El personaje de Eugene Fitzherbert y "La Princesa Perdida" (Rapunzel) pertenecen a Disney (excepto los nombres de los niños y algunos otros personajes), lo único que me pertenece a mí es el tiempo que invierto para escribir esto…espero les guste…
El huérfano Eugene Fitzherbert
Bueno, soy Eugene Fitzherbert, tengo 8 años y… no sé qué más decirles. Vivo en un orfanato al sur de Corona, con 30 niños, 35 para ser exacto…todos somos huérfanos, como ya habrán adivinado. Muchos no tienes padres, otros ni siquiera los querían, yo no sé en que categoría entro, nunca se supo de mis padres, solo se sabe mi nombre y no sé cómo. Pienso que si alguno de mis padres me hubiera querido yo no estaría aquí, y Hank (el dueño del orfanato) no me deja olvidarlo.
-¡Ni siquiera tus padres te quieren, por eso estás aquí!- es lo que siempre me dice cuando hago algo malo o que a él no le gusta, y no es la única ofensa que me dice…
En fin, era el 3° cumpleaños de la "Princesa Perdida" y todo el reino lanza linternas al cielo para conmemorarlo. Para ser sincero nunca me gusto mucho esa celebración, no me gusta pensar que alguien a quien no conocen, sea más querido que un pobre huérfano, que hagan tan bonita conmemoración de su cumpleaños, cuando apenas recuerdan el mío.
Todos miraban por una gran ventana que hay al fondo de la habitación.
-¡Guaaauuu!
-¡Son muy bonitas!- y otras cosas que yo no llegaba a escuchar, decían los chicos. En cuanto a mí, permanecía en mi cama sentado de espaldas al ventanal, no tenía ningún interés en ver las linternas. De pronto sentí a alguien detrás de mí.
-¿Qué tienes Eugene?- me preguntó mi mejor amigo Adelbert Blumer; sí, tiene un nombre horrible pero todos le decimos "Eidy". Solo suspiré.
-No tengo ánimos.- contesté.
-Vamos, entiendo cómo te sientes, pero alégrate un poco y mira…- señaló la ventana donde todos estaban agrupados. Resoplé.
-Bien…-me puse de pie- …solo un vistazo.- Eidy sonrió.
Me dirigí hacia el grupo y, de alguna forma, me puse delante de todos. Era completamente innegable que esas cosas eran hermosas. Iluminaban cada rincón del reino, algunas flotaban tan alto que no las veías.
-¡Guoouuu!- dije asombrado.
Todos contemplábamos las linternas, cuando la puerta del cuarto se abrió drásticamente.
-¡Con que mirando las linternas! ¡¿Ah?!- exclamó Hank. Todos odiamos a ese sujeto, pero le tenemos un miedo terrible, siempre nos golpea, grita, critica, ofende… A penas lo oímos hablar, todos corrimos hacia las camas y desaparecimos bajo la cobija.- ¡El espectáculo termino, manga de mirones!- dijo mientras cerraba las cortinas del ventanal. Cada uno apago su vela, Hank apago la ultima y salió en un estruendo.
Luego de unos minutos, me impulsé con un codo y miré la puerta, no había luz del otro lado "PERFECTO". Me senté en la cama y encendí la vela que está a mi lado. Cuando la llama creció y podía ver mejor, busque debajo de mi almohada mi libro favorito y lo abrí en un nuevo capítulo. Es un libro algo grande y bastante cuadrado, con tapa marrón y letras en dorado con una ilustración del personaje.
-¿Qué estás haciendo?- me preguntó Eidy desde la cama de enfrente.- ¿Sabes leer?- alzó una ceja.
-Algo…- contesté- Este es mi libro favorito…- lo palmeé suavemente- Tiene unos…7 cuentos…
-¿Nos leerías uno?- pregunto Erni, un niño de 5 años que es prácticamente nuevo en el orfanato.
-Sí, vamos Eugene, por favor…- comenzaron a pedir todos.
-Está bien…- cedí en una risa- Vengan…-todos se acercaron, algunos se sentaban en mi cama, otros en el piso, los mayores (de unos 10 años) permanecían parados.- El libro de llama "Los Cuentos de Flynnagan Rider"…- anuncié- Bueno…- retrocedí algunas páginas- Este es mi cuento favorito… "El joven Flynnagan era un hombre…"- comencé el relato, todos se veían emocionados por la historia. El que alguno de nosotros supiera leer los debió haber tomado por sorpresa, pues nadie nunca había querido enseñarnos; no pregunten cómo aprendí, a estas alturas ya ni recuerdo. Nadie nunca nos había contado un cuento en la vida, ninguno tenía quién, el torpe de Hank jamás se tomaría la molestia, además en un completo descorazonado.
Cinco hojas pasaron volando, apenas terminé cerré el libro. Los 35 comenzaron a aplaudir, al parecer no sabían lo que estaban haciendo, una luz comenzó a acercarse por el pasillo.
-Ahí viene Hank…- anunció en voz baja Morfi (así le decimos), un chico alto de 10 años. Guardé el libro bajo la almohada y apagué la vela cuando ya todos estaban acostados. Oculté mi cabeza bajo la única frazada.
-¡¿Qué les sucede mocosos imundos?!- exclamo el hombre cuando entro. Todos estábamos completamente aterrorizados- Ahhh, ¡Con que no van a contestar! ¡¿Ah?!- permanecía escondido bajo la manta- ¡Bien! Mañana tendremos una charla…- golpeó la puerta al salir y yo cerré los ojos, él es un hombre horrible, bruto y desalmado, nunca nos trata con respeto, y siempre nos grita, nunca nos quiso y nunca nos querrá.
Por más que la luz detrás de la puerta se había apagado, ninguno estaba dispuesto a mover ni un musculo. El silencio envolvió la habitación, en eso me quedé dormido.
. . .
-¡Desperdician luz! ¡Muévanse!- gritó Hank cuando entró al cuarto. Ya era de día, pero muy temprano.
-Ahh…- se quejaron todos.
-¡Sin quejarse o los dejo sin almuerzo!- amenazó. Todos se levantaron, pero yo no estaba de acuerdo en eso; me tapé la cabeza con la cobija dispuesto a volver a dormir- ¡Fitzherbert! ¡Arriba!- me gritaba, yo ni me moví. Comenzó a caminar hacia mí y asomé un ojo, todos tenían caras de pánico y Hank se dirigía hacia mí estruendosamente. Volví a esconderme en la cama. Me tomó del brazo con fuerza y me puso de pie bruscamente- ¿A caso no me oíste inútil? ¡Arriba!- me gritó en la cara, me soltó y se fue. Ya estaba hasta la corona de sus insultos y maltratos, no aguantaría mucho más.
-¿Te hizo algo amigo?- se me acercó Eidy. Yo tenía la mirada clavada en la puerta por la que se había ido el bruto, y el seño fruncido como nunca.
-Estoy bien…
Salimos de la habitación y nos dirigimos al comedor para que se nos sirviera el desayuno. Allí hay 3 mesones para distribuirnos. El desayuno fue lo mismo de siempre, una jarra con un desagradable líquido dentro (que no merece llamarse té), con un bollo de pan duro e incomible. Todos tenemos la misma cara al desayunar, cuando muerdes el pan se te queda en la garganta, y cuando tratas de pasarlo con "té", dan nauseas.
-¡Bueno, pobres tontos! Sí ya terminaron…- gritó el sujeto.
Nos levantamos y seguimos a Hank. Por algún motivo que no sabíamos, fue a nuestra habitación.
-¡Todos formados! ¡Ya, ya, ya!- nos gritó. Todos nos organizamos en 6 columnas de 6 chicos cada una. Yo me pongo casi siempre en el medio un poco a mi derecha- Anoche, ciertos desubicados comenzaron a aplaudir de la nada, cuando debían estar durmiendo…- se detuvo de su ir y venir.- ¿A qué se debió eso?- ninguno habló- Bien, ¿no quieren hablar? ¿Cierto?- se abrió paso entre los chicos y se dirigió a mí, se me colocó delante; sentí que me temblaban las rodillas.- Se que tú fuiste responsable de esto pequeño inútil…
-¡Eugene no es un inútil!- el panzón dejó de darme golpes con un dedo en el pecho, todos voltearon a ver a Eidy que tenía el seño fruncido y los puños cerrados. Me asomé por detrás de Hank, luego de unos momentos se giró para mirar a mi amigo- ¡No es un inútil! ¡Sabe leer!- ese chico sí que es valiente.
-¡Es cierto!
-¡Sí, puede leer!- comenzaron a anunciar muchos.
-¿¡Y cómo saben eso!?- interrogó Hank en general. Yo negué con la cabeza y movía los labios en un "no" a todos mis compañeros, para que no confesaran. En respuesta desviaron la mirada al suelo- Oh, pobres inocentes, ¿en serio creen las tonterías de este pequeño infeliz?- me señalo con el pulgar; yo estaba detrás de él- ¡¿Qué lee?!- estalló en carcajadas, eso me enfadó- ¡¿En serio creyeron que este inútil puede leer?!- las cejas se me estrechaban de apoco, y comencé a cerrar los puños.- ¡Ni siquiera él cree sus inventos!
-¡CÁYATE!- estallé, todos me miraron y Hank también.
-¿Cómo?
-¡Que cierres la boca!- contesté- ¡Yo no inventé nada! ¡Ellos me han oído leer!- no sé de dónde saqué el valor para decir todo eso, pero ya estaba harto de sus críticas y juzgas- ¡Anoche les leí un cuento de mi libro favorito! ¡Por eso aplaudían!- listo ya había confesado por mi cuenta.
-En primera: yo sabía que tú estabas detrás de esto. En segunda: ¿quién te crees para hablarme de esa manera?- dijo el hombre.
-Soy Eugene Fitzherbert…- contesté con voz firme y con la misma expresión- Y le hablo a quien quiero como quiero…- me tomó por el cuello de la camisa para inclinarme hacia adelante.
-No eres nadie Fitzherbert, y siempre lo serás. Naciste como un miserable y así morirás. No tienes valor aquí ni en ninguna parte. Nadie te quiso y nadie te va a querer…de otra manera no estarías aquí…- me dijo en voz baja, al terminar me soltó y salió del cuarto. Cuando les dije de las otras ofensas, a esto me refería, pero nunca me había dicho cosas tan cortantes. Yo no había cambiado mi mirada, ni aflojado los puños. Tenía un nudo en la garganta y los ojos se me empañaban cada vez más. Todos se me acercaron.
-¿Estás bien?
-¿Te hizo algo?- me preguntaban mis compañeros. Desvié la vista al suelo y me froté los ojos.
-Estoy bien…- contesté con voz quebrada.
. . .
Ya era de noche y a punto de ir a dormir, todos aprovechamos ese tiempo para lo que queremos, hablar, jugar, reír. Me acerque a Eidy; estaba arreglando su cama, es muy ordenado para el lugar donde vive, pero así es él…
-Gracias…- le dije. Él volteó.
-¿Por qué?
-Por lo que hiciste por mí esta mañana.
-Ah, no fue nada…- restó importancia con la mano.
-No, no, claro que fue algo…- lo detuve-Nadie nunca había hecho algo así por mí, y no cualquiera encara a Hank…
-Mira quién habla…- me dijo Morfi- Eugene, le dijiste todo en la cara, y sin miedo…
-Fitzherbert, eres genial…- me dio un golpecito en el brazo derecho Ron (un chico de 9 años)
-Oh, no tan fuerte…- me sobé el brazo.
-¿Qué te pasó?- me preguntó. Con cuidado me arremangué la harapienta camisa hasta el hombro, rebelando un gran y violeta moretón que me envolvía el brazo en la parte de los bíceps- Oh…- dijo al verlo- Lo siento…
-No es nada…- dije mientras me bajaba la manga- Ya curará…
-Déjame adivinar, Hank…- dijo Morfi.
-¿Qué te parece?
-¿Cuándo te hizo eso?-interrogó mi amigo.
-En la mañana, cuando me sacó de la cama, apretaba un poco fuerte…
-¡Estoy harto de ese sujeto, se piensa que nos puede tratar como basura!... ¡ni los animales reciben este trato!- dijo Morfi.
Antes de que alguien pudiera decir algo más, el panzón apareció por la puerta; nadie reaccionó, ninguno se movió, al parecer lo que había sucedido en la mañana los había dotado de algún valor. Todos estábamos en silencio y mirábamos a Hank. Morfi, Eidy y yo, teníamos mirada de rabia y no le quitábamos los ojos de encima. Dio unos pasos por la habitación.
-¡¿Qué están esperando?! ¡A DORMIR!- gritó, todos reaccionaron como resortes y se acostaron, menos yo, seguía con el pecho y la frente en alto, los puños cerrados y las cejas que se tocaban. Caminó hacia a mí y me agarró del brazo morado, como si hubiese adivinado lo que me pasaba, me presionaba cada vez más fuerte, prácticamente me estaba levantando del brazo- ¿M e escuchaste?- me arrojó a mí cama gritando: -¡A DORMIR!- salió en un portazo. Morfi se levantó y fue hacia mí. Las lágrimas resbalaban de mis ojos.
-Déjame ver…- dijo. Yo me arremangué, sin valor a mirarme el brazo. La habitación se llenó de un silencio sepulcral, abrí los ojos lentamente para ver. Sentí que el brazo me pulsaba, el moretón estaba un poco más oscuro y rodeaba pequeñas lastimaduras sangrantes. Nunca había sentido tanto dolor, nada se le comparaba a aquello.
-¿Amigo, te sientes bien?- me preguntó Eidy mientras Morfi se levanta e iba a su cama. Yo apretaba la mandíbula y los ojos, por el dolor y la impresión, las lágrimas brotaban de mis ojos. Sujeté la frazada a los pies de mi cama y me cubrí entero rápidamente, apagando la vela a mi lado. Todos apagaron la suya y con el mismo silencio, me dormí.
. . .
Al otro día me desperté solo, por primera vez. Heché un ojo a mi alrededor, todos dormían y la luz del día iluminaba toda la habitación. Mire el reloj que está en la otra punta, las 7:00 am. El bruto de Hank suele despertarnos a las 8:00. Nunca había mirado al techo por tanto tiempo, no había forma de dormirse otra vez. Me senté en la cama, el brazo me picaba, pero apenas lo toque…
-Auu…- me quejé en voz baja, me puse la mano sobre las heridas para calmar un poco el dolor.
Las tripas me gruñeron sonoramente, es normal pasar hambre en el orfanato. Me puse de pie, ni siquiera me calzé para no hacer ruido, salí del cuarto y atravesé el pasillo con todo cuidado, pues allí duerme Hank. Llegué al comedor y fui hacia la despensa, debía de haber algo comestible allí.
-¿Avena? ¿Qué será eso?- me pregunté a mi mismo cuando vi una bolsa etiquetada "AVENA". Estaba abierta, saqué un poco con la mano y la probé. Nada mal, al menos mejor que el desayuno diario. Percibí un rico aroma que venía de afuera.
Con cuidado abrí una puerta que da a un callejón, afuera también estaba bastante silencioso. Esta parte de Corona no es muy habitada, además era muy temprano en la mañana. El aroma venia de una panadería que hay cruzando la calle. Llegué allí y entré.
-¿Puedo ayudarte?- me dijo un hombre alto y gordo, con un delantal blanco, al parecer el panadero.
-¿Tiene un poco de pan para mí?
-Claro, ¿cuánto dinero traes?- "¡¿QUÉ?!" pensé, no sabía que necesitaba dinero.
-¿Dinero?- pregunté inocente. El hombre frunció un poco el ceño.
-¿No tienes dinero?- saqué hacia afuera los bolsillos de mis pantalones y le sonreí tímidamente- Sin dinero, no hay pan…- me dijo.
-Señor, por favor…- supliqué- Estoy muerto de hambre y también tengo frío, ¿no podría hacerme este favor?- el hombre negó firmemente con la cabeza y desapareció tras una cortina. Eso me hizo sentir mal, todo el mundo me despreciaba.
Salí de la panadería y escuché un sonido que provenía de un callejón al costado de esta. Fui allí y me di cuenta de que ahí da la puerta trasera de la panadería. Me acerqué a la puerta, podía sentir el aroma a pan caliente, el tan solo olerlo hacia que el estomago se me volviera a quejar. Heché un vistazo hacia adentro, el panadero salió por la cortina a atender a alguien, entonces aproveché la oportunidad.
Cruce la puerta, mire alrededor, y al lado del horno había una bandeja llena de pan recién hecho. Estaba a punto de llevarme un bollo para mí, pero yo no era el único que la pasa mal, todos los otros chicos estaban igual que yo. Agarre 2 baguettes calientes y corrí fuera del callejón, crucé la calle, entre a la despensa del orfanato, entré a la habitación y me metí a mi cama. Alguien me destapó de pronto…
-¿Dónde estabas?- me destensé al darme cuenta que se trataba de Eidy. Suspire aliviado, pero antes de decir algo unos pasos comenzaron a acercarse por el pasillo.
-Rápido, corre…- ordené a Adelbert.
A penas se metió en su cama, Hank entró a la habitación en un estruendo.
-¡ARRIBA MOCOSOS!- esta vez me levanté, no quería que descubriera los panes, además ya me había hecho demasiado daño. Salió del cuarto con el mismo portazo.
-¡Chicos!- me paré en mi cama y hablé a todos, que voltearon hacia a mí- ¡Luego del desayuno, nos reunimos aquí! ¡¿Bien?!- ninguno entendía de qué estaba hablando, pero asintieron para después salir de la habitación.
. . .
Nos levantamos cada quien de su silla y nos dirigimos al cuarto, como acordamos.
-¡Tengo algo para ustedes, para todos!- anuncié, todos intercambiaban miradas y comentarios que yo no legaba a escuchar. Me bajé de mi cama y busque entre las sabanas las baguettes. Cuando me vieron sacarlas, los rostros de todos se iluminaron.
-Espera, ¿las sacaste de la despensa?- preguntó Yunny (un niño pecoso de 11 años). Levante una por encima de mi cabeza, para que todos vieran cuando la partí al medio. Tenía costra crujiente y miga blanda, estaba caliente, despedía un exquisito aroma y…era comestible. Todos contuvieron la respiración sorprendidos.
Me senté en el piso junto a mis compañeros, le di las 2 mitades a Walter (un ruludo de ojos claros, de 8 años), que estaba a mi izquierda, y la otra baguette a Erni, que estaba a mi derecha. Se pasaban el pan de mano en mano, cada uno sacaba un poco y la pasaba, era suficiente para los 36, y eso me hizo sentir bien.
-¿Dónde las conseguiste?- preguntó Morfi desde el otro lado de la ronda.
-En la panadería de enfrente…
-¿Cómo?- quería saber cómo las conseguí.
-Ah, bueno…- antes de explicarlo, entré en razón, las había robado, había entrado cuando el panadero no miraba, había hurtado dos panes, prácticamente, sin darme cuenta. Me sentí terrible por eso, nunca pensé que robaría- Bueno…- tragué con fuerza el pan que tenía en la boca e inventé algo rápido- Le dije al sujeto que me atendió, que tenía hambre y frío, y que también mis amigos, así que me las dio…- no sé cómo, pero me creyeron.
Cuando nos pusimos de pie, sentí que alguien me abrazó, alguien pequeño que me llegaba al pecho. Bajé la mirada y era Erni. Sonreí un poco y logré articular un "¿Qué…? el niñito me miró.
-Gracias…- me dijo. Que bonita fue esa palabra, que bien que me hizo sentir, gratitud era algo que no había sentido, y menos cariño. Le devolví un poco el abrazo. De pronto alguien más me abrazó, Simon, luego Ron, luego Morfi, Walter, Yunny, Eidy, todos, los 35 estaban abrazándome, pero ninguno me toco el brazo derecho. Por más de que acababa de robar, me sentí bien, pues ellos me mostraron gratitud y eso me hizo sentir mejor…
¡HOLA A TODOS!
Bueno, no saben lo nerviosa que estoy. Esto no es lo primero que escribo, pero si lo primero que subo, y no sé qué tal quedó…
Hace bastante que venía pensando en escribir un One- short de cómo fue antes la vida de Eugene, y esto es lo que me salió…
Yo me imaginaba que en el orfanato la debía de pasar muy mal, así que quise expresar un poco eso, y también que sus compañeros lo apreciaban…
En cuanto a lo del 3° cumpleaños de Rapunzel…en mi opinión, cuando se conocen en la película, Eugene tiene 23 años (osea que se lleva 5 años con Rapunzel), por eso puse que él tenía 8 y ella 3…
En fin, déjenme un Review para decirme si les gustó, si tengo que mejorar algo, o si simplemente escribo horrible…. ¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!
