Disclaimer: Ouran High School Host Club es propiedad intelectual de Bisco Hatori.
Padre e Hijo
por Onmyuji
El pequeño rubio abrió sus enormes ojos azules y un puchero se asomó en su cara. Estaba solo en medio de una enorme habitación con decorados delicados y piezas de arte en vista muy frágiles y costosas. Movió su cabeza lo poco que pudo y, dándose vuelta para buscar señales de vida de algún adulto, descubrió que se encontraba rotundamente solo.
Se paró con sus piecitos muy apenas sobre el costoso sofá y se detuvo del respaldar para evitar caer, pues no en vano apenas aprendía a sostenerse sobre su propio cuerpo. Una vez ahí dio otra vuelta a la sala con la mirada, esperando encontrar señales de algún adulto. Pero al no ver a nadie, se dejó caer sobre el sofá, esta vez sin puchero en la cara, sino más bien con una mirada descontenta.
Papá lo había dejado solo... Y sin un solo juguete con cual entretenerse. Ni siquiera a Kuma-chan para consolarlo en la soledad de esa enorme pieza.
Tenía apenas un año y papá no sabía que era peligroso dejarlo solo en la sala de estar, llena de artefactos costosos dignos de su abuelo Ranka que cada tanto venía a consentirlo y a jugar con él.
Para colmo de males, mamá no estaba para consolarlo, alzarlo en brazos y llevarlo a ver a través el enorme ventanal de aquella pieza para ver los jardines. Estaba solo y sin ayuda no podía bajar de ese sofá tan alto. Podría accidentarse.
Aunque quisiera, tampoco alcanzaba el ventanal para ver por él.
Y entonces, en ese momento de rotunda soledad, rompió en llanto.
Justo como si esa fuese la alarma que indica algún robo o hubiese sido llanto mágico; la puerta de la sala de estar se abrió, dejando pasar a un hombre rubio tras ello. Consecuentemente, le alzó en brazos y le vio con una muy retorcida sonrisa que sólo lo asustó más.
—Isa-chan, ¿Qué pasa contigo? ¿Te he dejado apenas y ya comenzaste a llorar? —Preguntó una enternecida voz mientras veía al pequeño rubio llorar a pleno pulmón. El infante continuó su llanto ensordecidamente, apenas queriendo ver a quién le hablaba—. ¡Isa-chan! —Sonrió su padre mientras lo alzaba hacia el techo, mientras le pequeño le veía con cara de pena y un puchero enorme.
—¡Maman! —Chilló el bebé en un tímido e insipiente francés mal pronunciado, mientras gimoteaba y movía sus brazos desesperadamente. Parecía cansado, asustado y confundido. Tamaki lo sostuvo entre sus brazos en la misma posición unos cuantos segundos mientras en su mirada se vislumbraba la preocupación. Tanto su esposa como la vieja Shima le habían advertido que cuidar del pequeño Isao no era cosa fácil, sobre todo cuando era tan apegado a su mamá.
Prueba de ello era que su primera palabra hubo sido mamá y no papá, y en francés, además. Estaba claro que el hombre no había perdido el tiempo y avanzado en enseñarle el idioma a su pequeño hijo.
En un principio no lo quiso admitir, pero ahora sí que se preocupaba por no saber que tenía su pobre bebé. No sabía si tenía hambre, se había ensuciado, si le dolía o le molestaba algo o si necesitaba algo. Y eran esas demasiadas preguntas para un padre primerizo como él.
Lo había visto muchas veces compartir con su esposa, quien por lo regular lo sacaba al jardín o lo asomaba por la ventana de su alcoba para que admirase el paisaje desde otra perspectiva y se relajaba. Pero el niño estaba ansioso y tristemente se estaba contagiando.
—¡Maman! —Chilló Isao desconsolado mientras extendía sus bracitos en dirección a su padre, rogando que este le tomando en brazos y le reconfortara.
—¡Seguro necesitas un buen cambio! —Gritó Tamaki muy apenas, como si hubiese echo un enorme descubrimiento. Isao calló tras haberle escuchado y le vio atentamente. Su papá era notoriamente excéntrico y definitivamente no sabía que era lo que el realmente necesitaba.
—¡Kuma-chan! —Gritó el pequeño mientras se calmaba y le sonreía a su padre, estirando los bracitos hacia él y dejando ver los escasos cuatro dientes que tenía apenas; todo esto en un intento de que su papá comprendiera qué quería. Tamaki lo vio, casi llorando de la felicidad mientras aferraba a su hijo contra sí y daba un par de volteretas en la habitación, feliz de por fin haber comprendido una de las necesidades de su pequeño crío.
Pero como Tamaki no estaba tan acostumbrado a pasar bailando en aquella pequeña estancia, lo primero que hizo fue chocar con un costoso jarrón persa, el cual, tras tratar de detener lo hizo caer de bruces al suelo con un más que aterrado Isao en sus brazos.
Para enmendar su error (sobre todo tras reincorporarse y ver a su hijo con los ojos más abiertos que un plato y un puchero enorme); Tamaki salió de la estancia encaminándose tranquilo hacia la pieza de su hijo, meciéndolo suavemente para pasarle el susto. Y prometió que, en cuanto tuviera a Kuma-chan en su poder, lo llevaría a comer helado...
—¡Kuma-chan! —Gritó el pequeño por enésima vez, totalmente feliz y emocionado en su asiento para bebé en el asiento del copiloto del lujoso auto azul que su papá conducía; abrazando fieramente a un pequeño oso de peluche. Tamaki lo vio por el rabillo del ojo y se sonrió.
Isao era toda una monada y, muy a pesar de que físicamente era idéntico a él (por no catalogarlo en cualidad de clon perfecto de su padre); también había heredado esa terquedad de su madre. Era toda una dulzura durmiendo y ni qué decir que era su pequeño prodigio. Tanto él como su mamá lo adoraban y era lo más importante para ellos.
Una vez que aparcó y descendió del auto se volvió para sacar a su inquieto hijo de la asiento para bebés, escucho un sinfín de suspiros y gritillos cursis provenientes de la heladería. ¡Aaah! Claro, típico de él hacer que todas las damas cayeran suspirantes y rendidas a sus pies...
¡Bueno! Había que retribuirle el mérito a Isao más que todo.
Y es que no era por nada, pero apenas lo vieron ingresar en la heladería y comprarle un helado a completo antojo a su pequeño hijo; todas las mujeres ahí dentro casi se derriten de la emoción de ver a un padre tan cariñoso y obligado.
Tantos y tan variados eran los comentarios acerca de su persona que no pudieron evitar que el ego del Host King se inflara tanto como globo aerostático. Y fue tanto así que se encerró en su cine mental por escasos 10 segundos...
... Hasta que pasó lo que tenía qué.
Un chillido furioso y ensordecedor cubrió la heladería despertando intempestivamente a Tamaki, quien aturdido revisó que a su hijo no le hubiese ocurrido nada ante su repentina ausencia mental.
¿Qué era lo que había ocasionado el llanto de Isao?
Un delicioso helado de crema tirado en el suelo. Y al ver la barquilla solitaria y sin ni un ápice de helado en las manitas del pequeño era más que obvio.
Mucho le había costado ver a su pequeño hijo llorando inconsolable. Se vio en la obligación de comprar la heladería completa para el pequeño y luego de que Isao se calmó pudo disfrutar de todo el helado y azúcar que pudiera pudrir su apenas presente dentadura y así como la compañía de las clientas frecuentes del lugar.
Tamaki se sonrió de imaginarlo. ¡Tan pequeño era y ya tenía sus dotes de Host! Ya se sentía tan orgulloso de ese pequeño. Tanto así, que si su adorada esposa pudiera ver a Isao justo en ese momento, seguro que no volvería a dejarlo a su cargo en lo que le quedaba de vida.
Haruhi respiró profundo en cuanto entró en la mansión. Varios de los sirvientes se acercaron en la plena disposición de ayudarle con los pocos paquetes que cargaba, mas ella, con su típica actitud de siempre, repuso con lo innecesario que aquello era. La vieja Shima apreció tras una de las sirvientas y se acercó a ella, quitándole una de las bolsas para ayudarle con ello.
—Shima-sama, ¿dónde está Isao-chan? —Preguntó Haruhi con cortesía mientras se encaminaba junto a Shima a la sala principal. Hacía no mucho sí que le había parecido muy raro que no se oyeran sus lloriqueos pidiendo algo. Dentro de lo que cabía era toda una dulzura, su terrible adoración.
¡Pero otras era tan malcriado! No se dio cuenta en qué momento fue, ni tampoco quién de los dos lo había mimado así; pero lo que sí era completamente seguro es que casi podía estar viendo en él una réplica miniatura exacta de las bromas de los gemelos Hitachiin.
—El señorito salió con Tamaki-sama hace algunas horas. Tamaki-sama no dijo nada, pero el señorito iba bastante contento. No creo que demoren mucho, puesto que esta cerca la hora de dormir de... —La vieja Shima aclaraba que no había señales de ambos rubios desde esa tarde cuando una vocecilla interrumpió a la ama de llaves con una inminente alegría.
—¡Maman! —Gritó una feliz vocecilla tras Haruhi, quien se volvió hacia su espalda para encontrar a los dos hombres de su vida bañados en... ¿helado?
—¡Oh! ¿Dónde han estado? —Dijo viéndolos con una hermosa sonrisa en los labios—. Habrá que bañar a Isao-chan antes de la hora de dormir y-... esto, me parece que Kuma-chan también. —Agregó mientras dejaba sus bolsas de las compras en el suelo para cargar con insistencia a su pequeño, quien estiraba sus bracitos con desesperación por que su mamá lo tomara en brazos. Hizo a un lado un pequeño Kuma-chan más sorteado y sucio de helado que diez tarros juntos y luego le daba un amoroso beso a su esposo—. Parece que se han divertido mucho... ¿La pasaron bien? —Preguntó Haruhi mientras sentía que su bebé se acomodaba entre sus brazos para dormir.
—Oh, Haruhi... ¡Creo que Isao heredó mis habilidades como Host después de todo! —Sonrió Tamaki muy ilusionado mientras las lágrimas de felicidad al más puro y bizarro estilo típico de él le llenaban las mejillas—. ¡Soy el padre más feliz del mundo! —Chilló con emoción mientras que Haruhi sólo sonrió con nerviosismo justo cuando comenzaba alejarse de su esposo, quien fue lo suficientemente rápido como para tomarla de una mano y comenzar a bailar por ahí con toda la emoción del mundo; al tiempo en que la senil ama de llaves le veía con reprobación y Haruhi buscaba huir de él antes que algo malo pasara...
—Tamaki... Tamaki... —Le llamó Haruhi en medio del excéntrico baile que realizaba su esposo, haciéndola repentinamente tropezar con uno de sus paquetes recién comprados, llevándose en el proceso no sólo a Tamaki, sino al pequeño Isao, los tres juntos cayeron fuertemente al suelo en una pantagruélica voltereta.
Tamaki, quien había caído casi encima de su esposa (habiendo evitado pertinentemente el aplastarla), se reincorporó tan pronto como pudo para ayudar a su esposa a levantarse tras quedar recostada en el suelo. Shima estaba no muy lejos de ahí, haciendo comentarios que buscaban reprender al joven Host King... Bastante muy atinadores.
—¿Estás bien Haruhita linda y hermosa? —Le preguntó Tamaki a su esposa en un hilillo pusilánime de voz mientras ella le veía con una típica mirada suya que decía «Sólo esto te faltaba hacer», cuando notaron ambos que un pequeño bulto en brazos de la castaña temblaba como si sufriera de delirium tremens.
Isao tenía los ojos terriblemente abiertos y no paraba de temblar.
Estaba asustado.
—¿Isao-chan?
Los nervios de un año de edad del pequeño bebé se alteraron por completo.
Y comenzó a llorar.
Fin.
PS. Este fanfic es una actualización de mi fanfic, publicado en 2008. Como dato, hice algunas modificaciones, ya que como se imaginarán, el fic es súper viejo y merecía los cambios pertinentes.
Onmi.
