Naruto no me pertenece, es propiedad de Kishimoto-sensei. Este fic esta hecho con el fin de entretener.

Historias de papel

Prologo: Remolino de papel

-Mami, en serio. Tú no sabes de estas cosas.

-¿Cómo esta eso? ¿Acaso hay una ciencia detrás de empujar?

-Hay mami, que problemática eres.

-Deja de remedar a tus mayores.

El niño se columpiaba, mientras su no tan experta madre, trataba de balancearlo. Era un par de personitas que discutían por todo. Por todo lo que fueran bobadas. Si era algo insignificante, era un tema del cual sacar madeja para tejer problemas mayores. Era una madre y era un hijo. Ella era energética y mandona. Él era energético y mandón. Eran dos góticas de agua que se veían diferentes. Con el mismo carácter, aquel que dijese que no eran familiares, decía una gran mentira.

-Mi-kun, tienes una boca muy grande para ser tan chico.

-Mami… tú tienes un carácter muy temperamental para ser tan vieja.

Dejó de balancear- Te doy… cinco segundos para que corras.

-Eso es mucho- garlo con autosuficiencia. ¡Cómo le encantaba hacerla rabiar! Era tan divertido. Con razón su papá siempre lo hacía.

Las madres voltearon a mirar a la esposa del Hokage como perseguía a su pequeño ángel de rizos dorados. Era una escena tan cotidiana, que aquel porte que se debe tener como primera dama de la aldea se perdió con el tiempo. Exhausta por el trote, la mujer se sentó en una banca cercana al rodadero de color azul. Ella no estaba para esto. Se toco el vientre y suspiró.

-¿Ves?

-Mi-kun, no me hagas esto.

-Yo lo hago porque te quiero. Además mi papá siempre me dice "tu eres el hijo del Hokage, así que tienes responsabilidades"… entonces yo te cuido mami.

La mujer le miró seria y con un cejó fruncido- ¡Ha! ¿Y desde cuando cuidarme significa hacerme rabiar y hacerme correr?

-Eso es divertirse mientras te cuido.

-Hablas como si fueras mi papá y no al contrario.

-Es que yo soy más maduro mami. Tienes que entenderlo.

-Ohh si verdad. Perdóname entonces señor Uzumaki Minato.

-Perdonada pero no lo vuelvas a hacer-respondió con esa mueca tan Uzumaki. Esa tan inocente, pero con la patente "no me doy por vencido". Eso era tan genético que era imposible no reconocerlos.

Era tan loco el tiempo. Tan rápido. Sentía que la arroyaba. Hace nada era una pequeña genin con un enamoramiento enorme por su amigo de equipo. Ahora… esposa de Hokage, con un tornado como hijo y…

-¿Qué haces?- preguntó la mujer mirando hacía abajo.

-Shhh shhh mami. Silencio que no puedo escuchar.-Explicó como sabio el pequeño Minato mientras abrazaba la panza de su madre y colocaba su oído en la barriga.

-¿Qué quieres escuchar?- preguntó con un susurro.

-Pues a mi hermanita. No ves que ella también tiene derecho a opinar.

-Corazón, ¿cómo sabes que es una niña?-preguntó bastante ingenua.

-Shhhh mami, pasito- le replicó el pequeño mientras llevaba su índice frente a su boca, como mueca de callar. La madre dijo un "lo siento" con los labios.-Ella es una niña que se llamará Kushina. Porque así se llamaba mi abuelita, mami. Y ella es una niña porque me lo dijo hace ya tiempo.

-Ay la ocurrencia de los niños- musitó la mujer mientras se levantaba del asiento y se alisaba el vestido azul pálido. Se limpiaba el polvo de la parte de atrás y tomaba un bolso, donde cargaba compotas, una frazada, papeles y carritos. No era muy grande, ni muy pequeño. Pero era de color blanco con amarillo y bastante abullonado.

-Anda vámonos que comenzó a hacer frió.-comenzó a caminar pero su hijo quedó atrás- ¿Qué pasa Mi-kun?

-No son ocurrencias de niños…. Ella me lo dijo- le espetó con un puchero y esos ojos que eran ahora, un par de lagrimales apunto de estallar. Cerró sus pequeños puños, mientras se los refregaba contra el mameluco negro. Había un sol sonriente en la mitad adornando la prenda.

-Mi-kun…. Haber…

-No me crees….- Y ahí fue cuando los papeles volvían a intercambiarse. Ella volvía a hacer la madre y él su pequeño bebe. Y es que eso era. No tenía más de 5 años. Pero parecía de más. Era esa manera de expresarse, de hacerse sentir, de hacerse notar y de hacerse conocer. Su madre se acercó y le abrazó- Entonces se llamará Kushina ¿no es verdad?

-No… no se llamará- musitó hipando con muchas lágrimas que se metieron en su boca.- Ella se llama.

-Lo siento. Ella se llama Kushina.- respondió la de vestido azul, mientras limpiaba la cara sucia de su retoño. Las lágrimas habían formado un surco entre el polvo que se había adherido a su cara por culpa de los juegos.-Mírate… todo sucio-Le reprendió falsamente mientras le sacudía la ropa.

-No mami. No hagas eso. Los niños debemos estar así. Somos sucios… no soy una niña. No hagas eso.

-Perdón, perdón- se disculpo volviendo a pararse con dificultad. Los pies le mataban. Se tomó la cintura y trató de estirar la espalda. Cuestión que no se pudo lograr. No podía creer que estuviera de nuevo en la misma situación. Ella había querido esperar más tiempo. Estar en embarazo no es tan encantador como lo pintan. Pero su marido era muy goloso. Y ella… bueno. Ya entrada en gastos, no reparaba en nada. Se sonrojó por sus pensamientos traviesos y volvió a la realidad al ver a su hijo tratar de cargar la pañalera.

-Y tu ¿qué crees que estás haciendo?

-Vamos. Yo soy el hombre, yo cargo.

La mujer tomo la bolsa sin esfuerzo dejando a su hijo molesto. Le miró desde arriba- Yo soy la mamá, yo cargo.

Minato hizo un gesto desaprobando la situación y cruzó los brazos, mientras pateaba una piedra del parque. Fue cuando sintió algo al lado de su rostro.- Anda, ya es tarde.- Su madre le ofrecía su mano como siempre. Se le pasó el supuesto mal genio y la tomo con su manita llena de tierra y mugre. Los dos emprendieron la ida a casa.

-¿Sabes mami? Esos árboles se parecen mucho a ti- fue lo que le escuchó a su hijo mientras caminaban a su casa tomados de la mano.

-¿Ah si?

-Si, tienen el mismo color y hasta se llaman igual. Es bonito…. los árboles… no tú.

-Que tierno mi vida- le respondió mientras reprimía el mal genio con una sonrisa forzada.

-Eso lo aprendí de mi papá. El otro día cuando fuimos a comprar víveres, él me explico que ese árbol se llama Sakura. Y que cuando florecen son el espectáculo más hermoso del mundo. Que por eso tú eres igual. Que cuando tú floreces eres lo más lindo. Pero yo no entendí.-hablaba el pequeño sin parar ni un solo momento. No era recomendable dejarlo tanto con Shikamaru.

-Tu papá es algo tonto- respondió con una sonrisa.

Minato no dijo nada, pues soltó a su mamá y corrió como enajenado provocando una angustiada madre.

-¡Minato Uzumaki! ¡No corras así!

Fue cuando vio la razón del abrupto emocional del pequeño. Ahí estaba él. Con su gabán blanco y llamas negras bordadas al filo de la prenda. Recibía a su hijo con un poderoso abrazo y una caricia brusca en la cabeza para despelucar el ya, rebelde, cabello de su primogénito.

-Por Kami-sama, no lo despeines así- Recriminó la mujer a su marido una vez llegando a su encuentro.

-Mami tu no entiendes. Así nos saludamos entre hombres. Tú eres una mujer.-explicó el pequeño entre los protectores brazos de su padre.

-Si Sakura-chan. Tú no entiendes. Así nos saludamos entre hombres. Tú eres…

-Ni atrevas a terminar esa frase Naruto Uzumaki.

El aludido pasó saliva y sonrió. A pesar de los años. Ella seguiría siendo "Sakura-chan". Tan ella, tan rosa, tan temperamental. Con la diferencia que ahora él podía reclamarla como suya y de nadie más. Porque ella era de él. En cuerpo, en forma, en alma y en compañía. Era su esposa. La primera dama de Konoha. Le encantaba. Era de esas cosas que el no se podía explicar. Ella no era tan fémina como sus otras compañeras. Pero era tan Sakura. Era tan ella, tan única. Con sus vestidos amplios que dejaban todo a la imaginación. Con su cabello recogido en una coleta baja. Ahora ya largo por los años. No tendría las grandes curvas pero era una diosa para él. Con sus orbes esmeraldas sin retoques de sombras o rimel.

Naruto bajó a su hijo con cuidado, para quitarle la bolsa a Sakura y cargarla él.

-¿Terminaste temprano?- preguntó su esposa mientras caminaban a su hogar. Siempre vigilando a ese ángel demonio que andaba delante de ellos haciéndole la perseguidora a un sapo.

-Se podría decir que si.-comentó mirando hacía arriba indiferente.

-¿Te escapaste cierto?....-le miró con reproche- Mi-kun deja a ese pobre animal en paz.

Minato le miró con puchero como sólo él sabia hacerlo y dejó que el sapo huyera de salto en salto al estanque al lado del sendero de árboles de Sakura en flor.

-Escaparse es una palabra muy fea. Yo diría más bien que me di una noche sabática.-contestó con esa sonrisa tan grande, como para mostrar hasta la última muela. Sakura sólo suspiró. Ahora quién se aguantaría a Ino regañándola por distraer al Hokage de sus labores. ¿Cómo si ella fuera la de la culpa? ¿Cómo si ella fuera la Hokage?

-Tú siempre me metes en unos líos horribles.

-¿Yo? ¿Y yo por qué?- le preguntó bastante ofendido- Remolino quédate quieto por favor- regaño de paso a su hijo que ahora se había encantado con una mantis.

-¡Porque siempre que te escapas me echan la culpa a mí! Lo peor es que siempre me llaman es a mí a regañarme.

-A pero pues… es que es la verdad.

Sakura abrió los ojos de par en par dispuesta a pegarle una sonora bofetada por insolente. Pero éste avanzo rápidamente para alcanzar a su hijo que ya iba directo al lago por perseguir al bichito.-Ambas Sakuras están floreciendo. Para mí eso es lo más hermoso del mundo. No podía quedarme trabajando sabiendo eso.

Así fue como ella sonrió con ese candor en las mejillas, que sólo él sabía sacarle. Maldito calor primaveral. Se quedó contemplándole. Metro noventa de estatura. Cabello rubio rebelde que le llegaba a la base del cuello. Unas vendas entrecruzándose entre si cubriéndole el abdomen. El gabán con mangas cortas le cubría el resto. Sus brazos al descubierto, mostrando heridas de guerra y un par de guantes sin dedos le cubrían sus manos. Pantalones anchos amarrados por un cinto blanco. En su pierna derecha llevaba su indumentaria Ninja amarrado por lazos y unas botas negras. El pendiente del abuelo de la quinta colgaba en su pecho desnudo. Y ahí haciendo brillar los últimos rayos de atardecer, estaba la bandana de Konoha. Enmarcando su frente cocida en una tela negra, cuyos listones eran más largos que cuando era un joven.

Fue cuando cayó en cuenta que la habían dejado atrás como una boba- ¡Oigan! ¡Esperen!

"Yo a ella la conocí cuando era una niña de cabellos cortos y acomplejada por una frente que para mí

es la más hermosa de todas. Me gustaba molestarla porque quería que ella se fijase en mí. Era vital

para mí felicidad que ella estuviese a salvo. A través de los años yo siempre vele por ella, por

sus sueños y esperanzas. Ella quería ser médico y yo quería brindarle un futuro

en el cual, ese sueño fuese una realidad. A ella le gustaba mi mejor amigo, pero con

el tiempo ella me vio como yo quería que me viera. Ahora siendo amigos, amantes, cómplices, camaradas,

compañeros y esposos me doy cuenta, que Sakura florece cada año. Con cada sonrisa que me brinda, ella

florece y eso para mí, es el tesoro más valioso de mi haber".

Continuara…

¡Hola a todos! Llegó con una historia… que más bien es como lo que yo quiero que sea el futuro de NARUTO. Soy lover del NaruSaku. Así que leyendo el manga veo que mis esperanzas son muy posibles. Esta historia puede contener spoilers, así que léela bajo tu decisión.

Miyuki Uchiha