Declamier: Los personajes son de Stephenie Meyer, yo decidí montar esta historia con ellos por simple diversión.

Hacer esta historia se me ocurrió en una noche de lluvia, me levanté asustada y empecé a perderme en mi mundo y acabé con esto. Espero realmente que les guste tanto como me gustó a mí imaginármelo.

Dedico este comienzo a mi hermana.


Capítulo uno.

Escuché un fuerte ruido, como si un objeto se estampase contra el suelo o una pared. Me asusté un poco. Sabía de dónde venía y quien era el causante de eso.

Respiré hondo y decidí ir a ver qué es lo que había ocurrido.

Salí de la habitación y me dirigí al despacho de mi padre. Llamé suavemente tratándome de relajarme.

-¿Quién?- Gruñó mi padre de mala manera.

-Padre, soy yo Bella –Dije indiferente.

Nunca me había llevado bien con mi padre, pero las cosas fueron a peor cuando mi madre nos abandonó porque ya no le soportaba. La entendía, pero podría haberme llevado a mí con ella, en vez de eso me dejó en el puto infierno. Desde entonces la odio.

-¿Qué coño quieres? –Gruñó abriendo la puerta de golpe.

Parpadeé sorprendida.

-Quería ver que había ocurrido –Dije titubeando.

-¡Quería ver que ha pasado! –Dijo burlándose de mí de forma desdeñosa –Pues hemos tenido una pérdida importante, la jodida empresa de Carlisle nos ha quitado un proveedor importante y han anulado el contrato.

Acto seguido pegó una patada a la silla que estaba a su lado, me sobresalté.

-Largo –Me gritó mientras pegaba un portazo.

Me quede perpleja. Gilipollas.

Suspiré cansada mientras iba de vuelta a mi habitación. ¡Qué genial! Nótese el sarcasmo.

Intenté acabar el trabajo de economía de la empresa para la universidad.

Con diecinueve años acababa de empezar el primer año de administración y dirección de empresas por orden de mi padre, no era algo que me apasionará pero era pasable.

Me concentré tanto que no me di cuenta de que ya había pasado la hora de comer.

Cansada me dirigí a la cocina donde la cocinera había dejado la comida preparada.

Comí sola y en silencio, como siempre.

Al poco rato me sonó el móvil.

-¿Quién? –Dije sin mirar si quiera el identificador de número.

-Bella –Gritó una entusiasmada Ángela desde el otro lado de la línea.

Ángela era una de las pocas amigas que tenía en la universidad y realmente siempre me ponía contenta hablar con ella.

-Hey –Dije sonriendo.

-Te quiero pedir un favor –Dijo con tono suplicante –Y no digas que no, por favor.

Yo suspiré, todos sus favores acababan muy mal.

-¿Qué es lo que quieres Ángela? –Dije aceptando.

Se escuchó un gritito de alegría al otro lado.

-Necesito que salgamos esta noche-Dijo contenta- Ben, el chico que me gusta, irá a un bar esta noche y es mi oportunidad de abordarlo.

-Eso significa –Dije la frase sin terminar.

-Que esta noche nos vamos de fiesta –Dijo acabando la frase ella.

El resto de la conversación hablamos sobre que ropa llevaríamos y otras cosas banales.

Cuando me fijé en la hora ya eran las cinco de la tarde.

Decidí que para matar estas dos horas terminaría de corregir el trabajo y se lo mandaría al profesor.

Y así fue, cuando fueron las siete y cuarto ya se lo había mandado.

Me duché y me puse unos vaqueros apretados con una camiseta negra y botas también negras.

Me maquillé lo mínimo lápiz de ojos y un poco de brillo.

Eran las nueve cuando baje a cenar un poco de pollo que había sobrado la otra noche.

Mi di cuenta que mi padre no había salido del despacho en toda la tarde, señal de que estaba planeando algo muy malo. Sabía que tenía un par de negocios sucios pero era su problema, ya esperaba el día en el que le metieran en la cárcel.

Dejé el plato y los cubiertos en el fregadero.

Se escuchó otro ruido en el despacho. Menos mal que dentro de dos semanas me mudaba, por fin.

Subí a mi habitación cogí el pequeño bolso, le puse dinero, el brillo labial y una cartera con mi documentación.

Baje abajo y me fui andando a la casa de Ángela, no estaba muy lejos y no quería conducir por si bebía. Al volver cogería un taxi.

Llegué a la casa de Ángela y llamé al timbre, unos minutos más tarde salió de su casa.

Ella llevaba un vestido verde oscuro muy ceñido, maquillada con sombra negra resaltándole sus bonitos ojos color marrón.

-Hola –Dijo abrazándome y dándome un beso en la mejilla.

Repetí su acción.

-Y bueno ¿Cómo le harás a Ben para llamar su atención? –le pregunté mientras andábamos hacia el famoso bar.

-Tengo muchas armas Bella –Dijo guiñándome el ojo –Sé como atraer a un hombre.

Yo reí.

-Pues vas a tener que enseñarme –Le dije riendo.

-Tú no atraes a nadie porque no quieres, no te confundas –Dijo ella ahora seria- No tengas miedo y diviértete.

Rodé los ojos, que no hubiera salido con ningún chico no significaba que no me divirtiera.

-Me divierto –Le dije en tono de que no admitía replica.

Ella puso los ojos en blanco y dejó el tema.

-Ya tengo ganas de ser la novia de Ben –Dijo Ángela soñadora –Seguro que besará maravillosa y será aún mejor cuando follemos.

Fui yo ahora la que no pudo evitar rodar los ojos.

-Seguro que si Ang, ya verás que lo consigues hoy y te lo pasarás muy bien –Dije dándole ánimos. A ella le gustaba mucho Ben, podría decir que hasta le quería.

Ella soltó una risita.

-A ver si te animas tú y dejas de ser virgen-Dijo otra vez soñadoramente –Imagínate que un hombre sexy te tomará, seguro que dejarías de estar tan aburrida y amargada en tu vida.

Le gruñí.

-Cállate Ang –Dije un poco avergonzada. Ojalá existiera ese hombre sexy.

Ella se encogió de hombros.

A los veinte y pocos minutos llegamos.

El bar estaba mejor de lo que creía, era como un pequeño pub, medio a oscuras con música suave y en plan rock.

-Vamos –Dijo cogiéndome de la mano y arrastrándome hacia la barra.

Él chico de detrás de la barra nos miró con la ceja alzada.

-Dos gin tonics –Dijo Ángela con una sonrisa.

El chico enseguida respondió con otra.

-¿Cuántos años tenéis nenas? –Dijo coqueteándonos.

-Somos mayor de edad –Dije ahora yo, sonriéndole.

Su sonrisa se hizo mayor.

-No me lo creo –Dijo acercándose todo lo que pudo con la barra en medio.

-Si resulta que si somos mayores de edad ¿Nos invitas a algo? –Dijo mi amiga con una sonrisa pícara.

Él rió.

-A lo que queráis muñecas –Dijo guiñándome un ojo. Me sonrojé un poco, nadie había coqueteado conmigo tan directamente.

Áng y yo sacamos nuestros documentos de identificación y se los ensañamos.

No pareció molesto por saber que nos tendría que invitar, al cambio sonrió aún más.

-Vaya, Isabella y Ángela –Dijo mientras nos lo entregaba.

Se giró y nos preparó los gin tonics.

-Invita la casa –Dijo pasándonoslos.

Con una sonrisa se puso a atender a otra gente, pero de vez en cuando nos miraba.

Ángela se ponía a mirar disimuladamente para a ver si encontraba a su Ben, como ella lo decía.

Yo empecé a beber, sabía un poco amargo y me ardía la garganta un poco al tragar.

Mientras Áng me contaba lo maravilloso que era su Ben, yo solo hacía que beber hasta que me lo acabé.

Reí tontamente.

Ángela me miro curiosa.

Yo le señalé el vaso vacio y ella rió también.

Nos giramos a la barra para ver donde estaba el chico, cuando se giró a mirarnos le hize una seña para que se acercase.

-¿Qué tal nenas? –Dijo con su sonrisa de modelo.

-Oye –Dije sin acabar la frase.

-Mike-Dijo sonriendo.

-Oye Mike, se nos ha acabado la bebida, ¿nos prepararías otra? –Pregunte sonriendo.

-Claro que si, hermosas –Dijo y se fue para prepararnos otra de esas deliciosas bebidas.

-Allí está –Gritó mi amiga.

Yo volteé y lo vi.

Estaba bien, pero Ben no era de mi total gusto. Lo importante es que a Ángela le gustara y no había más.

-¿Qué vas hacer? –Le dije sonriendo, mientras observaba como se iba hacia la mesa de unos compañeros.

Ella sonrió, cogió la nueva bebida –primero las pagó- me entregó la mía y suspiró hondo.

Con pasó seguro y moviendo sus caderas con ese apretado vestido se dirigió a Ben, una vez se le llamo la atención, le plantó un beso.

Abrí los ojos.

No me lo podía creer, pegué un trago bastante largo a mi bebida.

Ben parecía sorprendido pero le respondió bastante contento, me lo imagino.

Ella sonrió se giró hacia mí y levanto su pulgar mientras se iba a una mesa lejana a comerse la boca.

Entonces caí en la cuenta de algo. Me había dejado sola. ¡Genial!

Me giré y le volví a pegar otro gran trago a la bebida.

-¿Molesto? –Dijo una voz sumamente sexy.

Me giré de sopetón. Allí estaba el chico más sexy visto por mis inocentes ojos. Estaba sonriendo y era perfecta. Me fijé en sus ojos verdes, Dios, qué hermoso era.

Me quedé mirándolo fijamente hasta que soltó una risita que me hizo despertar de mi letargo.

-No –Pegué un chillido.

Él se volvió a reír. Yo me sonrojé fuertemente. Para evitar un poco la vergüenza volví a mi vaso medio lleno y me lo acabé de un trago.

-Soy Edward –Dijo sonriendo mientras me tendía una mano.

-Bella –Dije estrechándosela.

-Y bueno Bella ¿Cuántos años tienes? –Dijo sonriendo.

-Diecinueve ¿Y tu Edward? –Dije susurrándole.

Él sonrió aún más y se apegó a mi.

-Veintisiete, no pareces tenerlos, pareces más pequeña-Dijo mientras su mano cogía la mía y la acariciaba para después recorrerme con sus dedos el brazo.

Yo reí tontamente.

-Bueno, soy mayor de edad ¿No? –Dije poniéndole mi mano en su pecho.

Él rió.

-Lo eres.

Me cogió mi mano y me arrastró a una mesa que había libre.

-¿Qué hacía una chica tan guapa sola en la barra? –Dijo mirándome fijamente.

-Vine con una amiga –Dije señalándole con la mano donde estaba Áng –Pero encontró a su príncipe y se fue.

-Vaya –Fue lo único que dijo.

-¿Y qué hacía un chico tan guapo solo? –Le pregunté con su misma pregunta.

Él sacudió la cabeza.

-Hace poco que salí de trabajar y necesitaba un poco de aire –Explicó.

-¿De qué trabajas? –Le pregunté curiosa.

-Soy jefe de una empresa –Dijo.

-Vaya, debes ser importante –Le dije impresionada.

Él se encogió de hombros.

-¿Quieres un chupito de tequila? –Dijo con una mirada pícara.

Yo le sonreí.

Él pidió dos chupitos de tequila mientras seguimos hablando tranquilamente.

-¿Sabes cómo se bebe? –Me preguntó.

Yo negué la cabeza.

Acercó su silla a la mía y me explicó que tenía que poner sal en mi mano, beber y luego morder el limón.

-¿Preparada? –Dijo sonriendo.

Yo asentí.

Contó hasta tres y lamimos la sal, bebimos y mordimos el limón.

Cuando sentí el tequila recorrer mi garganta me entraron ganas de escupirlo. Era demasiado fuerte para mí. Empecé a toser, mientras el reía y negaba con la cabeza.

Cuando paré de toser le iba a regañar por reírse de mí, pero no me dio tiempo.

Lo único que pude hacer fue cerrar los ojos y dejar que sus labios se estampasen contra los míos. Mientras iniciamos un beso muy pasional.


Espero de verdad que les guste esta nueva historia. Me haría ilusión que así fuera. ¡Disfrutenlo!

Se la dedico sobretodo a mi hermana bonita, ella me ayuda en un montón de cosas y espero que le guste esta historia.

Con amooor.

#Ir.