TORMENTA DESATADA

*Anna me miró como si no existiera en el mundo nadie más que yo, con tanto amor en la mirada que por primera vez desde que me perdí en la montaña me permití ser libre y dejar salir todo lo que llevaba dentro, me acerqué a ella, la estreché entre mis brazos con tanta fuerza que se quejó un poco, deshice el abrazo para tomar su rostro entre mis manos, acaricié sus suaves mejillas adornadas con esas hermosas pecas, ¡Como deseaba besar cada una de esas pecas!, pero en ésta ocasión mi objetivo era otro, me acerqué lentamente a su rostro hasta juntar mis labios con los suyos en un dulce beso*

─ ¡Elsa! ¡Elsa! ¿Te gusta mi vestido? ─ la voz de mi pequeña hermana entrando a la habitación me regresa a la realidad, me muestra un hermoso vestido de novia, sonrío de la manera más honesta que puedo y asiento ocultando, como siempre, mis verdaderos sentimientos, sí, el vestido es realmente hermoso, no es eso lo que me molesta, mi molestia surge de los motivos para comprarlo, la boda de Anna y Kristoff se aproxima y eso me hiela el corazón, me costó tanto no congelar la habitación el día que Kristoff fue al castillo a pedir la mano de mi amada hermana, no sé cuándo me di cuenta de mis verdaderos sentimientos hacia ella, creo que lo noté cuando fue a buscarme a mi palacio de hielo para detener el crudo invierno, cuando la vi en mi helado refugio, mi corazón se agitó furiosamente y no deseaba más que abrazarla, pero sin duda alguna todo estuvo claro para mí cuando dio su último aliento para salvarme, al verla ahí, convertida en hielo y pensando que la había perdido para siempre, mi corazón sintió tanto dolor y regresaron a mi mente todos esos días en que no anhelaba más que su compañía, en que maldecía éste poder que tanto me había separado de ella, mi hermana se hacía mayor, su cuerpo tomaba nuevas formas y se apoderaba de ella una belleza incomparable… cada día me cuesta más verla como una hermana, cada día la anhelo más de otro modo.

─…y Kristoff insiste en que la boda sea por la mañana para que la fiesta dure todo el día, pero a mí me hace más ilusión que sea por la tarde, estamos en pleno otoño, ¡Las hojas cayendo! ¡El atardecer! ¿No crees que sería hermosa una boda por la tarde? ─ regreso mi atención a mi hermana que lleva varios minutos explicando los detalles de su boda.

─ Claro que sí Anna, es tu boda, debería ser como tú la deseas ─ respondo sonriendo, es tan difícil no sonreír al verla tan entusiasmada, a pesar del dolor que me produce su enlace, quiero verla feliz.

─ Sabía que estarías de mi lado Elsa ─ me abraza alegremente…no quiero soltarla jamás ─ te quiero tanto hermana.

─ Y yo a ti Anna, te quiero tanto ─ prolongo el abrazo más de lo necesario sólo por tenerla un poco más entre mis brazos.

─ Oh, ¡vamos Elsa!, viviremos en el castillo, ni siquiera me extrañarás, nos veremos todos los días, será como siempre ─ me dice animándome, adivinando mi tristeza en ese abrazo.

─ Lo sé Anna, lo sé ─ no puedo abrir mi corazón, no puedo dejarle ver que mi amor por ella va más allá de la hermandad, no puedo demostrar que no quiero que se case con Kristoff porque la quiero sólo para mí.

─ ¡Annna! ¡Llegaron las pruebas de pastel! ¡Tienes que verlas, son geniales! ─ la voz de Kristoff desde algún punto del castillo se escucha hasta la habitación.

─ Espero que sean de chocolate… ¿No vienes? ─ me pregunta extendiéndome la mano para que la acompañe.

─ Lo siento Anna, aún tengo trabajo que hacer ─ le respondo señalando la pila de papeles que debo revisar pero que por falta de concentración no he podido ni mirar. Ella asiente con algo de decepción y sale de la habitación.

No puedo aguantarlo más, tengo que desahogarme, abandono el castillo a hurtadillas para que nadie note mi ausencia y camino hasta adentrarme en la montaña… dejo ir todo, mientras congelo todo a mi paso siento un momentáneo alivio, pero luego las lágrimas inundan mis ojos y sin poder contenerlas ruedan por mis mejillas cayendo sobre la nieve, lloro por un largo rato mientras todo a mi alrededor se torna cada vez más frío, los árboles, las plantas, todo cuanto hay cerca de mí se congela cada vez más.

─ Anna… Anna… te amo… Anna, te amo, te amo, te amo ─ las palabras salen en susurros que sólo yo puedo escuchar, escapando de mi corazón que a cada momento desea gritarlas.

─ Ok, tal vez no sea realmente un experto en el amor, pero sé algunas cosas…─ Olaf sale de no sé dónde ─ tú estás enamorada de Anna, ¿Cierto?

─ ¡Olaf! No sé qué fue lo que escuchaste, pero lo estás malinterpretando…─ no sé cómo excusarme pero no hay mucho que decir de todos modos, la nieve a mi alrededor habla por sí misma.

─ Soy un muñeco de nieve, más no soy un tonto, y sé que la amas incluso más que Kristoff, tú sí eres capaz de dejarla ir con tal de que sea feliz, la amas tanto que estás echando la casa por la ventana para darle a tu hermana la boda de sus sueños, aunque no sea contigo, como tú lo deseas.

─ No… no es eso… es mi hermana… no puedo amarla Olaf, no puedo…─ las lágrimas vuelven a brotar descontroladas, siento la mano de Olaf darme palmadas en la espalda.

─ Nadie decide de quien se enamora, simplemente sucede Elsa, sé que si pudieras evitar sentirlo lo harías, pero las cosas no son así, no tienes nada de qué avergonzarte, el amor jamás debe ser motivo de vergüenza, aunque a veces sea la causa de muchas tristezas ─ para ser un muñeco sabe demasiado acerca de las personas y sus sentimientos.

─ La amo tanto Olaf, tanto, me gustaría tanto poder abrazarla, poder besarla, deseo tanto ser yo la persona que la haga la mujer más feliz del mundo… pero no puedo, su corazón le pertenece a Kristoff, él se lo ganó, ellos se aman y nada hay que pueda hacer… nada… NADA ─ pierdo el control, nuevamente el hielo sale de mis manos velozmente, delgado y cortante.

─ Elsa, si tan sólo pudiera hacer algo para ayudarte, pero tienes razón, la felicidad de tu hermana está junto a Kristoff, ella lo ama, tu hermana tiene un corazón tan noble y puro, tan lleno de amor, que se enamora con rapidez e intensidad para darle a alguien todo ese amor ─ lo miré con una chispa de ilusión, Anna se había olvidado de Hans casi tan rápido como se enamoró de él, de hecho unos segundos antes de estar segura que el amor de su vida era Kristoff, pensó sin duda que lo era Hans… ¿Y si su amor con Kristoff es fugaz, repentino y poco sólido como sucedió con Hans?

─ Vamos Elsa, no queremos que congeles Arendelle de nuevo, ¿O sí? ─ me dice Olaf señalando todo el desastre que ya hice al perder el control ─ no tiene nada de malo que te desahogues, pero si tardas más Anna se preocupara al no verte y vendrá en tu búsqueda.

Lo sigo aún con el corazón lleno de pesar, pero con una pequeña y casi insignificante chispa de esperanza, de que si tanto Hans como Kristoff se habían ganado el corazón de mi hermana en tan poco tiempo, tal vez yo puedo conquistarla, demostrarle que puedo hacerla tanto o más feliz que cualquier príncipe o vendedor de hielo del mundo.

─ ¡Elsa! ¡Elsa! Ven a ver a Kristoff, se ve muy bien con su traje ─ me dice Anna apenas entro al castillo y me toma de la mano para arrastrarme hasta su habitación. Tengo que reconocer que Kristoff no es feo, al contrario, ese aire torpe y distraído lo hace ver como un chico dulce y apuesto, el traje le sienta muy bien aunque la pose tímida y desgarbada no le ayuda mucho.

─ Yo… de verdad no creo que sea para tanto Anna ─ le dice Kristoff bastante apenado ─ me veo extraño… Reina Elsa… ¿Será posible invitar a mi familia a la boda?

─ ¿Tu familia? ─ le pregunto extrañada, siempre pensé que sólo tenía a Sven por compañía.

─ Sí, son algo… algo extraños, son muy ruidosos, pero no comen mucho y siempre que están cerca todo es más divertido, es sólo que ellos son… bueno son trolls.

─ Aaaah, claro, ahora recuerdo que Anna mencionó algo ─ me quedo pensando un momento, haré todo lo que esté en mis manos por conquistar el corazón de Anna, así que es posible que la boda no se lleve a cabo ─ sí, no hay problema, si son tu familia siempre serán bienvenidos, después de todo les debo la vida de mi hermana, en dos ocasiones le hice daño y en dos ocasiones gracias a ellos todo salió bien…

─ Elsa, tienes que dejar de mortificarte por eso ─ me dice Anna envolviéndome en un cálido abrazo ─ yo sé que en ninguna de las dos ocasiones fue tu intención lastimarme, y es gracias a ti que estoy aquí.

El resto del día transcurre con más tranquilidad, si bien la boda se aproxima, aún faltan varias semanas y el ajetreo es poco. Tengo que planear bien todo, conozco a mi hermana mejor que nadie, sé justo lo que la hace feliz, lo que la pone triste, conozco sus miedos, sus sueños y sus ilusiones.

Ya entrada la noche, con un esbozo de plan y mi mejor sonrisa, entro a la habitación de Anna, me sorprende encontrarla mirando un cuadro de toda la familia, cuando éramos pequeñas.

─ ¡Elsa! ─ me dice sorprendida pues al parecer no se dio cuenta de mi entrada ─ ¿Qué haces aquí tan noche? ¿Pasó algo malo?

─ No se trata de eso Anna, puedes estar tranquila ─ me siento con elegancia a su lado ─ vine a decirte algo importante… ─ dudo un poco, pero ¿Qué puedo perder? ─ estaba pensando, que a pesar de que sigas viviendo aquí tras tu boda, no será lo mismo; desde aquel… incidente ─ aún no me atrevo a mencionar abiertamente que congelé su corazón ─ he tratado de pasar más tiempo contigo, recuperar todo lo que perdimos cuando me encerré en mi misma, pero una vez que te cases pasarás gran tiempo con tu esposo, estarán en la otra ala del castillo, y si tienen niños… nos veremos sólo durante las comidas ─ a pesar de ser siempre muy segura al hablar, me cuesta trabajo expresar esto ─ quiero pasar contigo tanto tiempo como sea posible antes de que te cases con Kristoff.

Anna me mira entre divertida y enternecida, con una hermosa sonrisa, no sé cómo interpretar ese gesto, sólo sé que si dejara de ver esa sonrisa yo sería quien tendría el corazón helado.

─ Elsa, podría tener veinte hijos y yo jamás me alejaría de ti, no puedo estar lejos ni por dos segundos, la última vez preferí cruzar la helada montaña para evitar que te alejaras, perderte es lo que más me aterra, por eso me interpuse entre tú y Hans a pesar de que sabía que acabaría congelada ─ siento mi cara arder por el sonrojo que se apodera de mi rostro, ¿Escuche bien o mi mente me juega malas pasadas? ─ no estés tan sorprendida Elsa, eres mi hermana y te quiero, hasta Kristoff está un poco celoso de ti por eso.

─ Yo… ─ no sé qué responder a eso, no sé ni que pensar, lo mejor es cambiar de tema ─ trabajaré por las noches para pasar todo el día contigo hasta que llegue la boda, sólo me ausentaré cuando sea estrictamente necesario.

─ ¿Es en serio Elsa? ─ me responde con la sonrisa más grande y genuina que le he visto ─ eso me encantaría, hay tantas cosas que podemos hacer, podemos ir a un picnic en la montaña, podemos hacer muñecos, andar en bicicleta, me enseñarás a patinar, comeremos juntas, ¡Nos divertiremos tanto que ya no aguanto la emoción Elsa!

Anna me abraza con tanta efusividad que siento un poco de dolor, pero ¿Qué más da? No podría ser más feliz, ha aceptado.

─ Me parece que lo mejor será ir a dormir ya ─ digo poniéndome de pie ─ mañana será un gran día, así que prepárate.

─ Creo que no podré dormir de la emoción ─ me responde risueña, me acerco para darle un pequeño beso en la frente y me alejo a la sombra para que no vea mi sonrojo.

─ Buenas noches Elsa ─ me dice para luego bostezar y acurrucarse entre las sabanas.

─ Buenas noches Anna…

Continuará…