Capitulo 1: la soledad del recuerdo.
Los rayos de luz comenzaban a molestarla. Sabía bien que debía levantarse sin embargo su cuerpo se resistía. Sólo había dormido un par de horas y estaba exhausta al haber estado hasta la madrugada estudiando para el examen de ese día.
-podría rendir el recuperatorio…- se dijo para darse la vuelta e intentar dormir.
-¡Vas a llegar tarde, Hitomi!- gritó una voz ingresando a la habitación de la joven de cabellos rubios.
-¿Por qué tienes que ser la voz de mi conciencia, Kazumi?- comentó con voz adormilada mientras observaba a su superyo personificado, por entre las sábanas.
-porque sino dejarías todo de lado y te encerrarías en tu habitación.
-no es cierto.-en el fondo sabía que su compañera tenía razón.
-si que lo es. Así que vístete y vamonos.
La joven se levantó a regañadientes y se dirigió hacia el baño. Lo mejor era hacer valer las horas de sueño perdidas en vez de volver a tocar ese apunte horrible de nuevo…
-sé que no estas triste porque tu relación con Kioya no haya funcionado. ¿Qué es lo que te sucede en realidad?
-nada… no me pasa nada.- comentó mientras se desvestía para tomar una ducha rápida.
Se hacían cuatro años exactamente desde que volvió a su hogar. Dios sabe que había intentado con todas sus fuerzas seguir adelante después de abandonar ese maravilloso mundo llamado Gaia mas le era imposible. Las primeras semanas veía a Van en sueños, feliz por su futuro. Sabía que habían podido reconstruir Fanelia y que lideraba con bondad y buen juicio. Empero hacia un año que no sabía nada ni lo sentía cerca, cosa que le encogía el corazón y demolía su espíritu. ¿Y si Van había muerto?, pensaba horrorizada ante la idea para luego desecharla. No podía ser, él era fuerte…
Una vez que estuvo lista, cogió sus cosas y luego de tomar un apresurado desayuno, se dirigió a la universidad en compañía de su amiga con quien compartía el departamento.
- todo va a salir bien, ¿de acuerdo?
-si, gracias- sonrió cabizbaja.
El examen terminó y lo pudo resolver sin dificultades. A pesar de haber terminado con Kioya, ellos todavía seguían siendo buenos amigos y él a veces hacía de profesor para la joven como en esta materia.
-¿qué tal te fue?- preguntó una vez terminado el examen.
-bien, todo gracias a ti- sonrió tiernamente.
- no tienes que agradecerme nada. A mi me sirvió muchísimo enseñarte, así pude aprender mejor los conceptos.
El joven contempló a su compañera de la misma manera en que lo había hecho desde que la conoció. Su rostro, sus labios, sus extraños ojos que parecían mirar más allá de las cosas, lo cautivaban entero. Había tenido suerte de haber pasado un mes junto a ella en plan de novios sin embargo ella rompió la relación alegando que no quería dañarlo. El joven desesperado por no perder contacto le pidió que siguieran siendo amigos a lo que ella aceptó gustosa. Hitomi lo quería mucho pero no de la manera en la que él necesitaba.
- ¿qué sucede?- inquirió en un tono preocupado. Desde que había llegado la notó triste y más melancólica de lo normal.
-nada, estoy bien. No dormí lo suficiente.- sonrió mas este acto fue automático y tal como apareció se desvaneció de sus labios.
-Hitomi sabes que puedes contar conmigo. Por favor, confía en mí.-pidió casi implorando.
Ella lo observó a los ojos. Sus grandes ojos negros reflejaban su genuina preocupación y en ellos podía ver reflejados sus tristes ojos verdes, haciéndole ver cuan amargada parecía.
Suspiró y lo tomó de la mano para dirigirlo lejos del bullicio. Lo llevó a una banca cerca de un lago artificial que había sido construido en la universidad, en donde estaban albergados diferentes especies de patos.
Exhaló el aire pesadamente. Tenía que alivianar su carga de alguna manera.
- recuerdas…- se detuvo. No sabía bien cómo comenzar.
- ¿Qué cosa?
- ¿recuerdas cuando te conté sobre… sobre extraños sueños que había tenido cuando estuve en el instituto?
-si, eran fantásticos, sobre todo los hombres con alas.
-si… bueno… en realidad no fueron sueños, Kioya.
-¿fue una película?-Hitomi lo miró directamente a los ojos y meneo la cabeza como negativa.- ¿entonces?
- fue real.
Un silencio se hizo entre ellos mientras el viento de otoño soplaba levantando las hojas secas del suelo, haciéndolas danzar.
- ¿me estas intentando decir que fuiste a un mundo en donde se puede ver la Tierra y que puedes ver el futuro?
La joven asintió pensando que fue mala idea decirle la verdad. Kioya, de repente, comenzó a reír a carcajadas mientras la chica lo observaba dolida.
-Hitomi eres genial, por un segundo me lo creí. Sería fabuloso ver un mundo así- se secaba las lagrimas producto de la risa.
- es verdad Kioya, sin embargo no intento que me creas, sólo necesitaba librarme un poco de estos pensamientos contándolos.
La expresión de la joven hizo que el chico se detuviera. Realmente parecía que lo que decía era cierto así que junto valor y decidió escucharla.
-lo lamento Hitomi, no pretendía herir tus sentimientos. Pero si es verdad lo que dices, ¿es que acaso quieres volver, por eso estas tan triste?
-hoy… hoy se cumplen cuatro años desde que volví de Gaia y… y yo…- las lagrimas comenzaron a caer por sus mejillas mientras el corazón se le oprimía.
- ¿Por qué quieres volver? ¿Estabas enamorada de Van?
Todo su cuerpo dio un brinco al escuchar las palabras de su amigo.
-¿por qué lo dices?
-La vez que me contaste esa historia el rostro se te iluminaba cuando hablabas de ese chico que tenia un robot dragón. Parecía que le tenías mucho cariño y por tu reacción veo que no me equivoco. Es un poco difícil de creer pero… si tu me lo estas diciendo con sinceridad yo te creeré Hitomi. Sin embargo, sin tu presencia, la universidad se tornaría un poco triste.
-gracias Kioya- le agradeció desde el fondo del corazón para luego abrazarlo.
Una sensación cálida de bienestar la envolvió. Se sentía segura junto a su amigo, amada… Una vez que el abrazo terminó lo observó un instante. Ambos se miraron profundamente a los ojos mientras que sus cuerpos se acercaban. Ninguno de los dos pensaba en lo que estaba sucediendo, sólo se movían. Intercalaban las miradas entre sus labios y sus ojos. Cuando sus labios casi se rozaban, varias plumas níveas como el algodón cayeron del cielo haciendo sobresaltar a la joven mientras que voces lejanas susurraban algo sobre tierras salvajes y un mundo diferente.
-¿Qué sucede Hitomi?
- ¿Van?- inquirió al levantar una de las plumas que había caído en su regazo. – Van- sonrió contenta mirando hacia el cielo en el que pudo divisar la silueta de un dragón.
-¿Qué es lo que ves?
La visión desapareció al igual que las plumas. El ánimo de la joven también cayó. Quizá sólo fue una jugarreta de su mente. Hacia mucho tiempo que no sabía nada de Gaia ni de Van, ¿por qué ahora? Seguramente lo anhelaba tanto que se maquinaba ilusiones con ese fin. Se levantó del asiento y corrió sin decir nada, dejando muy preocupado a su amigo.
- me estoy volviendo loca. Debo estarlo ya.- murmuraba mientras esperaba el tren para regresar a su departamento. Había decidido no ir al resto de las clases, no se encontraba de humor para eso.
-¿Kanzaki?- preguntó una voz familiar.
-¿Superior Amano?
- Dios, que sorpresa. ¿Qué haces por estos lugares?
-estudio en la universidad de arqueología. ¿Y usted?
- vine a visitar a unos amigos que viven en el campus. ¿Cómo estas? ¿Sigues leyendo el futuro?
-no… ya no. – comentó cabizbaja.
- recuerdo que eras famosa por eso. ¿Sigues corriendo?
- de vez en cuando pero ya no estoy en ningún equipo.
- no deberías desperdiciar tu talento Kanzaki. Eras muy buena.
- ¿estas en algún equipo de la universidad, superior?
-Si, hace una semana ganamos un campeonato entre las universidades, salió en los periódicos. Disculpa, ahí vienen mis amigos. Nos vemos.
El joven se alejó de ella mientras que recordaba cuanto cariño le había tenido en sus años de instituto. Sin embargo luego descubrió que ese amor había sido confundido por la admiración y respeto. En realidad había descubierto el amor de verdad en un hombre cabezota y orgulloso pero noble y amable.
Una vez en su departamento, tiró todas sus cosas y se desplomó en la cama. Suspiraba cada tanto recordando su aventura mientras que gruesas lágrimas se agolpaban en sus ojos.
-quiero regresar- susurraba entre sollozos.- quiero regresar a Gaia.
Las horas transcurrieron y la tarde avanzó rápidamente. Ya casi no había luz solar y el cuerpo de la joven estaba en la misma posición en la que se había acostado horas antes. No supo en que momento se durmió pero al despertar sintió una gran necesidad de tomar aire. Iba a salir con la ropa que llevaba pero, luego de echar un rápido vistazo a su ropero, buscó su conjunto de deportes y se dirigió a la calle. Cerca de allí había una pista para correr alrededor de una cancha de fútbol.
Se encaminó hasta allí a paso lento mientras que su mente permanecía en blanco. Era como si su cuerpo caminara por inercia hasta ese lugar. Observó la pista y resuelta se colocó en posición para salir a correr.
En realidad le había mentido al superior Amano. Desde el instituto ya jamás corría. Eso sólo le traía más recuerdos de su pasado y no quería revivirlos por la tristeza que le causaba el tener que vivir en éste lugar.
-ten el valor- se dijo a si misma mientras pasaba a la segunda posición.- ten el valor.
Su carrera improvisada comenzó. El calor pronto invadió su cuerpo y su corazón se aceleró. Una sonrisa se pintó en sus labios mientras sus piernas recordaban con felicidad cómo se sentía correr a esa velocidad y con tanta pasión. Una imagen pasó fugaz por su mente, el rostro del Rey de Fanelia, pensativo y frío como jamás lo había visto.
-Hitomi, te necesito.
La voz de Van le llegó tan clara como si hubiese estado en a su lado.
-¡Van!- exclamó sin dejar de correr, deseaba estar a su lado con todo el corazón.
Recordó su collar, el cual le había otorgado como regalo al joven para que no la olvidara. Lo visualizó en su mente y todo su ser fue embargado por la idea de regresar.
Un gran haz de luz la cubrió completa elevándola por el aire.
-¡Van!- gritó.
La pista de carreras quedó una vez más en la oscuridad y ahora se encontraba desierta. La joven había desaparecido sin dejar rastros.
