Ninfa de los Bosques.
En medio del espléndido bosque encantado, iluminado por la resplandeciente luz dorada del sol; apareces con tu tierna sonrisa.
Eres tan hermosa y sencilla como la naturaleza.
Tan ágil como la liebre.
Tan ligera como el viento y delicada como una bella flor.
Cuyos cabellos dorados, largos y sedosos, adornados de coloridas flores, sueltan el dulce perfume de la primavera.
Tu desnudo y esbelto cuerpo de mujer joven, baila con gracia y belleza por aquel maravilloso paraíso lleno de majestuosos árboles robles y pinos. Arbustos cubiertos de exóticas flores llamativas y la verdosa grama bañada en rocíos que brillan como diamantes.
Tu espíritu joven ilumina las riquezas del Edén y hacen crecer pacientemente los rosados tulipanes.
Tus hermosos cantos son como la bella melodía compartida por los dulces cantos de alondras.
Y con tu sonrisa llena de alegría rejuvenece lentamente aquellas rosas marchitas del prodigioso jardín inmortal repleto de divinidad.
¡Oh hermosa ninfa de los bosques!
Hija nacida de la madre naturaleza.
Solitaria y dócil doncella que ama lo bello y lo puro, empapas con tu dulce corazón repleto de sabiduría y encanto a aquella alma de un mortal necesitado de tu sed y de tus dulces cantos de melodiosa cuna.
Engrandeces con tu espíritu artístico a las majestuosas montañas del lejano horizonte envueltas en una hermosa cortina de auroras nacaradas llenas de estrellas.
Escuchando las dulces palabras del sonido de la tranquilidad de las montañas.
Y con tu vitalidad, le brindas vida, alegría y canción a tu alma joven; llenando de bellezas a las cristalinas aguas de los ríos, purificando y creciendo con tu gentil y hermosa esencia, repleta de paz, a las resplandecientes flores de loto en aquel mágico estanque de agua.
¡Oh hermosa ninfa del Edén!
El fruto de tu dulzura hace florecer los cerezos de los pinos y el campo de margaritas y cállenlas.
Con la belleza de tu danza artística, bailas con gracia y elegancia alrededor de coloridas mariposas y luminosas hadas bañadas en estrellas; nacidas de las flores.
Tu blanca y suave piel, ilumina como perlas bajo el resplandeciente sol dorado de amanecer.
Tu belleza infinita, abraza con su calidez, el corazón de los mortales; así como tu ternura.
Tu eterna virginidad te hace lucir inmaculadamente como un venerable ángel celestial en un mundo terrenal. En un paraíso bosque sino.
Te encuentras en una gran roca, arrodillada en medio de un majestuoso y espléndido claro, donde hay un pequeño cristalino río adornado de bellas flores de loto rosadas, saliendo de su polen, pequeñas luces tornasoladas; y una gran cascada donde cae mágicamente, aguas de cristal, expresando las dulces y serenas palabras de la naturaleza.
Te dejas envolver con unas grandes cortinas de luz solar, haciendo que tu espíritu navegue por el mar de la sabiduría y la paz.
Penetrada pro la luz de la felicidad.
