Fairy Tail pertenece a Hiro Mashima
Esta historia me pertenece, más bien a mi imaginación, pero es lo mismo.


El lobo que se enamoró de caperucita roja

Sinopsis:

Los lobos son criaturas míticas capaces de transformar su bestial apariencia en una forma humana.
Lucy creció con esas creencias y las siguió al pie de la letra, era una chica joven y hermosa que cautivaba las miradas masculinas, y no solamente humanas…


Advertencia: Lemon.
Leer bajo su propio riesgo.

Lo sé, es algo largo pero no sabía en donde terminar el capitulo. Espero no sea aburrido xD

Enjoy!


Eres mía

.


Los humanos y los lobos han vivido en paz por años, todo gracias a una simple condición: no meterse en los asuntos del otro. Así como ningún humano puede relacionarse con los lobos, lo mismo sucede con ellos.

Los lobos no son simples bestias como la mayoría de las personas cree, son criaturas mágicas que han vivido alejados de toda civilización por la misma razón.
Tener el poder de transformar su bestial apariencia en una humana era algo que temían los aldeanos, ninguno de ellos podía entender tal comportamiento y por lo tanto, lo temían.

Si algún humano se involucraba con un lobo, era expulsado de la aldea y se le prohibía cualquier acercamiento. En el momento en que se involucraba con un lobo, se convertía en uno de ellos.
Era por eso que los aldeanos evitaban cualquier contacto con esas criaturas, además de que el miedo los paralizaba, después de todo, eran criaturas peligrosas.

Lucy creció con esas creencias y las siguió al pie de la letra. Estaba en edad de casarse y algunos chicos de la aldea estaban tras ella, era una chica realmente hermosa a los ojos de cualquiera y eso había atraído varias miradas masculinas, y no solamente humanas.

— Recuerda que las galletas no deben…

— Mamá.- la chica la detuvo. — Siempre le llevo esto a la abuela.- alzo el pequeño canasto en donde estaban todas las frutas y aperitivos que debía llevar.

— Lo sé, lo siento.- se disculpó riendo. — Es la rutina de madre.- apretó los labios y observo a su hija. Era una belleza y no solo lo pensaba porque era su madre, Lucy era preciosa y algún hombre debió notarlo, estaba convencida de que pronto se iría de casa para crear su propia vida. — ¿Qué hare cuando un hombre pida tu mano y decidas irte?

La rubia miró tiernamente a su madre. Desde hace un tiempo solo eran ellas dos, su padre había fallecido varios años atrás pero lograron salir adelante apoyándose mutuamente.
Jamás dejaría a su madre, era por eso que seguía cada regla de la aldea, aunque había algo que arruinaba sus planes.

— Mamá.- la reprendió.

— Se que aun no quieres casarte, pero es solo porque no has encontrado al indicado.-aclaró rápidamente. — Hay muchos interesados en ti, cariño, debe haber alguno que haga latir tu corazón al menos un poco.

— Todos son muy amables, pero aun no encuentro al indicado.- se coloco su capa roja cubriendo su rubia cabeza y beso la mejilla de su madre. — Lo sabré en cuanto lo vea, por ahora no te preocupes por eso.

— Eso no me tranquiliza, Lucy. Quiero muchos nietos.

La rubia soltó una carcajada. — Me iré primero.- avisó y abrió la puerta.

— Ten cuidado, los aldeanos dicen que vieron un lobo merodeando por el bosque. Si te encuentras con uno, sube a un árbol y escóndete.

Un lobo merodeando por el bosque.

Eso en si era demasiado raro, las únicas veces que se aparecían en la aldea era para reuniones sobre el acuerdo y solamente era el jefe de la manada con algunos de sus lobos protectores.
La mayoría de los aldeanos se ocultaba en casa durante cada reunión, su miedo era mayor que cualquier cosa.

—Si.- trato de sonar lo más convencida posible. Se despidió de nuevo de su madre con una mano y se adentro en el bosque.

Tres veces a la semana acostumbraba a llevar un canasto de comida a la abuela. No era ningun familiar o algo parecido, solo era una de los jefes de la aldea, las personas quienes mantenían la paz en el lugar.

La abuela siempre dijo que los lobos no eran peligrosos, pero nadie jamás la escucho, es por eso que se aparto de la aldea.
Solo por ser diferentes a los humanos eran temidos, comprendía perfectamente sus sentimientos pero los relatos de los aldeanos la asustaban.

Se adentro aun más en el bosque hasta que perdió de vista la cabaña en donde vivía con su madre, sabía perfectamente el camino, así que era imposible que se perdiera.

Debía tener cuidado de los lobos, solo rogaba no encontrarse con uno en especifico. Un día de tranquilidad, solo eso pedía.

— Te demoraste.- una voz masculina, demasiado atrayente y cautivadora salió de entre los árboles. — Pensé que tratarías de engañarme de nuevo.

Lucy soltó un suspiro, estar acostumbrándose a su presencia no era buena señal. Había intentado engañarlo tomando caminos diferentes, conocía el bosque como la palma de su mano, pero siempre lograba encontrarla de alguna u otra forma.

Se giró y lo miró. Siempre se mostraba frente a ella en su forma humana y agradecía esa parte, así no lucia tan temible.
Esa media sonrisa en sus labios y sus ojos jade brillando en todo su esplendor lo hacían parecer un humano irresistible, el único problema era que él no era un humano.

Los lobos tenían algo que atraían perfectamente a cualquiera, eran atractivos con una gran presencia depredadora. Eran fuertes y podía notarlo perfectamente por el cuerpo musculoso del licántropo. Solo vestía un par de pantalones con el torso descubierto mostrando su irresistible apariencia.

Nunca había visto algo así, pero no se dejaría engañar ni atrapar por ese tipo de artimañas. Solo era una fachada para conseguir una presa fácil y definitivamente ella no lo era.

— ¿Qué es lo que quieres, lobo?

Allí estaba, esa mirada poderosa. Lucy no era de su especie pero había algo que lo atraía como loco hacia ella.

— A ti.- sus ojos brillaron al momento, desde el primer momento en que la vio decidió que sería suya.

— Yo no soy tu comida.- frunció el ceño.

— Es una lástima.- trato de parecer desanimado. — Serias deliciosa.- sonrió mostrando un poco sus colmillos y al poco tiempo se arrepintió de haber dicho eso, lo menos que quería hacer era asustarla y podía sentir como su miedo se incrementaba. — Así que… hay varios machos interesados en ti.- trato de cambiar el tema. — ¿Debería cuidar de ti también en la aldea?

La rubia abrió los ojos en sorpresa, había conseguido distraerla.

— Más bien estas acosándome y no son machos, son hombres.- corrigió. — No son como tú.

— Es lo mismo.- gruño. — El problema es que están interesados en ti.

— Es normal, estoy en edad de casarme, tal vez consiga un buen marido.- sonrió con superioridad y comenzó a caminar.

— No voy a permitir eso.

— ¿Por qué no?- se detuvo y pregunto molesta, ¿Quién se creía?

— No dejare que nadie más te tenga, Lucy.- en sus ojos logro ver su determinación, había tratado de todas las formas posibles alejarse de él pero el lobo no se rendía.

— ¿Sabías que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas?- lo retó y lo único que consiguió fue otra de sus ardientes sonrisas.

Lo ignoro por completo y continuo caminando hacia la casa de la abuela, el chico lobo la seguía a todas partes.

Hacía tres semanas desde que lo vio por primera vez y fue un completo error, recordaba perfectamente el encuentro.

Un día a la semana se dedicaba a cortar manzanas de los arboles del bosque, nadie mejor que ella conocía el lugar y esa era la principal razón por la cual se dedicaba a hacer ese tipo de encargos en la aldea.

Ese día había terminado su labor mucho antes y decidió refrescar su cuerpo en un río, hacía mucho tiempo que no sentía la frescura del agua cristalina en su piel.
Dejo su ropa sobre una de las rocas y se introdujo al río para así relajar sus músculos por el arduo trabajo que aún no terminaba, debía llevar las manzanas a la aldea.

Estaba sumergida en su propia tranquilidad que no sintió el peligro cerca hasta que escucho un crujido. Abrió los ojos rápidamente y se encontró con una enorme criatura olisqueando sus prendas sobre la roca, un lobo. Su olor debió atraerlo.

Una de las reglas de la aldea era no permanecer mucho tiempo en un lugar fijo o el olor permanecería allí y atraería a un lobo, ¿Cómo había olvidado una regla tan importante?

Permaneció inmóvil, tal vez así no la notaria. Su corazón golpeaba su pecho violentamente, estaba asustada.
Retrocedió lentamente, podría subir a un árbol o esconderse en algún otro lugar, solo olvidaba un pequeño problema, estaba completamente desnuda. Aunque eso no debía importar, era un simple lobo.

Continuo retrocediendo sin apartar la mirada pero el lobo la notó en un segundo.

El pánico se apodero de su cuerpo en cuanto la criatura fijo su mirada en ella, estaba perdida, lo sabía.

Se giró rápidamente y trato de salir lo más pronto posible aunque tratar de huir en agua era difícil.

El lobo comprendió lo que intentaba hacer y salto sobre algunas rocas para llegar al otro lado del río.

Lucy estaba a punto de salir cuando la bestia se coloco frente a ella impidiendo el paso. Cubrió sus pechos sin pensarlo, el agua aun cubría parte de su cuerpo.

Sintió como su rostro palidecía, jamás había visto un lobo, no sabía que seria así de poderoso.
Su pelaje tenía un color rojizo que brillaba con los rayos del sol y esos ojos penetrantes en un color jade la hicieron paralizarse. Ninguna palabra salió de su boca, era una bestia majestuosa y a la vez aterradora, los relatos de los ancianos eran verdaderos.

Era enorme y sabia que aunque intentara huir la atraparía, no tenia forma de escapar. Su respiración de volvió más rápida y comenzó a temblar, el lobo no dejaba de mirarla.

La forma del lobo se fue desfigurando poco a poco desapareciendo cada rastro de su forma lobina para convertirse en un humano, y uno muy apuesto.
También había escuchado esa parte. Los lobos podían tomar una forma humana en un parpadear, era algo que ningún humano lograba presenciar y ella lo había hecho.

El chico aun mantenía la postura de un lobo y se acerco un poco hacia Lucy obligándola a retroceder unos pasos a causa del miedo.
Había algo en ella o tal vez era simplemente ella.
Sin importarle se introdujo en el río y se acerco a la chica, podía sentir el miedo, sabía que los humanos les temían.

Sus ojos cafés reflejaban el temor hacia él, lucia tan frágil y hermosa. Había visto a varias hembras de su manada en su forma humana, pero nunca había visto algo tan perfecto como la humana frente a sus ojos.

— Tu… Tu olor.- había algo en él que lo enloquecía completamente. Se acercó a su cuerpo y olisqueo su cuello deleitándose con su aroma. Su corazón comenzó a latir como loco, era ella, podía sentirlo en su interior. — Es delicioso, tu olor es delicioso.- lamió un poco su cuello para conocer mejor a la chica y no pudo detenerse, estaba enloqueciendo por esa simple humana.

Lucy jamás había visto a un lobo, jamás había visto a un lobo transformarse en un humano y jamás había visto a un chico lobo atractivo y completamente desnudo, después de eso ya no podría casarse.
Ambos estaban desnudos y si alguien de la aldea la viera en esa situación sería expulsada y no quería eso, tampoco quería ser devorada por ese lobo.
Las lágrimas se juntaron en sus ojos marrones, esa bestia estaba saboreándola, iba a comerla. No quería morir, no quería.

— No… no me comas.- dijo en un hilo de voz víctima del miedo.

La miró rápidamente sintiendo pánico al mismo tiempo, eso era lo menos que quería hacer. Quería devorar su cuerpo, pero de otra manera.

— Jamás haría eso.- respondió apartándose un poco. — Es solo que… tu olor me está volviendo loco.

Lucy no entendía nada, solo quería salir de ahí. El chico pareció querer decir algo más pero la rubia se apresuro a huir en la dirección opuesta, debía alejarse lo más rápido posible y conseguir ayuda.
Sin importar su desnudez frente a otro hombre, salió y se apresuro a tomar su ropa, en el momento en el que se giró el chico ya estaba a su lado.

Alzó la vista rápidamente evitando ver cada parte del cuerpo del chico, no solo su rostro era atractivo, todo en él era irresistible.

— Lo siento, no quería asustarte.- se disculpó. — Somos más rápidos que los humanos.- explicó. — Aunque trates de huir te encontrare, cuando un macho encuentra a su hembra jamás la deja ir.

Normalmente Lucy era muy inteligente, pero el miedo cegaba cada parte de su cerebro.

— ¿Me harás daño?- pregunto temerosa.

Su voz, su olor, sus ojos, todo en ella era perfecto.

— Haré de todo contigo, menos eso.- eso no la ayudaba a tranquilizarse. El chico rasco su nuca nerviosamente. — No puedo creer que mi pareja sea una humana

— ¿P-pareja?- tartamudeo nerviosa.

— Si, he decido que voy a reclamarte como mi pareja. Esto me pone las cosas más fáciles, no tendré que pelear contra ningún macho por ti, solo humanos, eso significa que seré el ganador. Eres mía ahora.

Por alguna razón, Lucy se sintió molesta, tal vez pensaba que era su comida pero ella no iba a soportar que nadie la tratara como un pedazo de carne

— ¿Qué?

— No tengo idea de cómo atraer a una hembra humana, pero en cuanto lo descubra iré por ti.- demandó.

— N-no… yo…

Normalmente solo tenía que esperar a que las hembras entraran en el ciclo estral y así pelear por ella, algunos machos siempre peleaban entre sí, pero no siempre el ganador era aceptado. La hembra elegía a su pareja desde antes y durante la etapa estral el macho la reclamaba para así crear un vinculo de por vida. El lobo era posesivo por naturaleza y cuando otro macho intentaba acercarse a su pareja se propiciaban esas peleas.

Los lobos solo tenían una pareja, aunque algunos desafortunados jamás encontraban a la indicada. Natsu pensó que sería uno de ellos, porque ninguna hembra despertaba su atención.
Había varias bellezas en la manada y se había encontrado con otras durante viajes, pero ninguna de ellas parecía ser la indicada.

Estaba merodeando por el lugar cuando sintió un agradable olor cerca y se apresuro a llegar a él. Esa humana despertaba todos sus sentidos, jamás había sentido algo parecido y en ese momento entendió que ella era lo que siempre busco.

Ese sentimiento creciendo en su pecho le dictaba que esa rubia seria su pareja de por vida, el único y más grande problema era que ella era una humana y él era un lobo, jamás podía pasar, pero no la dejaría ir. Se había enamorado de ella.
Tal vez el amor a primera vista no funcionaba con los humanos, pero en los licántropos era diferente.

Sonrió como un tonto al darse cuenta de eso y sin pensarlo la abrazo para así sentir su delicado cuerpo contra el suyo.

Lucy se sonrojo rápidamente, podía sentir algo duro contra su cuerpo y sabía perfectamente lo que era, el chico tenía intensiones de propasarse.
Sin pensarlo lo golpeo con todas sus fuerzas y huyo rápidamente del lugar vistiéndose mientras corría.
Su primer encuentro con un lobo había sido de lo peor.

Durante un tiempo pensó en delatar lo sucedido con los ancianos de la aldea, pero no quería crear pánico entre los habitantes al decir que había lobos en el bosque, así que prefirió guardar el secreto.
Justo después de ese encuentro, el chico pelirrosa cumplió con su palabra y volvió por ella y así habían pasado las últimas tres semanas.

— Natsu.- lo llamó, después de ese tiempo había conocido su nombre y si era honesta, ya no le temía como antes, pero aun así no bajaría la guardia. — ¿Por qué no encuentras a otra chica de tu especie?

— No quiero.

— Pero…

— Te lo dije, Lucy. Los licántropos solo podemos tener una pareja, y yo solo te quiero a ti.

No dijo nada más, siempre esa era su respuesta.

Llego a casa de la abuela y le dio el canasto como era costumbre, hablar con la abuela siempre la tranquilizaba, sus historias eran de lo más entretenido.
El tiempo pasó y antes de que se diera cuenta el ocaso se hizo presente.

— Deberías irte ahora, no queremos que la noche te atrape.- dijo sonriente. — Además, creo que tu guardián debe sentirse solo.

Lucy bebía una taza de té y casi la deja caer al escuchar esas palabras.

— ¿Q-que?

— Te reclamo como su pareja ¿cierto?

— Él dice eso, pero yo no…

— Los lobos no son malos.- aclaró la mujer. — Tienes muchos pretendientes en la aldea, pero ninguno es de tu agrado ¿no es verdad? Tal vez ese chico lobo es lo que estabas buscando.

— Pero es un lobo, abuela.- replicó.

— ¿Y acaso eso importa?- sonrió y se volvió a la pequeña cocina.

Ayudo a la mujer con las tazas de té y se despidió para volver de nuevo a casa, el bosque de noche podría ser peligroso.
Al salir, Natsu estaba sobre el suelo escondido detrás de uno de los arboles, esperando por ella.

No volvió a pronunciar una palabra, tenía que admitir que la presencia de Natsu no era desagradable y algo estaba cambiando, podía sentirlo, pero no podía ser lo que Natsu buscaba. Eran muy diferentes y sus vidas también lo eran, jamás podrían concordar.

— Creo que deberías buscar otra hembra o como sueles llamarlo.- hablo la rubia, estaba a unos pasos de casa, pero los arboles mantenían la privacidad. — Yo no soy tu pareja, soy una humana y tú eres… peligroso.

Natsu sonrió amargamente. — Jamás superaremos el miedo ¿eh?- soltó un suspiro, eso estaba siendo más difícil de lo que creía. — Tal vez solo debería comerte.- admitió.

La chica sintió un nudo en su garganta y el miedo se apoderó de su cuerpo de nuevo, no quería sentir miedo hacia Natsu pero no podía evitarlo.
Quiso retroceder pero un árbol a su espalda se lo impidió y el chico la acorraló con su cuerpo.

— Dijiste que jamás me harías daño.- dijo con voz débil.

— Cambie de opinión.- sonrió levemente. — Apuesto que eres deliciosa.- sus ojos eran como dos cuchillas, filosas y peligrosas y a la vez misteriosas e irresistibles.
Sentir miedo y atracción hacia Natsu no era normal.

Tragó saliva nerviosamente. — Si tratas de hacer algo gritare y…

Los labios de Natsu se posaron sobre los suyos antes de que pudiera reaccionar. Nunca había besado a alguien era inexperta en ese tema, pero aunque no sabía qué hacer quería responder ese beso, cerró los ojos y se dejo llevar. Movió sus labios torpemente pero Natsu mantuvo el ritmo correcto, parecía ser más experimentado que ella. La calidez de sus labios hicieron desaparecer todo a su alrededor, su corazón se saldría en cualquier momento.

Los labios de Lucy eran dulces y suaves, era la primera vez que sentía un beso de verdad. Sabía que era su primer beso y adoraba ser él quien lo había robado.
Rozó la punta de la lengua en su labio inferior y la introdujo causando un jadeo de sorpresa por parte de la rubia.
Exploró su húmeda boca saboreando ese delicado momento, había deseado hacerlo desde que la vio. Ese beso solo consiguió querer marcarla aun más, quería tenerla, hacerla suya.

La dejo respirar sin apartarse, ya le había robado el aliento, tenía que ir lento con ella, no era lo mismo que una hembra de su manada. Tenía que hacer las cosas bien, solo tenía una oportunidad.

— Lo sabia.- su ardiente aliento quemó los labios de la chica. — Eres deliciosa.

Lucy se quedo sin habla, no sabía cómo explicarlo pero eso se había sentido genial.

— Es mejor que entres, es tarde.- dijo el pelirrosa. — Te veré después. No te libraras de mi tan fácil.- sonrió como solo él sabía hacerlo y beso su mejilla antes de irse.

Cuando no sintió más su presencia, Lucy mordió sus labios tratando de suprimir su sonrisa. Se sentía demasiado feliz y ya sabía la razón.

.

.

.

.

Aunque quisiera aparentar que las cosas no habían cambiado desde aquel día, sabía que estaba muy equivocada.
Su corazón se aceleraba cada vez que Natsu estaba cerca y sabía perfectamente que actuaba extraño.

Durante su tiempo libre iba al bosque, porque era el único lugar en donde podría verlo. No debía sentirse de esa manera por un licántropo, estaba prohibido y si alguien descubriera que él lobo estaba tras ella lo cazarían, pero tampoco quería ser expulsada de la aldea, su vida estaba ahí.

— ¿Por qué siempre usas esta capa?- le pregunto a la chica, siempre había tenido curiosidad y el aburrimiento no estaba ayudando. Lucy acostumbraba a leer un libro bajo un árbol mientras él trataba de distraer su mente en algo, pero su única distracción era Lucy, ella siempre tenía su total atención.

— Fue un regalo de mi padre.- respondió tiernamente sin apartar su mirada del libro.

Sabia lo que había sucedido con su padre, había logrado conocerla un poco mejor.
Le molestaba no ser su centro de atención, cuando Lucy tomaba un libro todo se evaporaba a su alrededor y sentir celos de un pedazo de papel no estaba bien.
Se acerco lentamente hacia su rostro, para así observarla mejor y sentir ese delicioso aroma a rosas.

La rubia sintió la mirada de Natsu y lo miró, estaba demasiado cerca. Comenzó a sentirse nerviosa pero no podía apartarse, su mirada la hipnotizó.
Miró cada rastro de su rostro, desde su bronceada piel y esos ojos verde oscuro, hasta detenerse sobre esos montículos de carne.

Natsu sonrió, sus pensamientos eran demasiado obvios. Bajó un poco su rostro apartando sus labios de la mirada de Lucy para así observarla fijamente.

— Mis ojos están aquí.- dijo divertido.

Lucy se sonrojo rápidamente y Natsu aprovecho esa oportunidad para arrebatar el libro de sus manos.

— ¿Por qué lees esto? Es demasiado aburrido.- ojeó el libro sin interés evitando que la chica lo tomará.

— Es interesante, ahora devuélvelo.- demandó.

Esa era una oportunidad que no desperdiciaría.

— Lo haré….- curvó sus labios en una media sonrisa. — Si me das un beso.

Era tentador y quería hacerlo, pero no podía. Había otras maneras de conseguir el libro y pensó en una muy buena.
Lucy acerco su rostro hacía él pretendiendo aceptar, engañar a Natsu era de lo más fácil.

Estaba a pocos centímetros de tocar sus labios y quitarle el libro, pero nada salió como lo planeo.

Natsu fue más rápido y junto sus labios con los de ella sorprendiéndola nuevamente. Deliciosa, Lucy era deliciosa. Podría pasar todo el tiempo besando sus dulces labios, quería hacerlo, tener a Lucy para toda la vida.

Rompió el beso sin apartarse y acaricio con el pulgar su labio inferior.

— ¿Creíste que podrías engañarme?- sus ojos brillaron y su voz ardiente no ayudaba al pobre corazón de la rubia. — Voy a robarte los besos que sean necesarios, Lucy. Los reclamaré hasta que sean míos por completo.

La rubia aparto la mirada y se puso de pie apartándose del chico. Siempre hacia lo que quería con ella y debía hacer algo al respecto.
Aunque Natsu quiso parecer preocupado, su diversión sobrepasaba los límites. No tenía idea de que molestar a Lucy y hacer que su lindo rostro hiciera esa clase de pucheros podía debilitarlo por completo, a un lobo.

— ¿La pequeña caperucita roja está molesta?- pregunto tratando de ver su rostro, Lucy evitaba mirarlo.

— No lo estoy.- frunció el ceño tratando de lucir molesta.

Oh no. Era demasiado linda.
Natsu cubrió su rostro con una mano evitando mirarla, tenía que detenerse o su corazón explotaría. Sentirse de esa forma por una humana… ahora entendía porque estaba prohibido.

Estaba distraído y esa era la oportunidad perfecta. Lucy le arrebato el libro de las manos y huyó sin importarle lo demás.

El chico podría convertirse en lobo y atraparla en segundos, pero así no sería divertido. Así era como las hembras trataban de captar la atención del macho licántropo y aunque Lucy era una humana, podía sentir el mismo sentimiento.

Tenía que atraparla.

Corrió tras ella. Lucy tenía la ventaja o eso creía, un lobo en su forma humana era rápido de todas formas, la atraparía antes de lo que esperaba.
La chica reía mientras corría con todas sus fuerzas, era muy divertido.

Giro y esquivó varios arboles hasta llegar a un prado cubierto de flores y pasto verde. Continúo corriendo hasta que sus piernas no lograron resistir más y el cansancio domino su cuerpo.

Se detuvo de repente obligando a Natsu a hacer lo mismo. Su cuerpo era más difícil de controlar y aunque se detuvo, aún conservaba algo de fuerza.
Tomó a Lucy de la cintura y tropezó con ella girando unas veces evitando que no se lastimara, protegiéndola con su cuerpo. Todos los golpes fueron hacia él y no importaba, ese dolor era mínimo y lo único que importaba era que ella estuviera bien.

Lucy quedo sobre su cuerpo mientras reía con fuerza, Natsu hacia lo mismo, era muy divertido.
Mientras trataba de recuperar el aliento contemplo a Lucy sobre él, acaricio su mejilla y aparto algunos mechones rubios de su rostro.
La rubia sonrió tiernamente mientras lo hacía y Natsu solo hizo lo que su instinto le indico.

Giró con ella quedando sobre ella cuidando de no caer sobre su delicado cuerpo. Lucy mordió sus labios evitando sonreír y demostrar lo que estaba sintiendo.

El chico lobo la observo fijamente, podría mirarla toda la vida y aun sería lo mejor que sus ojos habían visto.

— Te atrape.- dijo tratando de regular su respiración.

Aunque quisiera controlarse no lo lograría, unió sus labios con los de Lucy para así compartir un beso una vez más, un beso que Lucy correspondió sin dudar.
Rodeó su cuello con ambos brazos uniendo más sus labios.

Natsu no la había besado de esa forma, logró transmitir todo lo que sentía por ella. No mentía al decir que los lobos solo tenían una pareja, solo amaban a una hembra toda la vida y él la había elegido a ella.

El beso se volvió más íntimo y apasionado, tenía convertirla en su pareja o no lo soportaría más.

— Déjame… déjame marcarte, Lucy, por favor.- suplicó.

Si aceptaba eso también significaba que estaba dispuesta a dejarlo todo por él. A la aldea, a la abuela y a su madre. No podía abandonarlas, ellas eran su familia, su vida.
Su madre estaría sola y solo la tenía a ella. No podía estar con Natsu aunque asi lo quisiera.

— Yo… no puedo.- Natsu miró sus ojos lagrimas acumuladas, acaso ¿estaba negándolo? — No puedo.- volvió a repetir.

Estaba negando ser su pareja, no lo aceptaría y debía admitir que dolía como el infierno el ser rechazado.
Era como si le sacaran el corazón y lo hicieran pedazos, los licántropos tenían vínculos, sentidos y sentimientos mayores que los humanos.

Se aparto de Lucy y la ayudo a ponerse de pie, tal vez había escuchado mal.

Se paso la mano por el pelo en un intento por calmar su ansiedad.

— ¿No me aceptas como tu pareja?- pregunto dolido.

— No puedo dejar a mi familia y…

— Debe haber algo que pueda hacer, podemos intentar…- estaba destrozado, podía notarlo. — Lucy.- tomó su rostro con ambas manos y la miró fijamente. — Eres lo único que necesito…eres mía.

— Déjame ir, Natsu. Esto es lo mejor para los dos.

— Tu eres lo mejor para mi.- imploró, estaba desesperado, no podía dejarla ir.

— Por favor…- rogó, no sabía que dolería así al separarse de él.

Natsu pareció dudarlo, pero la dejo libre. Lucía desesperado y miraba a su alrededor buscando alguna ayuda, ella era su pareja, no podía simplemente dejarla, pero si Lucy así lo quería debía alejarse aunque eso lo destrozara por completo.

— ¿Estás segura de esto?- pregunto con una pisca de esperanza. — Me quedaré si lo pides, pero necesito que lo digas, Luce.

No podía decir que no lo quería porque estaría mintiendose a sí misma, pero el estar juntos solo ocasionaría problemas para ambos.

No dijo nada, solo mordió sus labios evitando llorar, era lo mejor. Con eso Natsu obtuvo su respuesta.

— De acuerdo.- su voz la derrumbó. — Te dejaré tranquila.- se acerco a ella y beso su frente como si la vida se fuera en ello, porque el ser rechazado por la persona con quien pudo pasar el resto de su vida era la muerte misma.

Sin mirarla una vez más se aparto rápidamente y se giró alejándose de ella.
Cada paso que daba era una puñalada, se había enamorado de una humana y fue esa misma humana quien lo destruyo.

Todos en la manada tenían razón, los humanos era peligrosos.

.

.

.

.

A pesar de que fue ella quien lo dijo, comenzaba a arrepentirse de sus palabras. Quiso convencerse a sí misma que no sentía nada por ese lobo, pero todo le demostraba que estaba equivocada.

Habían pasado dos semanas y no había ningún rastro de Natsu.

Cada vez que salía hacia el bosque, tenía la pequeña esperanza de verlo, aunque todo eso se desmoronaba cuando no lo veía.
Se había acostumbrado a su presencia, se había acostumbrado a él y no había notado lo mucho que le gustaba estar con Natsu hasta que la dejo, porque ella misma lo pidió.

— ¿Qué fue lo que hiciste, Lucy?

Dejo de mirar hacia la ventana para fijar su vista en esa adorable anciana.

— No hice nada, abuela.- respondió serena.

La mujer sonrió. — Tengo más años que tu, cariño, se cuando alguien está mintiendo. Parece como si esperarás a que ese lobo apareciera.

Sus palabras sorprendieron a la rubia pero pretendió que no. Nadie podía engañar a la abuela.

— Te enamoraste de Natsu, ¿no es así?- pregunto la mujer dulcemente.

La miró rápidamente ¿acaso había escuchado bien?

— ¿Cómo…?

— ¿Cómo se su nombre?- terminó la pregunta por ella. — Estuvo aquí en varias ocasiones. No tenía experiencia con humanos y sabia que yo había notado su presencia.- explicó. — Vino a pedirme ayuda a mí.- destacó. — Una humana, ¿sabes cómo afecta eso al orgullo de los licántropos?

Lo sabía perfectamente. Los lobos eran territoriales, posesivos, temperamentales y Natsu no se mostraba así con ella, porque sabía que Lucy no era de los suyos, era una humana.
Cuidaba de ella como si fuera lo más delicado del mundo y no lo había notado.

— Deberías aceptar ser su pareja, también lo quieres. Es Natsu a quien estuviste esperando.

— Creo que es muy tarde para eso.- dijo con voz débil. — Lo lastimé, probablemente no quiera volver a verme.

— Los sentimientos de un lobo no son como los humanos, son más fuertes. Tienes razón, tal vez lo lastimaste, pero aun tienes un punto a tu favor.- se inclinó un poco hacia Lucy. — Cuando un lobo encuentra a su pareja, sus sentimientos por ella jamás se van.- la mujer miró por la ventana. — Deberías irte a casa, pronto la noche cubrirá el cielo, recuerda que el bosque es peligroso.

La rubia asintió. Ayudo a limpiar un poco y se despidió, el sol estaba ocultándose y debía apresurarse a llegar a casa.

Cubrió su cabeza con la peculiar capa roja que la caracterizaba y entro al misterioso bosque.

Lamentablemente no tenía una vela o algún artefacto que pudiera dar luz a su camino, la oscuridad se estaba haciendo cada vez más evidente.
Durante el día, el bosque era pacifico, pero durante las noches era preferible quedarse en casa. Los lobos acostumbraban a salir en cuanto la luna se mostraba.

Se arrepentía no haber salido más temprano de casa de la abuela. Conocía perfectamente el camino, pero no podía distinguir muy bien a su alrededor, la poca luz de la luna era opacada por los enormes arboles.

Los búhos hacían sonidos extraños y los arboles parecían tomar figuras tenebrosas, si Natsu estuviera con ella no se sentiría miedo, estaría a salvo, pero él ya no estaba.

Su corazón golpeaba violentamente en su pecho, solo quería llegar a casa lo más rápido posible. Apresuó el paso, pero su visión no era clara así que tropezó con algunos troncos que salían de los arboles.

Enderezó su cuerpo quitando el polvo y la suciedad de su vestido. Iba a continuar cuando sintió un pequeño ardor en sus rodillas.
Eran solo unos pequeños rasguños, no obstante, sangraba un poco de sus heridas y un poco de su mano, se había lastimado al caer al suelo, aún así no podía detenerse, debía continuar.

Iba a seguir su camino en cuanto un sonido la inmovilizo por completo, conocía ese sonido perfectamente.

El crujir de las hojas sobre sus pasos era demasiado familiar, lo reconocería en cualquier lugar.
Giró un poco su cuerpo y entonces lo vió.

Un lobo.

Un lobo que no era Natsu.

Aunque intentará huir sabía que la atraparía. El licántropo debió estar cerca, sus heridas debieron atraerlo.

El lobo se acerco sigilosamente hacia ella olisqueando su alrededor. Lucy retrocedió instintivamente apoyando su espalda contra un enorme roble.
El único lobo que había visto en su vida era Natsu y no sabía como reaccionar ante los demás. Si bien Natsu no era peligros, los demás si podrían serlo. Cada manada era diferente, él se lo había explicado, por eso la cuidaba.

Era una completa idiota.

Su cuerpo tembló en terror y mordió sus labios con fuerza evitando gemir del miedo. Apretó sus ojos y los nudillos de sus manos en cuanto sintió que el lobo olisqueó la sangre de sus heridas.

Pasaron unos segundos para que el licántropo tomara su forma humana.
La rubia apartó rápidamente la mirada, el chico estaba completamente desnudo y no parecía importarle un poco.

Era un chico aparentemente de su edad, sus ojos eran oscuros y sus cabellos negros caían por sus hombros. Era muy atractivo pero no quería estar en esa situación con él.

El chico alargó un brazo hacia su rostro y acarició su mejilla izquierda. Lucy hizo un pequeño gesto de dolor, también se había golpeado en el rostro. Estaba distraída por el dolor que no notó al chico. Se sobresalto de inmediato en cuanto sintió el aliento masculino sobre su cuello.

— Tu aroma… es delicioso.- subió lentamente por su clavícula para detenerse a escasos centímetros de su rostro. — Estas ovulando.

Lucy sintió sus mejillas enrojecerse, no iba a permitir que le hablara de esa manera. Trató de golpearlo pero el lobo fue más rápido y la inmovilizo en un segundo, sería imposible luchar contra él.

El chico aspiro de nuevo su aroma y la miró determinado.

— Lo siento, tu olor es… delicioso.- dijo contra su cuello. — Debo…

No quería eso, Lucy no quería eso. Que otro la tocara era asqueroso, solo necesitaba a Natsu, quería a Natsu.
Las lágrimas se juntaron en sus ojos, todo iba a terminar ahí, después de eso no podría estar frente a él.

El chico estaba a punto de besar sus labios en cuanto algo lo apartó violentamente.

Lucy abrió los ojos en cuanto escucho un gruñido furioso a varios pasos de su lugar. Otro lobo había aparecido, y ese lo conocía muy bien.

Natsu estaba allí, la había salvado.

El licántropo aún en su forma humana cayó al suelo golpeando su cuerpo en el impacto. Se reincorporó rápidamente y volvió a tomar su forma bestial en un segundo.

Ambos gruñían retándose mutuamente, parecían comunicarse, no de buena manera pero Lucy no lograba entender bien lo que sucedía, aunque si comprendía una cosa: estaban peleando por ella.

Natsu ya se lo había explicado antes, cuando un licántropo sentía que otro se acercaba a su pareja, su naturaleza posesiva y territorial salía a flote y nada podría detenerlos, todo terminaba cuando uno de los dos quedaba en pie.

Después de retarse y aclarar el encuentro, se lanzaron furiosamente uno contra el otro, mordiendo, golpeando, hiriendo su forma lobuna, aunque las heridas las reflejaría también su forma humana.

Lucy no tenía idea de que hacer, su cuerpo aun temblaba, pero el miedo era diferente.

El lobo negro parecía tener mayor ventaja pero en un segundo todo cambió, como si Natsu fuera a permitir que alguien más se acercara a Lucy.
La sangre comenzó a notarse en su pelaje y eso asusto a la rubia.

Ambos lobos giraron sobre el suelo sin dejar de atacarse y el lobo negro soltó un chillido de dolor, ahora era Natsu quien tenía la ventaja.

Lucy sabía que Natsu ganaría, confiaba en él, pero el miedo de que algo pudiera sucederle fue mayor. No podría detenerlo, esa era su naturaleza, esa era su manera de demostrar que solo era suya y no la compartiría, y todo lo que quería mostrar había llegado a ella.

El lobo negro chilló fuertemente y con eso se dictó al ganador, el licántropo se había rendido.

Quédate con ella, no es como si necesitara a una estúpida humana.- hablo el lobo entre pensamientos.

Natsu mordió su lomo y el lobo se retorció en dolor, no iba a permitir que nadie insultara a su pareja, a pesar de que Lucy lo había rechazado, la defendería.

El lobo se alejó del lugar con dificultad, estaba completamente lastimado, aunque no era el único.

Cuando estuvieron completamente solos, Natsu fijó su vista en Lucy, aun conservaba su forma animal.

La rubia lo notó, en sus ojos podía ver su enfado, fatiga y preocupación.
Quería tocarla, cerciorarse de que estaba bien, que nada le había sucedido, pero su furia era mayor. Debía alejarse o no podría detenerse después.

— Natsu…

Se giró y aunque su cuerpo dolía como el infierno, esa estúpida furia era peor, sus sentidos posesivos estaban al máximo.

— ¡Natsu!- gritó la rubia en cuanto el lobo comenzó a correr para huir del lugar.

Ella no era tan rápida pero estaba muy equivocado al pensar que no iría tras él. Natsu siempre era quien la perseguía y ahora era su turno.
Lo siguió sin aliento hasta una cueva sobre una pequeña colina, sus piernas dolían pero era Natsu quien estaba más herido.

Entro a la cueva justo de después del él y observo como perdía su forma en un segundo convirtiéndose en humano. Su cuerpo desnudo sangraba por la espalda, cuello y unas partes de su abdomen y piernas, estaba terriblemente herido.
Apoyó su cuerpo contra los rocosos muros buscando soporte hasta que Lucy se acerco a él.

— Lo siento.- se inclinó hacia él ayudando un poco a sostenerse, se sentía culpable, si no hubiera dicho todas esas cosas, nada de eso hubiera sucedido.

— Esto… esto no es nada.- respondió con dificultad. Estaba agitado e inquieto.

— ¡Por supuesto que es algo!- exclamó la chica. — Déjame ayudarte.

Estaba completamente desnudo, sin embargo, eso no le importo, ni sorprendió, solo quería cuidar de él, dejarle en claro que no lo dejaría, no después de eso.

Natsu dejó que Lucy lo guiara hacia una de las rocas y dejo caer su cuerpo sobre la misma. La rubia no tenía idea de que utilizar para curar sus heridas, el canasto había caído en cuanto tropezó y lo había olvidado por completo.
Rasgó su vestido un poco para cortar un pedazo de tela y la colocó delicadamente sobre sus heridas, comenzando por su cuello.

Las heridas no eran nada importante, para Natsu eso le importaba una mierda, sentía que iba a explotar en furia en cualquier momento.
Tomó la mano de Lucy y la detuvo evitando que continuara. Tiró de su cuerpo y se aferro fuertemente de su cintura ocultando el rostro entre sus pechos, dejando que su sofocante aroma lo envolviera.

— Ese maldito estuvo a punto de tocarte.- gruñó entre dientes.

Eso era lo que lo preocupaba, por eso estaba molesto, solo ella podía tranquilizarlo y sabía perfectamente cómo hacerlo.

— No lo hizo, Natsu, estoy bien.

— No lo entiendes.- negó furioso. — El quería marcarte, quería… mierda, ni siquiera puedo decirlo.

— Nadie va hacerlo, nadie va a tocarme.- dijo rápidamente, debía dejarle en claro sus sentimientos. — Solo tú.

Aunque sus sentidos eran mayores a los de los humanos, sentía que había escuchado mal.
Alzó su vista hacia Lucy sin aflojar su agarre, no podía ser posible, ella lo había negado.

— ¿Qué?

— Solo tú me tienes.

Su interior estaba a punto de explotar, podía sentirlo.

— ¿Me…

— Te amo.- terminó.

Su interior había explotado, Lucy lo había dicho, de su boca habían salido las palabras que estuvo esperando.

Tomó sus labios desesperadamente, sus heridas importaban un carajo, debía marcar a Lucy, que todos supieran que ella sería solo suya.
Obligó a Lucy a sentarse sobre su regazo sin dejar de prestar la atención debida a esos irresistibles labios. Tiró lentamente del listón de su capa dejándola caer al suelo.

Debía sentirla completa o moriría en ese momento.

— Luce… necesito hacerte mía. Ahora.- demandó. — Debo marcar cada parte de tu cuerpo, así nadie volverá a tocarte, solo yo.

Su voz parecía suplicar por ello, ¿Cómo podría negarse? Ella también lo quería. No había nadie más que Natsu, siempre había sido él y siempre lo sería.

— Hazlo.- acepto y Natsu no perdió el tiempo.

Tomó su boca posesivamente como si ella fuera el mismo aire, aunque él así lo sentía.
El cuerpo de Lucy cayó al suelo delicadamente sobre su capa roja, Natsu no dejaría que se lastimara. Se coloco sobre ella evitando caer sobre su delicado cuerpo, su aroma era más fuerte, más deseable.

— Tu aroma… ¿estas…?

— No lo digas.- respondió avergonzada ganándose una sonrisa por parte de Natsu, eso hacía más fácil marcarla, su vinculo sería más fuerte.

Dejó que su aroma lo embriagara llegando hasta el fondo de sus pulmones, despertando cada parte de sus sentidos.
Se inclinó lentamente hacia la curvatura de su cuello y beso su delicada piel. Ese íntimo contacto envió un escalofrió por su espalda, nunca había sentido algo parecido.

Natsu acarició su cuello con la punta de la lengua hasta subir por su barbilla para detenerse en sus labios. Aunque todo su cuerpo la necesitaba, no haría algo que Lucy no quisiera.

— Si quieres que me detenga, dilo ahora.

¿Detenerse?

Lucy no quería eso, las sensaciones eran nuevas y bastante agradables, ese hormigueo recorriendo cada rincón de su cuerpo solo rogaba por las caricias de Natsu. No había nadie más, solo él, se entregaría a él.

Lucy sería de él y Natsu de ella.

Solo eso importaba.

— No te detengas.- susurró pero fue suficiente para que esa necesitaba aprobación llegará a sus oídos.

La beso nuevamente moviendo suavemente sus labios contra los de ella. Dulces, exquisitos, perfectos.

Acarició con la punta de sus dedos sus finas piernas alzando lentamente su vestido. Natsu besó cada uno de sus muslos haciendo que la rubia soltará varios gemidos, música para sus oídos.

Dejo un trazo de besos húmedos por sus piernas acercando su rostro cada vez más hacia esa sensible parte de su cuerpo.

Lucy se sentía avergonzada, no tenía idea de que hacer o cómo comportarse, era su primera vez y Natsu lo sabía, por eso debía tratarla como la flor más delicada y hermosa, debía demostrar lo que sentía por ella en cada beso, cada caricia, eso era parte del ritual.

Su corazón latía emocionado, el saber que sería el primero, el último y el único en la vida de Lucy hacían su pecho explotar en felicidad. La tendría para toda la vida, después de eso sería su pareja.

Él ya estaba desnudo así que la mitad del trabajo ya estaba terminado, solo tenía que desnudar a Lucy y disfrutaría cada momento de aquello.
Sus instintos fueron mayores que su razón, la rubia lo estaba volviendo loco.

Estaba a punto de desgarrar el vestido de Lucy, pero volvió a la razón, no podía permitir que su mujer saliera desnuda al bosque, solo él podría verla.
Tiró de los cordones de su corcel torpemente y dejo que cayera a su lado, solo faltaba ese vestido.

Cada segundo parecía eterno, quería arrancar esa estúpida tela que impedía cualquier contacto contra su piel.
Desabrochó con torpeza cada uno de los botones de su vestido, su cuerpo temblaba ansioso.

Deslizo lentamente la fina prenda mirando hambriento cada centímetro de piel que quedaba al descubierto.
Era mejor que todo lo que jamás había tenido, Lucy era lo más hermoso que sus ojos habían visto y seria solo suya.

La rubia quedo completamente desnuda excepto por esas pequeñas braguitas cubriendo su sexo.
Intento cubrir sus pechos por instinto, nunca había estado expuesta frente a un hombre. No debía sentir vergüenza, él ya la había visto desnuda la primera vez que se encontraron.
Ese recuerdo no ayudo en lo absoluto, no había sido la mejor manera de conocerse.

— No.- impidió el chico. — Necesito verte.

Después de eso estarían vinculados de por vida, debía confiar en él.

La mirada de Natsu recorrió su plano abdomen hasta detenerse sobre sus pechos. Tenían el tamaño perfecto y esos botones rosas convertían en agua su boca.
Su entrepierna comenzó a doler, pedía desesperadamente por atención. Quería entrar en ella y sentir como su interior lo rodeaba, necesitaba reclamarla, pero se tomaría el tiempo. Disfrutaría cada segundo de ese momento.

— N-no me mires.- suplicó avergonzada con las mejillas sonrojadas. Era tan linda que tuvo que morder sus labios para no perder el control.

Natsu besó sus labios e introdujo la lengua dentro de su boca, devorando y saboreando su cavidad, dejándola completamente sin aliento.
Descendió por su cuello rozando levemente sus labios, aspirando su aroma, hasta llegar a sus deseables pechos.

Atrapó su pezón sorpresivamente obligando a la rubia a contraer su espalda ante tal sensación. Evitó soltar más sonidos, era vergonzoso y eso molesto horriblemente a Natsu, la haría gemir fuerte, tenía que escuchar su dulce voz.

Lamió y succiono enviando descargas placenteras hacia su interior, ¿Por qué esa simple caricia la excitaba de esa manera?
No eran simplemente las caricias, era Natsu, él era el culpable de esa dolorosa y deliciosa sensación.

El licántropo mordió su delicado pezón haciendo que protestará en dolor, pero todo se volvió placer en cuanto la mano de Natsu acaricio su clítoris.
¿Cómo había llegado su mano hasta allí?

Movió en círculos la yema de su dedo contra el montículo de carne entre sus piernas, mordiendo su pezón enviando al mismo tiempo enviando descargas de dolor y deliciosas sensaciones.

— N-no…- jadeó la chica al sentir su cuerpo comenzaba a temblar.

— Déjalo salir, Luce, déjame oírte.- demandó con ronca y voraz.

— N-ahh…- el gemido escapó de sus labios antes de que pudiera evitarlo. Necesitaba urgente aferrarse de algo, algo golpeaba su interior y se sentía muy bien.

Natsu introdujo un dedo dentro de Lucy obligándola a gemir de nuevo, debía dilatarla un poco para que su encuentro no fuera tan doloroso. La chica sintió desesperación y los espasmos se hicieron presentes. Apretó sus piernas involuntariamente y su interior hizo explosión. Clavó sus uñas contra el suelo dejando que el placer recorriera su cuerpo.

— Luce, te corriste.- protesto divertido el chico. La rubia intentaba recuperar el aliento cuando sintió que algo abandonaba su interior. Abrió los ojos un poco y observo a Natsu con esa sonrisa ardiente en sus labios. En sus dedos había un tipo de viscosidad y vio como el chico los llevaba a su boca. Sabía exactamente lo que era y eso la hizo sonrojar. — Te lo dije. Eres deliciosa.- y no mentía al respecto. — Aunque esto no es suficiente.

— ¿Qué…?- trato de hablar con dificultad.

— Soy un depredador, Lucy.- sus ojos brillaron en deseo, eso solo había despertado aun más sus instintos. Dejo besos húmedos sobre su abdomen y no lo soporto más. — Y ahora voy a comerte.

Desgarro sus diminutas bragas haciéndolas pedazos. La rubia intento cerrar las piernas al sentirse expuesta pero Natsu fue más rápido, acariciando sus muslos y colocando el rostro entre sus piernas.

Lucy sentía que moriría de la vergüenza, aunque todo rastro de timidez se esfumo en cuanto sintió la lengua de Natsu sobre ese punto de su sensible cuerpo.
No tenía idea de todas las sensaciones que el chico le haría sentir.

— Ah… Nat…- balbuceó, su respiración agitada le impedía pronunciar alguna palabra. Ese hormigueo en su sexo era cada vez más gozoso y delicado. Movía sus piernas buscando alguna manera de liberar ese placer, aunque solo los gemidos parecían ser la salida.

Los licántropos eran expertos en esas situaciones, el placer de su pareja era el suyo mismo, ver a Lucy retorcerse disfrutando de su contacto lo hacían sentir esa satisfacción y confianza.

Trazó círculos contra su clítoris con la punta de la lengua, saboreo cada parte de su carne. Era deliciosa, fascinante, no podía esperar a hundir su cuerpo en ella. Mierda, se moría por hacerlo.

El dolor en su erección era insoportable, necesitaba descargar esa excitación o no lo soportaría. Percibió el temblor de Lucy y se detuvo de inmediato, no le permitiría llegar.

— ¡No!- chilló la rubia inconscientemente, había sentido esa maravillosa sensación acercándose y Natsu se la había arrebatado.

El chico sonrió tentador y subió a horcadas sobre el bello cuerpo de su rubia.

— ¿Te gusto eso?- pregunto ardiente. — Pequeña pervertida. No dejaré que te corras sin mi- besó bruscamente sus labios, obligándola a probar su propio sabor. La excitación que sintió no debía ser correcta, pero eso ya no importaba. Amaba cada caricia, sus dudas habían desaparecido por completo. Lo quería demasiado y no iba a privarse de esa atracción.

Natsu estaba duro y más que dispuesto por disipar su horrible pero placentero dolor, solo Lucy podía ayudar a su erección.

— Oh…ngah- gimió la chica al sentir el miembro del chico rozar su intimidad.

Él también jadeo en respuesta, sus carnes rozarse por un momento se había sentido muy bien.

— Esto es tuyo, Luce.- dijo al frotarse de nuevo contra su sexo. — Te marcaré ahora mismo. Eres mía, maldita sea.

Celoso, posesivo, seductor, gracioso, amable, amaba todas sus facetas. Lo permitiría, lo necesitaba, lo amaba. Su vinculo estaba destinado a ser desde el primer momento.

Coloco su erección contra su entrada y se detuvo para mirar su rostro. Esos ojos cafés era su mundo entero, había esperado por siempre ese momento. Jamás espero que encontraría a su pareja y por fin lo había hecho y estaba a punto de marcarla de por vida.

— Va… va a dolerte un poco.- dijo nervioso, aunque quería tomarla con todas sus fuerzas estaba preocupado.

La rubia tomó su rostro y tomó sus labios en un íntimo beso, estaba consciente de ello pero también lo quería. Se convertiría en su pareja y todo lo demás ya no importaba, solo con estar con él era suficiente.

— Jamás me lastimarías.- soltó.

— Pero…

— No dudes ahora.- reprendió. — Márcame.- la manera en que esas palabras salieron de su boca terminaron con la poca cordura que le quedaba.

Introdujo la punta de su miembro lentamente dentro de Lucy, debía ser lo más delicado posible para no lastimarla y se detuvo en cuanto sintió un obstáculo en su interior.
Juntó sus labios con los de ella y empujo rompiendo la barrera de su intimidad.
La chica apretó los ojos y hundió las uñas contra su espalda masculina, arañándolo en un intento de sobrellevar el dolor.
Era algo que podía soportar y al cabo de unos minutos todo pareció sentirse mejor.

Movió su pelvis indicando que podía continuar y él así lo hizo.
Se movió lentamente y en la primera estocada soltó un gemido ronco al sentir las paredes de su interior apretando su erección.

— Demonios.- maldijo al sentir esa placentera sensación. Debía controlar sus sentidos y no perderse ante tal maravilla, nunca había sentido algo así. Su miembro latía pidiendo por más.

Sus caderas continuaron el tortuoso ritmo, jadeaba en cada movimiento, definitivamente jamás había sentido algo así, Lucy era la indicada.

La rubia sintió un pequeño ardor seguido por una fascinante sensación, sentirlo dentro de su cuerpo era tentador, diferente, estaba marcándola en cada movimiento. Debía encargarse de reclamarla por completo, para que nadie la tocara, que todos supieran que era suya.
Demonios, si esa era su manera de demostrar cuando la amaba lo estaba logrando, Lucy podía sentir sus sentimientos, podría derretirse en ese momento.

Continuó lentamente pero eso no parecía complacer a ninguno de los dos. Movió sus caderas más rápido golpeando su pelvis femenina en cada estocada.

— Ah…ah…- gemidos escaparon de su irresistible boca, Lucy lo enloquecía por completo.

El sudor resbaló por su frente deslizándose por su pecho masculino, moviéndose cada vez más rápido intentando llegar a esa desesperada explosión.
Los huesos de su cadera golpeaban su entrepierna mientras se hundía cada vez más profundo. Todo su cuerpo temblaba en placer, jamás se cansaría de Lucy, jamás la dejaría.

— Eres mía.- demandó jadeante. — Me perteneces.- gruñó al sentir como el interior de Lucy apretaba su miembro, estaban cerca. — Dilo.

— Soy… ah diablos.- maldijo al sentir esa contracción en su entrepierna, allí estaba de nuevo.

— Dilo.- volvió a gruñir esta vez contra su cuello.

— …Soy tuya.- dijo rápidamente, el aire estaba alejándose de sus pulmones y eso fue suficiente para Natsu.

La penetro una y otra vez golpeando sus pliegues enviando descargas a sus cuerpos, después de eso ya nada lo separaría de ella.
Lucy comenzó a temblar bajo su cuerpo, ella también lo sentía. Aceleró sus estocadas hasta que las paredes de Lucy se contrajeron contra su miembro y entonces esa explosión los golpeo a ambos.

La rubia gimió sacando el poco aire de sus pulmones y Natsu mordió su hombro instintivamente, hundiendo un poco los colmillos contra su delicada piel, saboreado un poco de su sangre.

Se embriagó en esa sensación llenándola por completo, todo estaba hecho.
La había marcado.


.

.

.

Tengo planeado hacer esto un two-shot, pero tal vez sea un three-shot, no tengo idea. A mi imaginación le encanta alargar historias u_u

En fin, esperen por las próximas actualizaciones. Espero terminar esta historia en two-shot, si no, tienen suerte xD

Gracias por leer! :*
Bye bye!


.

.

.

.