Editado: 3/05/2019.
Segundo fic de CDM, no tengo tantos nervios como la última vez.
Disfrútenlo
Amour Sucré no me pertenece, sino a la Chinomiko junto con Beemoov
La segunda vez
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Desenvolviéndose en las profundidades del mar, Dake prestaba toda su concentración en su entorno. A diferencia de la superficie, en el interior del mar todo era silencioso y apacible, su cuerpo se había acostumbrado a la temperatura baja del agua hasta poder sentirla más tibia.
Sus mechones se movían gracias al movimiento de las olas como las plantas marinas enterradas en la arena. Pasar el día en la playa era su terapia, su rutina y ahora su mayor dificultad. Él podría verse complacido notando unas singulares algas marinas pintadas naturalmente de esmeralda, pero no le sorprendía ver esa maravilla de la madre naturaleza ya que ciertos ojos desprendían ese mismo verde con, desde su subjetividad, mayor acierto, contagiosas emociones y una magnética atracción.
Ya de por sí sumergido en la marea, el muro que se había impuesto para no navegar en sus recuerdos, con esa sutil asociación había sido destruído y sus memorias indeseadas salieron a la superficie.
Los ojos esmeralda ya no eran una estática fotografía, en secuencia los párpados se entrecerraron y despertaron un brillo acompañados con una sonrisa, una que miles de veces había provocado en chicas, pero con un efecto más intenso para él con el paso del tiempo tratándose de ella.
La apariencia física de Sucrette era excelente pero no sobresaliente en algún campo, él estaba muy inclinado y acostumbrado a las chicas lindas de esbeltos cuerpos, algo muy probable de encontrar en zonas playeras. Asi que cuando él la notó entre los pocos visitantes, se había interesado pero no cautivado.
Siendo un mujeriego superficial de derecho, él tomó como costumbre la iniciativa sin dudar. Mostró su mejor sonrisa, la invitó a caminar, ella mostró resistencia, al igual que muchas. Asi que insistió, bien sabía que a las mujeres les encanta ser deseadas y necesitadas, ella no había sido la excepción, o al menos eso pensó cuando ella accedió.
Dake consciente del peso que tenía la primera impresión, había decidido no ser tan adulador con ella, porque obviamente se apartaría, y si él era muy conocido era por ser agradable a todo tipo de chica.
Así su momento juntos al principio fue suave, sin dobles sentidos o flirteos. Pudo saber cosas interesantes de ella, y decirle las cosas más llamativas de su vida, asombrandola en reacción.
Su compañía había sido agradable, para su tranquilidad, vio que ella ya se estaba relajando con él. La joven se comportaba de manera más confiada y menos reservada, con una pizca de bondad muy agradable, como la sal en su justa medida.
Si era tan aclamado por las chicas, el universo parecía haber decido que para efectuar justicia sería por siempre odiado por sus inseguros congéneres, un don porque era irresistible para las mujeres y maldición siendo la peste para otros. El tal 'Nathaniel' no era el primero ni sería el último en tratarlo como una basura por su rápida confianza con Sucrette. Pasando siempre por las mismas experiencias, las reacciones masculinas lo divertían, lo mejor de todo era que podía pronosticar que el tipo nunca tendría el valor de decirle lo que sentía a ella.
Desde su perspectiva, nunca de manera intencional buscaba provocar a sus rivales. Pero su ego había crecido como su sonrisa cada vez que ella le prestaba toda la atención e ignoraba, sin quererlo, al otro tipo.
Su deleite provocándole una migraña a Nathaniel era comparable a la satisfacción que había percibido en la carcajada de Sucrette notando el intenso sarpullido que la hermana del rubio, Amber, tenía más su vergüenza y vulnerabilidad. Ahí descubrió una cara diferente de ella, un lado oscuro inimaginable.
Habían tenido que recorrer toda la playa, tanto él como ella habían estado tan hambrientos, cuando más lo necesitaban, no aparecía el vendedor. Un gran alivio tuvieron cuando compraron unos pastelitos y los comieron, Dake había estado ansioso por lo que haría a continuación.
Lo siguiente era sencillo, lo había hecho antes muchísimas veces. Le propondría ir a mojarse un poco, se mostraría dispuesto a enseñarle un poco de surf, le diría que se subiera a la tabla, ella se caería, él la ayudaría a levantarse con la fuerza suficiente para que Sucrette pasara la barrera de espacio personal y la besaría.
Con cada paso que cumplió, experimentó una gran seguridad en sus acciones, no había nada de innovador en su estrategia. Después de ese momento, había tenido claro que jamás se reencontrarían. Si por coincidencia ocurría, él, con mucha seguridad, estaría acompañado de otras mujeres y Sucrette lo ignoraría o se molestaría al descubrir quien era realmente.
Pero después de su despedida, extrañó su voz, sus pupilas dilatadas bordeadas por el verde brillante, sus nerviosos e inquietos labios, en resumen, no paraba de anhelar volver a verla. La deseaba de una manera que un simple beso no lo satisfacía.
Su creciente interés había aumentado con numerosas ocasiones en las que se volvieron a ver, casi parecían arregladas por el destino. La carrera de orientación en el bosque, ese peculiar y memorable día en el centro comercial, o más bien, en el vestidor, la obra de teatro donde ella se disfrazó como la bella durmiente.
Las interacciones con ella, no sucedían de manera espontánea. Para él se volvió indispensable verla y que ella lo viera, lo notara. Ya no era una atracción, Sucrette le gustaba demasiado, estrujaba su pecho y ninguna otra chica iba a sacarla de su corazón. Escucharla pronunciar su nombre lo aceleraba, sus sonrisas y el evidente gusto que percibía en ella con su compañía lo mantenían en la gloria y todo ese cariño se movía en su ser y parecía un estúpido estando tan feliz con tan poco. Tan poco en comparación a ser deseado por ella, como él lo hacía. Eso le quedó claro en la exposición de arte cuando supo de su relación con el delegado.
Quizá le habría dolido menos si esa información no hubiera sido la respuesta que había recibido al revelar sus sentimientos, porque algo más feo que ser rechazado era saber que no era suficiente para ella, en comparación a ese tipo que que tenía millones de carencias, pero, estaba completo con los sentimientos recíprocos de Sucrette, mientras él se sentía vacío.
Su confesión lo había expuesto, contar algo tan privado e interno como su sentir lo había dejado indefenso, asi que en forma casi de supervivencia armó de sus pedazos una fachada, una compostura insostenible y esencial para que el playboy que se enamoró por primera vez no fuera visto con lástima, menos de ella, no quería otra reacción desagradable, el rechazo era más que suficiente.
"Por cierto, Sucrette… si cambias de opinión… llámame".
Sus últimas palabras habían aligerado el incómodo ambiente, cumplieron su objetivo de darle a entender a ella que estaba bien, que su rechazo no lo cambiaba ni lo destruía en lo más mínimo. La pequeña verdad era que esa irreal y miserable fantasía de que ella lo buscara, le correspondiera, lo notara, había atormentado y arruinado sus siguiente días.
Tan inesperado como la declaración de Sucrette fue la pulsera que atravesó el agua, sus numerosos recuerdos y se posó delante suyo. Al cabo de unos segundos de observarla, decidió sacar la mitad de su cuerpo del agua sosteniéndola y analizando las características desapercibidas de la joya. Por los claros detalles pertenecía a una mujer, pero no había un nombre o inicial que indicara la identidad de su dueña.
Podía tomarse la molestia de interceptar a mujer con quien se cruzara y aprovechar esa oportunidad para socializar y reactivar la costumbre de permanecer acompañado de bellas mujeres. Eso sería propio si le continuara encontrando el sentido a ese hábito como antes, pues necesitaba percibir ese sentimiento que solo había sentido con Sucrette, toda sensación del momento era tan insignificante como él mismo se sentía.
Asi que en lugar de usar esa ventaja, decidió dejarla en la tienda de objetos perdidos ubicada en la entrada de la playa, el efecto relajante de nadar no funcionaba más, no había olas y ya no toleraba mucho a nadie. Tampoco se moría por saber de quien era la misteriosa pulsera.
Al ingresar al establecimiento, distinguió a cinco personas formadas en la fila de recepción. Cuando se posicionó detrás de la última persona, una chica, dio un paso adelante, ahora solo debía esperar a que fueran atendidas cuatro personas.
Por suerte, la siguiente persona entregó una muñeca que se la encontró su perro, y la mujer que seguía cuando declaró que buscaba las llaves de su auto, descubrió que el hombre mayor que le seguía, tenía sus llaves para su alivio.
Si Dake desde el principio hubiera sabido quién estaba antes que él, no se habría sorprendido cuando reconoció la voz que provenía de la chica. Al saber, además, lo que ella había perdido, dato revelado en su diálogo con la mujer que la atendía, tocó su moreno hombro, y no esperó que ella se diera la vuelta. Él la encaró, y la confusión inmediata de los increíbles ojos celestes ajenos acabó en reconocimiento, pero no hacia él, sino al objeto que él traía en su mano.
—Me están haciendo más fácil el trabajo —exclamó muy divertida la recepcionista, apoyando el codo en el escritorio y su mentón en su mano, viendo con la sencillez la con que Priya recuperaba su pulsera y Dake cumplía su misión.
—Te lo agradezco muchísimo, Dake —ella a continuación, colocó la elegante joya en su muñeca, el lugar donde pertenecía y permanecía por obra de él. Se veía muy aliviada y feliz. Tuvo la posibilidad de encontrar una preciada posesión.
—De nada —respondió y de inmediato quiso irse, ella era la amiga de Sucrette y las miserables ganas de preguntar cosas que no le inmiscuían ni le hacían bien saber lo instigaban, su lengua quería pronunciar esa cuestión con imperiosidad. No pudo frenar el sonido de su voz pero cambió el mensaje—. Es desesperante cuando perdemos algo y las posibilidades de recuperarlo son nulas...
Quiso reírse con las estupideces sentimentales que estaba diciendo, incluso descolocó a Priya mejor que cualquier piropo que pudiera haber pronunciado. Aunque al principio no le había prestado a ella mucha atención porque estaba más enfrascado en la persona que no estaba presente pero que tenían en común, analizó cada uno de los gestos que expresó cuando pronunció cada palabra. Ella movió con sutileza las cejas y tardó un segundo más en parpadear, pero concordó.
—Solo se necesita un descuido para perder tantas cosas —explicó y cuando la cuestión parecía zanjada, aclaró—, cosas que no pensamos que somos capaces de perder.
De inmediato pensó en esa oportunidad, la posibilidad de ser correspondido. Él había tenido tanto sigilo y cautela tratando de ser aceptado, pero tal vez solo había alargado la espera de ser rechazado. No puedes perder algo que nunca tuviste. Pero lo único que él tenía, lo había perdido. Estaba sin nada, en un estado desconocido.
—O peor aún, pensar que no vamos a perderlo —sonrió más por amargura que por coquetería.
—¿No es lo mismo que dije yo? —contagiada imitó su gesto. Él negó con la cabeza— ¿Cuál es la diferencia?
—Tú nunca pensaste que ibas a perder tu pulsera, no es lo mismo que pienses que no vas a perder la pulsera. La primera es un descuido que te lleva un susto, pero lo segundo es una certeza que no sucede aunque tenía toda tu convicción —con el enredo de palabras, pensó que ella terminaría revoloteando sus ojos azules muy confundida. Pero sus pupilas siguieron con atención cada una de sus palabras como si siguieran el ritmo de una canción.
—Sufres la pérdida y la vergüenza de equivocarte —resumió su explicación marcando el punto. Se sintió incómodo porque esa frase encajaba con su fatídico estado actual. Sus reacciones fueron visibles porque ella entrecerró los ojos cómoda con su reacción, como si lo estuviera esperando.
—Luego te atormentas con la culpa, te preguntas cuántas oportunidades tuviste para actuar a tiempo —haciéndose el tonto, siguió con ambigüedades, los dos sentidos que se le podía atribuir a su diálogo se mezclaban con cada respuesta.
—Lo duro es cuando te pierdes en esa perdida.
—Sí, y no te encuentras, ni nadie puede encontrarte —agregó
—Nadie puede, no somos objetos que dependen que otros nos encuentren.
—Si que eres renuente para aceptar la ayuda de los demás —recordó su severa respuesta cuando él les había ofrecido su ayuda en el sótano "No estamos inválidas".
—La ayuda no es algo imprescindible en toda circunstancia. La intervención de otros en determinados momentos puede ser contraproducente.
—Estaba exagerando —mencionó fastidiado por tener que dar explicaciones innecesarias por la susceptibilidad de su interlocutora—. No tienes que tomarte todo tan en serio —le parecía muy presuntuoso que ella no pudiera ver más allá de su broma. No había tardado en comprobar que ambos compartían la inclinación a ser observadores, él había notado esa característica en su gran atención y como cada facción en su rostro se movía buscando sentido en lo que oía y percibía. Desde la perspectiva de Priya, intuía que el gran encanto de Dake no era solo producto de un favorable rostro y voz seductora, cada detalles irrelevante para cualquiera, sería para su desarrollada habilidad sumamente valioso y necesario.
—Si te tomas todo en broma, no esperes luego que los demás comprendan tu lado serio.
—Para mí está bien. No preciso de la opinión de nadie.
—¿Seguro? —de inmediato él quiso retractarse, pero ella no le dio ese derecho—. Creo que la mirada de Su fue esencial para su respuesta a tu propuesta.
—Parece ser que te volviste tan cotilla como ella —el insulto no dio afectó en nada el porte seguro y sereno de la joven—, por lo tanto, cuando la veas, dile sin problema que me viste —realmente odiaba sentirse acorralado, asi que con desafío, consolidó su resolución—, es más, dile que intenté besarte —lo último se envolvió con picardía, de esa manera ella sabría que él seguía siento un patán mujeriego, que nada había cambiado en él, aunque no fuera cierto.
—No voy a mentir —él sonrió de una forma similar a la primera vez que Priya lo vio derrochando galantería delante de Sucrette en la exposición de arte, la última y primera vez que lo vio en el instituto.
Tiró su brazo y la acercó sosteniendo su cintura. Unas frentes se apoyaron y unas narices lograron sentirse, pero sus labios no se tocaron por más descabellado que se veía. Literalmente intentó besarla, trató pero no pudo, no podía todavía.
Curioso era que tanto había escapado de los compromisos y la monogamia para encontrarse luego huyendo y rechazando esa conocida picardía estancándose en un terreno desconocido y insulso, una ubicación impropia para él, no era más el sujeto enamorado ni tampoco el dispuesto a cualquier mujer.
—Ahora no tienes que mentir —se separó sin haber recibido ninguna represalia violenta de parte de ella, se despidió recordando la mirada apacible de Priya, quien tan comprensible le había permitido comprobar que volver a tener ese estilo de vida alegre era muy exhaustivo, una carga insostenible para él, ya que realmente no tenía la fuerza de voluntad precisa. Pero nadie debía saberlo, por su narcisismo y por Su. No era tolerable para él que ella tuviera los ánimos por los suelos, y mucho menos ser la causa de esa condición.
Hola. Si haz leído Insistir; fic también de mi autoría; sabrás que estoy editando mis fics. La razón es por cuestiones de gramática, ortografía, coherencia y cohesión que durante el momento de su creación y edición no fueron bien analizados.
Otra razón de peso es que en el momento de su creación, todas estábamos pendientes de la situación de Lysandro por su accidente, esperamos el capítulo 31 de CDM. Más adelante se reveló que Priya es bisexual, algo que quise editar porque ella en la primera versión dice que es lesbiana. También mi objetivo fue trabajar con los sentimientos de Dake de una manera más compleja y seria, poder mostrar un lado más humano y menos artificial. La presencia de Priya me parece importante porque, aunque antes la usé para una situación cómica y para que mostrara su firme carácter, en esta ocasión intento mostrar su agudo ingenio y su madurez como persona. Además ella misma pasó por dificultades amorosas parecidas a las que muestro de Dake.
Por último, quería hacer a los personajes más cercanos a sus personalidades en el juego y que su interacción no se viera TAN forzada.
Agradezco a todos los reviews y favoritos que me han dedicado. Agrego que "Friki empedernido" también será editado.
