Notas:
¡Hola! Oh mis dioses, no puedo creer que estoy publicando un long-fic después de tanto tiempo, tomaré el riesgo.
Ahora, pienso seguir los pasos de otros fickers y ya me puse a trabajar en los capítulos posteriores, por lo que espero asignar un día para publicar. Por ahora creo que publicare una o dos veces al mes, pues aún tengo otros proyectos.
En fin, quiero hacer unas aclaraciones de este fic:
✦ Intenté apegarme a sus personalidades canon lo más posible, así que espero sea de su agrado.
✦ En este fic, Zim y Dib ya están en una relación. Bueno al menos no se estarán matando tan seguido (?) por lo que me concentraré más en la relación de Pur y Rojo UwU
✦ Además me aventuraré a explorar los sentimientos irken y agregaré headcanons que tengo sobre los irkens defectivos.
✦ Muchas de las cosas presentadas en este fic son headcanons que leí en otros fics, en tumblr o propios.
Cualquier otra aclaración la haré en el capítulo mismo.
¡Nos leemos!
Planeta Juzgamentia - Territorio del imperio Irken. "El día que la pesadilla continuó".
Los pasos de varios drones de investigación resonaban por la habitación mientras se apresuraban a enviar informes y trabajar en las gigantescas computadoras, que habían sido instaladas de emergencia, los científicos hacían pruebas sin ningún descanso en un futuro próximo. Las órdenes de los Más Altos habían sido claras desde aquel día.
"Reparenlos".
Y sin ninguna palabra más, un pequeño equipo grupo élite de científicos viajó desde las instalaciones en Vort hacia Juzgamentia con el propósito de trabajar en un proyecto secreto.
Tan pronto llegaron al planeta, se les dio instrucciones específicas sobre la importancia de la misión y de que no debían decir nada fuera de la cámara de juicio. El resto de los guardias y el personal fue removido hacia un espacio más lejano, sin dejar el planeta, de esa manera los Más Altos podían asegurar la protección de los Cerebros Control. Sólo los científicos y ciertos miembros del personal estaban autorizados para entrar en esa área.
—Señor, las lecturas indican que la actividad en los Cerebros Control se está normalizando de nuevo—informó uno de los científicos sin dejar de introducir códigos al sistema principal.
Debido que estaban en un planeta conquistado, y no en la central tecnológica irken, el proceso se hacía más lento de lo normal, sumado al hecho de que las conexiones eran encriptadas para evitar que algún enemigo externo descubriera lo que estaba pasando y usará la incapacidad de sus líderes en su contra. Durante varios meses el equipo había estado intentando recuperar los datos del núcleo de cada cerebro control a sus ajustes originales. El desastre de leer un PAK defectuoso había causado estragos a su juicio y sus circuitos mismos.
—Excelente, según los cálculos los Cerebros Control recuperaran la cordura pronto—comentó otro científico.
Su tono denotaba que se encontraba aliviado de resolver la última situación en la que el proyecto se vio comprometido cuando por error mezclaron dos de los comandos en el sistema. Esto causó que uno de los Cerebros Control actuará de manera errante y distraída, lo que distaba ser la verdadera fuerza irken. Por suerte, habían logrado activar el mecanismo de hibernación de nuevo antes de que el problema empeorara.
Debido a que ese incidente podría representar un peligro para la misión, los científicos habían trabajado arduamente en resolverlo antes lo antes posible porque tenían un reporte que entregar cada cierto tiempo. Por eso esa vez se habían retrasado con el informe, pues estaban demasiado ocupados arreglando el asunto. Pero ahora que todo estaba volviendo a la normalidad y las signos de los cerebros estaban mejorando en general, podrían poner en marcha una sesión de prueba.
—Activando sistemas. Encendiendo los protocolos de iniciación—se escuchó una voz robotizada, era la computadora central dando por terminada la hibernación de los cerebros control.
El momento de la verdad había llegado. Era hora de saber si meses de trabajo habían funcionado. Las lecturas de energía y de actividad cerebral se mantenían estables, a pesar de que las fluctuaciones entre ellas eran menores comparados con las del pasado.
Simplemente un detalle insignificante que podían dejar pasar.
—Todo en orden en las lecturas cerebrales—anunció un dron.
—Sistemas estables—anunció otro.
—Iniciando conexión con la computadora principal.
Todo estaba listo, sólo necesitaban presionar un botón. Los científicos estaban confiados en que ésta vez que volvieran a activar a sus líderes, funcionaría completamente, por lo que no tardaron mucho en presionarlo.
Tan pronto lo hicieron, el sonido ensordecedor de la alarma sonó por todo el complejo.
【 IZ】
Nave del Imperio Irken - La Inmensa.
—Y por eso te digo, Rojo, las donas rellenas siempre superarán los bocadillos de doody-doo fritos y caramelo.
Su compañero que distraídamente había escuchado todo su argumento se giró en su silla despegando la vista de la pantalla que marcaba algunas gráficas para encarar a su co-gobernante con una expresión incrédula. ¿De dónde sacaba Púrpura tantas ideas inútiles y sin sentido? A veces se cuestionaba si no era él único cuerdo en esa nave. Si el otro pusiera esa concentración para no hacer nada (o en caso su caso hacer algo inútil) en hacer su trabajo como Alto, estaba seguro que su productividad incrementaría a niveles astronómicos. Pero en lugar de eso, Púrpura se la pasaba holgazaneando y comiendo incluso la mitad de su ración de bocadillos. Claro que muchas veces habían discutido sobre ello, mas el otro siempre aprovechaba cualquier oportunidad para robar parte de sus bocadillos.
Justo como estaba haciendo en ese momento…
—¡Oye! ¡Esas son mis donas!—acusó molesto. El contrario únicamente se encorvó de hombros y continuó comiendo. Acostumbrado, pero sin la intención de dejar que se saliera con la suya, Rojo se levantó y le arrebató la bolsa de donas antes de golpearle en el brazo—. Tu ya te acabaste las tuyas.
Púrpura soltó un quejido acompañado de un leve gruñido nada contento con el golpe.
—Pues siempre estás ocupado como para comerlas, no está mal si como una o dos más.
—No puedes, son mías. Además no estaría tan ocupado si alguien hiciera la mitad de su trabajo—se quejó tomando una dona y comiendola—. Hablando de trabajo, ¿terminaste de registrar a los nuevos smeets? Ya que te veo muy tranquilo, seguramente también hiciste el reporte sobre los descubrimientos del equipo de drones científicos del planeta Vort.
Rojo entrecerró sus ojos mirando acusadoramente a su compañero, sospechaba, mas bien estaba seguro, que el otro no había hecho nada. Éste ignoró su gesto amenazante y continuó impasible, manteniendo esa actitud de no querer hacer nada, yendo tan lejos para tomar otra bolsa de bocadillos y dejarse caer sobre uno de los sillones.
—Aburrido, ¡¿por qué no mejor explotamos planetas?! ¡Ya sé! ¡Hay que explotar Vort! Así no habrá reportes que hacer.
Frustrado, Rojo golpeó su frente con su guantelete. Estaba cansado de que su compañero, la mayoría del tiempo, le dejara todo el trabajo. Se suponía que eran líderes. Los dos, no sólo él. A veces, en momentos como ese, la idea de lanzar a Púrpura por la cámara de aire parecía muy tentadora. Sin embargo, en el fondo sabía que no lo haría ni aunque su vida dependiera de ello. Era su co-gobernante y debían regir el Imperio los dos, le gustara o no, aunque a veces desearía que el otro cooperará aunque sea más que en hacer fiestas o ordenar comida cada tres horas.
—Pur—lo llamó por su apodo, ese que usaba cuando estaban a solas, porque Púrpura se enfadaría si lo decía frente a otros. Aunque pensándolo bien, sería buena idea darle un mal rato frente al resto de la tripulación. ¿La desventaja? Él también se vería envuelto en el asunto. Sin embargo, esperaba que al llamarlo así captar su atención—. ¡No podemos destruir Vort y mucho menos porque es la fuente de armamento irken! No vamos a destruirlo, aunque la idea parece tentadora, porque sería una pérdida para el imperio.
Púrpura lo miró incrédulo para luego cambiar a un gesto molesto—. Lo sé, estaba bromeando, no tienes que exaltarte—comentó rodando los ojos, como si el simple hecho de que Rojo pensara que estaba hablando seriamente le ofendieron, y se levantó para tomar su dispositivo tablet y revisar los documentos—. Regresaré cuando termine.
Y sin dejar que el otro respondiera se retiró de la cabina de los Más Altos, probablemente yendo a la oficina principal al otro lado de la nave.
Una vez en soledad, Rojo volvió a suspirar. No era su intención gritarle de esa manera a Púrpura, pero su estrés estaba alcanzando niveles peligrosos y su compañero no era de gran ayuda. Tal vez, el otro se enfadaría por unas horas, pero siempre volvían a buenos términos, por lo que decidió concentrarse en terminar su parte del trabajo.
Decir que estaba algo cansado era poco, ya que el trabajo de los últimos meses se había acumulado. La Operación Ruina Inevitable II estaba a punto de completar exitosamente otro sector de la galaxia y debían dar órdenes de qué hacer con los nuevos planetas conquistados, a eso debía agregarle una pila de documentos por firmar. También tenían que revisar los proyectos de los vortianos y su equipo de drones científicos. Y no sólo eso, sino que debía sumarle a todo el hecho de que no habían tenido noticias del planeta Juzgamentia en meses, lo cual comenzaba a ser preocupante.
Se suponía que el equipo de drones de investigación a cargo del mantenimiento de los cerebros control tendría noticias sobre su estado mental. Pero ya había pasado una semana de la fecha de entrega del reporte y no había escuchado nada. Debido a que era un proyecto secreto, no podía simplemente decirle al resto Imperio Irken que los cerebros control no estaban funcionando a toda su capacidad, no después del juicio de Zim en el que el irken más pequeño había dañado sus sistemas.
Vaya y pensar que aun si estaba en el exilio seguía causando problemas. Primero los apagones de Devastis I y II, luego impidió la Operación Ruina Inevitable I y fue el causante de la pérdida de dos Más Altos. Ahora también sumaba a su lista el Caos Inminente de Juzgamentia, en donde llevó a la locura a tres de los cinco cerebros control. A pesar de haber perdido toda conexión con la pequeña amenaza en el último año, medio año después de su desaparición había sido suficiente para descontrolar al Imperio Irken, y aunque las órdenes de los Cerebros Control seguía siendo la ley, su hibernación inducida para reprogramarlos de vuelta a la normalidad, los destituía de todo cargo temporalmente, lo cuál significaba más trabajo para él y su co-gobernante. Se supone ellos debían gobernar la Operación Ruina Inevitable II, así como dirigir la armada por los planetas conquistados para ejecutar la purga orgánica. Pero ahora tenían documentos por firmar, proyectos que revisar y entrenamiento smeet en múltiples trabajos que aceptar, eso sumándole a lo que ya hacían con anterioridad.
No saber qué era lo que ocurría en Juzgamentia le sumaba presión al asunto, por lo que más tarde haría una llamada a la central de investigación temporal exigiendo resultados. Regresó su atención a las gráficas sobre las provisiones que recibían comenzando a presionar los botones del teclado, pues en ese momento solo debí concentrarse en su tarea.
【 IZ】
Poco le importaba a Púrpura haber lanzado miradas asesinas a todos quien se cruzara en su camino, descargando su frustración en cualquiera, mientras caminaba por el pasillo hacia la oficina principal, ni mucho menos estaba interesado en ver los gestos de sorpresa y temor que recibía. Normalmente sentirse temido y ser obedecido eran cualidades que como altos disfrutaban especialmente cuando se trataba de atormentar y hacer sufrir a otros. Pero en esos momentos no estaba de humor, había tenido suficientes cambios con Rojo y el trabajo, que simplemente quería encontrar un lugar tranquilo y obligarse a terminar aunque sea algunos documentos para no tener que oír los sermones de su compañero.
Se supone eran los Más Altos, el rango supremo del Imperio Irken, ¿no? Fácilmente podían encargar a alguien de hacer algunos trabajos mientras conseguían probar la nueva línea de productos alimenticios, pues había escuchado que los científicos habían estado trabajando con sabores diferentes, más nunca tuvo la oportunidad de hablarlo con su compañero, quien se encontraba demasiado ocupado en terminar algo que en primer lugar no era su trabajo.
Se suponía que los Cerebros Control se encargaban de todos los documentos y de organizar las otras tareas aburridas, mientras ellos iban por la parte divertida de dirigir un imperio y la armada, conquistando todo lugar que un invasor pisara, como la raza superior que eran. Entonces, ¿que tenía que ver con revisar proyectos y atender smeets? Nada. Era absurdo e ilógico.
Aun si el idiota de Zim había dañado a los Cerebros Control, estos podían poner sus tareas en pausa y reanudarlas después. Sólo había pasado unos meses, ni siquiera era un año y Rojo se lo estaba tomando más serio de lo que debería. Rodó los ojos, aun si nadie lo estaba viendo, y abrió la puerta de la oficina principal. Luego procedió a tomar asiento mientras miraba la pantalla del tablero electrónico saltándose las palabras y firmando directamente. ¿Para qué tomarse la molestia de leer? Además lo haría si fuera un caso sumamente importante, pero sólo se trataba de aceptar uno que otro trabajo de las clases pequeñas de irkens y listo. No tenía porque aprenderse todo, eso sería una pérdida de tiempo.
Si tan sólo Rojo se relajara más, pensó molesto.
El sonido de una llamada entrante de la cabina principal resonó y de inmediato recordó las veces en las que Zim les llamaba, porque generalmente ningún otro invasor se contactaba con ellos a menos de que fuera una emergencia. Sin embargo, como el defectuoso que era, Zim solía llamarlos por cualquier minúsculo tema. Y a pesar de que al principio era divertido burlarse de su existencia, pronto se volvió tedioso y aburrido. No es como si pudiera soportar sus tonterías por tanto tiempo, por eso siempre dejaba que Rojo tratará con el intento de invasor. El el uso de ese canal de llamadas provenía de la cabina principal. Y se conectaba con las oficinas usadas por los Más Altos en la nave, por lo cual asumió que debía tratarse de una emergencia de alto nivel.
—Mis Altos—habló una voz que reconocieron como el pequeño irken a cargo de las comunicaciones—. Se solicita su presencia en la cabina principal.
Púrpura sabía que estaba hablando con ambos, pues podía ver que la otra línea conectada provenía donde se encontraba Rojo.
Sin embargo, Púrpura había tenido suficiente de escuchar lo que tenía que hacer, sino era Rojo era un irken enano, por lo que respondió a la defensiva—. ¡¿Eh?! ¡¿Acaso estás ordenando a Los Más Altos, diminuta criatura?!
Escuchó un suspiro, que reconoció como Rojo.
—Sólo vamos, pero más vale que sea una verdadera emergencia…
Por alguna razón eso lo hizo enfurecer más, pues su compañero estaba defendiendo a un irken más bajo. Contuvo un gruñido y cortó la comunicación. No sin antes maldecir unas cuantas veces, levantándose de la silla y caminando hacia la cabina principal. Al menos estaba de acuerdo con eso último. Más les valía que fuera una emergencia o alguien sufriría, ya que no estaba de buen humor.
【 IZ】
Apenas llegó a la entrada se reencontró con su co-gobernante al cual lanzó una mirada indignada para luego bufar y entrar primero, aunque no estaba tan molesto como antes si se había ofendido por la actitud del otro. Además Rojo había empezado con todas esas miradas decepcionadas y molestas que le lanzaba cuando creía que no lo miraba. Si no conociera a su compañero diría que éste intentaría eliminarlo para quedarse con el puesto.
No obstante, sus pensamientos de conspiraciones fueron interrumpidos por una pantalla que transmitía lo que parecía ser un dron irken científico, más específicamente el que estaba a cargo de la misión secreta en Juzgamentia.
—Saludos, mis Más Altos Todopoderosos.
—Espero que esta sea una llamada sobre el reporte—comenzó Rojo tomando el control de inmediato, como el líder que parecía ser siempre. Eso lo hizo enfurecer más, maldito presumido, mas no se quedaría sin hacer nada ésta vez.
—Habla ahora y que sea rápido—ordenó Púrpura con el mismo tono que su acompañante, lo que lo hizo ganarse una mirada sorprendida de Rojo y él correspondió con un gesto soberbio que claramente se leía como "si, yo también puedo ser un líder como tú".
—Me temo que no tengo buenas noticias, mis Altos.
Eso captó la atención de ambos quienes regresaron su vista hacia el científico. El irken al otro de la pantalla se veía inseguro de hablar, mirando hacia todos lados como si no supiera que hacer, lo cual incrementaba la curiosidad de los otros dos gobernantes. ¿Que podría ser peor que tener a los cerebros control en reparación desde el juicio de Zim?
—¡Habla ahora sino quieres que te lancemos al espacio!
A pesar de estar lejos el uno del otro, siempre podían mandar la orden y los demás la cumplirian, por lo que su amenaza estaba cargada de verdad. El irken se quedó en silencio, aun temblando por la reacción. Respiró hondo antes de tomar una pose más seria.
—Mis Más Altos, por órdenes de los Cerebros Control y debido a los acontecimientos como el exilio de Zim y el juicio de Zim, son acusados de traición y maltrato hacia su propia raza. Por lo tanto su condena es el exilio inmediato.
Todos en la cabina quedaron en completo silencio, incluyendo los nombrados. Nadie se movía, ni hacía ningún ruido. Después de varios segundos, las carcajadas de ambos líderes resonaron por el lugar.
—¿Escuchaste eso, Rojo? ¡Exiliados!
—¿Y si escuchaste por qué, Purpura?—respondió entre risas, sintió que por eso, toda la ira desaparecía de su sistema y era reemplazada por incredulidad—. ¡Por Zim!
Ante el nombre más carcajadas explotaron, sin embargo, nadie más se atrevió a hacer comentario alguno. Ni siquiera el irken que les dijo la noticias, quien se mantuvo impasible durante todo momento.
—No había escuchado algo tan gracioso en años—comentó Rojo aún lanzando pequeñas risas y secando las lágrimas que habían causado sus carcajadas. Su co-gobernante estaba recuperándose al igual que él de un momento tan cómico. Poco a poco fueron calmando hasta darse cuenta que nadie más estaba riendo— ¿Qué? Tienen que admitir que fue ridículamente hilarante—habló Rojo dirigiéndose al resto de la tripulación, quienes se miraron entre ellos.
Eso ya no era divertido.
Rojo regresó su atención hacia el irken más bajo.
—Deberíamos aniquilarte por decir tales mentiras, pero justamente hoy nos sentimos benevolentes de dejarte vivir por darnos un entretenimiento bueno. Ahora, sigan trabajando en lo que sea que hagan y no nos llamen a menos que sea una emergencia. Fin de la transmisión.
Sin embargo, sus ordenes simplemente viajaron como palabras por el aire cuando ninguno de los otros irkens obedeció. Luego siguieron los murmullos debatiéndose si obedecer o no.
—¡¿Qué están haciendo?! Su Más Alto les ha dado una orden. ¡Obedezcan! —exclamó Púrpura de forma dominante, pero poco efecto tuvo en los demás.
—No estarán pensando que eso es cierto, ¿o sí?—cuestionó Rojo burlesco. Pero su sonrisa se borró cuando la tripulación comenzó a murmurar sobre el asunto.
—Las órdenes de los cerebros control son absolutas. Mis Altos—tomó la palabra el científico hablando seriamente, recuperando la atención de todos.
En toda su vida desde que habían eclosionado nunca habían recibido tales acusaciones y tampoco se les ocurrió pensar que algún día serían exiliados, mucho menos siendo Los Más Altos. ¡La mera idea inconcebible y ridícula!
Pero según su situación, no les quedaba poder alguno para negarse, ni siquiera para pedir un juicio más justo siendo que los Cerebros Control eran los jueces a cargo de la sentencia. La cual ya había sido anunciado.
