DISCLAIMER: ONE PIECE PERTENECE A EIICHIRO ODA, Y NO HAY FINES DE LUCRO TRAS ESTE ESCRITO. ÚNICAMENTE NOS PERTENECE LA HISTORIA.
ADVERTENCIA: EL SIGUIENTE FANFICTION TOCA TEMAS QUE PODRÍAN SER SENSIBLES PARA CIERTA PARTE DE LA AUDIENCIA.
I
El hombre de uniforme y modales impecables se paseaba por el restaurante mientras atendía a la clientela, recogía las mesas que lo ameritaban y llevaba platillos desde la barra de la cocina hasta los ojos de sus comensales. Al ser el único mesero en función debía hacerlo con rapidez, mas sin perder la gracia con la que se había prometido trabajar a falta de colegas con si quiera una pizca de decencia que ayudaran a la imagen del Baratie. De vez en cuando se daba el lujo de regañar a un par de los cocineros y otros camareros, pero en general prefería mantenerse al margen de las constantes peleas que se daban por cualquier pequeñez. Si tenía que ser sincero, le sorprendía que nadie hubiera resultado muerto, especialmente en esas peleas donde estaba involucrado lo que él creía el origen de la mayoría —si no es que todos— los problemas del restaurante, Vinsmoke Sanji, un buen cocinero con una personalidad terrible, prácticamente imposible de tratar.
Para empezar, era un ser extremadamente obsesivo en todo lo que hacía, tardándose más que cualquier otro en preparar las órdenes que le llevaba. Además, cuando las cosas no resultaban como él las quería, su lado irascible y poco educado salía a la luz insultando no sólo a sus compañeros de trabajo, sino a cualquier cliente que osara hablarle.
Pese a considerarse a sí mismo alguien sincero y bastante valiente, nunca había encarado al cocinero principal del Baratie como hubiera gustado, solamente había reclamado alguna vez el trato a los clientes, y por lo que recordaba, sólo había recibido un par de fuertes moretones en las costillas producto de las patadas de Vinsmoke Sanji. No entendía cómo ese hombre había llegado a tener un puesto tan importante donde se debía saber tratar a los clientes y se necesitaba tener una gran paciencia; aunque no tenía por qué pensar mucho en ello. Él era sólo un mesero con pinta de caballero en el trabajo y muy poco que mencionar en su tiempo libre, en otras palabras, un don nadie que ni siquiera recordaba el momento en que tal personaje llegó a desagradarle tanto como para seguir sus movimientos por la desconfianza de que algún día matara a alguien con una patada por decirle que la comida estaba tibia.
Tal vez debía agregar eso a la lista de cosas que le disgustaban de ese hombre: aquel orgullo que le hacía arremeter con gritos y golpes a cualquier persona a la que se le cruzara por la cabeza criticarle. O más bien, cualquier hombre que remarcara algún fallo de sus creaciones, pues si era una mujer la que hablaba... Ni siquiera le dejaba terminar, haciendo intentos baratos y descarados de llamar la atención de las damas.
No se había percatado de lo concentrado que estaba en observarle hasta que el llamado del rubio le sacó de sus pensamientos, un grito molesto con una sarta de palabras despectivas y una orden precisa que no había escuchado.
Pensó buscar ayuda en los demás trabajadores, pero todos eran como ese cocinero: irascibles, impacientes, sin modales, sin empatía ni carisma... Sabía bien que ahí no encontraría solución a su problema, mas tampoco cambiaría nada si le preguntaba a Vinsmoke por su cuenta.
Comenzó a mover su pierna con desesperación, como si marcara un presto, culminando su agitado ritmo mental en un suspiro de rendición ante el molesto cocinero.
—¿Cree que puede repetirme la orden? Quiero cerciorarme de algo. —Estaba mintiendo, claro, pero él también tenía su propio orgullo, y no estaba en sus planes rebajarlo tanto ante el rubio; rubio que en vez de repetirle la orden se dio a la tarea de insultarlo y quitarlo bruscamente del camino a la cocina.
—¡Idiota, aparta!
—¡Ya debería ser suficiente! ¿No cree? Terminará por espantar a los clientes si sigue gritando como condenado —dijo el mesero con enojo y cierto alivio, llevaba más tiempo del que pudiera recordar queriendo decir eso.
Era consciente que el golpe y el insulto se dieron al mismo tiempo, pero estaba demasiado ocupado reteniendo el aire ante la patada que aquel cocinero le dio como para preocuparse de los adjetivos que había usado para describirle.
Tirado en el suelo y apoyado en la pared de la cocina, comprobó la falta de decencia en todos los hombres que le rodeaban, quienes pasaban de largo al verlo en ese estado. Además, comprobó que los clientes se sentían incómodos y ansiosos cuando aquel rubio les atendía, tal vez por la mirada de enojo que siempre llevaba.
Quiso levantarse y seguir como si nada, pero el dolor en el abdomen le impidió moverse más de dos centímetros. Algunos clientes le observaban preocupados y otros indiferentes, pero él, como camarero del mejor restaurante, mostraba una sonrisa agradable a todos por igual, una sonrisa ensayada de "lo esperamos de nuevo" que causaba cierta gracia en esa repetitiva circunstancia.
—¡Te pagan para trabajar, no para holgazanear! —gritó un cocinero veterano irritado por haberse tropezado con su pierna—. ¿Qué esperas? ¡Trabaja!
El hombre lo haló de un solo brazo para ponerlo de pie a la fuerza, sin nada de delicadeza o si quiera cuidado de no romperle la manga del uniforme del que tan orgulloso se sentía.
—¡Ya basta! ¡Déjenme en paz!
El cocinero volvió a tirarlo al suelo, logrando esta vez que cayera cerca de uno de los clientes, un oficial de la marina con una gorra y una camisa roja de muy mal gusto, que no hizo más que apartarlo con el pie lejos de su espacio.
—¡Serjei, quítate de en medio, muchacho inepto! —gritó Patty desde la cocina, moviendo el cuchillo carnicero como si fuera a matar al pobre mesero con él.
—¡Si pudiera moverme...!
—¡No me importa si te estás desangrando y no te puedes parar! ¡Ya te lo dijeron, estás aquí para trabajar, así que hazlo!
—¡He estado trabajando todo este rato!
—¡Pues a mí me parece que has estado muy plácido en el suelo!
—¡¿Que he estado cómodo?! ¿¡Quieres que te de una patada como la de Vinsmoke para que veas qué tan relajante es?!
Parecía que el hombre iba a contestarle, pero la aparición del jefe del Baratie le hizo cambiar de opinión. El cocinero se había acercado mientras gritaban, y al observar el silencio generado entre los dos hombres, escupió al mesero en el rostro lleno de suciedad y sangre.
Se consideraba a sí mismo como un hombre fuerte y orgulloso, pero era humano, quizá el único humano que quedaba trabajando en ese lugar; y como ser humano que había llegado a un punto donde no se recibe una sola palabra de afecto o apoyo, se sentía solo, desesperado y frustrado.
Un cigarro... La nicotina debería tranquilizarlo, pero por más que buscó, no logró encontrar la cajetilla que estaba seguro de haber abierto el día anterior.
—¿Será que me los acabé ayer? —preguntó al aire, sin esperar respuesta.
—¿Se te ha olvidado que no puedes fumar?
Creyó escuchar a alguien cerca, pero debió ser algún cliente que salía satisfecho del restaurante.
—¡Quiero un maldito cigarro! ¡Quiero que desaparezca Vinsmoke! ¡¿Dónde demonios está la caja?! —gritó y se despeinó el cabello, desesperado. No recordaba desde qué momento se estresaba tanto mentalmente; para peor suerte, su falta de memoria lo estresaba aún más.
Había pensado que hacer efectivo su vicio le ayudaría a conseguir fuerzas para levantarse, pero ante su olvido suspiró resignado e intentó apoyarse en la barra para ponerse de pie.
Al fin y al cabo, ya me siento mejor, se dijo, y ya falta poco para cerrar.
Pero cuando intentó elevarse, los brazos le fallaron, como si el golpe que le había dado hubiese afectado su sistema locomotor. Sintió tambalearse, y aunque pudo ponerse de pie y sujetarse de una manera un poco más segura de la estructura de piedra caliza, no se sintió lo suficientemente estable como para volver a desplazarse por el lugar.
—Deberías sentarlo. —Volvió a escuchar cerca, una voz diferente a la primera—. Deja que te ayude.
Sintió el tacto suave y dulce en su espalda, y al voltear a ver se encontró con una joven un tanto demacrada, pero que incluso así podía ser considerada hermosa. La observó detenidamente, tratando de enfocar bien su vista, que le estaba haciendo una broma bastante pesada al oscurecer todo por instantes.
—¿Estás cómodo así? —preguntó la joven de largo cabello anaranjado con una mirada dulce, pero evidentemente triste.
—Sí, gracias, señorita. Es usted muy amable. —Le sonrió y ella le devolvió el gesto a la vez que acariciaba su espalda con movimientos que se atrevía a calificar como fraternales, tanto que la joven se le hizo conocida de algún lado.
—Disculpe... ¿Nos conocemos?
No entendió el problema, pero la joven se mordió el labio inferior y contuvo las lágrimas, que pretendía disimular.
Un fuerte dolor de cabeza lo volvió a marear, pero más fuerte. Tuvo que cerrar los ojos para aguantar el dolor ante la mirada preocupada de la mujer. Cuando abrió los ojos, prefirió volver a cerrarlos, no entendía dónde estaba, a ratos en el Baratie, a ratos en la nada oscura y a veces en una pequeña habitación.
Yume!: Hola‼ Espero que esto, una invención resultante de tantos factores externos e internos a esta especie de cooperativa creativa de dos masoquistas, haya capturado su atención en este primer capítulo. Se verán cosas, dice la biblia, y en esto se verán muchas; bueno, comenzaron a verse allá por el inicio de nuestras vacaciones. De verdad que esta historia ha dejado legado en nosotras, de todo tipo; así que esperamos que con forme vayamos publicando y ustedes vayan leyendo, esta serie de palabras organizadas en un sentido trágico, se haga cada vez más real en cuanto a sentimientos se trata.
Y, cómo no, esto también nació de una bayuncada, una confusión, si entramos en detalles; y una compañera que sugirió un nombre para algún personaje.
Gracias por leer este capítulo, y de antemano, a quienes la sigan leyendo después.
¡La tragedia es buena, damas y caballeros! Ojalá sigan la historia, les guste y la sientan.
Rui-chan: Y se vino la tragedia, señores! Tras poco más de tres meses -si contamos el momento de la edición, y sin contar la planificación- por fin terminamos este trabajo, y hemos decidido presentárselos aquí... Y de verdad esperamos que les guste.
Ya ni siquiera recuerdo a raíz de qué salió la bayuncada de turno, pero total, que terminamos todas confundidas repitiendo como drogadas 'Sanji llama a Sanji Sanji', y después nos comenzamos a dar codazos y a mirarnos como diciendo 'esto lo vamos a usar', aunque no sabíamos muy bien cómo, ni en qué género, ni si toda la trama giraría en torno a esa tontería o no... Y todo fue que la compañera que se sienta detrás de Yume nos escuchara hablar de... Olor a tabaco, supongo... Y nos preguntara si podíamos poner a un personaje llamado Serjei -que en realidad se escribe Sergei, pero... Se quedó con la j por... Comodidad,supongo- y comenzó a dar posibles papeles, obviamente de secundario... Pero nuestra mente masoquista trabajó por sí sola... Haciéndolo lo que representa en el fic, y lo que representa en nuestra vida privada... Una especie de patrón/deidad de la creatividad y... Algo más que se verá con el tiempo.
Esperamos que se queden a seguir leyendo nuestros desvaríos, y sinceramente espero que para el final su corazón salga desecho de aquí, como el nuestro salió de escribirlo!
