Íre La Lís.

(Deseo sin Miel)

Desear, es soñar la dicha

de nuestro porvenir,

lo que el corazón anhela

y espera recibir

pero no todo deseo es dulce,

es tormenta, es flagelo, es fuego

que quema y consume

que te susurra

que mates al mensajero que porta

el deseo, que no te pertenece

aun.

.

.

Ese deseo era puro, lo sentía adherirse a su piel como la sombra a la carne viva, sentía la esencia misma de su compañera pegada a el como perfume.

En un principio lo confundió con simpatía, con camaradería, con amistad, cuando se dio cuenta de que sus sentimientos no eran aquellos que imagino. Fue muy tarde... sintió una especie de ardor en la piel cuando ese enano la miro, por como la miro...como si ella..., como si la acariciara, como si la anhelara, de una forma que le resulto perturbadora. Sintió ira y antipatía contra el enano, su memoria guardo sus facciones toscas por siempre para recordarlo odiándolo, molestándolo con el recuerdo con su mirada hacia ella, hacia Tauriel, y es que...el no podía mirarla así, realmente considerándolo, no le agradaría que nadie lo hiciese.

Esa...fue la primera vez que se enfrento a sus sentimientos reales por ella. Tauriel, Tauriel...compañera, amiga, guerrera, excepcional, extraordinaria, bella..., era perturbador, porque nunca se había sentido así por nadie. Esos sentimientos que comenzaban a emerger a la superficie, que despertaban...lo invadian como llamaradas, y sin embargo siempre habían estado ahí.

Era una sensación aplastante y liberadora, pensó de pronto en que su futuro a su lado incluiría la aprobación de su padre, y que este respetaría su deseo, Thranduil era obstinado y frio pero el era un hijo, guerrero y príncipe excelente, le había servido bien siempre sin pedirle nunca nada. Esa tarde le comento con toda deliberación a su padre que Tauriel había peleado con gallardía, su Padre lo conocía, noto el brillo en sus ojos ante el comentario:

-Hablare con ella, es excelente guerrera.- Ante tal declaración el príncipe sonrió. Legolas pensó, que su padre seria el eslabón de plata fina y poderosa, que terminaría por unirle con ella, sabia lo mucho que ella admiraba a su Rey. No le negaría nada, no desobedecía nunca.

Y la esperanza creció en su corazón.

Que volvió a arder al contemplar el interés de Tauriel por la vida del mismo enano ante la mención del orco frente a ella, el orco del que le salvo la vida hacia apenas momento en el bosque y el sugirió llevar prisionero, después de que Thranduil lo degollara, cuando fue a dar la orden de cerrar las puertas, y el guardia menciono que ella no estaba, el no dudo en emprender su búsqueda. Ya Donde sea, como sea, la encontraría, seria ese mismo sentimiento lo que se lo permitiría siempre...siempre. El pánico de no volverla a ver le siguió a la incredulidad de su atrevimiento. Por primera vez en décadas ella había desobedecido a su rey. Lo había hecho deliberadamente por ese maldito enano.

El enano miserable y altanero con el que había hablado hasta casi el amanecer junto a su celda, el miserable que la miraba como una gema, la transparencia y confianza del trato entre ellos lo atravesaba como espada antigua a la carne dispuesta. Lo indignaba y lastimaba, sentía sus músculos erguirse contraídos, sus dedos entumecerse en deseo por tomar una flecha que le atravesase el pecho. Sentía la ira y el pánico crecer en su interior. Susurros crueles le asaltaban el pensamiento, -No lo mires-, -No le hables Tauriel-, -No te le acerques-, -Que el no te observe-, -No...le abras tu corazón a el Tauriel-

El deseaba su corazón, deseaba su amor, deseaba su atención, pura y única, deseaba su entrega a un destino a su lado, deseaba que abandonara cualquier pensamiento que fuera en contra de ello. Que le mirase a los ojos, atravesando su alma y corazón para que pudiera observar cuanto este la amaba, el corazón que sentía ahora lo dominaba y doblegaba, había sacado a la razón de sus convicciones de forma aplastante e impetuosa. No había vuelta atrás, no existía otra forma de vida para el, ella debía entender lo mucho que el deseaba que ella lo amara.

Soñaba, soñaba despierto y dormido, en vela y alerta, soñaba, soñaba con ser el único centro de atención para ella, como ella lo era de el, verla en el umbral del camino, al borde de los paisajes era sentir al corazón estallar y volver a unirse. Era que la presión sanguínea y la razón los traicionasen, era morir y volver a nacer, al diablo el ayer y el mañana, la lógica y la doctrina, ella, todo era ella.

Y lo que el sentia por ella,lo que quería que ella sintiera por el y no por...el enano, era Íre La Lís (Deseo sin Miel) que lo consumía. Ella era oro y el era ambicioso, Ella era amanecer y el era un ciego. Si, ella era oro, y el se volveria el mas codicioso y embelesado guerrero por su conquista, lo haria a tal grado que cualquier enano se sorprendería al recordar el fervor de su lucha por conseguir a su tesoro.

Cuando recordaba la forma en la que el miraba al hijo de la montaña sus manos temblaban con ira, sentía su piel arder con cólera. No podía obligarla a amarlo ella lo haría por su voluntad, pero a el, a el...si la vida le diera la oportunidad de matarlo...utilizaria ese afecta de ella hacia el enano como un medio para eliminarlo, para que arrancara esa locura sin sentido y se entregara a el con el alma.

Pero luchare...luchare, la batalla es mi elemento. Al final, yo conquistare la victoria en su corazón.


N.A: Que les ha parecido queridos? Dejadme escucharlos, este fic me inspira tanto a una vez terminado el reto continuarlo, he tenido peticiones para escribir un final alternativo para mi pareja del alma en la película La Batalla de los 5 Ejércitos. Que opináis? Es la misma pareja pero la trama es distinta a los volúmenes que escrito.