Disclaimer: Digimon no me pertenece. La trama de este fic sí ;)
Sora
Habían quedado de regresar juntos a casa. Él tenía entrenamiento y ella club de caligrafía. Ambas actividades terminaban a la misma hora, pero el trato era que si uno salía temprano esperaría al otro. Sora terminó lo suyo algunos minutos antes y se dirigió con paso tranquilo hacia la entrada, el lugar de encuentro. Confiaba que tendría que esperar sólo una par de minutos a que su amigo llegara y así se marcharan a casa, pero la hora llegó y ella aún seguía sola en la entrada.
'Seguro se retrasó en un partido' pensó y hasta sonrió, porque sabía perfectamente que ese muchacho era extremadamente apasionado por el fútbol.
Y los minutos pasaron y pasaron, y Taichi Yagami no daba señales de vida. Sora se estaba preocupando, y cuando decidió ir a buscarlo, después de esperar cuarentaicinco minutos exactos, el moreno al fin apareció. Y venía acompañado.
—Hola Sora —saludó él muy campante.
—Llegas tarde —dijo ella con frialdad.
—Lo siento —se disculpó él, rascándose la nuca. —Estaba con Yami en la biblioteca.
Una vena amenazadora comenzó a palpitar en la frente de Sora. ¿En la biblioteca?, ¿con ella?
—Muchas gracias por tu ayuda Taichi —le sonrió la chica coquetamente, haciendo caso omiso de la mirada asesina que la pelirroja le lanzaba. —Fue muy lindo de tu parte —agregó, e ignorando a Sora por completo, se puso de puntillas y lo besó en la mejilla.
El moreno se sonrojó levemente y le sonrió, rascándose la nuca.
—No fue nada —dijo.
—Nos vemos mañana —dijo ella, haciendo un coqueto guiño. —Adiós Takenouchi —agregó con tono despectivo y con una mueca de burla y superioridad que hizo que Sora usara todo su autocontrol para que no abalanzarse sobre ella.
—Adiós —se despidió Tai con un gesto de la mano. Luego posó sus ojos en el rostro de su amiga, y la mirada de ella le intimidó. —Ella… eeh… me atrapó cuando acabó el entrenamiento y… —decía él, nervioso por como ella le miraba, sintiendo una desesperada necesidad de explicarse, —me pidió ayuda con matemáticas.
Sora apretó el agarre de su maletín, haciéndose daño.
—¿Matemáticas? —repitió ella, incrédula.
—Sí. Sólo fuimos a la biblioteca a ver unos problemas. Nada más —se apresuró a decir.
¿Nada más? ¡Sí, claro! Taichi a veces era tan ingenuo. ¿Quién en su sano juicio le pediría a él ayuda en matemáticas?
—¡S-Sora! —exclamó él cuando ella se dio media vuelta y se alejó de él a grandes zancadas. —Ya Sora —decía él con una sonrisa de disculpa que ella no podía ver. —No es para tanto. —Ella le ignoró olímpicamente. —Sora —insistía él, pisándole los talones. —Lamento mucho haberte hecho esperar. Yami me detuvo justo cuando salía del entrenamiento…
—Ya lo sé —le soltó ella. —Ya me contaste esa historia.
—No te enfades —suplicó él.
—No-estoy-enfadada — dijo ella, controlando su tono colérico, sin voltearse a mirarlo y sin detenerse. —Estúpido Tai —siseó para sí.
Ella continuó su avance y él le siguió en silencio. Ahora iban por una calle un tanto concurrida, y ya habían pasado varios minutos sin que ella diera indicios de hacer las paces.
—Por favor Sora —comenzó a decir. —No te enojes. No podía decirle que no.
—¡Qué amable eres! —exclamó ella con ironía.
—Vamos, ¿no me digas que estás celosa? —dijo él con cierta frustración. Y aquella frase dicha al azar hizo que por fin la pelirroja se detuviera. Y Sora se detuvo por lo menos cinco segundos antes de seguir caminando, más molesta que nunca. —No estás celosa, ¿verdad? —preguntó él con cierta incredulidad. —Digo, porque tú y yo… quiero decir… Yami no… y… tú… ¿Estás celosa?
Sora se detuvo y se giró a mirarlo.
—¡Sí Ta!i ¡Estoy celosa! —exclamó ella.
La gente alrededor de ellos se paró para mirarlos.
Sora se sonrojó, avergonzada, y se dio media vuelta para seguir caminando a casa.
Tai tardó una milésima de segundo en reaccionar. Una sonrisa boba adornó su rostro y la siguió.
El próximo: Kari
