Capítulo uno: De un mundo a otro.
Salí de la escuela, llegué a mi casa y me dispuse a "hacer mis tareas" lo que en realidad suponía ponerme frente al computador a ver "My Little Pony: Friendship is magic", además de chatear con amigos.
Después de ver algunos capítulos de MLP, hacer un poco de mis tareas y quedarme hasta las once chateando, decidí que era hora de ir a dormir.
Dormí, dormí, dormí y seguí durmiendo, sin ninguna interrumpción, me despierto(Y no gracias a mi despertador), veo a mi alrededor para averiguar qué está pasando, por qué no sonó el despertador...
Observo y mi tranquilidad es interrumpida: no estoy en mi casa, no estoy en mi cuarto, intento levantarme y me caigo, no puedo caminar. Veo hacia el suelo para saber qué pasa con mis piernas, pero no veo piernas, lo único que veo son cuatro patas cubiertas de pelaje color rojo, veo mi torso: más pelaje de color rojo, no hay ningún espejo cerca así que no sé en qué situación se encuentre mi rostro, me levanto como puedo usando esas cuatro patas, me dirijo a la ventana, veo lo que hay afuera... ¿Eso... Eso es...? No, no lo es, vamos, no puede ser.
Al parecer lo que hay enfrente de mí es nada más y nada menos que Sugarcube Corner, señoras y señores.
Observo hacia los lados, ¿las calles de Ponyville, realmente es eso lo que veo?
Sigo caminando por la habitación, no sé si esta es la casa de alguien, no sé cómo llegué aquí, ni siquiera sé si esto es real, no quiero sacar conclusiones muy pronto.
Por la vista desde la ventana me doy cuenta de que estoy en un segundo piso, considero el ir escaleras abajo, no puedo dominar este cuerpo, podría caerme y morir. Decido intentar aprender a usar estas patas, estoy en una habitación un poco grande, así que tengo libertad de caminar en un buen espacio, incluso considero el caminar en dos patas, lo intenté pero no pude mantenerme así durante mucho tiempo.
Pasé aproximadamente una hora intentado caminar correctamente, llegó un momento en el que decidí que podía caminar lo suficiente bien como para intentar bajar. Dicho y hecho: no me tomó mucho bajar las escaleras, tampoco fue muy difícil, ya que lo hice pegada a la pared. Una vez abajo inspeccioné de mejor manera la casa y pude confirmar algo que era bastante obvio: me encontraba sola.
La casa se veía como nueva, no, no me refiero a limpia y ordenada, realmente era como nueva, unos pocos muebles, la pintura no era muy buena y, lo peor, que no había nada de comida en los estantes. En ese momento, moría de hambre, ya que(Según mis cálculos), debería ser como la una de la tarde.
Subí de nuevo a la habitación, noté que había un pequeño cofre en un estante, lo abrí como pude y vi que dentro tenía algunos bits, bueno, no "algunos", bastantes diría yo, habrían como unas treinta monedas ahí. No sé mucho sobre la economía de Equestria pero creo que debería... Ah, vamos, ya estoy hablando como si enserio estuviera aquí, debería despertar ya... Aunque, pensándolo bien... No me gustaría despertar con hambre, mejor busco algo de comer.
Tomo los bits y me dirijo a Sugarcube Corner, ahí encontré lo primero que esperaba encontrar: a Pinkie Pie.
-Hey, ¿tú eres nueva en el pueblo?- me dijo el pony saltarín con algo de sorpresa.
-Umm, algo así-, decidí no soltar muchas palabras, no por ahora.
-Ohh, bueno, ¿qué se te ofrece?- preguntaba con bastante interés, como si enserio fuese algo taaan importante.
-Pues... Tengo hambre, ¿qué me recomiendas?- dije intentando iniciar una conversación, y de paso aprender un poco sobre la dieta de este lugar, maté dos pájaros de un tiro, además de ganarme el desayuno, creo que maté tres de un tiro.
-Como eres nueva, creo que es la primera vez que estás aquí en Sugarcube Corner, así que te recomiendo los cupcakes, son muy ricos, seguro que te van a gustar- dijo ella con esa velocidad y tono hiperactivo de siempre.
-Entonces te haré caso, llevaré dos- aún intentaba iniciar una conversación, pero sin hablar demasiado.
-¿Dos? Está bien, en un momento regreso con ellos- me dijo el pony rosado mientras se dirigía al interior de la tienda, me sorprendió que no me hubiese preguntado si los quería de tal sabor o algo por el estilo, decidí simplemente esperarla.
No pasó mucho tiempo para que ella llegara saltando, mientras sostenía una bolsa de papel en su boca.
-Aquí está, serían 10 monedas por los dos- dijo, le pagué y estaba por retirarme cuando me habló de nuevo.
-Espero verte de nuevo- dijo ella, con una sonrisa en su rostro.
-Lo mismo digo- respondí, -por cierto, ¿cuál era tu nombre?-, hice esa pregunta por simple lógica, ella no podía enterarse de que ya sabía su nombre.
-Pinkie, Pinkie Pie- respondió mientras guardaba las monedas.
-Bueno, pues ha sido un gusto, hasta pronto Pinkie-, fue lo último que dije antes de salir de ahí, caminé discretamente, de manera que ningún pony notara mi existencia, luego entré de nuevo a "mi casa".
Subí de nuevo a la habitación, me eché en la cama a pensar qué hacer, en eso estaba cuando tocaron a la puerta, bajé a atender: guardias de la Princesa Celestia aguardaban a que saliera.
En ese momento muchas cosas pasaron por mi cabeza, terror, o a la vez tranquilidad, también pensé que mi sueño iba demasiado lejos, aunque... Si era sólo un sueño no tenía nada que temer, esperé a que alguno de ellos tomara la palabra.
-Señorita, la Princesa la llama urgentemente, necesitamos que venga con nosotros-, el tono de su voz no representaba amenaza alguna, así que me calmé y decidí cooperar.
-De acuerdo, ¿qué debo hacer?
-Debe tomar el tren hacia Canterlot, para ello le acompañaremos nosotros.
-Está bien...- no sabía que decir, por suerte me interrumpió.
-Debe estar en la estación del tren hoy a las ocho, nos veremos ahí.
-Seguro que sí, ¿y se podría saber para qué me llama la Princesa?
-No nos dieron información acerca de eso, tan sólo nos ordenaron hacer lo que hicimos, si nos disculpa tenemos que retirarnos.
-Está bien, ¿a las ocho dijo?
-Sí, a las ocho, hasta entonces-. Eso fue lo último que dijo, después se fueron los tres, entré de nuevo a la casa.
-Muy bien, ¿en qué lío te has metido?- Hablaba conmigo misma mientras me dirigía a la cocina para comer los cupcakes. Ha-ha, comiendo cupcakes de Sugarcube Corner, sientan envidia, Bronies.
Definitivamente deliciosos, Pinkie tenía razón, me gustaron, no, no me gustaron, me encantaron. Tengo que felicitar personalmente a los Cake o a quién los haya hecho, me alegra haberme quitado el hambre con eso.
Después de comer consideré la idea de felicitar a los creadores de tal delicia, además de que debía enterarme de la hora en algún lado, decidí ir con el pretexto de lo deliciosos que eran los cupcakes, para felicitar a quien los hubiese hecho, y de paso pedirle la hora a Pinkie, o quizás comprar más, haciendo cuentas: si por dos de ellos había pagado 10 monedas, eso significa que me queda dinero como para cuatro más, no creo que vaya a comer tantos.
Salí de la casa aproximadamente a las tres o cuatro de la tarde, entré a Sugarcube Corner, de nuevo sólo vi a Pinkie Pie.
-Hey, que gusto verte de nuevo- me dijo aquella pony mientras se dirigía hacia mi.
-Lo mismo digo, venía para decirte algo sobre los cupcakes...
-Oh, no, ¿no te gustaron? ¿Qué tenían de mal?- su cara pasó de ser una sonrisa a un gesto de preocupación.
-Para nada, todo lo contrario, me encantaron, deliciosos. De hecho venía para preguntar quién los hizo- al parecer si logré tranquilizarla.
-Pues los cupcakes los hice yo, pero la receta es de los Cake.
-Entonces creo que debo felicitarlos a los tres, me gustaría felicitar personalmente al señor la señora Cake, claro, si es que se puede- esperaba no estar cometiendo alguna incoherencia al pedir eso.
-Por supuesto que se puede, creo que están en la cocina, espera a que los llame y podrás felicitarlos, seguro que les dará gusto conocer a alguien nuevo, y que a ese alguien le haya gustado alguna de sus recetas- reí un poco al ver la hiperactividad de la pony rosada.
-Claro Pinkie, yo espero.
Mientras esperaba me di cuenta de algo: estaba hablando con Pinkie Pie, LA Pinkie Pie, eso era increíble, aunque aún no descartaba la teoría de que fuera todo un sueño, en caso de que lo fuera, sería algo lindo de contar al día siguiente.
-Bueno, ella es la pony de la que les conté- Pinkie atravesó la puerta al lado del señor y la señora Cake.
-Muy buenas tardes, señores Cake-, traté de portarme lo más educada posible, ya que ellos técnicamente eran adultos y yo tan sólo tengo 16.
-Buenas tardes señorita, Pinkie nos dijo que tenías un comentario que hacernos sobre una de nuestras recetas- el señor Cake fue el primero en hablar, parecía contento con la visita.
-Efectivamente, esta fue la primera vez que pisaba Sugarcube Corner, así que le pedí recomendaciones a Pinkie, quien me habló de los cupcakes y decidí llevarlos.
-Ah, ya veo, los cupcakes...- nuevamente el señor Cake se aventura a hablar.
-Simplemente deliciosos- sentencié al tiempo que sonreía-, probablemente la mejor cosa que haya probado en la vida, quise felicitarlos por ello.
-Oh, nos alegra tanto que te hayan gustado, ponemos todo el esfuerzo que podemos en nuestras recetas, buscando resultados como estos- esta vez era la señora Cake.
-Seguro que los encuentran seguido.
-Bueno, gracias por el comentario, tenemos mucho trabajo así que temo que tenemos que retirarnos, te dejamos con Pinkie- dijo la señora Cake mientras ambos salían del lugar.
-Pinkie, ¿podrías decirme qué hora es?
-Seguro... Son las 5:30. ¿Por qué? ¿Irás a algún lado? ¿Quieres que te muestre el pueblo? Oh, por cierto, aún no te he dado tu fiesta de bienvenida.
-¿Fiesta de bienvenida?- Como si no supiera que es ilegal no hacer una de esas.
-Por supuesto, yo le hago una fiesta de bienvenida a todos cuando son nuevos en el pueblo -Decía la pony rosada.
-Ah, comprendo... Será luego, hoy tengo planes.
-¿Luego? Umm...- Hacía un gesto que no logré comprender bien, no sé si se estaba organizando o esa cara era de decepción.
-Mañana mismo si quieres, pero no hoy -Intentaba no herirla.
-¿Mañana? Perfecto, y no te preocupes por buscar dónde está la fiesta, que la fiesta te buscará a ti.
-Seguro que sí, gracias otra vez -Dije desde la puerta del lugar-.
Al salir me dirigí de nuevo a la casa, donde esperaría hasta que dieran las ocho... O a menos eso pensaba, cambié de opinión muy pronto: decidí recorrer Ponyville.
Salí de la casa, dirigiéndome a la paza principal donde seguro encontraría a otros ponies, y vería los negocios de este lugar. Sí, tuve una buena idea.
Pasé frente a la biblioteca, sabía quién era la dueña del lugar, pero no quise tener contacto con nadie hasta que no supiera qué hago aquí. Pasé frente a una casa, luego otra y después otra cuando empezé a escuchar ruido... Música, a un volumen impresionante, llegué a la casa de donde provenía, luces de colores se veían a través de las ventanas, "creo que sé quién vive aquí", pensé para mis adentros.
Seguí caminando, entré a una tenda, era como un pequeño bazar: tenían de todo. Decidí ver qué clase de objetos vendían, hasta que vi algo a lo lejos, un... Un espejo. Me dirigí hacia él y lo que vi me sorprendió enserio: yo era... Era un pony(Nah, ¿enserio?), de color rojo, con la melena en dos tonos de azúl. Retrocedí asustada al ver mi reflejo, tumbé un par de cosas en algunos estantes, por suerte no había nadie cerca, recogí todo y salí del lugar.
Fui directamente a la casa, subí lo más rápido que pude y me encerré en la habitación, respiro entrecortado, ya me había acostumbrado a la idea de ser un pony, pero creo que verlo con mis propios ojos es distinto.
Paso un casco frente a mi cara y lo miro aterrada, miro como si quisiera ver algo muy pequeño que está ahí, con curiosidad pero a la vez miedo.
Salgo de la casa, como si hubiese algo ahí dentro que pudiera atacarme, miré de reojo la entrada a Sugarcube Corner, el reloj marcaba las 7:30, decidí empezar a caminar hacia la estación del tren.
Así lo hice, llegué a una hora adecuada y en unos minutos me dirigía hacia Canterlot.
