Lestrade entro en su oficina dando un portazo.

"Malditos idiotas" pensó. "¿Es que no saben mantener su boca cerrada? ¿No entienden en los problemas que se están metiendo todo por un resentimiento infantil?"

Él lo tenía claro. A partir de ahora Anderson y Donoban estaban bajo su propia responsabilidad. Él no iba a volver a salvarles el pellejo la próxima vez que se metieran con Sherlok. Y ya sea que su hermano hiciera que desaparecieran u otra cosa les pasara él se desentendía de ellos.

Si no eran lo suficientemente observadores para darse cuenta de las miradas que John les estaba dando en la última escena del crimen estaba claro que no merecían ser inspectores en Scotlan Yard.

Él lo tenía claro ahora. No sería Sherlok, ni su hermano "puesto menor en el gobierno", quién haría algo respecto a su manía de insultar al detective consultor. No, quién haría algo sería John. El agradable y tranquilo John, que era el nuevo compañero de piso del autodenominado sociópata. Que era el que se ofrecía a hablar con los familiares de las víctimas en vez de Sherlok para que estos no pensaran en demandar a la policía. El que trabajaba en una clínica dos tardes a la semana para sentirse útil cuando Sherlok no quería coger ninguno de sus 'aburridos' casos. El que había demostrado sin ningún género de dudas de que Sherlok no era un sociópata ya que se preocupaba por John. También era el que había recibido entrenamiento militar y había sobrevivido a Irak, el que se encargaba de asegurarse de que Sherlok comiera una vez al día, y el que no había dudado en matar a aquel asesino cuando apunto con su pistola a Sherlok la semana pasada.

Así que él lo tenía claro. Si Anderson y Donoban no entendían la indirecta después de la mirada que les había enviado él ni siquiera se molestaría en investigar pues sabía que no tendría nada que hacer. Estaba seguro que entre Maicrof ofreciendo una coartada incuestionable y Sherlok deshaciéndose de las pruebas la muerte de esos dos a manos de John sería un caso desestimado en apenas segundos, no importa que él estuviera seguro de ello.

Y lo estaría, pues la mirada que les había lanzado hoy era la de un alfa harto de que se metieran con uno de sus miembros de rebaño. Y él no era tan tonto como los otros dos al confundir a un alfa, tranquilo y paciente, con un sumiso independiente y autosuficiente. Después de todo John no era muy claro y a Sherlok le daba igual.