Nada de esto me pertenece, muy a mi pesar. ¡Ah! Y esta historia es Slash!
El día V
13
Albus entro en la biblioteca. Su santuario. Le gustaba la tranquilidad que había allí, esa tranquilidad que él necesitaba sobretodo en esos momentos.
En el fondo, cerca de la sección restringida, nunca había nadie, a veces oía unos pasos pero luego se volvía al silencio. Albus dejo el café en la mesa y se sentó en la repisa de la ventana, su ventana, aquella en la que un día había tallado su nombre en la madera.
Le gustaba pasar las horas allí, mirando por la ventana. Sobretodo en momentos como ese, en el que el equipo de quidditch de slytherin entrenaba. Todo el mundo lo miraba extrañado cuando decía que tenía pánico a volar. Era descendiente de grandes jugadores, y era incapaz de subir a una escoba sin ponerse a temblar.
Todo era culpa de James.
Definitivamente era su culpa que a los 4 años se hubiera caído de la escoba en la que su hermano le obligo a subirse con él. Y por culpa de eso, de que se abriera la cabeza al caer, James era tan malditamente sobreprotector con él. No le gustaban las escobas, y no le gustaba el quidditch, al menos hasta que vio a Scorpius volar. A partir de ese momento fue a todos y cada uno de los partidos en los que Scorpius jugo.
-¿Están entrenando duro? - le dijo una voz a su lado haciéndolo sobresaltar. Solo habían dos personas que sabían que ese era su lugar favorito, y una de ellas estaba entrenando afuera. La otra era su prima Rose.
- Si, hay partido la semana que viene contra Hufflepuff - comento Albus ausentemente mirando como Scorpius gritaba a los golpeadores.
-¿Has pasado ya por el Gran Comedor? - Albus negó con la cabeza sin dejar de mirar por la ventana -¿has hecho algo de lo que habías de hacer?
- Es una estupida fiesta a la que no tengo ganas de ir.
-Te recuerdo Albus Severus Potter que has de asistir por ser Premio Anual, y tú te encargabas de dirigir la decoración del gran comedor.
- ¿No lo puedes hacer tu?
- ¡No crees que ya tengo bastante controlando las salas comunes, y vigilando que los elfos domésticos no hagan comida de más!!! Hasta este momento he encontrado a 7 niñas haciendo una poción de amor¡y a un grupo de slytherins, traficando con pociones afrodisíacas!!!
- Lo siento - dijo Albus mirando por primera vez a su prima - iré dentro de unos minutos, espera a que…
- a que acabe el entrenamiento - termino Rose la frase - te veo después - dijo dándole un beso en la mejilla y desapareciendo entre las estanterías.
Momentos después Scorpius atrapaba la snitch y daba el entrenamiento por concluido, no sin antes mirar hacia su ventana y saludarle.
Un par de chicas de ravenclaw se sentó en el suelo a su lado. Albus sin embargo las ignoro y siguió leyendo su libro.
Las chicas sonrieron.
Albus tomo un sorbo de café.
Risitas nerviosas.
Albus pasó una página del libro.
Finalmente lo cerró y les presto atención, sus miradas eran muy insistentes, y cada vez se habían aproximado más. Mejor acabar cuanto antes.
-La decoración del comedor esta casi acabada ¿que te parece? - pregunto Marguerite Corner.
-No se si deberíamos poner más corazones voladores - suspiro Emily Pye.
Esas dos chicas normalmente le caían bien, eran educadas, listas y tranquilas. Pero ese no era un día normal, era el día anterior a San Valentín, y por esas fechas todas las chicas que conocía se volvían estupidas, totalmente idiotas, sin capacidad de pensar coherentemente.
- Es… muy rosa
- Si, es perfecta para san Valentín.
- Ya… ¿Queríais alguna otra cosa?
- Bueno… Queríamos saber con quien iras mañana al baile
- Has rechazado a todas las que te lo han pedido, antes siempre decías que sí a la primera que te lo preguntaba.
Sí, Albus había recurrido a ese maravilloso sistema después de su primer año, porque de esa manera se corría la voz de que ya estaba ocupado, y así no lo estaban asaltando cada cinco minutos con invitaciones.
- Bueno, la primera que me lo pidió fue al comenzar el curso…
- ¿Y le dijiste que si?
- Le dije que no.
- Y si yo…
- Te diría que no, Emiliy, además, no creo que a tu novio le haría demasiadagracia.
Dejarían al novio con el que llevaban seis maravillosos meses por Albus, o mejor dicho por la fama de su padre.
- Voy a tener que vigilar el baile, sólo voy por eso.
- Rose también es premio anual e ira con su novio. Además, el año pasado no viniste.
Claro que no fue, no cuando había probado aquellas mismas navidades los labios de Louis, y había sabido que era lo que le faltaba a los besos que se había dado con chicas.
-No seas aburrido Albus, no puedes estar todo el día en la biblioteca tomando litros y litros de café - Albus no veía porque no, para él eso era un día cualquiera.
- ¡¡¡Aaaalbuuuussss! - un grito de su hermana lo saco de esa conversación. Rápidamente se levanto del suelo y se acerco para ver que quería Lily, y sus otras dos primas pequeñas, Lucy y Roxanne, que estaban ayudando a decorar la mesa de los profesores con guirnaldas horribles.
Albus apartaba asqueado el puré de patatas hacia un extremo de su plato, cuidando que no tocara la carne, odiaba su textura, sólo podía haber eso de comer el día antes del estupido baile. Oyó que alguien se sentaba a su lado y alzo la vista de su plato para ver a Scorpius. Se había duchado y olía a ese champú que usaba de jazmín (algo muy femenino, le había comentado Albus en primer año. No había vuelto a hacerlo porque Geremy Goyle le había pegado de tal forma que se paso una semana cojeando).
-¿Como van las preparaciones del baile? - le pregunto Scorpius sacándolo de sus ensoñaciones, mientras se servia el puré de Albus.
- Supongo que bien, antes de irme a dormir tengo que repasar todos los encantamientos de las decoraciones y colocarlas en su sitio definitivo. Rose me ayudara, sino no acabaría nunca.
- ¿Sólo Rose?
- No, Emily y Marguerite también se quedaran, ellas saben mejor que yo donde va todo.
- Así que esas idiotas te ayudaran…
- Scorpius, cielo¿podríamos ir a ver las estrellas después de comer? - y allí estaba Heather Flint, la nueva adquisición de Scorpius. Como cada año, Scorpius buscaba a la chica más guapa para que la acompañara - Sería tan romántico…
- Me parece que no va a poder ser, tengo que ayudar a Albus.
Albus lo miro sorprendido, aunque después le sonrió a Flint, Scorpius prefería estar con él en la tortura de decorar el Gran Comedor que paseando con ella. Puede que seas su novia, le decía Albus con la mirada, pero prefiere perder el tiempo conmigo.
Corrían escaleras abajo riendo escandalosamente, era verdad que tenían 17 años, pero todavía eran jóvenes, y estaban huyendo de Mister Nono, el nuevo gato del conserje. Aunque quisiera Filch nunca los podría atrapar, ya estaba demasiado mayor.
Entraron rápidamente en la Sala Común, sólo para encontrarse con que todos los slytherins les miraban. Apenas se detuvieron un momento, antes de volver a correr hacia la habitación de Albus, que al ser Premio Anual tenía derecho a una habitación individual.
Lo primero que hizo Scorpius fue lanzarse sobre la cama y quedarse allí riendo, mientras que Albus trataba de serenarse.
-Creoque finalmente ha quedado muuuuuuy romántico ¿no? - comento Albus, y las risas de Scorpius se volvieron a oír por toda la habitación - las chicas estarán contentísimas.
- Si, tanto buscar el rosa perfecto para que las guirnaldas contrastasen con el gris de la pared...
En ese momento Scorpius se levanto y comenzó a rebuscar dentro del baúl de Albus. Albus miro su cara tranquila, sus manos delgadas que sacaban sus cosas del baúl, y las tiraban por la habitación (Scorpius era tremendamente desordenado), y finalmente saco la baraja de Snap Explosivo que le había regalado esas mismas navidades. Scorpius siempre le regalaba una baraja por navidad, desde el primer año, en el que habían adquirido la costumbre de jugar casi todas las noches, y, al cabo de un año la baraja estaba bastante quemada.
Era su momento favorito del día, cuando ganaba y Scorpius se iba a su habitación para volver con su violín y tocarle una nana como él lo llamaba, o cuando perdía, y tenía que hacerle los deberes mientras Scorpius miraba por encima de su hombro y el podía oler el jazmín de su champú, o cuando Scorpius le reclamaba por equivocarse y sentía su aliento en su oreja.
No había nada que podía compararse a esos momentos.
Scorpius estaba furioso, esos inútiles de los golpeadores iban a hacer que perdieran el partido de la semana siguiente contra los Hufflepuff. Este año iba a ganar la copa de Quidditch.
Era su ultimo año, y realmente quería la copa, este año sí que sí, aunque tuvieran que hacer trampas demasiado evidentes. Incluso si tenia que darles algo en mal estado de comer a los jugadores, y sólo jugaran los suplentes. El año anterior había pensado que tenía posibilidades, ya que el Potter mayor se había licenciado, pero no, la pequeña Potter había llevado a gryffindor a la victoria. Y su Potter tenía pánico a las escobas.
Cansado diviso la snitch y se lanzo a atraparla, para poder dar por terminado el entrenamiento. Por suerte, la pelotita no dio demasiada guerra, y pronto la tuvo entre sus dedos. Mando a todos a la ducha, y antes de bajar el mismo a tierra, saludo a Albus, que estaba como siempre en su ventana.
No había nada como una ducha larga después de un mal entrenamiento, y cuando salio ya no quedaba nadie en los vestidores. Guardo sus cosas en su casillero, y tiro el bote de champú que se le había acabado, por suerte tenía más.
"Hueles a niña" le había dicho Albus el primer día de clases cuando se acababa de duchar. Scorpius le había mirado con todo el odio que podía reunir y había hecho que Geremy, su amigo de la infancia, le diera tal paliza que no pudo caminar bien durante bastante tiempo. Luego, el hermano mayor, James, se había vengado de la peor forma que conocía, transformando sus túnicas en un vestido rosa. Nunca había pasado tanta vergüenza.
Y Albus había estado muy gryffindor, demasiado, enfrentándose a su hermano. Diciéndole que podía arreglar sus asuntos el sólo, y con un golpe de varita había vuelto a transformar el vestido rosa en el uniforme de Hogwarts.
Ese Gryffindor idiota se había ido enfadado, gruñendo sobre slytherins idiotas que traicionan a sus hermanos. Pero a Scorpius no le importo, porque el primer Potter slytherin en muchas, muchas generaciones le estaba mirando. "no sólo hueles a niña, sino que también haces que otros peleen por ti. Muy, muy de niña" y aquello había desembocado en un duelo de magia.
Todavía recordaba la mirada de la directora "de tal escoba, tal astilla" había dicho, y los había obligado a ordenar la biblioteca por orden alfabético. Estaba seguro de que era él mismo el que había comenzado a insultar a la directora de las formas más variadas que conocía, y pronto Albus se le unió cuando un libro de 2000 páginas se le había caído encima del pie. Y pronto se encontraron haciendo una competición de insultos hacia la directora.
Al día siguiente bajaron juntos al comedor como si siempre hubieran sido amigos.
Scorpius adoraba el puré de patatas, y siempre le parecía que le ponían poco, para su suerte a Albus no le gustaba y él se podía comer el suyo. Estaba disfrutando de ese momento cuando Albus dijo algo que no le hizo demasiada gracia: Corner y Pye, dos Ravenclaws tontas iban a ayudarlo con la decoración de San Valentín.
- Scorpius, cielo¿podríamos ir a ver las estrellas después de comer?Sería tan romántico… - y su acompañante al baile de ese año apareció cortando lo que iba a ser un monologo sobre ravenclaws idiotas.
Heather Flint era bonita y Slytherin, era perfecta para ser su acompañante, pero de algún modo se había hecho la errónea idea de que había algo entre ellos. Aparte de que era una pesada insoportable, pero todo fuera por ser el mejor acompañado...
- Me parece que no va a poder ser, tengo que ayudar a Albus.
Albus le miro sorprendido, pero enseguida se giro sonriente hacia Heather. Estaba seguro que pensaba que iba a dejarlo sólo con esas ravenclaws, esas deborahombres insoportables que hubieran hecho cualquier cosa para ir con él al baile. Ahora ya no tendrían ninguna oportunidad para pedírselo.
- ¡¿Vas con alguien al baile?! - pregunto Scorpius, quizás ya se lo habían pedido y habían logrado convencerle para ir con ellas.
-No, aunque me lo han vuelto a pedir - dijo Albus volviendo a mirarlo - estamos en medio de una conversación ¿no tienes nada mejor a hacer¿pintarte las uñas de rosa? - le espeto Albus a Heather. Noto que ella lo miraba, pero tenía otras cosas en las que pensar. Al final ella se fue y pudieron retomar la conversación.
- Mejor. Todas esas idiotas sólo quieren ir al baile contigo para lucirse como si tú fueras un trofeo, y quizás intentarían quedarse preñadas para poder retenerte a su lado. No dejes que te toquen, ellas son malas.
- No me dejare - le dijo Albus seriamente, pero luego se hecho a reír maliciosamente - no al menos como tu te dejas.
- ¡Eh¡No lo hagas ver como que soy fácil! Simplemente disfruto de los placeres de la vida. Hay algunos besos que...
- Lo se - y Scorpius sintió que todo su cuerpo se tensaba.
-¿Con quien te has estado tu besando? - le pregunto a Albus repentinamente serio.
-Yo no te pregunto con quien te vas tú besando ¿no? - Albus también se había tensado, y le miraba directamente a los ojos, pero momentos después aparto la vista y la dirigió hacia el techo - Se ha de colgar unas guirnaldas de banda a banda del comedor ¿me ayudaras?
- Claro - dijo Scorpius aceptando el cambio de tema. Odiaba discutir con Albus, aunque de una manera u otra se iba a enterar de con quien se había estado besando. Era su mejor amigo, tenía que cuidar de que ninguna idiota lo engatusara, sobretodo ahora que James Potter no estaba para cuidarlo. El Potter mayor le había hecho prometer que cuidaría de su hermano.
Como si Scorpius no lo hubiera hecho igualmente.
Habían tenido que salir del Gran Comedor a tomar un poco el aire, porque allí dentro el ambiente era insoportable. Todo ROSA. Guirnaldas rosas, corazones voladores rosas, flores rosas...
Y lo peor eran las risas. No sabia como las cuatro chicas que estaban ayudando a dejarlo todo finalmente listo podían hacer tanto escándalo. Le daban ganas de coger la varita y silenciarlas a todas. De hecho lo había intentado hacer, pero Albus le había cogido de la mano y lo había sacado corriendo de allí. Algo le decía que a él también le resultaba insoportable.
Su mano quedo repentinamente fría cuando Albus lo soltó.
- El infierno debe ser rosa.
- Definitivamente.
-Hueles a niña - Scorpius se quedo un momento quieto antes de pegarle una patada -¡Ei! Me gusta el olor a jazmín.
- Pero crees que es para niñas.
- No, a ti te queda perfecto.
Scorpius levanto la varita para mandarle la peor maldición que se le pasara por la cabeza, pero Albus hecho a correr de regreso mientras reía, y él sólo pudo seguirlo. Cuando lo atrapara iba a hacerlo sufrir lenta y dolorosamente. Estaba a punto de hacerlo cuando Al paro de correr de golpe haciendo que Scorpius chocara contra su espalda.
- ¡Podrías haberme avisad...
El Gran Comedor estaba ya acabado de decorar. Scorpius rezo para quedarse ciego en ese momento (aunque lo pensó algo mejor, no quería que esa fuera la ultima imagen que viera en su vida)
ROSA, todo era Rosa. Las guirnaldas y toda la demás parafernalia, pero también las mesas y las sillas, y algunas piedras de las paredes tenían pintadas en las paredes en las que se podían leer las poesías más cursis, las más pastelosas que ese grupo de niñas había encontrado, seguro.
Albus no hizo nada para detenerlo cuando devolvió el color de las sillas y las mesas, ni cuando volvió las rosas de color negro, ni cuando las guirnaldas se volvieron violeta oscuro, ni siquiera cuando hizo explotar los corazones voladores.
- No me has detenido.
- Como Premio Anual tengo que velar por los alumnos. No quiero que a la mitad masculina, y posiblemente a alguna chica, tengan un ataque al verlo.
- Has de cuidar de los alumnos.
- Por supuesto - y Albus le sonrió con malicia, de esa forma en que sólo los slytherins saben sonreír.
Alzo la varita y pronto las poesías pasaron a ser fragmentos de libros de historia, formulas de pociones, y esquemas de quidditch.
- Mucho mejor.
-¡MIAUUU!!! - se giraron rápidamente para ver a Mister Nono que los miraba acusadoramente. Albus volvió a alzar la varita y el gato se volvió rosa.
- ¡¡¡Corre!!!
Scorpius aparto ágilmente las manos, y fue a Albus a quien le explotaron las cartas.
Albus había perdido.
- Finalmente hemos acabado la partida... son las dos de la mañana - Albus se estiro en la cama - ya no aguanto despierto. Mañana te hago los deberes de lo que tú quieras, ahora sólo quiero dormir.
Scorpius sonrió. Le iba a obligar a hacer los deberes de Defensa, y el ensayo sobre pociones. Vio que Albus se iba al baño, y él aprovecho para quitarse la ropa y robarle un pijama a Albus. Se metió en la cama en medio de esas sabanas suaves y esas gruesas mantas, y no por primera vez deseo ser él el Premio Anual.
Pero prefería mil veces estar jugando a quidditch, inventándose estrategias para ganar que estudiando en la biblioteca. De ser posible sólo pisaba la biblioteca para ir a buscar a Albus y sacarlo del encierro al que este se sometía cada tarde, junto con su café de contrabando que le daban los elfos. Porque Albus caía bien a todo el mundo, incluso a los elfos domésticos, que le daban café de los profesores, ya que los alumnos tenían prohibido su consumo.
- ¿Te quedas a dormir? - le pregunto Albus al verlo con las mantas subidas hasta la barbilla - No se porque pregunto si ya estas dentro... me voy a tu cama.
- Quédate - le dijo Scorpius abriendo las sabanas y haciéndole un hueco en la cama - en los pasillos hace demasiado frío, creo que es una medida de control para que no salgamos a medianoche y nos metamos en los dormitorios de las chicas, ya sabes, en gryffindor las escaleras se convierten en tobogán... ¡entra ya que estoy cogiendo frío!
Finalmente Albus se acomodo a su lado, cuidando de no tocarlo. Scorpius al contrario se acerco hasta quedar lo más pegado a Albus que se pudiera considerar decente.
- Scorpius... que tenemos 17 años... sólo los niños o los que... bueno, eso, que somos ya algo grandes para dormir juntos.
- ¡Tonterías! eres como una estufa ¡Buenas noches! - y cerro los ojos disponiéndose a dormir - por cierto, quiero los deberes de defensa y de pociones - y se durmió escuchando las protestas de Albus, que era en definitiva una muy buena manera de dormirse.
