Las PowerPuff Girls no me pertenecen.
El baile; Parte I.
Disfruten.
Lunes. 7:30 a.m.
- ¡Blossom! ¡Andando, o llegaremos tarde!
Suspiró, mirando su reflejo en el espejo del baño. Peinó levemente su cerquillo pelirrojo y acomodó su cinta. Tomó de la mesada sus pendientes de perlas y se las colocó. Volvió a darse una pequeña mirada y sonrió satisfecha.
- ¡Ya bajo!
Entró a su cuarto, tomó su bolso de arriba de su cama y bajó las escaleras utilizando su súper velocidad.
- Bubbles, ¿Tu conduces?
- Okey – Sonrió la menor dando saltitos hacia fuera de la casa.
- ¿Quién carajo está tan feliz un maldito lunes por la mañana? – Reprochó la hermana del medio.
- Buttercup, cuida esa boca. – Advirtió, siguiendo a la rubia fuera de casa.
- Sí, sí. Como sea.
Las tres hermanas se subieron al auto, Bubbles en el asiento del conductor, Blossom de copiloto y Buttercup se hecho en la parte de atrás a dormir.
- Buttercup, el cinturón.
- Sí, mama. – Bufó.
- Los zapatos arriba del asiento, niña. – Comentó, escuchando el gemido exasperado de la morena.
El día de hoy el instituto había estado movido, pues cada vez faltaba menos para el baile de fin de curso. Este baile fue una idea de los de último año. La meta era recaudar suficientes fondos para el viaje de egresados. Todo el alumnado de quince años o más podría asistir al baile. No era necesario llevar una pareja, varias personas irían en grupos, pero siempre estaba la ilusión femenina de que un muchacho les propusiera o la ilusión masculina de que las chicas aceptaran su solicitud.
A tan solo cinco días del dichoso baile, las clases de ultimo año estaban alborotadas. La preparación del mismo estaba a cargo de cualquier persona que se hiciera cargo de la administración de las cosas necesarias; comida, luces, venta de entradas, música, etc. Todas esas personas serían el llamado, "Comité del baile", en el que, por supuesto su hermana Bubbles y ella participaban.
El resto del alumnado, simplemente se preocuparía de que vestido o traje utilizar para dicha ocasión. No faltaba el grupo de chicas que susurraban y chismoseaban acerca de quien creían que le pediría a quien, para ir al baile, o en su defecto a quien rechazarían si se les propusieran. Una vez más, entre este grupo de personas se encontraba su hermana Bubbles, siendo tan sociable como siempre.
Y, por último, había una pequeña minoría de personas que no le interesaba en lo más mínimo el baile, e incluso dudaban de su asistencia. Este es el caso de su hermanita Buttercup, con la diferencia de que esta está obligada a asistir por su pequeña hermana rubia. Pero no solo su hermana morena, sino que también conformaban parte de este grupo los RowdyRuff Boys.
Tan desinteresados como siempre, los tres descasaban en la parte trasera del aula, donde nadie los molestaría, tampoco es como si alguien se atreviera. Literatura era la única clase que compartía con sus dos hermanas y los tres Ruff's.
Boomer, el menor de los hermanos, mascaba un chicle, mirando hacia la nada, con algunos de sus mechones rubios acariciando su rostro sereno. Butch, el más peligroso de los tres, se encontraba sentado encima de un pupitre, sonriendo a cuanta chica pasara por su lado, incluyendo su hermana de ojos verdes, quien amablemente le mostró el dedo medio. Nunca supo cuando la locura del Rowdy verde pasó a ser lujuria. Pero al parecer, todo hombre pasaba por esa etapa alguna vez, algunos más discretamente que otros.
Y por último estaba Brick. El líder, la cabeza el grupo, y, según Blossom, el más insoportable de todos. Sentado en medio, con sus hermanos, uno a cada lado. Su mirada rojiza posada en su hermano pelinegro, riendo al ver como este le hacía un gesto obsceno hacía su hermana morena. Con una postura desinteresada, su cabello pelirrojo atado en una coleta y acompañado de su siempre fiel gorra roja.
- ¡Muy bien, clase! – La profesora se situó en frente de todos sus alumnos! – Butch, por favor. Bájate del pupitre.
- Como guste, my lady. – Sonrió divertido. Buttercup rodó los ojos.
- Veo que todos están muy emocionados por el baile de este fin de semana. – Gritos, aplausos e incluso silbidos se escucharon por toda el aula tras esta afirmación. – He observado el arduo trabajo de nuestro comité y estoy muy orgullosa de lo que han logrado. Por eso, les pido a todos que, por favor, den un fuerte aplauso a nuestros compañeros que participan en la organización.
Pronto todos los alumnos aplaudían fuertemente, silbando y gritando para agradecer a sus compañeros.
- Y obviamente, nos gustaría oír algunas palabras de nuestra presidenta del comité, Blossom Utonium. – Anunció y pronto los aplausos volvieron a hacerse presente. La pelirroja se puso de pie, a un lado de la profesora. Un silbido se escuchó al fondo del salón y Blossom no perdió ni un segundo en fulminar al divertido pelinegro que ahora le meneaba las cejas. Cerdo.
- Como presidenta del comité del baile, y presidenta del concejo estudiantil, - Agregó. – Es mi deber informarle a todos el gran y enorme trabajo que están logrando nuestros compañeros colaboradores. No es necesario decir que esperamos que disfruten y que pasen una hermosa velada. – Culminó con una sonrisa confiada. Nuevamente se escucharon los aplausos y los pequeños comentarios de agradecimiento.
- Muchas gracias, Blossom.
Lunes. 9:43 a.m.
- ¡Blossom!
La chica de ojos rosas se dio la vuelta para observar a una mancha de rizos castaños que se acercaba a ella trotando.
- Hola, Robin. ¿Qué necesitas?
La chica frenó a un lado de la pelirroja y respiró hondo, llenando de aire sus pulmones. Miró a su amiga con sus grandes ojos azules.
- Era para agradecerte lo que dijiste recién, en el aula. De verdad nos animó mucho a los del comité, ¡Incluida tu hermana! Nos estamos esforzando muchísimo, de verdad.
- Lo sé, los he visto trabajar. Es una lástima que yo no ayude mucho.
- Blossom, - Negó con la cabeza, sus risos castaños revoloteando alrededor de su rostro. – tu eres la encargada de la parte administrativa del baile, te encargas de los gastos, además, supervisas todas las demás actividades sin ser las del baile, ¡Eres la presidenta del concejo estudiantil! No puedes estar en tantos lugares a la vez. – Sonrió la castaña.
Ambas caminaron por los pasillos atareados de adolescentes hasta su siguiente clase.
- Sí, tienes razón. – El timbre de entrada resonó por los pasillos. – Bueno, nos vemos en el almuerzo.
- ¡Está bien! ¡Nos vemos, Blossy!
El grito de la castaña se sintió cada vez más lejano a medida que la pelirroja se alejaba del pasillo. Se encontró observando los casilleros, el lugar casi vacío, exceptuando algunos estudiantes que llegaban tarde a su clase del día. Blossom por su parte, como bien había dicho su amiga hace unos minutos, tenía variados trabajos como presidenta del concejo estudiantil, uno de ellos era el de asegurarse que todos estuvieran en sus aulas una vez tocado el timbre.
Sintió un gran peso sobre sus hombros, literalmente. Detuvo su apurado andar para echar una mirada mortificante al dueño de ese gran y pesado brazo.
- ¿Qué tal, Blossy?
- ¿Disculpa?
El pelirrojo soltó una ronca risa, levantando sus dos manos a la altura de su rostro. Nuevamente las bajo y las colocó en sus bolsillos.
- Brick, deberías estar en clase. – Reprochó, cansancio en su voz.
- Sí, debería. – Se encogió de hombros. – Sin embargo, aquí estoy.
- Ve a clase. – Ordenó la chica. El chico suspiró dramático.
- No quiero.
Se apretó el puente de la nariz, sin poder creérselo.
- Escucha, - Bufó. – Si no entras a clase ahora, me veré obligada a ponerte unas sanción e iras a detención. Y, si me preguntas, me parece que has tenido demasiadas en el año como para arriesgarte a una más. – Se enfrentó a él, mirándolo directamente a los ojos.
- ¿Te estas preocupando por mí? – Preguntó divertido, fingiendo un tono de sorpresa.
- No es por ti de quien me preocupo. Es por mí, que luego tengo que cargar con tus estupideces. – Frunció el ceño, a la vez que hacía una mueca.
- ¿Quién te mando ser mi tutora? – Sonrió confiado.
- La vida es injusta a veces. – Suspiró estresada. – Mira, Brick. Has esto muchísimo más fácil para ti y para mí. Ve a clase, si quieres presta atención, si no quieres no, en verdad no me importa. Pero entra al aula.
- ¿Con quién iras al baile?
La chica lo miró exasperada. A decir verdad, con todo esto de la administración del comité, mas todos los otros trabajos que le habían sido otorgados, no tuvo tiempo de pensar si iría con alguien al baile. Quizás iría sola, en verdad ella tendría que estar toda la noche atenta, en caso de alguna falla a mitad de la velada. No recordaba si alguien siquiera la había invitado, últimamente su respuesta a todo era un; "Lo siento, ahora estoy muy ocupada. Luego me dices, ¿Sí?". La otra semana la habían mantenido a flor de piel, y no quería ni imaginarse lo que sería esta semana, previa al baile.
- ¿Qué importa eso? ¡Ve a tu clase! – Indicó con las mejillas rojas del coraje. Estaba llegando tarde a su clase de cálculo avanzado.
El pelirrojo la miró unos segundos, para luego encogerse de hombros.
- Está bien.
Que irritante. Blossom empujó un cabello rebelde detrás de su oreja al mismo tiempo que continuaba con su caminata hacia el aula.
Lunes. 14:00 p.m.
La campana resonó por todo el establecimiento.
- Muy bien, alumnos. Hagan los ejercicios del capítulo once del libro para la próxima clase. No escucharé excusas sobre la falta de libro, para algo existen las bibliotecas.
Por fin receso. Acomodó sus libros en su bolso y tomó la carpeta con sus brazos. Devolvió una sonrisa a dos chicas que salieron del salón y se dispuso a hacer lo mismo.
- Srta. Utonium.
La voz de su profesor de cálculo la freno antes de poner un pie fuera del lugar. Se giró sonriendo. Que alguien le diera un respiro.
- ¿Sí, sr. Williams?
- Querida, quería felicitarte por los maravillosos arreglos para este fin de semana. – Comentó.
- Oh, muchas gracias sr. Williams. – Sonrió.
- Me imagino que debe de ser una gran presión para ti ser la jefa del comité del baile. – Indagó, levantando una ceja. La chica se encogió con modestia.
- En verdad…
- ¡Excusas! He oído del gran esfuerzo que está proporcionando la líder de las PowerPuff Girls, presidenta del concejo estudiantil y jefa del comité del baile. Impresionante.
- Muchas gracias, profesor. Yo solo… - La pequeña risa de su profesor la cortó a mitad de oración.
- No hay necesidad de ser modesto, sé que debe ser mucha presión para una adolescente encargarse de tantas cosas a la vez.
La pelirroja asintió.
- Sí, usted no sabe todo…
- Pero. – La interrumpió ordenando los papeles de su escritorio. – También reconozco que eres una aficionada al cálculo y las matemáticas. – Tomó su portafolios y la miró sonriente. – Por eso mismo sé que no te será de desagrado acompañarnos a los mate-atletas y a mí en las próximas mateolimpíadas. – La pequeña sonrisa que mantuvo la chica fue decayendo.
- Pero, señor, yo…
- Practicamos todos los martes y jueves, fuera del horario de clases. Normalmente un horario extendido es admitido hasta las seis. Pero nosotros nos quedamos hasta las ocho, nuestro amor a las matemáticas es mucho más grande que nuestro deseo de dormir. – Soltó una pequeña risa.
- Escuche, no quiero ser descortés, pero, tengo demasiado…
- Muchas gracias, Blossom. – Caminó a paso acelerado hasta la puerta del salón. – Sabía que podía contar contigo. – La miró e infló su pecho. – Te veo mañana después de clases en el laboratorio del tercer piso. Te presentaré a todo el equipo. Sé que estarán encantados. – Y sin voltearla a ver una vez más, se marchó.
Blossom simplemente no lo podía creer. Cerró los ojos y respiró profundo. Aflojó sus tensionados hombros y tronó su cuello, deseando que así se disiparan todos sus problemas. Usualmente no acostumbraba a rechazar las ofertas académicas, mucho menos si era propuesta por un profesor. Pero esta vez, ¡Ni siquiera había tenido oportunidad de aceptar! Ni mucho menos de rechazar la propuesta que sería un problema más para su gran carga horaria de todos los días. Acarició su cuello con cuidado, echándolo levemente hacia un costado.
- ¡Bloss! ¡Por fin te encuentro! – La rubia le sonrió desde la puerta del salón. – ¿Qué te tomó tanto tiempo? Buttercup está comenzando a impacientarse. – Agregó con una pequeña risa.
- Lo siento, solo, - Se encogió de hombros, pensando en la previa charla con el profesor. – me entretuve un poco.
- Bueno, será mejor que nos apresuremos. – Una vez que Blossom la alcanzó, la rubia entrelazó sus brazos. – Hoy el profesor hará su famoso mousse de chocolate. ¡Dios, no puedo esperar a probarlo!
Lunes. 20:54 p.m.
- Así que… - Se desplomó en el pequeño sofá de la sala. - ¿Ya pensaron en su outfit para este fin de semana?
- En su outif… ¿Qué? – Miró confundida la morena a su hermana menor.
- Outift. – Reiteró. – Me refiero a la vestimenta y accesorios para el baile del sábado en la noche. Y Butter, por favor, no hables con la boca llena.
Rodó los ojos mientras le sacaba la lengua.
- Como sea. Blossom, - Miró a la mayor. - ¿Ya has pensado en que te pondrás?
La pelirroja detuvo la masacre con su cuchara al mousse de chocolate y levantó su vista hacia su hermana.
- No en verdad. – Llenó la cuchara con el postre y la acercó a sus labios. – No he tenido tiempo de pensar en eso.
- ¿Siquiera has tenido tiempo de pensar? – Preguntó abruptamente su hermana de ojos verdes. – O, no sé, quizás, ¿De respirar?
- Butter tiene razón, Blossy. – Se sentó a un lado de su hermana mayor, apoyando una mano en su hombro. – Estas últimas semanas te has atareado de cosas y…
- Chicas. – La interrumpió. – Sé que están preocupadas, y en verdad lo aprecio. Pero deben saber que si no…
- Si no lo haces tú, no lo hará nadie. – Completó la morena. – Lo sé. Lo sabemos.
- Pero, aun así. – Prosiguió la menor. – Sigues siendo una persona, y tienes tus límites.
- Sabes muy bien que no soy una persona común y corriente. – Sonrió cansada. – Ninguna de nosotras lo somos, eso implica que nuestros límites estén por encima de los de un humano promedio.
- Ya está. – Buttercup se levantó rápidamente y miró a ambas chicas. – Nunca lograremos que entienda. Siempre es lo mismo. – Frunció el entrecejo. – No parará hasta desmayarse.
Y, sin mirar ni una vez hacia sus hermanas, salió a toda velocidad, volando por sobre las escaleras, hasta que se escuchó el golpe seco de la puerta de su habitación.
- Butter… - Susurró la pequeña rubia.
- Ve con ella.
- ¿Qué? – La miró sorprendida. – Pero, Blossom…
- Yo estaré bien, de todas formas, tengo que organizar unos papeles. – Se levantó, dejando caer la mano de su hermana. – Mañana en el almuerzo tengo una reunión con los proveedores de bebida para este fin de semana, necesitan la firma del encargado.
- Pero, si es a la hora del almuerzo. Quieres decir que, ¿No…?
Sonrió, se acercó a su hermana y le dio un beso en la frente.
- Descansa Bubbles.
Martes. 9:45 a.m.
- Buenos días, Blossy.
- Genial, un ruff. – Murmuró. – Buenos días, Butch. – Sonrió amable.
- No olvides nuestra super-audición, preciosa. Te escuché.
- ¿Qué necesitas, Butch?
- Oh, nada. Solo venía a decirte lo genial que te vez en esa falda lápiz. – La escaneó de arriba-abajo con la mirada.
- Increíble que sepas la diferencia entre una falda y una falda lápiz.
- ¿Qué puedo decir? Uno aprende cosas desvistiendo mujeres. – Comentó mientras guiñaba. La chica rodó los ojos. – Quizás, si fuera un poco más corta…
- ¿Algo más? – Preguntó con los dientes apretados.
- Que agresiva… - Peinó sus cabellos con una mano y la miró. – Solo quería saber si el puesto de DJ del baile está disponible.
Bueno, esto es nuevo. Se obligó a cerrar la boca, luego de que su maxilar inferior decayera ante la pregunta del Rowdy.
- En este momento creo que el puesto ya está tomado. Pero hablaremos sobre tu solicitud.
- Este es el problema. Si no soy DJ, me aburriré. Si me aburro, me estreso. Y si me estreso me dan ganas de romper cosas. – Igual a Buttercup. Pensó. – Así que este es el trato. Yo soy DJ, el baile sale exactamente como lo planeado, y tú te quedas tranquila sabiendo que el RowdyRuff verde no causara ningún estrago.
- ¿Estrago? Butch, ¿has estado leyendo el diccionario? – Enarcó una ceja.
- Es uno de mis muchos métodos para tratar de conquistarte. – Meneó las cejas. - ¿Está funcionando?
- ¡Quía!
- Vamos, Blossom. ¡Recién voy por la letra O! ¿Está funcionando o no?
- Nanay, Butch. Nos vemos en el baile.
- Entonces, ¿¡Soy el DJ o qué!?
La pelirroja se volteó al tiempo que seguía avanzando.
- El baile comienza a las ocho p.m., encuéntrame aquí a las siete p.m. ¡No llegues tarde!
Martes. 14:56 p.m.
- ¿Qué creen?
Con una sonrisa de oreja a oreja, Robin, la mejor amiga de las powerpuff, se sentó frente a Blossom, apoyando su caja de jugo sobre la mesa.
- ¡Te fue bien en el examen de biología!
La sonrisa de la morena decayó levemente ante la mención del examen por parte de la rubia.
- No, el profesor decidió que mi examen era merecedor de un cinco en vez de un diez. – Se encogió de hombros.
- El profesor no lo decide, Robin. – Murmuró divertida la pelirroja.
- Bueno, dejando mi horrible suerte en los exámenes. – Ambas puff's soltaron una risita. – ¡Mitch me invitó al baile!
Las hermanas se miraron sorprendidas.
- ¡Eso es genial Robin! – Aplaudió Bubbles.
- Tantos años de hacerle ojitos sirvieron de algo. – Comentó divertida la pelirroja. Robin profirió una exclamación, al tiempo que le golpeaba el hombro levemente.
- ¡Yo nunca le hice ojitos! – Bufó. – De todas formas, ¿Qué haces comiendo a estas horas Blossom? ¿Dónde estuviste en el almuerzo?
- Cambiando de tema, ¿Hum? – Rodó los ojos. – Tuve una reunión con algunos proveedores del baile. Trate de cambiar el horario, pero tenía que ser sí o sí en el almuerzo, - Revolvió su ensalada. – tenían una junta más tarde, o algo así. – Se llevó el tenedor a la boca, y cuando terminó de tragar, prosiguió. – Y la señorita aquí presente, no me dejó saltearme esta comida hasta la cena.
- Con todo el estrés que estas sufriendo estos días, no es bueno que no comas, Blossom. - Reprochó su hermana. – Además, - Se encogió de hombros. – No te cuesta nada comer, aunque sea un poco.
- ¿Dónde está Buttercup? – Peguntó la castaña, buscando a la susodicha con la mirada.
- No lo sé, desde ayer que no me habla. – Suspiró. – Esta mañana simplemente se levantó y voló hacia la escuela.
- Oh, debes darle un tiempo. Está molesta porque no escuchas. – Blossom rodó los ojos, por enésima vez en el día. – Habla con ella cuando lleguemos a casa.
- ¡Diablos!
- La boca. – Regañó.
- ¡Olvide mi cuaderno de química en la clase!
Con un suspiro, la rubia se puso de pie.
- Vamos, Robin. Te acompañaré hasta el salón.
- Genial, ya de paso puedes ayudarme con algunos ejercicios.
- Aprovechadora. – Murmuró la rubia.
- Muy bien, vamos, antes de que se haga tarde. – Comentó la pelirroja, levantándose del asiendo.
La menor de las puff's soltó un sonido en negación.
- Tú te quedas aquí, y terminas tu comida. – Tomó a la castaña del brazo. – Nosotras iremos por el cuaderno. ¡Y no te levantas hasta que termines todo el plato! – Exclamó, a medida que desaparecía por el pasillo.
- Ugh…
A veces pensaba que sus hermanas podían ser muy exageradas. Sí, tal vez ella se concentraba tanto en sus deberes, que algunas veces se olvidaba de relajarse y tomar un respiro de sus obligaciones. Pero eso no era motivo para que una se enojara con ella, y por ende no le hablara, y que la otra la obligara a comer, como si de un momento a otro, la falta de una comida le hiciera desfallecer.
Quería muchísimo a sus pequeñas hermanitas y, como hermana mayor, habían sido innumerables las veces que había entrado en pánico o se había enojado por la falta de sensatez de sus hermas al hacer algo, sobre todo de su hermana morena. Siendo así, le parecía extraño ser el objeto de preocupación de las menores.
Suspiró.
- ¿Ese suspiro fue por mí?
- Mala interpretación de película vieja, Brick.
El pelirrojo sonrió, sentándose frente a la powerpuff, donde anteriormente había estado su amiga castaña. Boomer se encontraba detrás de su hermano, sus ojos caídos, desinteresados, con sus manos en los bolsillos, mirando a la chica de forma aburrida.
- ¿Puedo ayudarlos?
- ¿Ya no se puede pasar a saludar?
- Otra mala interpretación.
- ¿Dónde están tus hermanas?
- ¿Por qué quieres saber?
- Nada importante, - Se encogió de hombros. – solo es raro no verlas por aquí. Dado que siempre están juntas.
- No estamos siempre juntas. – Corrigió, resaltando el "siempre". – Hablando de tripletes, ¿Dónde está su hermano, Butch?
- ¿Para qué quieres saber?
Blossom lo miró, atravesándolo con su mirada. Apretó los labios, para luego sonreír con ironía.
- Se fue a casa, no quiso quedase con nosotros. – Explicó.
- ¿Llamas casa a esa choza deteriorada?
- En vista de que allí es donde duermo, me alimento, estoy con mis hermanos y paso la mayor parte del tiempo, sí, llamo a eso mi casa. – Sonrió el Ruff.
Demonios. La chica de ojos rosas no se sintió tan avergonzada en toda su vida. Prácticamente había insultado el hogar de alguien indirectamente. Sintió el calor acumularse en sus mejillas al momento que apartaba la vista del chico. Escuchó como el rubio, que hasta ahora se había mantenido en silencio, soltaba una pequeña risa, casi inaudible.
- Fue con Robin al aula de química. Se olvidaron de unos apuntes. – Comentó, tratando de controlar el calor de sus mejillas.
El más pequeño de los Ruff's miró por última vez a su hermano antes de emprender su camino, lentamente, hacia las escaleras, las cuales subió a paso cansino, muy típico del rubio.
Extraño. Pensó.
- Ahora solo quedamos tú y yo.
- Brick.
- Está bien. Termine con las malas imitaciones. – Alzó las manos. Típico gesto del Ruff Rojo.
- ¿Qué quieres? – Lo miró con ojos cansados.
- ¿Qué harás el sábado en la noche?
Lo miró en silencio. Sus labios estaban en una fina recta y sus hermosos ojos rosas escanearon su rostro en busca de un ápice de burla. Parpadeó rápidamente al no encontrar nada.
- ¿Es una broma? – Observó como el chico enarcaba una ceja. – Brick, en serio… tiene que ser una broma lo que me estas preguntando.
El Rowdy hizo una mueca de confusión con sus labios.
- ¿Me estas tomando el pelo? – Frunció el ceño.
- Solo quiero saber. Ni que fueras a hacer algo malo, eres una PowerPuff. – Se encogió de hombros.
- ¿Qué tiene que ver que sea…? – Sacudió la cabeza. – Escucha. No sé si te habrás dado cuenta, pero hace un mes que estamos planificando el baile. Tampoco sé si ayer, en clase, estabas prestando atención, pero resulta que mencione que soy la presidenta del comité del baile.
- ¿Así que…?
- Así que me parece que por obligación estaré en el baile el sábado en la noche.
El pelirrojo asintió, mirándola.
- Tu hermano irá al baile. – Brick la miró. – Butch. Butch irá al baile, tendrá el puesto de DJ. Así que te agradecería que mantuvieras un ojo en él, por cualquier cosa.
- Yo no iré al baile. – Contestó, cortante.
- Oh. Bueno, entonces creo que yo me encargaré de él.
- ¿Estás usando labial?
La muchacha se tocó los labios, sorprendida por la pregunta.
- Sí, - Lo miró extrañado. – Como casi todos los días, Brick. ¿Qué…?
- Rosa. – La pelirroja alzó las cejas. – Estas usando labial rosa. – Comentó mientras se ponía de pie.
- Otra vez, sí, pero es un rosa a penas visible, con dificultad se nota el…
- Me gusta más el color natural de tus labios. – Se encogió de hombros. – Son de un color rojizo que contrasta con tu piel. A veces se notan más, sobre todo cuando los muerdes. Ya sabes, cuando estas nerviosa y eso… - Colocó sus manos en los bolsillos del pantalón. – Nos vemos mañana, Blossy.
Y sin mirar hacia la sorprendida pelirroja, caminó sin titubear a hacia la salida.
- ¡Blossom! ¡No creerás lo que me pasó! Logramos encontrar el cuaderno de Robin, - Su hermana rubia se acercaba a la mesa mientras hablaba. – resulta que la muy boba lo había dejado en la clase de computación, ya sabes esa que ella toma, extracurricular. Y bueno, lo encontramos, ella se fue, y cuando estaba volviendo, ¡me encontré con Boomer!, el RowdyRuff, y no sabes… ¿Blossom?
Su hermana menor se paró frente a ella, sacándola de su trance. Bubbles la miró extrañada y preocupada.
- ¿Estás bien?
- Si, - Parpadeó varias veces. – es solo que… - Miró al suelo, por unos segundos antes de levantar la vista y mirar a los ojos azules de la Puff. - ¿Tú crees que debería usar menos labial? – Cuestionó, desviando sus ojos y apretando sus labios, amasándolos juntos.
La ceja de la menor de las Puff no puedo estar más cerca de su cuero cabelludo, mirando a su hermana mayor, sin comprender lo que había tratado de decir. La miró, mientras esta asentía a la nada, contestando su propia pregunta.
Martes. 21:08 p.m.
- Buttercup…
- ¿Qué quieres?
La morena estaba sentada en su cama, de espaldas a una preocupada Blossom en la puerta de su habitación.
- ¿Podemos hablar?
Silencio. Pasaron segundos sin que la menor dijera absolutamente nada. La pelirroja suspiró decepcionada. Buttercup se dio la vuelta, mirándola con el ceño fruncido, aunque en sus ojos no se veía rastro de molestia.
- Entra. – Ordenó. Sin una palabra, la mayor ingresó a la habitación, cerrando la puerta al pasar.
Se sentó junto a su hermana, un tanto alejada de esta. La miró a los ojos y sonrió levemente.
- Butter, lo siento. – Juntó sus manos y mordisqueó su labio inferior. – Creo que no fui justa contigo, ni conmigo misma.
- Ni con Bubbles, ni con el profesor. – Agregó, cruzándose de brazos.
- Lo sé, - Peinó sus cabellos pelirrojos. – y en verdad lo siento. Sé que solo se preocupan por mí. Y puede ser que algunas veces no mida lo mucho que me enfoco en las cosas y como eso afecta a los demás.
- Yo solo quería que te dieras cuenta.
- Y lo hiciste. – Fijó su mirada en sus ojos esmeralda. – Solo que yo no lo admití.
Buttercup asintió, reconociendo en su interior que ella hubiera hecho lo mismo. Descruzó sus brazos, logrando una posición menos tensa.
- Solo… - Se encogió de hombros. – Trata de no pasar tanto tiempo enfocada en el baile. ¿Sí?
- Está bien.
- Será mejor que vayas a dormir.
- Sí, creo que será lo mejor. – Sonrió suavemente. – Buenas noches, Butter.
Se levantó de la cama y se dirigió a la puerta.
- Y, ¿Blossom? – La pelirroja la miró desde el marco de la puerta. – El baile, - Sonrió. – todo irá bien. Después de todo, tú lo organizas.
Sonriendo, salió de la habitación, contenta de que las cosas con su hermana resultaran bien.
- Blossy, - Su hermana menor la enfrentó en el pasillo. – ¿pudieron arreglar las cosas?
- Sí, - Le mostró una sonrisa. – ya está todo bien. – Su hermanita soltó un chillido en respuesta.
- Oh, por cierto. ¿A dónde fuiste esta tarde? ¿Por qué no volviste conmigo a casa?
Luego del inesperado encuentro con el Ruff rojo, recordó que el profesor de cálculo avanzado contaba con su "voluntaria" y para nada obligada presencia con los mate-atletas. Gracias a Dios, logró que la dejaran irse a las seis.
- Créeme, nada divertido.
- Okey, - La mirada extraña en el rostro de Bubbles por poco le hace soltar una pequeña risa. – como sea. Mañana iremos con Robin al centro comercial a buscar vestidos para el baile. Lo más probable es que arrastremos a Butter. – Comentó, susurrando la última oración.
- ¡Te escuché! ¡Y ni pienses que me obligaran a ponerme un vestido! – Los gritos de la hermana del medio se escucharon desde la habitación, amortiguados por la puerta. – Si es necesario, ¡Iré de traje!
- Oh, no bajo mi cuidado. – Susurró la rubia, frunciendo el ceño. – Volviendo a lo que decía, - Retomó el tema la menor, subiendo la voz, para que su otra hermana entendiera el punto. – quería saber si querrías acompañarnos.
- Ehh… No creo que sea buena idea, mañana… - Su excusa fue silenciada por los esperanzados ojos de la rubia, además de que, de un momento a otro, la puerta de la habitación de Buttercup se había abierto y esta la miraba amenazante, apoyada en el marco de la misma. – … está bien, mañana iremos al centro comercial. – Se rindió, por fin, logrando una porra por parte de Bubbles y una leve sonrisa por parte de la morena.
- Y, en cuanto a ti, Buttercup. – La rubia se giró hacia la susodicha.
Con cara de pánico, la chica de ojos esmeraldas, levantó su índice en amenaza.
- Cambio el trato, - La rubia la miró expectante. – llevaré vestido, pero me niego a usar tacones, a menos que estos sean con tachas. – Sabiendo que había tocado un punto débil en la menos, sonrió triunfante.
- Usaras sandalias de fiesta de tacón grueso y no se habla más. – Finalizó la rubia, formando un puchero con sus labios y volteándose en dirección a su habitación.
La pelirroja acalló sus pequeñas risas, mirando a su hermana morena.
- No debiste usar el odio de Bubbles hacia las tachas. Pudo haber sido peor, y lo sabes.
- Sí, no sabes de la que me salve.
Continuará...
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