DISCLAIMER: ningunos de los personajes de Rayearth me pertenece, solamente Stephani y Steve..hasta el momento ^^U
CAPITULO 1
"El Deseo de regresar a Céfiro"
Habían pasado ya cuatro años desde que Lucy, Marina y Anais habían culminado su viaje a Céfiro gracias a la fuerza de sus corazones. Desde el inicio de la batalla contra Debonair nuestras protagonistas habían experimentado muchos cambios tanto físicos y sobretodo psicológicos, donde ya no querían ser consideradas solo "niñas".
En estos cuatro años las guerreras mágicas habían cambiado considerablemente, sin perder el carácter y personalidad que las representaba a cada una.
Anais, aquella joven niña de grandes gafas y bien educada, usaba sus cabellos con el mismo corte pero ahora sus cabellos estaban más largos. Sus facciones se habían acentuado más y su rostro tenía finos y delicados rasgos. Su cuerpo ya no era el de una niña, sino el de una mujer de 18 años llamando la atención de todos sus compañeros de Ingeniería en Sistemas de la prestigiosa universidad de Tokio.
Marina, nuestra mujercita de largos y lacios cabellos celestes como sus ojos, seguía teniendo su carácter que poco a poco había adquirido controlar. Su cuerpo, al igual que Anais, había cambiado haciendo de ella una chica bastante popular pero que a pesar de todos seguía sin comprometerse ni tener noviazgo alguno. Marina después de pensarlo mucho decidió optar por la carrera de Diseño de Vestuario, donde sus padres la apoyaron, siendo sus propias amigas sus modelos favoritas.
Lucy, la niña de aquel carácter inocente y luchador, con sus largos cabellos que en algún tiempo llevo peinados en una trenza larga, ahora estaban sueltos formados con una corona de pequeñas trenzas a sus costados. Su cuerpo ya desarrollado a pesar de su baja estatura, también era causante de popularidad en la pelirroja, pero a diferencia de su amiga Marina, a Lucy le incomodaba notablemente e intentaba pasar lo más desapercibida posible. Tras percances de salud Lucy opto por estudiar música.
Tres amigas, tres destinos que se habían cruzado por accidente. Tres compañeras de batallas que se reunían cada año en donde todo empezó, la famosa Torre de Tokio, con la única esperanza de regresar a tan amado y querido mundo que las había marcado en muchos aspectos.
En una de las mesas de Tokio, se podía observar sentada una joven de largos cabellos celestes amarrados en una cola floja mirando desde la ventada lo alto de Tokio. Su rostro pasó rápidamente a su muñeca derecha mirando su delicado reloj de plata. Marina frunció el ceño molesta.
- ¡Ayyyy! Que se demoran, después de tanto tiempo sin vernos no pueden llegar a tiempo – Miró su mesa para tomar otro sorbo de su café. Suspiró – Nunca cambiarán…
- Perdóname Marina - se escuchó una voz cansada detrás de ella sin perder su delicadeza – Se me hizo muy tarde salir de la universidad por un proyecto. Te pido que me disculpes – Rogó Anais inclinándose frente a la chica.
Marina observó a su amiga, se le veía cansada, como si hubiese corrido una larga distancia. Llevaba unos pantalones sueltos de color verde musgo y una polera café claro.
- Pues ya era hora de que llegara alguna de ustedes… ¿Sabes que he esperado más de 30 minutos aquí sentada y tomando cinco tazas de café?
- Marina, no debes tomar tanto café, te hará mal…
- ¡Pues no lo haría si mis amigas no llegaran tan tarde! – Exclama interrumpiendo a su amiga y toma el último sorbo de café de su taza – En fin, ¿por qué no pedimos algo para comer mientras llega Lucy? Me dará acidez si no como algo.
- De acuerdo – se sienta frente a su amiga – A propósito Marina, ese vestido que llevas puesto está muy lindo ¿En qué tienda lo compraste?
Marina se miró a si misma rápidamente. Con una hermosa y pronunciada sonrisa se levanta. Su vestido era de un celeste más oscuro que sus cabellos con finos toques de dorado que realzaban su figura esbelta. Era realmente sencillo pero tenía ese toque diferente y elegante característico de ella.
- ¿Te gusta? – Le pregunta mientras le modela el vestido – Pues no lo podrás comprar en ninguna tienda
- ¿Por qué? ¿Se acabó la temporada?
- No amiga- Marina se sienta – Este vestido es uno de mis propios diseños de ropa
- ¡Qué bueno! ¡Oh Marina! ¡Están hermosos! ¡Se nota que progresado mucho! Aún recuerdo tu primer año de diseño – Dijo Anais recordando ilusionadamente esos tiempos.
- ¡No los recuerdes Anais! – Dijo Marina algo molesta – Aun no supero la etapa de ver mis manos todas pinchadas y con parchecitos – Se detuvo un segundo –Hablando de eso. ¿No te gustaría volver a modelar para mi amiga? Necesito hacer una nueva colección para mi evaluación y necesito modelos y había pensado en ti y en Lucy – Miró el rostro algo serio de su amiga - ¡Yo sé que tienes poco tiempo! De hecho ninguna de nosotras nos vemos tan seguido como queremos.
- Pues – Anais tomo una pausa y enseguida le sonrió a Marina - no veo por qué no. Ya estoy en un periodo más relajado, así podríamos vernos más seguido. Siento que nos hemos distanciado. Además me gustaría mucho ver tus otros diseños, de seguro en un futuro serás una de las más famosas diseñadoras de ropa de todo Japón.
- ¡Oh no te desesperes amiga!– rió Marina – Aunque esa es una de mis metas aun me falta mucho por aprender, y gracias por aceptar ser mi modelo, en la semana nos comunicamos para ver las fechas ¿Te parece? – Marina miró a su alrededor buscando al camarero - ¿Pedimos algo?
- Esta bien…. ¡Señor! – Llamando a un camarero que enseguida llega al lado de las chicas – Quisiera un pastel de fresa y un té por favor
- Yo un pastel de naranja y otro café – Observa la cara de su amiga - ¿¡Que!? Aún falta Lucy y ya me gusta mucho este café
- No tienes remedio – dijo divertida su amiga.
Mientras el camarero se va con los pedidos, llega una chica pelirroja con un polera roja ajustada y unos pantalones también ajustados pero negros con su nuevo estilo de pelo y un hermoso colgante dorado de Latis. En sus brazos estaba una niña y con su otra mano tenia de la mano a un niño.
- ¡Lamento mucho el retraso chicas! – Se disculpó la recién llegada – Se me paso el tiempo en el ensayo
- ¡Hasta que llegas! – Exclamó Marina – Anais me mataría si tomo más tazas de café.
- No había pensado precisamente en eso amiga, pero gracias por la idea – Luego mira a Lucy – Que cambiada estas amiga, estás hermosa desde el último año que nos vimos.
- Es verdad – Dijo Marina – Deben estar locos tus compañeros en tu universidad. De seguro ya has roto corazones
- ¡Pero qué cosas dices Marina! ¡Eso no es verdad! – Dijo apenada y ruborizada.
- Pero si está bien Lucy, no tiene que darte vergüenza, es la verdad, estas hecha una mujer muy hermosa y llamativa ¿Te gustaría ser una de mis modelos? ¡Oh por favor dime que sii!
- Pues…. – Lucy mira a Marina – Si eso te hace feliz me encantaría ayudarte ¿Pero qué tengo que hacer?
- Solo probarte unos díselos que tengo que realizar, ajustarlos y cosas así. Nada especial
- Ah bueno entonces sí, me encantaría.
- Oye Lucy…. – Dice Anais interrumpiendo - ¿Quiénes son esos niños que vienen contigo?
- La verdad…..- y sintió como sus mejillas adquirían temperatura y color. Sintió que no podía hablar.
- Oh si – añadió Marina - ¿Quiénes son? ¿Sobrinos? ¿Primos? ¿O qué?
Anais se queda mirando a la niña pero ésta estaba tímida en los brazos de Lucy por lo que decide mirar al pequeño.
- ¿Es mi imaginación o ese niño se parece mucho a Latis? – contestó Anais. Marina inmediatamente mira al niño.
- No, no es tu imaginación Anais – dijo Marina – Su parecido es increíble, parece una copia de él.
- Eso es porque es su hijo – Respondió como pudo Lucy entre nervios y vergüenza.
-¡¿Qué?! – dijeron Anais y Marina.
- Eso quiere decir…. – comentó Anais.
- Si Anais – Lucy suspiró – Aparte de ser hijos de Latis, también son mis hijos.
- ¡Pero eso es imposible! Ustedes no…. No han hecho "Eso" ¿Verdad? ¿O sí? – cuestionó Marina.
- La verdad…. Es que no. En Céfiro mismo no pasó nada – Las chicas miraban confundidas – En realidad a medio año de que viajáramos por última vez a Céfiro, yo tuve un sueño, bueno la verdad siempre sueño con él – confesó tímida – Pero esa vez…. – comenzó a recordar – Se sentía diferente, como si realmente estuviera conmigo, como si estuviéramos conectados. El ambiente se dio y… y bueno hicimos "eso" – sus mejillas realmente ardían – a los pocos meses me di cuenta de que realmente estaba embarazada en la vida real.
- ¿Y Latis lo sabe? – preguntó Marina. Lucy le negó con la cabeza.
- Después de aquel sueño no pude volver a soñar con el como aquella manera. No tuve oportunidad de decirle.
- Entiendo…. – Dijo Anais y miró al niño - ¿Cómo se llaman?
- Él – dijo Lucy mirando al niño – Se llama Steve y esta niña durmiente en mis brazos es Stephany, su melliza
- ¿Qué dijiste? – Dijo Marina - ¿Mellizos?
Marina y Anais se dedicaron a mirar a la pequeña que empezaba a despertar de los brazos de su madre. A diferencia de Steve, que tenía cabellos negros, Stephany poseía unos radiantes cabellos ondulados de un rojo intenso. Pero ambos niños compartían un color de ojos que solo venia de una persona, los ojos violetas de Latis.
- Buenos días – Dijo la pequeña entre bostezos - Soy Stephany
- Oh Yo soy Marina y ella es Anais – contestó el saludo la chica de cabellos celestes- Lucy… ¿Por qué nunca nos dijiste eso?
- Yo….
- ¡Pastel! – Dijo el niño viendo como llegaban los pedidos de las chicas a la mesa - ¿Mami puedo comer? ¿Por fis?
- No son tuyos Steve – dijo Lucy – Si te esperas podremos pedir algunos ¿De acuerdo?
- ¡Oh Steve! – Dijo Anais – Puedes comerte el mío ¿Te quieres sentar?
-¿De verdad puedo? – Anais asintió y el niño miró a Lucy esperando su aprobación a lo que respondió con una sonrisa.- Muchas gracias Tía Anais.
- Tu también puedes Stephany – dijo Marina – Puedes comerte mi pedazo de pastel.
La chica asintió y dando un suave gracias, se separó de los brazos de su madre. Ambos se sentaron en un lado
- Yo… - continuó Lucy – Lo siento si no pude decirles la verdad a tiempo. Sufrí mucho, mi embarazo se complicó y casi pierdo a mis hijos – Luego mira a sus hijo comer divertidos los pasteles sin escuchar la conversación – El más afectado fue Steve, era como si mi cuerpo, como si el destino solo quisiera a uno
- Lucy…. – Dijo Marina tomándole la mano – Siempre nos tendrás, nunca dudes en contarnos cosas
- Lo siento chicas ¡Yo tenía miedo! – Pequeñas lagrimas se desprendieron de su rostro – Nunca deje de perder las esperanzas y luche por ambos. Steve también es un luchador, un guerrero como su padre. Después de eso tuve lo que llaman "Depresión post parto", tenía miedo de todo, ya saben, ser madre soltera en esta sociedad y de dos hijos cuyo padre estaba ausente…
- Lucy – Anais le tomó la otra mano interrumpiéndola al ver que su amiga sufría – Nosotras estaremos siempre a tu lado. Siempre te seguiremos y siempre estaremos las 3 en todo.
- Chicas… muchas gracias – Lucy les regalo una sonrisa - ¿Las tres por siempre verdad?
- Por siempre – dijeron Anais y Marina.
- ¿Saben? – Lucy empezó a hablar – Extraño mucho a Céfiro, extraño a su gente, a los chicos, a Caldina, Ascot y…. – Lucy tomo una pausa – Sobretodo extraño a Latis.
- Yo también los extraño, extraño a Paris, por más que trato de sacármelo para seguir con mi vida él siempre está ocupando un lugar en mi corazón.
- Yo también extraño a alguien… - comentó Marina. Lucy y Anais la miran – a todos me refiero echo de menos a Caldina, Ráfaga y los demás
- Es verdad – continuó Lucy limpiándose las lágrimas esperanzada– Hace ya cuatro años que no vamos a Céfiro ¡Pero no hay que perder las esperanzas! ¡Estoy segura! ¡Algo en mí me dice que pronto volveremos!
- A mí tampoco me gusta perder las esperanzas. Siempre me das fuerzas cuando te veo nunca rendirte Lucy
- Tienes razón Anais – añadió Marina – Lucy siempre esta con nosotros, y si tú tienes fe nosotras también la tendremos
- ¿Chicas entonces volveremos a Céfiro?
- Siiii – exclamaron Anais y Marina.
Justo en ese momento, un rayo blanco, igual que el que las llevó por última vez a Céfiro, las cubrió completamente a todos los de aquella mesa.
