El Trío de Oro estaba sentado en la mesa esperando a que entraran los nuevos alumnos para hacer la selección de las casas. Ya habían pasado algunos meses desde la muerte de Lord Voldemort y era el primer día del curso en Hogwarts. Harry y Ginny estaban muy felices juntos, al igual que Ron y Hermione, aunque por su puesto todos seguían siendo muy amigos, unidos por el dolor y la experiencia.
Se abrieron las puertas y entraron los niños. Nada especial cinco fueron para Gryffindor, siete para Ravencaw, cuatro para Hufelpuff, y seis para Slytherin. La directora McGonagall se disponía a dar el discurso cuando fue interrumpida por la aparición de una chica de unos 16 años, rubia, de ojos color miel, piel morena, tenía los labios carnosos y rojos, las pestañas largas y oscuras al igual que sus cejas perfectamente arqueadas. Su cuerpo estaba en perfecta forma, no era como el de una chica delicada y frágil, si no como el de alguien fuerte, ágil, y elástico, con el desarrollo propio de su edad, aunque se notaba que era un cuerpo con la anatomía propia de la mujer. Llevaba puestas unas mayas negras un poco por debajo de la rodilla, con unos tenis blancos al igual que una camiseta un tanto ajustada hasta las caderas, que llevaba por debajo de otra de color gris con un bordado rosa que ponía el número "24", aunque esta era más suelta y corta ya que solo llegaba uno o dos centímetros por debajo de su pecho. Tenía su largo y ondeante cabello recogido en una trenza de lado, y no llevaba ni una gota de maquillaje, pues su piel ya era suave, fuerte, y perfecta sin tener que ponerse nada, aunque eso tampoco parecía preocuparla. Desprendía seguridad, y era muy atractiva, pero también tenía ese brillo en los ojos de niña traviesa, esa mirada inocente que poseemos cuando somos niños. La joven caminó con paso seguro hacia la directora. Muchos la silbaban y piropeaban, aunque un chico atrevido de Hufelpuff que tenía fama de ser un "Don Juan", se levantó la cogió de la cintura y le dijo:
-¡Venga guapa vámonos a un lugar más privado!
La chica le dirigió una mirada asesina que habría hecho que el mismísimo Voldemort hubiera salido corriendo.
-Suéltame- contestó, con una severidad, una frialdad, y un odio, tan fuertes que no le hizo falta ni gritar para que el chico bajara la mirada confuso, sorprendido y asustado, la soltara y se sentara.
La muchacha retomó su camino hasta que llegó a estar en frente de la directora.
-Señorita ¿quién es usted?- preguntó McGonagall.
-Soy Lunara, Lunara Fireson, una alumna de intercambio de la escuela de Beanxbatons, ¿Madame Maxine no le avisó de que venía?- contestó la chica.
-Sí, pero esperaba más puntualidad por su parte, además, está estrictamente prohibido aparecerse dentro de la escuela- dijo la directora.
-Lo siento, es que ya llegaba con retraso porque la carroza salió un poco tarde, y después por el camino tuvimos un accidente y la carroza se rompió, he tratado de arreglarla, pero mi varita se había roto, y todas mis cosas se habían caído a un lago, por eso no llevo el uniforme-dijo Lunara.
-Está bien, mañana irá acompañada de un alumno a comprar en el callejón Diagón todo lo que haya perdido y necesite. Pero ahora acérquese para ser seleccionada para una de las cuatro casas de Hogwarts- dijo la profesora haciéndole un gesto para que se sentara en la silla donde se seleccionaba a los alumnos.
Lunara se acercó y se sentó, la directora le puso el sombrero en la cabeza, el cual empezó a hablar.
-Vaya, que interesante, mucho talento, inteligencia, astucia, sutileza, valentía, bondad, y muchas ganas de aprender. También eres poseedora de muchos dones extraordinarios. Todo esto quiere decir que eres perfecta para cualquiera de las cuatro casas ¿cuál eliges?- preguntó el sombrero.
-No lo sé, todas ellas tienen algo bueno que aportarme, Gryffindor valentía, Ravencaw el estudiar, Hufelpuff ser justa, y Slytherin la astucia. No podría elegir entre tan valiosos aprendizajes, además creía que para eso estabas tú- respondió la muchacha.
-Sí, pero tú eres un caso especial, encajarías a la perfección en cualquiera de las cuatro casas, es la primera vez que pasa esto con un alumno de Hogwarts. Así que propongo una cosa, estarás a prueba un tiempo en cada casa para que veas en cual te encuentras más a gusto, y cuando tengas tu decisión te quedarás en una de ellas. Empezarás en Slytherin- dijo el sombrero.
-¡Genial! – exclamó la chica con entusiasmo, pensando "tendré cuatro casas, ¡increíble!"
-La acompañarán a sus compras Draco Malfoy y Pansy Pakinson, siéntese con ellos- dijo la directora señalando el lugar de los dos compañeros.
La rubia se dirigió hacia ellos y se sentó en frente.
-Hola, encantada de conoceros- dijo Lunara tendiéndoles la mano amistosamente.
Draco miró a Pansy, y después dirigió la mirada a la mano de la rubia, con frialdad y severidad cambió sus ojos hacia los de Lunara diciendo:
-¿Sangre sucia o limpia?
-¿Eh?-dijo extrañada la rubia.
-¡Es que no te enteras de nada! ¡¿Qué si eres hija de magos o de muggles?!- preguntó Pansy con impaciencia.
-¡Oye, no hace falta que seas desagradable! Soy hija de muggles por su puesto- respondió con orgullo.
-¿Cómo puedes decir con orgullo que eres una asquerosa sangre sucia?-preguntó el joven Malfoy con desprecio.
-No sé qué quisiste decir con "sangre sucia", pero nadie me llama asquerosa, niñato - respondió con odio y desprecio dirigiéndole una mirada asesina.
-¡Pues si eres tan corta como para no saber lo que significa, te lo explicaré despacito, los sangres sucia como tú, sois un insulto para el nombre de "mago", tenéis magia, pero sangre muggle corre por vuestras venas y eso es repugnante, solo porque vuestros tontos antepasados decidieron casarse con muggles, lo que resulta aún más repugnante, tú y los de tu clase no tenéis derecho a estar en una escuela para magos. Es más tú y tu familia, sois una panda de asquerosos e incompetentes seres que lo único que habéis sabido hacer es ensuciar la sangre del mago, con vuestra sucia sangre muggle!- exclamó Pakinson con un increíble desprecio y asco en su voz.
Lunara ya no pudo más, no podía soportar lo que le estaban diciendo.
-¡Como te atreves, niñata insolente y egocéntrica! ¡Puedes meterte conmigo, pero si dices algo de mi familia te vas a enterar!- mientras decía estas palabras que salían como dardos envenenados de su boca, una tormenta empezó a formarse dentro del salón, que crecía a medida que Lunara se enfadaba más- ¡Atrévete a decir algo más sobre mi familia, y te comes mi puño!
-¡Tu familia es asquerosa, igual que tú!- dijo Pansy en tono desafiante.
-¡Se acabó!- gritó Lunara con odio y rabia. Iba a tirársele encima para darle una lección, pero un rayo calló de la tormenta y electrocutó a Pakinson, dejándola inconsciente.
Lunara no pudo evitar una pequeña risita, por una parte le gustaba que hubiera pasado, pero por otra su lado amable, bondadoso y gentil le decía que debía ayudarla. En ese momento la tormenta amainó, Lunara se disponía ayudar a Pansy, pero Draco la detuvo.
-No te acerques a ella asquerosa sangre sucia, eres patética- dijo el joven con deprecio.
-Draco, hay que llevarla a la enfermería, y con tu permiso o sin él, lo voy a hacer ¿Por las buenas o por las malas?
-¡Largo de aquí! ¡¿Lo has entendido?!- gritó sobresaltado el joven.
-Claro que sí- respondió, pero una sonrisa maliciosa se dibujó en su cara, y siguió diciendo- será por las malas.
La joven se acercó, y Draco sacó su varita apuntando a Lunara, pronunciando:
-¡Desamay…!- no le dio tiempo a terminar, pues la rubia le diera una patada en la mano y la varita saliera volando hacia la otra punta de la sala. Draco intentó pegarle un puñetazo, pero ella lo esquivó agarrando su puño y haciéndole una llave de karate que lo dejó desplomado en el suelo.
-Serás un "sangre limpia", pero una "patética sangre sucia" te ha derribado, y ni si quiera tenía varita- le soltó Lunara al joven Malfoy, el cual estaba aturdido confuso, y avergonzado.
-¡Esto no quedará así, mi padre se enterará de esto!- bramó Draco.
-¡¿Y a mí que me importa lo que piense tu padre?!- respondió con indiferencia.
-Pues porque él es Lucios, Lucios Malfoy- respondió con tono de superioridad.
-¿Y qué? Yo soy Lunara Fireson y a mucha honra. Y sí, sé que tu padre tiene un puesto en el ministerio de magia, pero me da igual, porque te guste o no soy maga igual que tú, y si te crees que el simple hecho de que lleves el apellido Malfoy te hace superior, estás muy equivocado-dijo la muchacha con severidad.
Draco iba a responder, pero la chica ya no le prestaba atención. La joven rubia cogió a Pansy en brazos sin casi esfuerzo, ya que como antes dije tenía el cuerpo y la fuerza de una deportista, y se la llevó corriendo a la enfermería. Draco la siguió para saber cómo estaba Pansy.
