"Reina De Corazones"
Fogadramon
Notas: Hola! Traigo un nuevo fic, ya que he hecho un trato con Jenlic y debo cumplirlo. Este fic es muy fantasioso, un universo alterno (muy alterno xD), se darán cuenta desde el principio, ya que para empezar Takeru y Mimi son hermanos...
Aviso que lo escribí en el 2005 (wow, tanto tiempo), por tanto no es demasiado bueno... al menos espero sea entretenido nnU Tan solo cuenta con tres capítulos. Ojalá lo disfruten y no se aburran!
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PROLOGO:
Historia de dos hermanos destituidos: La Ruina de los Tachikawa.
Esta es la historia de dos hermanos, dos hermanos que antes lo poseían todo... y ahora nada. Comenzamos desde el presente de su ruina, ahora viven en una pequeña casita en la aldea que antes tanto los admiraba y ahora ni los mira. ¿A que se debe esto? Una es culpable, el otro totalmente inocente.
Ella era la mas hermosa de todas, bastante ambiciosa y le gustaba la posesión de las joyas mas que nada en el mundo. Siendo tan guapa y rica era normal que todos los chavales del pueblo estuviesen tras ella. Aquella situación le gustaba. Muchas mañanas se paseaba por el mercadillo y esto provocaba algún que otro enfrentamiento entre los chicos, que luchaban para demostrar su fuerza ante la bella Mimi. Si, ese era el nombre de la joven de las dos caras. Mostraba su faceta de amabilidad frente al público, pero su corazón era totalmente impuro y su mente mas aún, pues en el descansaban los planes mas maléficos que nadie puede imaginarse. Toda ella era genial, toda ella era egocéntrica. Esos planes estaban destinados a llevarse a cavo tan solo para mejorar su belleza o "decorarla", como solía comentar, con joyas.
Tal era la ambición de la joven Mimi a sus tan solo 16 años, que acabó perdiendo toda la fortuna que sus padres habían dejado para ella y su hermano, y ambos fueron destituidos de su puesto de riqueza .
Él era todo lo contrario a Mimi en cuanto a personalidad. Era un chico amable y sincero pero sin ocultar malas intenciones hacia los demás... y mucho menos para su hermana, a quien idolatraba. El pobre chico no conocía la cara de la sombra de la mayor de los Tachikawa y siempre veía en ella amor y ternura, puesto que Mimi se aseguraba de que no se enterase nunca de sus gastos en "decoración".
Takeru, de 15 años, no amaba las riquezas como su hermana. Sabia que tenían mucho dinero y que por ello la mayoría de las chicas intentaban demostrar su simpatía y belleza frente a él, pero eso no le importaba lo mas mínimo. La única belleza y simpatía que anhelaba su corazón era la de Hikari Ishida. La pequeña Hikari pertenecía a una familia también de alto nivel económico, aunque no tanto como la suya. Esta también era muy seguida de cerca por los jóvenes de la aldea, aunque él nunca se había atrevido a hablar siquiera con ella.
Al no tener tan en cuenta el poder del dinero, Takeru apenas sintió que se arruinaran por completo, ni siquiera pregunto a Mimi el por qué. Lo único que lamentaba era que ahora Hikari nunca se fijaría en él, pues lo vería tan solo como uno mas de sus seguidores.
Una vez hubieron perdido todo, Mimi se envolvió en una capa de celos por la familia que había pasado a ser la mas poderosa de todas. Ella nunca se sentía culpable por nada, por lo que, una vez arruinada, decidió que la culpa seria de la familia Ishida. Los odiaba con todas sus fuerzas, a mas no poder para ser sinceros, sobre todo a Hikari... esa chica le había robado su puesto de triunfadora y estaba loca de cólera, aunque supo ocultarlo mejor que nadie. "La venganza se sirve mejor en frío..." había pensado para tranquilizarse a si misma y mantener la calma, pues un nuevo plan estaba creciendo y tomaba muy buena forma poco a poco.
Y un día creyó que era el momento de llevarlo a cabo, todo estaba perfectamente planeado. Se presento ante la familia Ishida y se ofreció como criada. La vieron tan buena y con una cara y unos gestos tan tiernos y delicados que aceptaron y la pusieron a cargo de la menor de ellos, Hikari... Pero su autentico rostro estaba por descubrirse, aunque ninguno de los Ishida se percatara de ello, pues todos sabemos que Mimi era una fantástica actriz.
Historia de tres hermanos: El poder Ishida.
Esta es la historia de tres hermanos. Tres buenos hermanos que fueron ganando su poder y creando su propia fortuna lentamente, con mucho trabajo y esfuerzo. Antes no poseían nada, pero ahora lo poseían todo... Creyendo que esto les llevaría felicidad, disfrutaban de sus riquezas, pero procuraban no gastarlo sin antes comentarlo con los demás. Fueron felices, pero no por mucho tiempo. ¿A que se debe esto? Todos imaginamos el por qué.
El mayor era el que mas había sufrido por obtener esa felicidad. Tenia 17 años y era un joven con muchos sueños infantiles sin cumplir, puesto que había tenido que trabajar desde muy pequeño, sin disfrutar de la niñez, para poder mantener a sus dos hermanos cuando quedaron huérfanos. Era muy apuesto aunque algo frío con las gentes. No se fiaba de nadie que no conociese de antemano, podría deciros que en un principio incluso se opuso a permitir que Mimi trabajase para ellos... pero su amabilidad consiguió engañarlo de verdad.
Ninguna de sus pretendientas le gustaba, ni una había conseguido cautivar su corazón, y es que Yamato había construido un gran muro frente a sus sentimientos y no permitía que nadie los cruzase a excepción de su hermana, a quien tenia preparada una puerta especial para atravesar la muralla. Le tenia especial cariño porque la veía muy delicada.
El mediano de los hermanos se llamaba Taichi. Este chico de 16 años era bastante despreocupado con los problemas y el que mas gastaba de todos ellos, aunque no llegase a ser derrochador. Uno de sus mayores fallos era que actuaba sin pensar, por ello había tenido que acordar con los demás el consultar los gastos antes de efectuarlos.
Antes se dedicaba buscar alimento para sus hermanos. A veces iba de caza porque el mayor se lo mandaba, tiraba cosas a los animales del bosque aunque esto la mayoría de las veces no resultaba. Taichi prefería acercarse hasta el mercado y robar algo en algún puesto no vigilado, sabiendo que cuando volviese a casa su hermano se enfadaría con él. Pero Taichi creía que realmente se lo tenia agradecido, pues los días que robaba cenaban mejor que nunca, además de que le encantaban esos momentos de tensión en que el dueño del puesto corría tras el. Era bueno en escabullirse, aunque a veces hacia ruido a posta para ser descubierto, le encantaba la aventura... Era un chico muy valiente desde pequeño y hasta ahora no había perdido nada de ello.
También tenia un hueco especial en el corazón de su hermano Yamato, aunque para cruzar el muro tuviese que saltarlo.
Hikari no veía malas intenciones a nadie en el universo, creía que todo era maravilloso y que la gente era amable y natural, pues nunca había tenido que esforzarse en conseguir nada... no conocía mundo pues siempre estaba al cuidado de sus hermanos y ellos se ocupaban de protegerla siempre, ante todo peligro. Cuando aun eran pobres, iba a trabajar con su hermano, aunque ella no hacía nada, por supuesto, tan solo era que Yamato prefería tenerla a su custodia que con el despreocupado de su hermano. Así podía vigilarla y protegerla.
Era una chica amable y muy cariñosa con todos desde pequeña. Comprendía los sentimientos de los demás con mucha facilidad aunque todo lo viese desde un punto de vista bastante infantil para sus 14 años. Todo lo demás en ella era algo inmaduro, no había tenido oportunidad de formarse una personalidad mas dura porque cuando se sentía amenazada siempre había recurrido a ocultarse tras el muro de Yamato, quien salía a defenderla en todo momento. Cuando no se encontraba Yamato era Taichi el que se ocupaba de ella, aunque ahora que sus esfuerzos habían salido a flote estuviese un poco cambiado y pensase mas en lo que el dinero pudiese darle que lo que pudiese entregarle Hikari. Todo amor, ternura y simpatía.
Cuando Mimi comenzó a trabajar para esta familia aun no dio a conocer sus verdaderas intenciones, prefería investigar las acciones y costumbres de cada uno antes de actuar, además de asegurarse de saber donde se encontraba cada uno en un determinado momento del día.
A todo esto Takeru no tenia ni idea de donde trabajaba su hermana. Esta le había convencido para que buscasen cada uno por su cuenta la forma de ganar el dinero suficiente para mantenerse. Mimi no quería que se enterase que pasaba el día con Hikari, porque pensó que Takeru querría ir también y eso fastidiaría todos sus planes. No podía haber ningún fallo.
Y la venganza se sirve mejor en frío...
Todos sabemos que el mayor deseo de Mimi era ver destruida la familia Ishida. Odiaba su fantástica forma de tratarse unos a otros, realmente estaba convencida de que todo aquello era falso, no podía ser que se quisieran tanto realmente, algo tenían que esconder... Por esto y muchas cosas cada vez tenia mas ganas de intentar lo que tenia pensado hacer, tenia planes para todos ellos, especialmente para Hikari, a quien cada día soportaba menos. Odiaba su amabilidad, odiaba su forma de actuar, odiaba su manera de hablar tranquila, pausada y seductoramente...
Mimi se preguntaba una y otra vez porque Hikari se comportaba tan bien con ella."¿Es que lo hace a posta para provocarme? Parece que me esté pidiendo a gritos que la mate..."
Aunque Hikari no lo hacía con esa intención, ni podía evitarlo. Daba lo mejor de si a Mimi para poder agradarla, porque creía ciegamente en Mimi, porque creía que era como sus hermanos, que la protegería y cuidaría por siempre... y que equivocada estaba.
En los planes de Mimi participaba alguien mas, un personaje crucial para que funcionase, era la maestra de Mimi.¿La maestra de qué? La maestra de la maldad por así llamarlo. Era llamada por todos como una bruja, pues era bien conocido que sus hechizos y trucos sucios eran usados por las mas malvadas gentes... Pero claro, nadie sabia que Mimi fuese a verla a su casita fuera del pueblo, puesto que la vieja fue desterrada y nadie, a excepción de una pequeña aprendiz llamada Miyako, iba a verla.
Aquella maestra fue la que mostró a Mimi la mejor manera de vengarse de ellos y le ayudó a finalizar el planteamiento de su plan, mejorándolo considerablemente. Mimi deseaba acabar con los hermanos para siempre, pero le agradó comprobar que podría tenerlos a su merced y hacerlos sufrir con un antiguo hechizo de brujas que unía en cuerpo y alma a un ser humano con cualquier otro ser vivo. Este plan le agradaba muchísimo más que el otro.
Mimi odiaba tener este pensamiento, pero realmente creía que Hikari era perfecta. ¿Por qué ella no podía ser igual? La envidia y los celos fueron yendo a mas... Ansiaba el momento de verla convertida en un horrible monstruo. Como esos monstruitos que se pasaban el día rodeando a la menor Ishida. Mimi también odiaba esas bolas peludas que acariciaba con ternura Hikari. Especialmente a una de ellas, una gata persa totalmente blanca que a Mimi le daba la impresión de que la miraba por encima del hombro. ¡Hasta esa estúpida gata tenia mas prestigio que ella! Pero Mimi tenia planes para todos ellos... incluyendo a la gata Miko.
Ya tenia escogido el destino mágico para cada uno de los hermanos, incluso tenia una pequeña lista memorizada de lo que debía hacer. Todos los animales se encontraban encerrados en uno delos cobertizos en el exterior de la casa.
Al fin llegó el momento.
Yamato había decidido salir al pueblo y Taichi y Hikari se encontraban solos en la casa con Mimi. Al encontrarse en esta situación Taichi decidió dejar a cargo de Mimi a su hermana para poder salir, teniendo planeado volver antes que su hermano sin pruebas que demostrasen que no había pasado parte de la tarde fuera. Tachikawa estaba deseando que llegase esa tarde, pues la habían puesto al tanto desde el día anterior de lo que ocurriría. Así tuvo tiempo de encerrar a los animales en el sótano de la casa Ishida y de avisar a Miyako de que pronto podrían comenzar con el embrujo.
Estaban solas en la casa. Mimi había acabado de servir la cena a Hikari y ésta estaba agradecida, pero pronto comenzó a sentir como su cuerpo no respondía. La pequeña creyó que tan solo era sueño sin llegar a entender lo que ocurría realmente y es que Mimi había vertido unas pocas gotas de un veneno paralizante en la deliciosa sopa que le había preparado. Y justo en el momento en que Hikari caía al suelo, al no poder sostenerse sobre sus propias piernas, pidiendo ayuda, Mimi decidió que era el momento de dar a conocer su autentico rostro de maldad. Se quedo mirando, sonriente y triunfante a la chica que no daba crédito a lo que estaba ocurriendo. Tumbada en el suelo dejaba escapar lagrimas, unas lagrimas que siempre sus hermanos habían conseguido hacer desaparecer, pero que ahora no estaban aquí para protegerla. "Has sido una presa muy fácil". Mimi la llevó a rastras hasta el sótano. Se sentía genial, como no se había sentido en mucho tiempo. Tal era su felicidad que no se percató de que alguien había vuelto a la casa.
A las llamadas de los hermanos Ishida nadie contestó. Se habían encontrado en el pueblo y Yamato se había enfadado tanto con Taichi por dejar a las dos chicas solas sin comentárselo que había decidido que volverían a la casa.
Mimi dejó a Hikari en el suelo. La chica no podía moverse por mucho que lo intentase, sus piernas no le respondían. Tachikawa sabia que no le daría problemas así que, abandonándola allí, volvió al salón para esperar a los únicos que faltaban para ver completado su plan. Al subir escucho las voces de ambos y decidió mantenerse a cubierto hasta comprobar desde las sombras que se separaban para buscarlas. La tranquilidad y la oscuridad eran sus mejores aliados, debía pensar bien cada uno de sus movimientos. El joven Taichi seria mas fácil de controlar que el mayor, así que fue escondiéndose hasta llegar a la habitación donde se encontraba Yamato y cerró la puerta sigilosamente. Debía ir con cuidado, si Yamato se daba cuenta de que ella se encontraba allí perdería un gran porcentaje de sus posibilidades de ganar... Simplemente se coloco tras el, recogió uno de los jarrones mas grandes que había en la sala y se lo arrojó a la cabeza.
Adoraba ese fantástico jarrón, pero no había tenido mas remedio que utilizarlo. El mayor estaba fuera de combate. Miyako se asomo por la ventana justo a tiempo para poder amordazarlo. Entre las dos lo ataron lo mas fuerte que pudieron y mientras la pequeña aprendiz bajaba a Yamato hasta el sótano, Mimi salió en busca de Taichi.
Miyako dejó caer en el suelo el cuerpo desmayado de Yamato, junto a Hikari. Realmente lamentaba tener que hacer aquello, pero no podía evitar tener que participar en el plan de Mimi, pues trabajaba para la bruja y si no la ayudaba sería ella la transformada en animal. Estaba segura que esa arpía encontraría un horrible ser para transformarla. Mimi había prometido entregarle parte de la fortuna Ishida una vez hubiese acabado con ellos, pero Miyako estaba convencida de que no lo haría... eso haría enfadar mucho a su maestra y, probablemente, lo pagaría con ella.
Mientras Miyako pensaba en su futuro, Mimi se había acercado hasta Taichi. ¿Funcionaría el mismo truco que había usado contra Yamato? No tenía nada a mano. De repente lo vio todo claro. Una amplia sonrisa se dibujó en su rostro sombreado, pero pronto desapareció, pues debía entrar en acción. Mimi corrió hasta Taichi llamándolo. A gritos y tirando de su brazo le contó como Hikari había caído por las escaleras hasta el sótano y que Yamato la había mandado a buscarle. Taichi creyó todas aquellas mentiras, lo que no esperaba es que su historia fuese muy parecida. Cuando estuvieron frente a las escaleras Mimi dio un fuerte empujón a Taichi, que calló rodando hasta toparse con el frío suelo del oscuro sótano. Miyako corrió con las cuerdas hasta él y lo ató lo mejor que pudo, pues Taichi estaba medio atontado por los golpes, pero no lo suficiente como para no defenderse.
"Al fin estamos todos..." A Mimi se la veía triunfante, pronto ordenó a Miyako que trajese los animales junto con los utensilios necesarios para realizar el hechizo.
"Esto será divertido..." Y estas fueron las primeras palabras que oía Yamato al despertar.
Historia de la hija única: De cómo una campesina salvó una familia.
Esta es la historia de Sora Takenouchi, una campesina de 17 años llena de esperanza y orgullo aunque lo hubiese perdido todo...
Siendo hija única sus padres han fallecido, no le quedó nada, pero aun así sigue mostrando una bella sonrisa a todo aquel que se cruce en su camino aunque las circunstancias en las que se encontrasen no la merecieran.
Sora vivía en una aldea muy pequeña, rodeada de prados y al borde de un acantilado que llevaba al principio de un bosque de gran extensión. Este era el bosque que lo separaba de la aldea de los Ishida y Tachikawa, aunque ella aun no los conocía.
De pequeña trabajaba con su madre pero ahora que estaba sola se dedicaba a hacer pequeños trabajos para las demás mujeres del pueblo. Ayudaba con la limpieza, lavaba la ropa, tendía, cocinaba, cuidaba de los niños... y era realmente eficaz, hacia bien su trabajo y por ello recibía a veces propina por parte de sus amas... Esto le daba suficiente para comer bien, como era solo una boca para alimentar no necesitaba demasiado.
"Sora, pequeña, eres un encanto" decían todas las mujeres a las que ayudaba "que pena que tu madre no esté aquí para ver lo mucho que has crecido". Sora odiaba que le recordasen constantemente la muerte de su madre. A su padre ni le conoció, pero la muerte de su madre le afectó profundamente. Cuando sucedió no aparecía por el pueblo, estaba encerrada en la casa sin hacer nada. Siempre en una silla sentada, la silla en la que antes siempre se sentaba su madre a la mesa... la echaba de menos... Pero un buen día todo cambio. Decidió que la vida continuaba y que no debía desaprovecharla. Así, salió de la casa, se tapo del sol con las manos durante un momento... y luego sonrió. A partir de entonces decidió no abandonar nunca y esto la hizo mas fuerte psicológicamente. Ella daba esperanzas a todo aquel que tuviese problemas y esto hacia que todos en el pequeño pueblo la adorasen; era, como solían decir, un encanto.
Lo que mas le gustaban a Sora eran las flores... Las veía tan hermosas... sentía como si debiese protegerlas, las cuidaba con ternura, como si de un ser humano se tratase. Su flor preferida era la rosa roja... Tan bella y a la vez tan peligrosa con sus púas, era como esas mujeres de las historias que le contaba su madre, mujeres bellas pero difíciles de dominar... Era la única del pueblo que contaba historias de mujeres heroicas, las historias de los demás estaban llenas de hombres fuertes y valerosos que salvaban el mundo o a frágiles señoritas en apuros. Las historias que su madre le contaba y que ahora Sora transmitía a los demás jóvenes del pueblo eran diferentes, eran contadas, inventadas y protagonizadas por mujeres. Y como ellas quería ser Sora, así se pasaba los momentos de soledad, soñando con fantásticas aventuras de mujeres valerosas, bellas y difíciles de dominar.
Lo que no sabia era que muy pronto pertenecería a una de esas historias que tanto le gustaban, un día en que paseaba junto al acantilado, soñando despierta como tantos anocheceres que paseaba sola...
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El sonido de un disparo se oyó en todo el valle.
Sora por un momento se asustó, pero al escuchar un segundo disparo salió corriendo hacia donde ella creía que provenían. Se acercó al borde del acantilado asomándose hasta divisar el comienzo del bosque y los pudo ver perfectamente, pues donde se encontraban habían muchos claros entre los árboles.
Lo que vio no le gusto en absoluto. Casi sin pensarlo corrió por la ladera en busca del pequeño camino que bajaba hasta el bosque llegando justo a tiempo para evitar que el cazador se acercase mas al animal al que apuntaba.
- Bastaaa!! – Gritó Sora con todas sus fuerzas.
El cazador quedó mirando sorprendido a la chica que llegó agotada hasta el lobo que quedaba tendido sobre la hierba.
- ¿Es que no sabes que esta prohibida la caza de lobos? ¡Apenas quedan ejemplares en todo el bosque!
- Este animal ha hecho cosas horribles y debo acabar con el ahora mismo. – contestó él, impasible.
- Lo siento pero no voy a permitirlo. No se de donde vienes porque nunca te he visto en mi aldea, pero aquí no tratamos con cazadores de lobos, entiendes?- Hablaba con voz decidida aunque realmente tenia algo de miedo, pues se encontraba entre el y su presa...
Detrás suya podía escuchar los gruñidos del animal y su respiración entrecortada.
Para sorpresa de la chica el cazador bajó su arma y sin decir una palabra mas se marcho por donde había venido. A Sora le pareció alguien bastante extraño... y lo peor de todo es que al descubrir su rostro había comprobado que tan solo se trataba de un chaval que debía tener mas o menos su misma edad.
- Oh.. pobrecito...- Ahora se había vuelto hacia el lobo que había dejado de gruñir y que hacia esfuerzos vagos por levantarse. Sora no quería que el animal muriera, pues poco a poco estaban desapareciendo de aquella zona y ella realmente adoraba aquellas criaturas. Lo miraba pero a una distancia prudente, comprendía que podía volverse contra ella. – Te ha herido... Oye que raro eres. - Ahora que lo veía mas detenidamente comprobaba el extraño color que presentaba el lobo.- Debes de ser una especie diferente de las demás...
Cuando el animal se desplomó en el suelo, como agotado, Sora decidió que no podía seguir sin hacer nada para ayudarlo.
- Quédate aquí pequeño iré por alguien para llevarte hasta el pueblo.
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Mimi hervía en su propia cólera, aunque frente a su hermano consiguió ocultarlo tan bien como siempre. Takeru había vuelto de su persecución totalmente hundido en tristeza y encima sin la cabeza del lobo al que perseguía. El cazador había perdido a su presa.
- Takeru... ¿Qué quieres decir exactamente con que abandonas, eh?
- Pues eso, que abandono, lo dejo, me rindo... Acabando con ese animal no conseguiré que vuelva Hikari.
- Pero... - Mimi se sentó junto a él en los escalones de la gran casa que ahora le pertenecía.- Se como te sientes, te comprendo... Cuando pierdes a alguien a quien quieres te sientes muy mal, pero veras como cuando tengas al culpable de todos esos malestares estarás mucho mejor.
- No lo creo. Además, parece que ahora esta en zona protegida
- Zona... protegida?
- Esa chica no permitirá que me acerque a él. Ella.. – Takeru vaciló un momento- parecía como si realmente lo conociese, es que no dudó en interponerse entre su cuerpo y yo. Debe amar realmente los animales. - Paró unos segundos y respiró profundamente. Estaba dolido y avergonzado por mostrarse inútil frente a su hermana mayor, que tan fuerte le parecía.- Yo no puedo disparar a una persona.
Mimi deseaba ordenar a gritos a Takeru que corriese a por el animal que había conseguido escapar hacía unos días; ya no sabía que hacer y en varias ocasiones había estado a punto de gritarle a su hermano que era un estúpido y que necesitaba que le trajese el cuerpo sin vida de Yamato Ishida... Pero no lo hizo, siempre conseguía mantenerse con calma. El problema era que ya no encontraba mas excusas para convencer a Takeru de que lo persiguiese hasta el fin del mundo si hacía falta. Y entonces encontró la solución a ese pequeño y nuevo problema que se había interpuesto entre los Ishida y los Tachikawa. "Con que una chica lo protege, eh?"
- Takeru, es que no lo comprendes? ¡Ahora si que lo veo todo claro! - Él la miró aunque aun mantenía la cabeza gacha.- Si dices que ella lo protegía con tanto esmero será por algo, no?
- No comprendo, donde quieres ir a parar?
"Hermano eres un completo idiota, hay que explicártelo todo siempre" Pensaba con pesadez.
- Veras, Takeru - Su voz era clara y dulce- tu mismo lo has comentado hace un momento. No dudó en interponerse entre los dos aunque tú lo estabas apuntando con el arma. Estoy segurísima de que ella tiene algo que ver en todo esto. No creo que el animal llegase hasta ella por nada, puede que le pertenezca, no crees?
Takeru la miró incrédulo. En su opinión Mimi estaba diciendo una pamplina detrás de otra, pero no le dijo nada, nunca le habría llevado la contraria.
- ¿Si no, como iba a entrar el lobo en la casa, eh? Alguien tuvo que dejarlo entrar...- Continuó. Ahora Takeru si encontró relación a lo que Mimi estaba comentando. ¿Qué pasa si tenia razón?
- Aun así no puedo hacer nada.
- Ve por ellos, Takeru, Hazme caso. ¿Cuándo te he fallado yo, eh?- acarició el cabello del muchacho con ternura. - Creía que eras capaz de hacer todo por Hikari. Estoy segura de que a ella le habría encantado conocerte.
Ahora el joven miraba a la nada, pensando en lo que Mimi acababa de decirle.
- Además, creí que eras hombre de palabra... – Mimi lo miraba por encima de su fantástica mascara. Sabía que pronto le convencería.
Sí, el era un hombre de palabra. Había jurado vengarse del asesino de su preciosa Hikari, había jurado vengarse por ella... y había jurado no descansar hasta ver muerto al animal que había destrozado su corazón.
- Creo... que tienes razón. - Y se marcho sin volver la vista atrás. Si hubiese vuelto la cara habría visto como Mimi, con una amplia sonrisa que mostraba todos sus blancos dientes, retenía duramente las ganas de saltar y gritar de alegría. Este sería el último problema que se le presentaría.. o eso creía ella.
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La noche comenzaba a caer, aunque hacía tiempo que el sol no se dejaba ver puesto que aquellos días empezaban y acababan totalmente nublados. Sora miraba el cielo desde la ventana. Deseaba que comenzase a llover de una vez por todas, así las nubes desaparecerían dejando al descubierto la manta de estrellas bajo la que tanto le gustaba ocultarse.
- Vamos, come algo, por favor. – Sora hacía mucho esfuerzo por conseguir que el lobo, que se encontraba con ella desde hacía unos días, estuviese a gusto y comiese algo.- Si no comes no te recuperaras nunca...
Ahora Sora no tenia ningún miedo a su protegido, lo había visto actuar y de alguna manera sabia que no le atacaría nunca. Era como si aquel lobo comprendiese que Sora estaba allí para ayudarlo, que no le haría daño y que lo protegería si alguien mas intentaba dañarlo.
- Nada, ni caso... - Ya desistió en su intento. No conseguía hacer que tragase nada que le daba. Apenas tomaba algo de agua para beber. No hacía nada, tan solo se quedaba recostado en la cesta que Sora le había preparado, rodeado de mantas viejas, mirando hacia el exterior observándolo todo, como esperando algo.
La casa de Sora estaba algo apartada del resto del poblado, en una pequeña colina que había cerca de un gran campo de trigo y otro, algo mas pequeño, de girasoles. El terreno que le pertenecía no era de gran extensión, pero lo había vendido a uno de los agricultores del pueblo para que no fuese desaprovechado, ella nunca plantaría allí nada y lo sabía.
- ¡Al fin!- Sora había estado mirando también hacia el exterior, preguntándose que esperaba encontrar su nuevo amiguito allá. Ahora unas finas gotas resbalaban por el cristal de su pequeña ventana. Inconscientemente había comenzado a acariciar el lomo y la cabeza del animal, que seguía mirando fijamente mas allá del campo de girasoles y mas allá del campo de trigo... hacia donde se encontraba el bosque.
- Lo hechas de menos, o que? – Lo miraba sonriente, ahora pasaba su suave mano por abajo del hocico del lobo, que agradecía con una mirada apacible aquel gesto de amabilidad.- Tienes unos ojos extraños... - lo miraba fijamente a los ojos, unos ojos que no eran de lobo, eran de un llamativo celeste muy penetrante... - ¿Cómo puede ser que hicieras cosas horribles con esos ojazos que tienes, eh? - Y reía con total naturalidad. Si ella supiera a quien estaba contando aquello...
- Ay... ahora que lo pienso, aun no te puse nombre! Siempre quise tener un perro de compañía, pero nunca me había planteado el tener un lobo como mascota... - La chica miraba al techo, toda ajena a lo que estaba a punto de ocurrir. - Yo... siempre quise tener un compañero al que llamar Gabu... – El animal se levantó, como sobresaltado- Ah!, que ocurre, que no te gusta?
Él no la miraba ya a ella, estaba atento a algo que ocurría en el exterior. Gruñía, pero no como había gruñido a los demás del pueblo que los habían visitado y a los que acababa acostumbrándose, no... Gruñía como Sora solo lo había escuchado gruñir una vez. Aquella vez en que se encontraron por primera vez...
- ¿Qué es lo que esta pasando...?- Sora giró poco a poco la cabeza hacia la ventana hasta fijar la vista en una pequeña sombra que se movía con rapidez bajo la lluvia en dirección a su casa.
(Fin de la primera parte)
