariño de un pueblo, que con cada nueva cosecha creció y se expandió hasta llegar al lindero de un profundo y espeso bosque.
Aquella era la morada de un ser tan antiguo, que existía en esas tierras desde el comienzo del todo, cuando los árboles que le refugiaban altos y frondosos no eran más que pequeños retoños a sus pies, y en aquel extenso tiempo, vivió sin conocer nada más que las vastas tierras sin nombre, la protección del bosque y la compañía del ave con finos plumajes.
Así, los cinco reinos continuaron sus días, ignorantes de aquello que les observaba con ojos ávidos de curiosidad desde la lejanía.
. . .
El eco de sus pies corriendo sobre la pulida y ennegrecida piedra resonaba estruendosamente sobre el silencio absoluto que se deslizaba por los pasajes estrechos y caóticos de lo que en algún tiempo se conoció como la Ciudad de Sombras, morada erigida en hierro, piedra y cristal por los poderosos Señores de la Oscuridad.
Una luna blanca altiva y esplendorosa libre de toda lobreguez apartaba las nubes de su presencia y creaba complejas y extrañas siluetas negras al filtrar su luz por entre las altas casas negras que se alzaban unas contra otras sin un orden aparente. Aquí y allá en su carrera apresurada se podían vislumbrar las murallas internas que resguardaban a las Magnas Castas que a las cuales pertenecían los escudos y blasones de hierro forjado, pero por el momento se encontraban vacías. No había nadie más excepto él y su familia, todos los demás aún se encontraban de cacería alimentando sus estómagos hambrientos.
Desde el torreón mayor del Castillo Concejal, ubicado en el centro y corazón de la ciudadela, la Diosa esculpida en cristal translúcido le observaba tras el delicado manto que cubría sus facciones.
En otro momento hubiera permanecido quieto mirándole de vuelta, sobrecogiéndose de la magnificencia de ella que había estado allí por muchos siglos antes que él, pero aquella noche no podía permitirse más retrasos, debía unirse a su familia antes de cerraran los portones y la campana de plata diera el toque de entrada para la siguiente Casta que hubiera terminado la caza. Moriría si no lograba llegar con sus padres a tiempo, la rivalidad entre los residentes de la ciudad era incontrolable y él siendo tan sólo un crío podría ser víctima del ataque de algún miembro de otra familia, que le asesinaría tan sólo por existir. Así de despiadados podían ser los portadores de los Ojos Escarlata.
Había sido un terrible error el haberse detenido a observar desde el punto más alto del valle a una de las tres ciudades custodiadas más importantes de la raza de los humanos. Pero ya no debía pensar en eso, no ahora que la familiaridad en las edificaciones a su alrededor le indicaban que faltaba poco para llegar. Aliviado y con una sonrisa en su cara, no notó las espesas columnas de humo, ni un suave crepitar en el viento, ni la sangre fresca que resbalaba sobre el blasón de su familia en la muralla, hasta que fue demasiado tarde.
Un grito desgarrador fue arrancado de sus pulmones, al momento en que sus ojos carmesí reflejaban como espejos el fuego voraz que se alimentaba de las casas destruidas y de los cuerpos que en vida habían pertenecido a los integrantes de su Casta.
En medio del terror, el pánico, la sangre, los órganos y la destrucción, obligó a sus piernas temblorosas a avanzar hacia delante. No comprendía el significado de todo aquello y su palpitante corazón deseaba una y otra vez que sus padres estuvieran bien, a salvo. Se negaba a pensar que algo podría haberles ocurrido y aunque la escena parecía querer devorarlo, la esperanza ciega seguía allí.
Entonces lo vio, en frente de la imponente mansión cubierta en llamas, con las ventanas rotas, las puertas fuera de los eslabones, frente aquel que hasta hace poco había sido su hogar estaban perfectamente enterrados en la tierra dos columnas de madera y en ellos clavados con trozos de hierro, despojados de sus ropajes, estaban sus padres.
Cayó de rodillas, lágrimas cayendo continuamente, ni un sonido salía de sus labios entreabiertos. Su mirada anclada en la sangre que brotaba de las infinitas heridas de sus padres, y se acumulaba en un espeso charco alrededor de los dos. Sus cabezas arrancadas de sus cuerpos, habían sido colocadas a los pies de cada uno, sobre la sangre, en sus rostros las muecas congeladas en dolor y dos pares de cuencas vacías donde antes habían estado sus ojos.
Asustado sintió el líquido bermellón de aquel pozo que exhibía la luna, el humo y el fuego sobre su superficie, llegar a donde estaba, humedeciendo sus rodillas expuestas. Su cuerpo despertó y se sacudió en fuertes arcadas, expulsando todo lo que tenía su estómago mientras sollozaba incontrolablemente.
El sonido de unos pasos a su espalda le hizo girar levemente el rostro, encontrándose a tres figuras envueltas en capas raídas estaban paradas una al lado de la otra, proyectando una sombra sobre él. El reconocimiento de una de ellas le permitió sentir la esperanza de que tal vez no todo estaba perdido.
—Her-ma-no… —soltó su voz sollozante, inclinándose hacia él y buscando su mirada con aquel que siempre le había cuidado.
Pero la respuesta silenciosa se prolongaba, y le daban cada vez una mayor sensación de que algo no estaba bien. Había algo inusual en todo esto, en la piel pálida de su hermano manchada de sangre donde no había cortadas, en su cabello negro que estaba suelto y desarreglado, en como sus ojos brillaban de esa forma sobrenatural al final de una cacería y de unos extraños objetos que colgaban de sus manos, balanceándose tenuemente. Eran redondos y parecían atados a una cuerda muy fina.
La realización lo abatió de golpe y le hizo retroceder.
—Tú… ¿tú…? —No podía siquiera pronunciar las palabras que se atoraban en su garganta—. Esos… ojos… ¿tú…?
Negó profusamente con la cabeza, sin apartar su vista ni un segundo. La sola idea de que él, su hermano mayor, aquella persona amable en sus recuerdos estuviera involucrado en todo aquel escenario, que en sus manos estuvieran los ojos de sus figuras paternas, no podía ser cierto, simplemente no podía ser verdad. Y aun así, el miedo le hacía retroceder cada vez más, poniendo distancia entre aquellas temibles figuras y la horrible realidad, sus manos humedeciéndose con la sangre de los muertos, hasta que dio con la textura tersa del rostro de su madre.
Gritó una vez más, aterrorizado, poniéndose en pie para intentar escapar de todo, alejando su vista de las cuencas vacías y los finos labios que jamás volverían a cantarle una canción de cuna. Pero en un rápido movimiento, uno de los desconocidos le había tomado por el cuello, impidiendo su huida, alzándole del suelo por encima de su cabeza. Entre pataleos llevó sus pequeñas manos al agarre de su opresor, que le tomaba con firmeza quitándole el aire de a poco, pero era inútil, él sólo era un niño débil.
Aquel que le sujetaba era alguien a quien nunca había visto antes y aun así, había algo familiar en el rostro cubierto de una malformada cicatriz y un único ojo escarlata.
— ¿Her…mano? —pidió en ayuda pero el nombrado permanecía impasible en su sitio ninguna emoción reflejada en sus facciones, a su lado el último espectador cuya identidad era escondida por una máscara, guardaba absoluto silencio.
El de un ojo, levantó entonces su mano libre y la extendió hacía su hermano, quién depositó en ella los dos pares oculares. Arriba en el cielo una lenta y espesa nube gris comenzaba a surcar frente a la luna, extinguiendo de a poco su luz. Sólo los ojos rojos de los cuatro seres brillaban refulgentes en medio de las sombras espectrales que creaban el fuego danzante. El olor a carne quemada envolviéndolos penetrantemente.
—Uchiha Sasuke, segundo en su nacimiento y Príncipe de su Casta —habló su captor con voz grave y potente mientras introducía el par de ojos en la boca del niño y le obligaba a comerlos por medio de la fuerza—, si deseas vengarlos, hazte fuerte y consigue poder sea cual sea el precio. En este mundo sólo los fuertes pueden conseguir lo que anhelan. Sólo los poderosos pueden sobrevivir…
El niño luchaba y sufría mientras apretaban su mandíbula, mientras le forzaban a masticar los ojos de sus padres difuntos. El sabor de la sangre metalizada mezclado con la textura viscosa y repulsiva. No fue hasta que hubo tragado todo, que la mano le soltó y le dejó caer indefenso contra el suelo, al pie de las columnas de madera.
»—Este mundo no acepta a los débiles cuyo único destino es perder y fallecer.
Una pesada bota de cuero sobre su mejilla le aplastaba contra la tierra pedregosa. La cabeza explotaba en constantes latidos mientras gritaba de dolor, sin poder hacer nada.
»—Conviértete en un temible Señor de la Oscuridad, y entonces —prosiguió el desconocido, en su boca un par de blancos colmillos compusieron una macabra sonrisa—. Búscame, que yo estaré esperando.
Una risa casi gutural y un segundo después desaparecieron sin dejar rastro. Dejándole solo en la mugre y la suciedad.
Sus dedos se enterraron con fuerza en a tierra, lastimando su piel y uñas. El pequeño corazón tomó el miedo, la tristeza, el dolor y los transformó en puro y perfecto rencor. El odio que nacía en su interior robó sus años de infancia, encendió los ojos escarlata y le entregó dos filosos colmillos.
Arriba la nube se disipó suavemente, revelando a una luna teñida en rojo sanguinolento, al momento en que la pesada campana en alguno de los torreones del castillo inició su lento repicar, sirviendo de fondo para el grito convertido en rugido que liberó la rabia iracunda animal.
Destrucción y muerte era lo que le rodeaba.
Destrucción y muerte sería lo que traería a este retorcido mundo.
. . .
Cuando era pequeña, una hermosa tarde de verano en el jardín mi madre me había contado que la noche de mi nacimiento había sido mucho antes de lo anticipado y que había sorprendido tanto a la familia como a la partera enviada por la Santa Cruz.
Me había contado que esa noche la luna se había tornado rojiza en el firmamento, resplandeciendo luminosa, y que en el instante en que mis ojos se habían abierto por primera vez, allí en la protección de sus brazos, ella supo que era especial.
En aquel entonces sólo había sonreído feliz de estar a su lado, un tiempo después supuse que aquel era el pensamiento de cualquier madre hacia su bebé.
Pero lo que la «historia» tenía preparado para mí, ser necesitada por alguien, nunca lo hubiera creído.
Bienvenidos sean, porque este es el cuento que florece de un hermoso recuerdo.
.
.
.
.
Continuará.
