Era una tarde bella en el zoológico del Central Park en Nueva York, un pingüino anciano llamado Pedro Alvarez era el dueño de este zoológico, pero estaba fallido y había confirmado su venta para un pingüino llamado Skipper. Él estaba conversando sobre eso con su mayordomo Maurice.

Maurice: ¿No crees que es una locura vender ese zoologico a ese pingüino? Tu sabes que su negocio es otro y él puede acabar estropeando con ese zoologico.

Pedro: Él fue el único que aceptó el pago en diñero y en la cantidad que pedí. No te preocupes. Es un buen negocio tanto para mí, como para él.

Los dos conversaban sin saber que Cabo, un joven pingüino timido que servía al rico dueño del hotel estaba escuchando todo. Él apreció con el desayuno de Pedro.

Pedro (asustado por haber visto al joven pingüino): ¿Qué estás haciendo aquí? Tu no escuchaste nada, ¿no es mismo muchacho?

Maurice: Claro que no. ¿No es verdade Cabo?

Cable: No. Claro que no

Pedro - Es bueno muchacho. Porque mi nieta no puede saber de esa venta. ¿Está entendido?

Cabo: Sí señor.

Cabo se fue impresionado por lo que había escuchado y temiendo perder su hogar.

Toronto Canadá.

Una adolescente pingüino llamada Mikaela trabajaba como camarera en un food truker, ella estaba sirviendo otro joven pingüino y empezó a percibir que estaba siendo perseguida por otros pingüinos, distraídamente derribó jugo en la mesa del pingüino.

Tadeo: Qué cosa , estas viendo lo que pasó? Manchó todo mi paso. ¿Cómo voy a volver a Nueva York ahora?

Mikaela: Usted no necesita. Tengo un plan. Me encuentra allí en su coche.

Ella deliberadamente se cortó con el cristal de la copa y entró dentro de los camiones para hacer unos curativos, cuando en realidad ella también tenía intención de roba el dinero que tenía en la caja.

Mikaela: Me perdona a Doña Tereza.

Ella se fue junto con Tadeu, los pingüinos percibieron todo y fueron hasta el coche del pingüino.

Mikaela: Sabes, creo que deberías ir más rápido.

Tadeo: Voy como puedo.

Mikaela: De ese ayuno, no vas a llegar a Nueva York nunca. (ella puso su pie en el acelerador e hizo que el coche del pingüino ir más rápido)

Tadeo: ¿Estás loca?

El carro siguió caminando sin control, mientras el otro los perseguía.

- En un zoológico en Toronto.

Marlene y Skipper buscaban pistas sobre una cosa que era importante en la vida del macho.

Marlene: Skipper, tú estas tenso. Vamos en aquella operación que te dije. Esto te ayudará a relajarte.

Skipper: ¿Cómo puedo relajar Marlene? Con todo lo que esta sucediendo en mi vida? Sólo voy a tener paz cuando estoy libre de ese infierno.

Marlene: Aún así, usted necesita relajarse para que podamos encontrarla.

Marlene lo abrazó y Skipper besó sus patas como gesto de cariño. Él se levantó y Marlene chiró la pata que Skipper había besado.

Skipper: Marlene, la nieta de Pedro viene aquí para traerme el contrato de la venta de Central Park.

Marlene: Sí y usted quiere que le sirva algo para la niña.

Skipper: No, sólo voy a recibir a esa niña por su consideración. Por cierto, quiero que se vaya lo más rápido posible.

Si pasaron algún tiempo y una joven y hermosa pingüina apareció en el cuarto de Skipper, siendo recibida por Marlene.

Laura: Hola, he venido a hablar con señor Skipper. Necesito entregar estos papeles para él.

Marlene: Sí, puedes entrar.

Laura se sentó en un pequeño sofá que tenía en la habitación y Skipper de mala voluntad fue a recibirla, sólo que cuando vio a la joven mujer, luego se encantó por ella, Marlene al percibir eso no le gustó nada.

Skipper: Hola. Eres la nieta de Pedro Alvarez, ¿verdad?

Laura: Cierto. Yo soy Laura Alvaréz.

Skipper: Skipper.

Los dos se comprimentaron y Marlene estrangó el hecho de que Skipper de la nada haber quedado tan feliz y olvidando completamente el foco que lo prendía en aquel país.

Skipper: Entonces, tiene una opera para ir hoy. ¿No quiere acompañarme?

Laura: Claro. Sería un honor.

Marlene: Skipper, usted no tiene cosas más importantes para hacer

Skipper: Marlene, me perdona. Mis hombres están cuidando de eso y tu mismo dijiste que yo necesitaba relajarme. No te importas que yo vaya a Opera con Laura ¿si?

Marlene: Claro que no.

Los dos se despidieron y Skipepr siguió con Laura. Marlene permaneció sola y pensativa

Marlene: No creo que esa dai logró hacer que Skipper sonríe.

Marlene se acostó en la cama donde dormía el pingüino macho y chiró la almohada de él.

Marlene: Mi amor. Tu todavía vas a ser mío.