En una reunión de la Orden del Fénix en la sala de los menesteres, después de un horrible ataque los magos y brujas que luchan por la luz están enojados y a punto de abandonar la esperanza, y es en su angustia que alguien afirma que el mundo mágico es de cobardes, que jamás se levantarán, que jamás lucharan en contra de Riddle, que nunca van a moverse, que siempre esperaran ser salvados, y es así como la sala les da una visión de la lealtad feroz, de la gente luchando, poniéndose de pie enfrentándose al infierno y demonios, solo por él y por lealtad a él y lo que representa, una lealtad aún más amplia y grande que la que le dan a Dumbledore. La sala les da la oportunidad de conocer a Harry Potter.

Disclaimer: Los personajes y escenarios que puedas reconocer son propiedad de J.K. Rowling, porque si fuese mío Severus Snape tendría mucho más reconocimiento que James Potter. En fin, yo solo los tome prestados.


PROLOGO.

Había sido una noche terrible, llena de gritos, de llantos y jadeos, los mortífagos habían atacado una pequeña aldea al norte de Derbyshire, habían incendiado las casas de los muggles para obligarlos a salir de sus hogares hacia la plazoleta del pueblo, cuando habían llegado el olor de carne quemada aun flotaba en el aire y el suelo de lo que una vez fue una pintoresca y tranquilidad comunidad estaba sembrado de cadáveres en el mejor de los casos y en el peor de extremidades y charcos de sangre.

La escena había sido horrorosa y sangrienta, una centena de personas habían muerto a manos de la oscuridad, y la Orden simplemente había llegado demasiado tarde para poder salvar alguien, apenas habían podido acompañar a una anciana mientras esta pasaba a la otra vida pues era la única que vivía cuando arribaron y sin embargo lo único que pudieron hacer por ella había sido sostener su mano.

Aun habían mortífagos cuando llegaron, gritando y celebrando en la locura demencial que la magia oscura les había provocado, lanzando maldiciones sin destino a todos los lugares, había sido una batalla feroz, las pocas estructuras en pie se había venido abajo y la Orden trataba desesperadamente de proteger los pocos cuerpos que quedaban para que aunque fueran algunas familias pudieran decir un adiós correctamente. Y al final, casi al amanecer los ejércitos oscuros se habían aparecido justo cuando llegaban algunos aurores más, por fortuna no tenían que contar con caídos desde la Orden ese día, la locura de los mortífagos demasiado alta por la masacre les había impedido ser lo suficientemente precisos en sus ataques.

Y después de los horrores de la noche, se encontraban reunidos en la Sala de los Menesteres en el colegio de Hogwarts de Magia y Hechicería, toda la Orden en pleno se encontraba en diversos sillones, sofás, sillas e inclusive pufs que la habitación les había proporcionado, la mayoría tenía en sus manos un trago de wisky o una cerveza de mantequilla cortesía de los merodeadores, mientras reflexionaban sombríamente sobre la guerra en la que el mundo mágico se encontraba.

— ¡Maldita sea!- dijo Dorcas, un mago de cabello cobrizo levemente rizado golpeando con su mano sobre la mesa atrayendo la atención de todos hacia él- este es un maldito mundo de cobardes, ¿qué oportunidad tenemos cuando la población mágica no es más que un montón de ovejas miedosas?-termino con furia.

— Dorcas tiene razón- respondió Aida Vance- nosotros solo no podemos, ¡por el amor de Merlín!, somos solo unos cuantos, nuestro esfuerzo no es suficiente, porque simplemente es el único esfuerzo en esta guerra y no alcanza, no podremos parar a la oscuridad, no cuando somos solo nosotros.

— ¿Y qué propones?- respondió James Potter poniéndose de fie apenas conteniendo su furia- ¿qué lo dejemos todo, que nos rindamos?, ¡Por Godric!, óyete si somos la única línea de defensa del mundo mágico como vamos a salir dejándolo atrás, es nuestra responsabilidad- termino apasionadamente.

— ¿Nuestra responsabilidad?- dijo con sarcasmo Edgar Bones, sorprendiendo a muchos de los presentes- ¡este mundo es de cobardes, James!, no podemos llevar sobre nuestros hombros el peso del mundo, no somos suficientes para hacer algo como eso, y yo estoy cansado, estoy harto de temer por mi vida y la de mi familia, dime si cuándo ves a Lily no te preocupas de que un día de estos un maldito cobarde no los va a lastimar, de que ese bebé que va a nacer- dijo señalando el abultado vientre de siete meses de Lily- no lo hará en este mundo, estoy harto de luchar una guerra por cobardes.

— Tiene razón…tienen razón-dijo Emmily una bruja de cabello rubio corto en un susurro tembloroso-este es un mundo de cobardes y quien-tu-sabes va a ganar porque simplemente no hay quien se les oponga.

— Por favor- dijo Dumbledore en un tono suave con la voz triste- debemos mantener la esperanza sino ¿qué es lo que nos quedara?, es precisamente por nuestras familias, por los niños que vendrán- sonrió a Lily y Alice- que debemos mantenernos fuertes, debemos seguir creyendo y luchando, porque tienes razón Emmily, Voldemort solo ganará si nadie se le opone, por eso debemos mantenernos fuertes y conservar nuestra esperanza.

— Pero Albus, siquiera tú te das cuenta de que lo único que estamos logrando es prolongar esta guerra, someternos a ver a los demás morir a nuestro alrededor- dijo Clemente Abbot sacudiendo la cabeza con tristeza- que somos muy pocos para sostener a nuestro mundo en paz.

— Es cierto- respondió Sirius Black con una mueca en su rostro ignorando la mirada de incredulidad que le daba su mejor amigo- ni hoy ni nunca el mundo mágico se levantara en su contra, no James, mira ni siquiera los aurores tienen la valentía necesaria, todos están demasiado asustados, el mundo mágico está demasiado asustado para cualquier cosa.

— ¿En verdad piensan eso?- dijo James Potter con furia mientras comenzaba a levantarse de su silla.

— James, por favor- dijo Lily poniendo una de sus manos sobre el brazo de su esposo, poniendo en sus ojos esmeraldas una súplica silenciosa a no continuar esta discusión.

— No, Lily- dijo el azabache con tristeza mirando a su esposa- yo no he visto tantos horrores, no he despedido a tantos amigos en esta guerra para esto- dijo abarcando con su mano a la sala y volviéndose una vez más a los demás miembros de la Orden, repitió su pregunta con la voz tensa de furia- ¿En verdad piensan eso?

— ¿Si el mundo mágico jamás será lo suficientemente valiente para oponerse a Voldemort, si nadie distinto a la Orden luchara en la guerra contra el Lord Oscuro?- dijo Alice Longbottom en un susurro, expresando como una pregunta el sentimiento árido y desesperanzador que parecía arrastrarse esta noche en la Orden.

Y de repente un haz de luz silencio la discusión de la Orden iluminando por completo a la habitación, dejando a su paso una horda de magos y brujas confundidos y en guardia con las varitas listas unos al lado de los otros, todos listos para atacar.

— No hay nadie- dijo Alastor Moody, luego de revisar cuidadosamente la habitación con un hechizo murmurado entre dientes- nadie que no debería estar aquí.

— Y eso- señalo trémulamente la profesora McGonagall a un montón de pergaminos que habían aparecido a los pies de Alice.- entonces qué es.

— Al parecer la sala ha respondido a la pregunta de la señora Longbottom- dijo el anciano director de Hogwarts mientras analizaba cuidadosamente los viejos pergaminos- Son apartes de la historia, mmm, y yo diría que son de un tiempo en el futuro- termino con un tono sorprendido.

— ¿Del futuro?- gruño Aberfoth Dumbledore groseramente, con la incredulidad de todos reflejada en su voz.

— Sí- respondió el director tranquilamente- por lo que dice el primer pergamino estos fragmentos comienzan hasta once años en el futuro, y están dirigidos a contestar la pregunta formulada.

— Entonces leamos- dijo Edgar Bones recostándose en su silla con complacencia- veamos si el mundo mágico realmente puede luchar por sí mismo, veamos si existe una oportunidad en esta guerra.

Y así, todos los miembros de la Orden se acomodaron en sus asientos, listos a oír los pergaminos, bajo la esperanza de que realmente hubiese una posibilidad de que el mundo mágico aprendiera…, que ya no fuese un mundo de cobardes.