Nota de autora: Una colección de drabbles Kenyako dedicada al foro Proyecto 1/8, especialmente al topic Kenyako y a todas sus integrantes de esta linda OTP.

¡One-Shot dedicado a Kailey Hamilton por su cumpleaños!


Sorpresa


A Miyako siempre le han gustado las sorpresas. Ken lo sabía muy bien. También le gustaba darlas, al involucrar toda una maraña de organización y movimiento de gente que a ella le encantaba. Decir dónde y qué se hace; que se compra y que no; hacer bocaditos o comprarlos. Sí, a Ken le enamoraba que a Miyako le brillaran los ojos cada vez que planeaba algo sea grande o pequeño. Por ese mismo motivo, deseaba hacerle algo especial por su cumpleaños. Pero no contó con que Daisuke se subiera al tren.

—¿Y a dónde vamos?

—Estamos yendo a...

—¿Qué le vas a regalar?

—Bueno, yo...

—¿Es Miyako muy pesada con los sabores de torta? ¡La imagino muy espesa a ella!

Ken optó por la ley del hielo, al Daisuke no dejarle hablar. Se preguntó por qué es capaz de hacerle perder la paciencia pero aún así sonreír. Daisuke es un caso especial y lo sabe muy bien. Muy bien en el estricto sentido de la palabra, tanto así que llegaba raras veces a propiciarle una amenaza o buena gritada para que lo deje en paz. Sí, Daisuke era un caso especial.

O demasiado especial para cierta persona.

※※※

A Ken siempre le han gustado las cosas simples. Miyako lo sabía muy bien. También era de cosas extravagantes, de vez en cuando, pero en su mayoría nunca. Sí, era de aquellos que les gustaba hacer que cada pequeño detalle contara para hacer de un momento simple uno especial. Tenía ese toque de transformar un día lluvioso a uno soleado; una nevada a azúcar que cae del cielo; un latido a una unión. Sí, aunque él lo negara, para Miyako él era capaz de transformar su mundo. He por ello que su comportamiento sigiloso se le hacía sospechoso.

Le preguntó una vez más a Hikari si deseaba un décimo terrón de azúcar, cosa que ella rechazo educadamente, escondiendo el fastidio de tanto negarse. Últimamente estaba tomando el café cargado, incluso sin edulcorante.

—¿Pero no te parece raro? —meditó una vez más la chica de cabello lavanda como una grabadora rayada.

—No le veo nada de inusual—replicó, dejando la taza con suma delicadeza en la mesa. Hizo una pausa, ya que se quemó la lengua con el café—. No tienes que ponerte paranóica.

—No lo sé, es muy raro. ¿Olvidarse que es mi cumpleaños? ¿Que sugiera ir a visitarte porque tiene cosas que hacer con Daisuke? —juntó ambas manos en su delgada cintura, ladeando el rostro a cuarenta y cinco grados.

Hikari infló sus mejillas.

—¡No estoy diciendo que no quería visitarte! —se corrige, notando su error, al siempre ser de lengua suelta—. Es un placer verte, especialmente ver esa pancita crecer.

—De todos modos, ¿qué es lo peor que podría pasar? —suspiró algo ruborizada—. Ken te ama, Miyako. Es incapaz de olvidarse tu cumpleaños...si hasta hace poco anda emocionado con la idea.

—¿¡Lo estaba!? —el ámbar de sus ojos se iluminó, entusiasmada por la revelación.

—Oh, espera... —algo intimidada por la cercanía, Hikari recordó. —Creo que ese fue Daisuke gritando por Ken. Ya sabes cómo es él.

—¡Ese niñato! —requintó, aunque de niño ya no tenía nada—. Últimamente está saliendo mucho con Ken...

—¿Algún problema? —preguntó Hikari arqueando una ceja.

—No lo sé, Ken ha estado recibiendo muchos mensajes de texto estos últimos días... estoy preocupada. —se desplomó en el cojín al lado de su amiga—. ¿Acaso ya no me ama?

—Miyako, estás haciendo una tragedia donde no existe... —Hikari toma un sorbo más de su café.

—¡Y también Daisuke lo llama a cada rato, urgh! —se jaló los pelos efusivamente.

Una risa nerviosa escapó de los labios de la elegida de la Luz, sabiendo a la perfección que era tan solo uno de los millares de delirios que salían de la boca de ella. Se recostó en la alfombra de la sala, extendiendo sus brazos. Un par de contracciones empezaron pero no era lo suficiente para decirle. Cerró sus ojos solo para que, al abrirlos, tuviera los lentes de Miyako encima de ella.

—¡Ta-da! —como arte de magia, la heredera del Amor y la Pureza sacó un celular.

—¡No me digas que llegaste al punto de hurtar un celular! —asustada por las recientes conductas obsesivas de ella, quiso arranchárselo.

—Hikari, ¿qué clase de chica crees que soy? ¡Es de Ken! —sonriendo de esquina a esquina, desbloquea la pantalla con destreza y agilidad.

—¿No tiene contraseña o algo? —parpadeó con sus ojos cafés.

—¡Nosotros no nos guardamos secretos! —emocionadísima de hablar con alguien sobre sus sospechas, abre el buzón de mensajes—. ¿Ves? ¡Es un número desconocido, se trata de una vieja arpía!

Entrecerrando sus ojos, Hikari echa un largo suspiro. No supo desde cuando se transformó en una persona con algo de antipatía. Culpó a los dolores y cansancio, al solo anhelar que el dolor acabe y así pasar al siguiente gran paso de su vida. Tan solo unos meses más y el tormento se iría más rápido de lo que duró. Con una migraña que estaba viniendo de tanto griterío, pensó si Ken se habría sentido alguna vez así con Miyako.

Esbozó una sonrisa. Era imposible. Ken ama a Miyako, con o sin gritaríos. Tal y como un día dijo en casa, Miyako no sería Miyako sin esas extravagancias. Ama ese detalle de Miyako, y no lo cambiaría por nada. En ese momento apareció Daisuke en mente, entrometiéndose en la conversación preguntando cosas innecesarias ante las confesiones. Y fue ahí cuando el foco en su cabeza castaña se iluminó.

—¡Yo conozco ese número! —colocando una mano sobre sus labios, buscó su móvil.

Por el otro lado, Miyako seguía metida en las conversaciones que hablaban sobre verse en ciertos lugares, reunirse a tomar algo, o simplemente datos aleatorios que no comprendía. Ahora fue el turno de Hikari de arrebatarle el celular y comparar la información en mano. Su rostro palideció rápidamente, mariposas volando en el estómago de Miyako; ¡oh, el suspenso la mataba!

—Miyako…—tragó saliva, —…es de Daisuke.

—¿Daisuke? ¡Pero sería raro si lo tiene bloqueado! —rio, tratando de pasarlo por alto.

—Considerando la situación, creo que es probable que Ken lo haya eliminado de sus contactos… él puede llegar a ser… muy persistente. En todo sentido.

—¿En todo sentido? —algo pícara, le alzó las cejas a la castaña.

Sin embargo, esta no se inmutó.

—Aguafiestas—infló sus mejillas—. Nah, sería imposible que Ken me esté engañando con Daisuke.

Y fue el momento menos oportuno para que Hikari tomara café, ya que aparte de quemarse parte de la garganta, acabó escupiéndolo en sus faldas junto a una gran tos por el atoro. Miyako no lo notó al estar sumida en sus fantasías.

—¡Siempre pero siempre supe que había algo inusual en su amistad! —cruzó sus brazos—. ¡Incluso desde niños! ¡Siempre supe que esas noches de hombres…!

Se detuvo de golpe; Hikari seguía agonizando.

—¡Daisuke le quitó la virginidad a Ken, esto es el colmo! ¡Maldito! ¡Sabía que esas noches de videojuegos no eran más que mentiras, se supone que sería yo y él a mí…! Cosa que sí fue así pero igual, ¡no lo voy a perdonar! Ahora que lo recuerdo he visto a Daisuke sacar su ropa de nuestra casa antes…

¡Eso es porque siempre va a dormir a su casa cuando sales a algún viaje!, pensó Hikari, todavía siendo incapaz de decirlo al seguir tosiendo.

—¡Esto solo confirma que…!

—¡Miyako cálmate! —una vez que retomó la compostura, la sostuvo del brazo ya que se había puesto en la actitud de planear una emboscada—. No es prueba suficiente. Sí, claro. Daisuke le manda muchos mensajes que, ahora leyéndolos, pueden malinterpretarse pero, no creo que vaya desde hace tanto tiempo atrás.

—Mmm, puede ser—tranquilizándose, Hikari logró volver a respirar—. Aunque estoy siendo una tonta, esto también debe de ser un gran golpe para ti.

—Umm…

Para su suerte, Miyako cambió rápidamente de tema de conversación al escuchar que entró un nuevo mensaje del mismo número.

¿Dónde estás? Por cierto, uh… sé discutimos en la mañana pero quisiera disculparme contigo. Sé que últimamente estoy insistiendo mucho y entiendo, debe de ser difícil con ella ahí dentro. Debe ser una locura, ¿no? Me preguntaba si podríamos vernos más tarde. ¿Recuerdas ese lugar en el parque? ¿Cerca al río donde nos dimos las manos por primera vez? Te estaré esperando ahí. No importa lo que me vayas a decir, siempre te amaré. Sé que últimamente yo…

Pero la chica de cabello lavanda apagó la pantalla del celular sin terminar de leer el mensaje de más de 100 palabras.

—¡MOTOMIYAAAAAAA!

※※※

Ken y Daisuke seguían su recorrido por el camino comercial, comprando lo que necesitaban para la gran sorpresa. Todavía les quedaban unas horas y optaron por pasear en búsqueda del regalo perfecto. A Miyako siempre le gustaban muchas cosas. Veía algo y decía que era lindo o feo. Que desearía tenerlo o aborrecería su presencia. Incluso Ken sentía que de a pocos se convertía en alguien así al rechazar todo objeto de mal gusto que Daisuke clasificaba adorable y a él le parecía una abominación, al igual que ese inusual daruma que les regaló en un aniversario.

—Creo que ya pasamos por aquí—murmuró Ken algo perdido, debido a que la cantidad de transeúntes había incrementado—. ¿Recuerdas, Daisuke?

—Ah, maldición…—soltó sin previo aviso luego de que un niño se tropezara con él.

—¿Pasó algo?

—Le escribí un mensaje a Hikari pero lo envié a tu celular—se abrazó a sí mismo, deprimido—. Me equivoqué de número.

—Puede ser que sí se lo hayas enviado, mi bolsillo no vibró—buscó entre ellos sin éxito alguno—. Parece que lo olvidé en casa. Oh bueno, quedará en suspenso.

—Yo que quería disculparme…—sollozando como un niño pequeño, Ken tuvo que jalarlo de la manga de su suéter para que avanzara y no perderlo, evitándose el ir a tener que ir a buscarlo a una estación de policía como un padre preocupado.

※※※

Debe ser difícil con ella ahí adentro—recalcó Miyako—. ¡Está diciendo que no puede decirlo al yo ser un fastidio porque siempre estoy dentro de la casa!

Hikari ya no daba más, tanto que comenzó a ofuscar todo lo que decía Miyako, recostándose una vez más en la alfombra. Aunque lo que más le colmó la paciencia fueron las palabras que empleó Daisuke en el mensaje. ¡Siempre lleva a malentendidos! … ¿O quizás no?

Se levantó de golpe por pensar dicha cosa.

—No, Hikari… estás dejando que la locura de Miyako te consuma—cubrió su rostro con ambas manos.

—¿Me dijiste algo? —preguntó con inocencia.

—Miyako, si tanto deseas quitarte el clavo de encima, ¿por qué no vas y lo buscas para aclarar las cosas? —con un sarcasmo que nunca emplea, Hikari se cuestionó si fue natural o será que la influencia de Takeru jugó en su contra.

—¡Bingo, eso es! —sosteniendo las manos de su mejor amiga, se contiene de darle un beso de agradecimiento—. ¡Eres brillante, por algo eres la Luz!

—No lo decía en se…—pero antes de terminar la palabra serio, la chica de gafas secuestro el teléfono de Hikari—. ¡Oye!

—Ahora solo hacemos esto… ¡bingo, la localización de Daisuke! —mostrando su hazaña, espera a que la elogien.

—¿Cómo…?

—Mi estimada Watson-chan, todos estos dispositivos están dentro de una nube y tienen la función de poderse localizar—guiñó un ojo.

Oh, Dios. ¿En qué me estoy metiendo?

Esos fueron los últimos pensamientos de Hikari al ser sacada de su casa, en contra de su voluntad.

※※※

Un presentimiento comía a Ken. No sabía si era bueno o malo pero, algo le decía que era entre los dos. Él no es de planear sorpresas, y le estaba costando mucho. No por el hecho de no ser de cosas extravagantes, sino por el hecho de que no le gusta mentir. Sí, puede ser que cuando lo haga sea muy convincente, tanto así que muchos lo tildan de calculador pero, sabe que muchas veces Miyako cae. Ella cae porque le cree cada palabra, y le dolía haberla engañado para darle una sorpresa. Una fiesta sorpresa por su cumpleaños, que pretendió olvidar dando la excusa que saldría con Daisuke a hacer unas cosas y sugiriéndole ir a visitar a Hikari.

—¿Te decidiste? —desesperado por saber qué iba a escoger, el cómplice agita las millares de bolsas de confeti que cargaba.

—Todavía no—se detuvo frente a una tienda llena de cristales—. No soy de cosas pomposas. Siempre le he dado a Miyako cosas que no me hacían pensar tanto, porque sé lo que le gusta y qué no. Soy más de hacer cosas a mano y dárselas, al ser más especiales. Ahora venden tantas pero tantas cosas que…

—¿Te decidiste?

—No, no me he decidido—resopló.

—Entonces dilo en vez de palabrear tanto—le golpea la espalda, sonriendo—. ¿Hay algo que haya dicho querer últimamente?

—Ignorando el hecho que quiere verme tan solo usando un listón como prenda en la cama, diciendo que soy su regalo, pues no.

—Miyako sí que es atrevida—silbó—. ¿Y si haces eso?

—….—colocó un dedo bajo el mentón.

—¡No lo medites, no lo medites, busquemos algo de una buena vez! —asustado al ver que realmente lo estaba pensando para evitarse la agonía, lo empujó para seguir avanzando.

Lo que ellos desconocían era que, a la distancia, dos siluetas los seguían sigilosamente utilizando lentes de lunas negras y marco rojo, junto a una gabardina beige y sombrero conjunto. Andaban con mascarillas en la boca y atraían los ojos de los peatones.

—El ave dejó el nido. Repito, el ave dejó el nido. Cambio.

—Puedo verlos, Miyako. No es necesario que…

El ave dejó el nido. Repito, el ave dejó el nido. Cambio.

—El ave dejó el nido, cambio…—resopló en derrota la castaña—. No puedo creer que me dejé involucrar en esto.

※※※

No fue hasta que Ken dio con su propio reflejo en miniatura, a través de una vitrina de una tienda inusual, que detectó una premonición. Se detuvo en seco, acercándose, casi perdiendo a Daisuke en la multitud. Una pequeña botella de vidrio había llamado su atención en dicha tienda de artilugios que para muchos no valdrían para nada pero, para él, podrían sí hacerlo. Era diminuto, delicado y hermoso. Muy dentro hacía un diamante lavanda, idéntico al de dicha flor. Pudo ver el reflejo de Miyako provenir de este, tomándolo como una señal.

—Esto es—susurró—. Esto sé que le gustará.

Lo que no sabía era que el reflejo que vio, era la mismísima Miyako tras un árbol.

—Están entrando a esa tienda de segunda mano—dijo la susodicha, solo para espantar al final a un niño que la miraba con sospecha. Se agitó más al ver que Ken tomó de la mano a Daisuke para ingresar—. ¡¿Ken siempre fue el seme?!

—Creí que lo más lógico sería que fuese el uke…—al notar lo que dijo, Hikari sacudió bruscamente el rostro—. En todo caso, ¿qué piensas hacer ahora, Miyako? No es como si pudieras entrar, tu identidad sería…

Pero notó que le hablaba al aire, al haber desaparecido en cuestiones de segundos. Andaba ingresando con grandes pasos ruidosos hacia la tienda. Sin saber que hacer, Hikari se percató que Ken andaba colocándole un collar en el cuello Daisuke, justo antes de que volteara y fuese por un anillo. Un anillo que el anciano que manejaba la tienda, se lo sugiriera.

※※※

—¿Será de su tamaño? —preguntó Ken, luego de verse convencido de comprar ambos objetos—. Aunque hace un bonito complemento con el collar de botella.

—¿Si lo pruebas en mi dedo? —sugirió Daisuke—. ¿Qué es lo peor que podría pasar?

Y por más que el muchacho de cabello azabache no luciera muy convencido con la idea, se dejó llevar por el momento. No sin antes sentir cómo la mano de Daisuke desaparecía de las suyas y fuese secuestrado por un desesperado beso de Hikari.

Miyako no supo en qué momento la castaña le ganó la carrera, pero supo que una vez que terminara el encuentro entre ambos, le propiciaría una buena golpiza por estarle robando al novio. Porque el novio de su novio debía pagarla, y muy caro. No obstante, en la mente de Ken rondaban muchas preguntas sin respuesta, especialmente por el ridículo disfraz de detectives de infidelidad que la chica de cabello lavanda portaba y que, deducía, había obligado a su amiga a vestir.

—¿Y? ¿Sentiste algo? —Hikari lucía desesperada.

—Sentí tu lengua—respondió.

—¡No, otra cosa! —ruborizada en extremo, pretendió no haberlo escuchado—. ¿No sentiste algo más?

—¿A qué viene tanta pregunta…?

—¡No quería molestarme contigo esta mañana! Eso solo que, Daisuke, tienes que entender que estar embarazada no es fácil y no es posible siempre estar a tu disposición... temí que, temí que me estuvieras… creí que…

Miyako, deseando no entrometerse en ese problema, acudió directo hacia Ken, sosteniéndolo de los hombros. El chico no comprendía todos los eventos que sucedían a la misma vez.

—Ken, solo hay algo que te voy a pedir luego de todo esto.

Silencio.

—Por favor, si decides enamorarte de otra persona o sacarme la vuelta, ¡que sea con una mujer y no con un hombre! —entre lágrimas de cocodrilo, señaló a Daisuke.

En ese instante, Ken no se imaginó que explicar el malentendido sería la tarea más larga que ha tenido en su vida. Que le robaría risas a Miyako que provocaban no lágrimas de tristeza, sino de alegría. Que el hecho de que ese anillo de juguete que el anciano le ofreció a Ken terminaría atorado en el dedo de Daisuke y la chica de cabello lavanda sugiriera cortárselo con una sierra eléctrica. Que el mensaje fue solo una equivocación y era para Hikari. Que descubriría que Hikari también tuviera sus miedos absurdos. Que ella ahí adentro significaba a la niña que Hikari carga dentro suyo. Que valió la pena querer hacerle una fiesta a sorpresa a Miyako por su cumpleaños.

Gracias a ello aprendió que Miyako era una sorpresa en sí misma, al ser siempre inesperada. Al mostrar que siempre había algo nuevo que descubrir con ella, llevando una momentos llenos de emoción al recibir una sorpresa cuando abría sus labios, sus ojos, curvaba una sonrisa, o simplemente al tener una loca idea en la cabeza que llevaría a más sorpresas en el camino que incluso lo tomarían desprevenido… como acceder al no tener contacto con hombres, por más que involucrase no ir a un baño público o evitar reuniones sociales con baños de aguas termales temporales.

Sí, Miyako es una persona llena de sorpresas.


OS inspirado, en muchos sentidos, por el manga Horimiya. Lamento si hay problemas de redacción. La narración no es de lo mejor pero espero te haya gustado, Kailey, y robado por lo menos una sonrisa. No cuento con mucho tiempo libre para escribir y pudo haber sido mejor :(