Los viernes en la ciudad de Nueva York eran conocidos por ser uno de los días más esperados por la gente. El último día de estudio de la semana para los estudiantes y el último día de trabajo para la mayoría de adultos, el día del final de la semana.
Por desgracia hoy no se aplicaba eso a ciertas tortugas que vivían en esa ciudad.
-Guau Don, ¿has visto esto?- preguntó asombrado Michelangelo, una joven tortuga de cinta naranja y portadora de nunchakus, conocido por ser el más joven de los cuatro hermanos tortuga.
-Sí, y realmente es impresionante- admitió admirado Donatello, el ninja de cinta morada y portadora de un Bō-. Nunca pensé que debajo de la ciudad pudiera haber algo tan increíble.- dijo mientras pasaba la linterna que portaba en sus manos por las paredes de aquel túnel subterráneo.
Los dos se encontraban en un antiguo túnel a unos 2 km de la superficie de la ciudad, debido a que hace pocos días habían tenido ciertos problemas con el clan del pie, averiguando (gracias a la ayuda de los experimentos de Donatello) que estos mismos estaban en una importante investigación de algo bastante importante al parecer, algo que se encontraba en NY. Al descubrir estos datos, las cuatro tortugas decidieron dividirse en tres equipos, teniendo en cuenta a sus amigos humanos Casey Jones y April O'Neil, los cuales les ayudaban en sus misiones.
Aquel túnel antiguo era bastante amplio y resistente para estar hecho en su mayoría de piedra y arenisca, junto con unos misteriosos símbolos grabados por toda la pared. Esto llamó la atención del científico, parándose a veces para analizar las figuritas en relieve en la pared.
-Llevamos caminando horas. Estoy cansado.- se quejó el menor empezando a arrastrar los pies.
-Vamos Mikey, solo hemos caminado durante treinta minutos- le respondió el mayor aún enfocando la luz de la linterna en las paredes grabadas-. Has caminado más en los entrenamientos de Leo.- sonríe con diversión mirando a su hermano.
-Eso es diferente bro. Este sitio me está empezando a asustar.- dijo temeroso mientras miraba con desconfianza a su alrededor, acercándose un poco más a su hermano-. Creo que deberíamos volver.
-Ya sabes lo que dijo Leo, debemos inspeccionar este sitio a fondo antes de que Hun y los suyos vengan aquí- explicó el mayor mientras sacaba su comunicador de la bolsita marrón que llevaba-. Leo, ¿me recibes?- preguntó acercando el aparato a su boca, esperando una respuesta.
-"Te recibo Donnie. ¿Hay algún problema?"- contestó del otro lado Leonardo, el líder y mayor de los hermanos.
-No, ninguno. Llamo para saber qué tal las cosas por ahí fuera.- dice el de morado siguiendo su camino, esta vez dando la linterna a su hermano menor.
-"Por ahora las cosas están bastante tranquilas."
-"Por desgracia."- Donatello sonrió al escuchar la voz de Raphael, el más temperamental de los cuatro.
-Pues no hay tanta diferencia como aquí- respondió, negando con la cabeza al ver que Mikey había empezado a jugar a hacer sombras chinas con sus manos-. Llevamos un rato caminando, y lo más interesante que hemos visto es una roca con la forma del maestro Splinter.
-¡Tenía el bastón y todo!- gritó emocionado el menor a unos metros de Donnie, ganándose la risa de sus hermanos.
-"A ver si adivino. Le ha sacado foto."
-Adivinaste- rió Donatello ante la respuesta de Leonardo-. Bueno, os dejo vigilar tranquilos. Cambio y corto.
-"Hasta pronto Donnie, y avisa si surge algún problema."- habló preocupado el mayor. Leonardo solía preocuparse demasiado en algunas ocasiones.
-Lo haré, tranquilo- dijo esta vez el de morado de forma tranquila, apagando el comunicador para volver a meterlo en la bolsa-. Mikey, deja de jugar con la linterna.
-Pero mira Donnie, he conseguido por fin hacer un conejo.- el nombrado negó con la cabeza.
-Nunca cambias…
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-¿Qué te ha dicho?- preguntó Raphael curioso al ver cómo Leonardo guardaba su comunicador.
-Por ahora no hay nada.
-Genial, vamos a estar aquí horas.- se quejó el de rojo cruzándose de brazos.
-Llevamos aquí 45 minutos. ¿Ya estás cansado?- preguntó Leo alzando una ceja mirando a su hermano.
-Hey intrépido, no es mi culpa que lo único que hagamos aquí sea mirar mariposas. Fuiste tú el que dijo que nosotros íbamos a vigilar la entrada- su voz se notaba seria, al igual que la mueca de enfado que se había formado en su rostro-. Me voy a perder el partido de Hockey con Casey.- terminó de quejarse cruzando los brazos, a la vez que miraba al suelo.
-De todas formas te lo ibas a perder- Leonardo se sentó en una roca bastante grande que había cerca de la entrada, apoyando la palma de sus manos en la dura piedra para descansar un poco-. Hoy es tu turno de limpiar la cocina.
-¡Oye, ayer limpié yo la cocina cuando era el turno de Mikey!- gritó indignado.
-Lo limpiaste porque le diste una patada en todo el ojo, Raphael- dijo totalmente serio, mirando al nombrado-. Era tu castigo.
-No es mi culpa que ese mocoso me tirara un globo de agua directo a la cara.
-Pero antes le gastaste la broma del cómic.
-¡Empezó él!
Y así volvió otra pelea de parte de los dos mayores.
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-Oye D, ¿falta mucho?- preguntó cansado el menor.
-¿Cómo quieres que sepa eso?- le respondió harto Donatello. Era la tercera vez que respondía a esa pregunta.
-Y yo que sé, con uno de tus inventos o algo.
Había pasado casi una hora desde que ambos entraron al túnel subterráneo, y cabe destacar que el cansancio y la fatiga ya estaban empezando a aparecer.
Ese túnel no terminaba nunca. Los pequeños símbolos que antes fascinaban a Donatello ahora los odiaba, solo quería encontrar la salida de una vez para poder volver al confort de su cuarto.
En cuanto a Michelangelo, este quería salir ya de ahí. Ya echaba de menos su habitación con sus cómics y figuritas, su cómoda y caliente camita junto con la deliciosa pizza de misteriosos sabores que tenía guardado en su cajón secreto. Sí, estaba deseando terminar esa misión para volver a casa.
-¡AUCH!- gritó al sentir cómo chocaba de frente contra algo sólido y duro- ¡¿Por qué no me avisas?!- preguntó enfadado mirando a su hermano mientras se ponía la mano en su dolida cara.
-Mikey mira.- dijo el científico mirando al frente, con la boca semiabierta y una cara de impresionado.
El menor miró curioso delante suya para saber qué era lo que había dejado tan impresionado a su hermano, pero enseguida su cara se puso como la de Donatello, una de impresión total. Se quitó la mano de la cara mientras daba unos pasos hacia atrás para poder ver mejor lo que tenía delante.
Era una especie de puerta gigante de piedra.
-Guau… es enorme.- habló impresionado el de naranja. Esa puerta parecía sacada en una escena de esas típicas películas de aventuras y misterio parecidos a Indiana Jones.
Una enorme puerta redonda de más de 4 metros de diámetro, recubierta de arriba abajo con unos símbolos parecidos al de las paredes del túnel. Había algunas zonas que estaban recubiertos de moho, otras un poco deterioradas, y otras directamente destrozadas.
-Increíble, esta puerta debe de tener cientos de años.- habló Donatello mientras pasaba su mano por la superficie de la puerta, deslizándola despacio de arriba abajo, sintiendo el tacto frío de la piedra junto con la textura fina del polvo y la suciedad. Se detuvo en un pequeño cuadrado que había más o menos a la altura de su cuello, mirando con atención al recuadro. En él se hallaba escrito un pequeño texto en un idioma totalmente desconocido para el joven genio, el cuál hizo una pequeña mueca al ver eso.
-¿Qué ocurre hermano?- preguntó Mikey acercándose, mirando también con curiosidad el pequeño texto- ¿Qué es esto?
-No lo sé, pero me apuesto lo que sea a que es interesante.- sonrió sacando su teléfono, para luego fotografiar el texto y la puerta por separados.
Ya sabía que hacer esta noche.
-Bueno Donnie, ¿cómo la abrimos?- el menor apoyó su mano izquierda en la puerta, mirando con duda a su acompañante.
-A lo mejor hay alguna pista por aquí- dijo a la vez que acercaba la linterna a la puerta, para así poder examinar los símbolos completamente-. ¿Por qué no vas a investigar un rato por ahí?- habló intentando distraer a su hermano.
-Ni loco me voy a la zona oscura de la cueva, puede haber arañas gigantes.- dijo mientras empezaba a temblar. A saber los peligros que escondería ese sitio.
-Primero, es un túnel, no una cueva. Y segundo, no hay arañas gigantes Mikey- explicó el mayor mientras apretaba con fuerza una figurita redonda que sobresalía demasiado de la puerta-. Además, eres un ninja, ¿no?
-Claro que sí, un ninja y el actual campeón del Nexus de batalla.- habló con aires de orgullo.
-Pues entonces actúa como un ninja y no como un…- después de mucho esfuerzo, Donatello consiguió sacar la figura, cayendo de espaldas al suelo. Nada más sacar eso de la puerta, el lugar comenzó a temblar- niño.- terminó su frase mirando a su alrededor.
El temblor empezó a hacerse cada vez más intenso, haciendo que pequeños granos de piedra del techo empezasen a caer junto con un montón de polvo y piedra. Era como un terremoto.
Lo que ninguno de los dos se dio cuenta (uno por la impresión y otro por el miedo) es que la puerta se estaba empezando a abrir a la mitad, produciendo un insoportable chirrido al rozarse piedra con piedra.
Ambos se taparon los oídos con sus manos, cerrando los ojos para evitar que el polvo les cayera encima. Pasaron unos segundos así, hasta que de golpe el sonido, al igual que el temblor, cesaran.
-Ay… ¿te encuentras bien Mikey?- preguntó Donatello al incorporarse, sacudiéndose el polvo que tenía por encima.
-Sí, eso creo- le contestó mientras imitaba su acción-. Eso ha sido incluso más fuerte que los coscorrones de Raph.
-Ajá.- respondió sin prestarle mucha atención, mirando por sus brazos y cuerpo para asegurarse de que no se había hecho ninguna herida.
Por suerte, ninguno de los dos estaba herido.
-Oye viejo, deberías ver esto.- le dijo Mikey mientras empezaba a cruzar la puerta.
¿En qué momento había cruzado delante suyo?
-Mikey espera- corrió hacia su hermano para evitar que tocase alguna cosa que pudiera ser una trampa o importante, pero se detuvo en seco al mirar a su alrededor-. ¿Pero qué…?
-Tío, hemos encontrado una ciudad perdida.- habló alegre el menor, mirando los grandes y viejos edificios que se encontraban dentro de aquella zona.
Una especie de cueva gigante, en la cuál se encontraban decenas de casas, tiendas destrozadas, zonas completamente aisladas… todo bastante destruido, hasta el punto de ser ruinas.
-Yo no diría ciudad Mikey, pero es indudable que esta zona ha estado habitada.
Ambos comenzaron a caminar por los desgastados caminos de aquellas ruinas de lo que fue, seguramente, una antigua ciudad.
Aún se podían ver algunos trozos de cristales azules por las enormes casas de cinco o seis pisos, de algún edificio enorme parecido a una catedral con la mitad de su estructura venida abajo, o incluso de telas y objetos tirados entre las rocas y la piedra en polvo.
-Es como una película- volvió a hablar emocionado el de naranja, saltando un poco por la moción mientras la sonrisa de su rostro aumentaba. Se sentía como un explorador en su primera aventura para descubrir los restos de una antigua civilización perdida, y eso le encantaba-. A lo mejor encontramos dinosaurios, u hombres cavernícolas.
-Esto no es "Viaje al centro de la Tierra" Mikey- le dijo Donatello un poco enfadado por las tonterías que llegaba a decir a veces-. Aquí no hay sitio suficiente, por no decir que el agua y la comida es algo que dudo que haya aquí.
-Aburrido.- dijo inflando las mejillas enfadado mientras se cruzaba de brazos.
Siguieron caminando durante un buen rato, mirando las ruinas de aquella ciudad. El mayor calculó que allí vivieron alrededor de 2.000 personas por el número de casas que había, y que seguramente se dedicaran, en gran parte, al comercio. Ya fueron muchas las veces que se encontraron con restos de tapices (o mantas según Mikey), jarrones e incluso utensilios como cuencos de metal, platos…
Después de unos 20 minutos de exploración superficial, llegaron a una zona donde estaba bastante vacío a comparación del resto de las ruinas, pero con un monumento mucho más grande que los que habían visto.
Era un templo.
-Vaya, tiene un estilo muy particular, parecido al gótico- analizó el genio mirando el sitio-. Creo que sería como una mezcla entre estilo romano y-
-¿Vienes o te vas a quedar ahí viejo?- preguntó divertido Michelangelo en lo alto de las escaleras de la entrada, delante de la enorme puerta de madera del templo.
-Mikey espera- subió los escalones lo más rápido que pudo, llegando al lado de su hermano-. Es mejor no separarnos.
-Tranquilo hermanote, aún no la he abierto.- sonrió tranquilo el menor.
La puerta de la entrada, a fascinación del joven científico, estaba en un muy buen estado. Pero, ¿cómo demonios una puerta de madera puede estar en tan buenas condiciones tras tanto tiempo? No había rastro alguno de madera podrida, ni de golpes o arañazos.
Si ya el exterior del templo era así, ¿cómo sería el interior?
Ayudado por su hermano menor, lograron abrir la puerta con un poco de fuerza, abriéndose despacio mientras el típico chirrido de película de terror se hacía presente.
El interior, a diferencia del exterior, estaba totalmente a oscuras, por lo que Donnie se vio obligado a sacar la linterna que llevaba en su bolsillo para iluminar.
Pero, si estaban bajo tierra, ¿cómo es que había luz en las ruinas? Muy fácil, gracias a unas piedras extrañamente brillantes que había en lo alto de la mayoría de casas y construcciones, bautizadas "piedra brillo" por las tortugas.
Tenían un extraño color azul, a pesar de que la luz que desprendían era como la de una bombilla normal y corriente. Eso les hizo más fácil las cosas para los dos, por desgracia algo que no tuvieron dentro del lugar.
-Aún hay rastros de pinturas antiguas…- susurró el de morado mirando las paredes pintadas de las paredes y techo. Aunque ahora tenían un color apagado y algo difuminado, eran perfectamente visibles y entendibles para ambos.
-Al parecer les gustaba mucho las piedras brillo.- dijo Mikey señalando una de las paredes, la cuál tenía un dibujo de un hombre vestido con una túnica azul y blanca, extendiendo sus manos hacia un gran grupo de gente vestida igual, y en sus manos portaba una de las piedras, tan grande como una pelota de fútbol. Alrededor de ella había rayos amarillos, dando a entender que era algo brilloso, y a juzgar por la cara de la gente, estaban bastante felices de recibirla.
-A lo mejor está explicando el momento de cuando encontraron esa piedra- intentó buscar una solución Donnie. Su mente analítica le obligaba a buscar una solución lógica a todo lo que veía-. Esos dibujos son muy parecidos al tipo de arte de la edad media. ¿Sería este lugar de esa época?- preguntó llevándose una mano a la barbilla. El eco de su voz en el lugar le distraía un poco, al igual que el sonido apresurado de los pasos de su hermano al intentar verlo todo con rapidez.
-No lo sé tío, pero no les habría venido mal ir a una escuela de arte. ¡Mira ese dibujo! Tiene la cara dos veces mayor que el cuerpo.
-Mikey por favor, estamos aquí de exploración, no de críticos artísticos.- le regañó su hermano.
Estuvieron teniendo esa pequeña conversación durante unos minutos, los cuales dedicaron a examinar el lugar. Había decenas de habitaciones aparte, la mayoría con cristaleras y restos de mesas de piedra en el medio. Los dibujos de las paredes se empezaban a hacer cada vez más raros, mostrando, en la mayoría de ellos, una especie de esferas de diferentes colores, los cuales algunos adoraban y otros temían. Donatello vio eso la mar de interesante, sacando alguna que otra foto cada poco tiempo.
Por fin llegaron al final del templo, donde vieron algo que les sorprendió un poco.
-¿Otra puerta?- protestó el menor al ver otra puerta de madera, esta vez un poco más pequeña que el de la entrada- Creo que tenían una obsesión con las piedras brillo y las puertas.
-Al igual que tú con las cosas de terror- le contestó su hermano divertido, a lo que el de naranja le sacó la lengua-. Si hay una puerta aquí, es que hay una sala que querían que estuviera separada del resto del lugar- habló mientras se acercaba a la puerta, con obvias intenciones de abrirla-. Creo que podemos abrirla si…
-"¡Donnie, ¿estáis ahí?!"- la voz de Leonardo sonando por el comunicador asustó a ambos, haciendo que Donatello temblara un poco de la sorpresa, mientras que Michelangelo dio un salto hacia atrás mientras pegaba un chillido un poco agudo.
-S-sí, estamos aquí. ¿Qué ocurre Leo?- preguntó apresurado el genio sacando su comunicador de la bolsa.
-"Necesitamos ayuda por aquí arriba. Hun y los suyos acaban de llegar a la entrada."- habló el líder con unos sonidos de metal chocando de fondo.
-"Y traen juguetitos."- habló divertido Raphael, para luego oír un sonido parecido al de una pistola.
-"Necesitamos vuestra ayuda YA."- eso fue lo último que dijo Leonardo antes de que la comunicación se cortara.
-Vamos Mikey.- dijo Donatello mientras empezaba a correr hacia la entrada del templo.
-¡Espera hermano!- gritó el menor apunto de seguir al de morado, pero algo brillando en el suelo le llamó la atención.
Se acercó al objeto con cuidado, curioso por lo que pudiera ser. Era algo pequeño, pero brillaba de una forma bastante intensa. Se agachó hasta quedarse de cuclillas, extendiendo su mano hasta el punto brillante tirado en el suelo. Lo cogió, acercando su mano a su cara para examinar mejor lo que había cogido.
-¿Un cristal?- habló confundido el niño. Lo que tenía en su mano era un delgado cristal de color azul celeste, brillante como un diamante. Tenía bordes en punta, pero su textura era lisa y blanda, y aportaba una sensación de frío que impresionó un poco al chico.
Se quedó mirando la piedra unos segundos, para luego empezar a correr para llegar a la salida, no sin antes guardarse el cristal en la pequeña bolsita que le regaló April hace unos meses.
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-Malditas tortugas, ¡quedaros quietas!- gruñó Hun ya harto, mirando cómo Leonardo esquivaba con maestría los ataques de sus rivales, parando con sus katanas los disparos que iban directo a su cabeza.
-Oye intrépido, ¿cuándo llegará la caballería?- preguntó Raphael dando golpes a diestro y siniestro a los ninjas del pie. Le encantaba poder desestresarse con cosas que no fueran su saco de boxeo.
-Ten paciencia Raphael, estarán a punto de llegar.- le contestó su hermano con calma, dejando K.O a algunos de los enemigos. No era muy justo una pelea de dos contra cincuenta, pero era una pelea que entretenía a los chicos.
-No, si por mí no hay problema- dijo mientras daba un puñetazo en la cara a uno-. Lo digo para que esos dos no se queden sin diversión.- contestó divertido el temperamental.
Una larga pelea de unos 10 minutos, o 20 si sumamos cuando los menores del clan se unieron a la lucha. A pesar de que los hermanos derrotaban con facilidad a los del pie, estos se volvían a poner en pie y a pelear contra los cuatro. Los chicos, sobre todo Donatello y Michelangelo, ya se estaban cansando, además de que se le dificultaba el ver a sus enemigos debido a que el sol estaba empezando a ponerse, tiñendo el cielo de un amarillo anaranjado que a la mayoría le resultaría hermosa.
Bueno, para los que tuvieran tiempo de detenerse a mirar.
-El soldado del pie número 23 intentar dar una patada lateral, pero el increíble Michelangelo lo esquiva con rapidez y le propina un golpe en su costado derecho dejándolo tirado en el suelo- decía el más joven con la típica voz de comentarista de los partidos deportivos, haciendo a su vez lo que decía-. Vaya, parece que no tiene ganas de levantarse.
-¡Deja de hacer el idiota Mikey!- le grita su hermano Raphael, viendo a lo lejos la pelea del nombrado mientras bloqueaba con sus sais a un grupo de cinco de los enemigos.
-Tranquilo bro, lo tengo todo bajo control.- sonreía mientras hacía girar sus nunchakus, pero al hacer eso se distrajo un segundo, cosa que dio ventaja a Hun, dándole un puñetazo directo en el rostro.
-Ja, ahora no eres tan dura, ¿eh tortuga? Jajajajajaja.- se burló el hombre, viendo como el de naranja se apoyaba en una roca grande mientras se sobaba la cara.
-Mi linda carita…- se quejó el menor con voz lastimera.
-Bueno tortugas perdedoras, espero que paséis una entretenida noche con mis amiguitos, yo tengo una misión que cumplir- en su voz se notaba la diversión con la que decía esas palabras, caminando con rapidez hacia la entrada al túnel con una sonrisa-. Por fin no os interpondréis en mi camino.
Su dirección era directamente hacia la entrada, un enorme agujero que se encontraba en una especie de mini-acantilado en medio del pequeño claro donde se encontraban.
-¡No dejéis que entre!- gritó el líder con un poco de angustia. Si Hun lograba entrar y llegar hasta donde el sitio que habían descubierto sus hermanos menores, entonces la misión se habría ido a pique.
-Yo me encargo.- dijo confiado el menor mientras sonreía. Era de los cuatro que más cerca estaba de la entrada. Mientras miraba al lugar, empezó a girar sus nunchakus, viendo con miedo que Hun ya estaba muy cerca de la entrada. Al ver que casi no tenía tiempo, hizo lo primero que se le vino a la cabeza, levantando así su brazo junto con el nunchaku.
-¡Mikey no!- intentó advertirle su hermano mayor Donatello al ver cuáles eran sus intenciones, pero era demasiado tarde.
Con todas las fuerzas que tenía, Michelangelo lanzó su nunchaku con todas sus fuerzas hacia la entrada, más específicamente hacia unas rocas grandes que se hallaban incrustadas en la parte de arriba, dándoles de lleno.
Ante el repentino golpe, como era de esperarse, las rocas cayeron al suelo junto con el arma. Pero, al caerse las rocas, la tierra que había encima de ellas cedió, haciendo así que la entrada quedase completamente tapada por piedra, tierra y grandes rocas por todo el hueco.
-¡Aaaaaahg! ¡MALDITA TORTUGA!- gritó enfadado Hun al ver eso, lanzándose directo contra el menor del clan lleno de rabia e ira. Mikey tragó saliva al ver eso.
-Tortugas, retirada.- dijo Leonardo al ver que la batalla estaba empezando a desequilibrarse a su contra. Tras decir eso, sacó una bomba de humo de su cinturón, estrellándola contra el suelo para luego desaparecer entre el humo.
Sus hermanos imitaron su acción, dejando solos a Hun y los del pie.
-Malditas tortugas mutantes- gruñó entre dientes el líder, apretando con fuerza sus puños-. Juro que conseguiré vengarme por esto.
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-Uff, esa estuvo cerca- habló Mikey de camino a su hogar, caminando junto a sus hermanos por las alcantarillas. La camioneta que usaban la dejaron aparcada en un callejón abandonado cerca de allí para así poder salir antes mañana por la mañana, ya que tenían otra misión pendiente-. ¡Auch!- dijo adolorido al sentir un fuerte zape en su nuca por parte de Raphael.
-¡¿Eres tonto o te lo haces?! ¡Has cerrado la única salida que teníamos a ese sitio!- gritó enfadado el de rojo mirando furioso a su hermano menor.
-¿Y qué querías que hiciera? ¡Estaba bajo presión!- se defendió el menor, escondiéndose detrás de su hermano genio al ver cómo Raphael levantaba la mano, dispuesto a darle otro golpe.
-Tranquilo Raphael, ha conseguido que Hun no entrase, ¿cierto? Entonces no ha sido un total fracaso.- explicó calmadamente el líder sujetando la muñeca de Raphael.
-Lo dices porque fue Mikey quién lo hizo, tu consentido-. Bufó Raph soltándose del agarre de su hermano mayor, mirándolo serio.
-Sabes que no es eso Raphael- el de azul miró de igual forma a su hermano-. Hubiera dicho lo mismo con cualquiera de vosotros tres.
-Ya, pero no hubiera sido necesario que dijeras eso conmigo y con Donatello, ya que nosotros pensamos.- habló serio y directo, mirando esta vez al menor.
Michelangelo bajó la mirada apenado.
Justo pasó esa escena en medio del salón de su casa. ¿Cuándo fue el momento en que llegaron? Ninguno lo sabía.
-¿Qué ocurre hijos míos?- preguntó preocupado Splinter, padre y maestro de las tortugas, que al escuchar el tremendo barullo que sus muchachos habían hecho salió de su cuarto para recibirles.
-Nada Sensei, que Mikey a estropeado las cosas, como siempre.- gruñó Raphael dirigiéndose a su cuarto.
-Yo me voy a dormir. Buenas noches a todos.- habló sin ganas el menor, cosa que extrañó a todos en a sala. Cuando este cerró la puerta de su habitación, Splinter miró al mayor de todos.
-¿Qué ocurrió Leonardo?- en el rostro de la vieja rata se podía ver la preocupación por el menor.
-Será mejor que se lo cuente mañana Maestro Splinter, hoy ha sido un día muy largo.- le dijo amablemente el mayor mientras reprimía un bostezo. Ese acto fue suficiente para que Splinter comprendiera que, fuera lo que fuera que sucedió allí arriba, fue algo bastante cansino para sus hijos.
-Está bien hijo mío, mañana me lo contarás todo en el desayuno. Ahora id a descansar.- sonrió con amabilidad.
-Gracias Sensei, pero yo dormiré más tarde- dijo Donatello dirigiéndose a su laboratorio-. Quiero antes investigar una cosa.
-Donnie, creo que deberías dormir. Mikey y tú habéis hecho bastante ejercicio hoy, sin contar la pelea contra Hun.- le dijo su hermano preocupado.
-Ya lo sé Leo, solo echaré un vistazo a las fotos que hice ahí abajo y los pondré para fotocopiar, nada más. Prometo irme a dormir antes de las 12.
-Bueno, como veas- habló rendido Leo. Cuando a su hermano de morado se le metía algo en la cabeza, no había nadie que se lo quitase-. Buenas noches Sensei, buenas noches Donnie.- dijo antes de entrar a su cuarto. Una pequeña sesión de meditación y luego se iría a la cama a dormir, como todas las noches.
-Buenas noches Leonardo, y Donatello, no te acuestes muy tarde.- habló Splinter dirigiéndose también a su cuarto, dejando solo al último nombrado.
Eran las 11 cuando pasó esto, pasando las horas con total normalidad. Las 12, 1, 2…
Hasta que llegaron las tres de la madrugada.
La puerta de una de las habitaciones de aquel singular hogar se abrió de forma lenta, buscando hacer el menor ruido posible. Una cabeza se asomó por el hueco de la puerta, mirando a ambos lados para ver si había alguien despierto.
-Ya verás Raph, voy a conseguir lo que está en ese templo y demostraré que sé hacer las cosas. Klunk, cuida de mi cuarto por mí.- Michelangelo miró al interior de su cuarto con un semblante serio.
-Miau.- contestó el pequeño gato de colores naranja, acariciando su cara contra el pie de su dueño con cariño, consiguiendo así que Mikey sonriera.
-Aaaww ~, yo también te quiero Klunk- dijo cariñoso acariciando la cabeza del gato-. Tranquilo, volveré enseguida.- aseguró con una sonrisa el menor, saliendo de su cuarto en total silencio, dejando entrecerrado la puerta.
Con el sigilo que caracterizaba a un ninja, Michelangelo salió de la guarida sin hacer la más mínima señal de su presencia, empezando a correr por los túneles del alcantarillado con rapidez y agilidad, dos cosas que destacaban mucho en su estilo de combate.
Fue un trayecto rápido para él al ir en skate, unos 40 minutos de camino. Tenía tiempo de sobra hasta que Leonardo despertara, con tal de estar allí antes de las 7:20 le bastaba.
Estaba atento ante cualquier peligro que hubiera, además de estar bien preparado. Había llevado de todo en la pequeña bolsa marrón que tenía, desde una linterna (junto con pilas de recambio por si las de la linterna se acabaran), agua, su teléfono, algunos shuriken que tenía en su habitación… llevaba de todo.
Por fin, había llegado a su destino, un pequeño claro dentro de un bosque a unos pocos kilómetros de la carretera principal a las afueras de la ciudad. No le costó mucho en adentrarse en el espeso bosque y caminar durante unos minutos por él, es más, le agradaba el escuchar los sonidos naturales del bosque, le relajaba. Cuando ya no había más ramas ni arbustos que esquivar, supo que estaba en el sitio correcto, yendo directo a la ahora taponada entrada al túnel.
Primero examinó bien la entrada. Las rocas más grandes dejaban pequeños huecos que podía utilizar para entrar. Si tan solo pudiese mover una de las piedras…
Decidido, el menor agarró con fuerza una de las rocas, rodeándola con sus brazos para así cogerla bien y que no se resbalase. Con las piernas dobladas, hizo fuerza con ellas mientras tiraba con todas sus fuerzas de la roca.
Al principio no consiguió nada, ni siquiera moverla un centímetro, pero no por eso se rindió. Volvió a intentarlo una segunda vez, obteniendo el mismo resultado.
-'¿Está hecho de hierro esto?'- se preguntó harto Mikey. Estaba quedando él solo como un débil. Pero entonces se le ocurrió una idea.
¿Qué pasaría si, en vez de intentar sacarla, primero la moviese hacia arriba?
No perdía nada por intentarlo.
Con la misma posición que antes, volvió a ejercer fuerza sobre la roca, pero esta vez, en lugar de sacarla hacia afuera, la levantó unos centímetros, aún en la entrada.
Al hacer eso, la tierra que estaba arriba y al lado suyo cedieron, empezando a caer por los laterales de la roca, consiguiendo que ahora hubiera un pequeño espacio a su alrededor y menos presión sobre ella. Esta vez, al volver a intentar sacarla, lo consiguió con una "facilidad que lo asombró.
Una vez puesto la enorme roca (la cuál era casi la mitad de Mikey) a un lado de la entrada, se agachó un poco para ver el interior de la entrada.
Como suponía, estaba oscuro.
Aún agachado, entró por aquel agujero que había conseguido hacer. Al ser un poco más pequeño que sus hermanos, su tamaño le facilitó la entrada, cabiendo perfectamente. Se puso de pie, con una sonrisa enorme en la cara, sacando la linterna de su bolsa mientras empezaba su caminata por el túnel.
Bueno, al menos los primeros 10 minutos, ya que luego se cansó y decidió ir en skate el resto del camino.
No se imaginaba lo que encontraría en aquel templo, ni tampoco las consecuencias que este tendrían.
OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOo
Halo jóvenes ninja~. ¿Qué tal estáis?
Bueno, esta vez vengo con otra historia, solo que en esta ocasión es sobre las tortugas del 2003, ya que vi mejor esta serie según con la trama de la historia, además de que tenía ganas de hacer una historia con estos UwU
Esta historia va a contener acción, violencia, sangre (poquita, pero abrá), palabras malsonantes (mayoritariamente de Raphael) y más contenido así, por eso pongo la categoría más alta.
Esta historia todos tendrán su momento de protagonismo, incluidos los villanos.
A diferencia del resto de mis historias, esta está hecha a partir del ordenador, por lo que seguramente tendrá menos faltas de ortografía y más actualizaciones, ya que estoy escribiendo esta historia con regularidad desde hace unas semanas.
Le he puesto mucho esfuerzo y tiempo a esto, así que espero que sea de vuestro agrado.
Nos leemos en el siguiente cap y os envío un gran Booyakasha~!
