Avobath.

Hidratante y revitalizante. James y Lily.

Lily había notado a James irritado. Su recién estrenado marido había llegado de la reunión de la Orden del Fénix totalmente enfadado. No había quien lo aguantara. Y, como en los viejos tiempos, tuvieron una fuerte discusión en la cocina. Hasta que él se marchó ante el grito de ¡Todavía no entiendo porqué me casé contigo! mientras la pelirroja le contestaba con un ¡Hay divorcios exprés en el Ministerio si los quieres!

En resumen, un feliz matrimonio.

Lily se quedó en la planta baja, intentando volver a su lectura. Pero los gritos de James resonaban en su cabeza. ¡El idiota ese no le dejaba leer ni siquiera cuando no estaba presente con sus gritos, quejas y reclamos! Se levantó y dando fuertes pasos subió por las escaleras, siguiendo el mismo camino que James había hecho. Entró en el cuarto que compartían y al abrirlo lo encontró vacío. Suspiró. Igual se había pasado con él y ahora se había escapado.

Pero sonrió al reconocer un olor cítrico salir del baño. Abrió la puerta de éste muy lentamente y, de espaldas a la puerta, sumergido en la bañera y espuma verde estaba su maravilloso marido. Porque sí, podrían discutir, sí. Podría llegar a ser infantil, caprichoso e insoportable, también. Pero era su marido, era James, y lo adoraba.

Se sentó en la repisa, tras él, y lo miró sonriente. James ni la miró. Lily se agachó para mojar su mano y mojar el hombro y el pecho de James. Él no le hizo caso, pero tampoco se quejó. Siguió mojándolo unos segundos, hasta que se agachó y lo abrazó por los hombros.

-¿Me vas a contar qué te pasa? -le susurró Lily a su marido. James por fin reaccionó y acarició los brazos de la pelirroja.

-He discutido con Sirius. -confesó al fin James. Lily abrió los ojos como platos.

-¿Con Sirius? -preguntó sorprendida.- ¿Por qué? ¿Qué ha pasado?

-¡Qué dice que no se va a casar con Marlene! -dijo él, indignado.- ¡Siete años! ¡Siete años tuve que estar yo ayudándolo, consolando a la rubia, convenciéndola de que Canuto era un buen partido! ¡Y ahora que la tiene no se quiere casar con ella! -dijo enfadado. Lily aguantó la risa, mientras lo seguía abrazando por los hombros y él agitaba los brazos, nervioso.- Es idiota. -sentenció. Ante aquello Lily no aguantó más y soltó una sincera carcajada.- Lily…

-Perdona, perdón, amor… -dijo entre risas. James giró la cabeza para mirarla mientras seguía riéndose.- Perdón, ya está… -dijo calmándose.- ¿Y te enfadaste con él por eso?

-Sí.

Se quedaron en silencio, mientras ella le acariciaba el pecho con suavidad y disfrutaba del increíble olor que habían dejado las burbujas en el cuerpo de su marido. James cerró los ojos ante las caricias y dejó caer la cabeza hacia atrás, apoyándola en el hombro de la pelirroja.

-Lo de antes no lo dije en serio. -le dijo James, rompiendo el silencio. Lily sonrió.- Lo de que no sé porque me casé contigo. Sí que lo sé.

-Y yo no quiero que pidas un divorcio exprés en el Ministerio de Magia.

-No lo haría. -le dijo él. Ella le dio un beso en la mejilla.- ¿No quieres meterte conmigo en la bañera?

-No, tengo cosas que hacer.

-Yo también. Pero solo un rato, Lils. Por favor… -le suplicó él, agarrándola de las muñecas.

-James, no, eh, no. -lo amenazó ella al ver la sonrisa divertida en los labios de James. Pero Potter hizo oídos sordos a las suplicas de su mujer y tiró de sus manos para hacerla caer en la bañera, con ropa y todo.- Te odio.

-Mientes fatal. -dijo él, pegándola a su cuerpo, tirando de su cintura.


Esta vez tocan baños de espuma. Tengo que decir que las bombas de baño son geniales y hay una para cada ocasión. Y nuestros personajes favoritos vienen a demostrárnoslo.

Hoy le tocó el turno a James y a Lily, sus discusiones absurdas y sus reconciliaciones.