Título: Mi amante

Aviso: shounen ai, quizás yaoi más adelante

Pareja: Ah-un pair, puede que haya otras.

PoT le pertenece a Takeshi Konomi, yo sólo tomo sus personajes para escribir sin fines de lucro.

Hola! Esto es lo nuevo que se me ocurrió, este primer capítulo es a modo de introducción, no sé cuantos capítulos escriba, pero espero que les guste y así contribuyo a la campaña anti-Ryoxsaku. Espero me dejen su opinión!

I- Recuerdos Marchitos

"Cuando estaba en el colegio jamás imaginé que terminaría casado con ella… Jamás pensé que todo lo que sucedió ese día quedaría en nada… Jamás pensé que te olvidaría"

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Un hombre moreno de ojos violeta meditaba sentado en un sillón en la comodidad de su casa. Su mujer preparaba la cena.

Con su cabello recogido en un moño y su delantal, ponía los platos en la mesa. El hombre la miraba fijamente, aunque en realidad no era a ella a quien miraba, sino que sus ojos perdidos se fijaban en cualquier punto de la habitación. El joven reaccionó al sentir la mirada de la chica sobre él. La mujer sonrió y él le devolvió una sonrisa enternecido y a la vez triste.

La quería. La quería mucho, pero no la amaba y ahora recién venía a darse cuenta de aquello. Le tenía mucho cariño y había sido una gran amiga, por lo que creyó amarla en su momento, tanto como para haberse casado con ella. Pero todo fue una cruel trampa que le tendió su mente y creyendo que encontraría la felicidad junto a ella, la llevó al altar.

Y ahora, recién ahora, después de un año de matrimonio, analizaba lo que había sido su vida y se daba cuenta de que no era feliz, de que le faltaba algo. Creyó estar enamorado y ahora se daba cuenta de que, quizás, había sido un error. No podía verla como nada más que una amiga, una compañera.

Y con nostalgia recordaba sus años en Seigaku. ¡Oh! Como añoraba esos días. Eran tiempos felices, los mejores de su vida. Extrañaba ser joven y pasarlo bien, extrañaba sus días de tenista, ahora lo había abandonado por completo, pero sobre todo extrañaba a sus compañeros.

Luego de terminar la secundaria, cada uno siguió su propio rumbo. Se siguieron viendo durante un tiempo, pero luego todo contacto se perdió y ahora nada sabía de ellos.

Los extrañaba a todos y a cada uno, pero el recuerdo poco a poco se iba olvidando y ahora parecía algo muy lejano, algo que jamás volvería a vivir.

¡Recordaba esos días! Y a su mente volvían aquellos arduos entrenamientos, en los que el capitán les hacía correr excesivamente. Aún podía ver, quizás no tan claramente, aquel semblante frío y sereno del capitán, también podía ver la sonrisa eterna de Syusuke, los horribles jugos de Inui, la mirada preocupada del sub-capitán. Sonreía nostálgicamente mientras rememoraba esos rostros en los que había depositado tanto cariño. Vislumbraba, algo lejano, la sonrisa tímida de Kawamura, los ojos juguetones de Eiji, las peleas con Kaidoh. Pero la imagen que nunca desaparecería, por más que intentara, eran aquellos ojos felinos y arrogantes, aquellos que lo miraban con aire de superioridad, aquellos ojos de su mejor amigo, aquellos que había amado.

Y recordó también el día de su matrimonio. En ese momento se creyó el hombre más feliz del mundo y también el más enamorado de su novia, y ahora se daba cuenta de que todo había sido un engaño. Recordaba cuando llegó a la iglesia, la emoción en la cara de los invitados, su nerviosismo, y lo hermosa que se veía ella.

Cuando el sacerdote le hizo la pregunta que tanto esperaba, por un segundo le pareció ver su rostro, ver esos ojos hermosos entre la multitud. Pero todo fue una ilusión, él ya no volvería nunca más, todo había acabado y era mejor olvidar el pasado. Entonces con una pequeña frase todo quedó enterrado. Sí acepto.

Y como le pesarían esas palabras en el futuro. Tan sólo dos palabras que cambiarían el curso de su vida para siempre, que luego lo harían arrepentirse y, como ahora, rememorar tiempos mejores.

Pero ¿Qué se podía hacer? Nada, absolutamente nada. Él podía cargar con esto, quizás algún día llegaría amarla. Y ella… ella lo amaba con todo su corazón, y aunque él no podía corresponder ese sentimiento, hacía lo posible por hacerla feliz y no causarle ningún daño. Además le tenía un cariño enorme y eso le hacía aferrarse a ella, no quería estar solo.

La conoció cuando aún iba a Seigaku, recordaba ese momento. ¡Cómo olvidarlo, si estaba con él! Ella se convirtió en una buena amiga, pero fue después de terminar el colegio que comenzó a salir con ella.

¡Qué nostalgia aquellos días! Pero todo era parte del pasado, un pasado que no volvería. Sólo un recuerdo que poco a poco se iba perdiendo entre muchos otros. Tenía una vida por delante.

Con 26 años, todo un hombre de negocios, debía proyectarse. Le ilusionaba mucho tener un hijo, tal vez dos. Ya era hora de mirar hacia delante y olvidar el pasado.

Más bien era hora de olvidar ESE pasado, ese que su señora desconocía, ese que había ocultado por mucho tiempo, ese que había enterrado.

Aunque con el tiempo ese recuerdo se marchitaba y aquella pasión de adolescentes no era más que cenizas. Cenizas que poco a poco se iban volando con el viento.

Quizás esta sería la última vez que pensaba en ello. Volvía a mirar a su esposa, quien, concentrada en su tarea, no se daba cuenta. El hombre suspiró, ella se dio vuelta y se percató de su semblante triste.

-¿Takeshi, qué te pasa?- el hombre reaccionó

-Ah…no, nada- dijo con una sonrisa un tanto fingida. La mujer se acercó preocupada y posó una de sus manos en la mejilla de su marido.

-Mi amor, te conozco, sé que te pasa algo- el joven bajó la cabeza y suspiró.

-Bueno, es sólo que… estaba recordando y…

-Extrañas a tus compañeros- terminó la chica. El hombre levantó la cabeza sorprendido.

-era obvio- dijo con una sonrisa dulce en forma de respuesta a la expresión del rostro de sus esposo- Pasaste muchos años junto a ellos, es lógico que los extrañes.

-Bueno, pero que se le va a hacer- dijo levantándose del sillón. Ahora su expresión cambió por una más enérgica- ¿Ya está la lista la cena? Tengo hambre.

-Sí- dijo su esposa y ambos se sentaron a la mesa. La cena estuvo agradable, aunque algo silenciosa. Ambos estaban sumergidos en sus pensamientos. La joven se había quedado preocupada, no quería que su esposo estuviera triste… quizás ella podía hacer algo.

Momoshiro vio el rostro preocupado de su mujer.

-Ann… no te preocupes más, estoy bien.

-S-sí

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Espero que le haya gustado! No adelantaré nada y espero que sigan leyendo y que dejen reviews. Hasta la próxima!