HISTORIA EN UN TREN
El destino no es el fin, es solo un punto del camino, una intersección;
Un momento de quiebre una oportunidad de decidir cuándo te encuentras en un cruce de palabras,
Al destino no se llega, de él se parte; el destino está en buscar sin importar lo que me encuentro,
En andar sin importar el camino en descubrir con un beso lo infinito de un segundo,
Porque lo más grande está escondido en cosas simples y pequeñas
Porque la paciencia con que miro me costó mil años de esperar con impaciencia que me miren…
Cap. 1: ELLA…
Despierto muy temprano por la mañana, el reloj apenas y marca las seis pero me he despertado ya. El insomnio es mal de las mujeres de la familia.
Los Lunes no son mis días favoritos porque debo ir a la escuela, estoy a punto de terminar semestre y no puedo darme el lujo de faltar, además de que Oka San jamás me lo permitiría y no quiero averiguar sus métodos para hacerme ir a la escuela, prefiero dejarlo a mi imaginación o mejor aún, no pensar en ello. Me encanta la escuela, aprender, mis clases…lo que no me agrada mucho es el hostil ambiente de la universidad hacia las chicas como yo que pasamos por nerd o anodinas.
A veces el ambiente universitario se vuelve toda una selva hostil para las chicas como yo a quienes solo nos interesa el estudio y no lucir como modelo de pasarela y he de aceptar que las burlas de ese tipo de muchachas huecas son lo único que me desagrada de mi escuela, porque adoro estudiar.
Me doy una ducha rápida y me pongo mi ropa típica: Medias falda y blusa negra para que nadie me note, no me gusta ser observada por la gente, aunque Oka San dice que soy una chica demasiado hermosa y Otou San dice que soy peligrosamente linda aunque no hago bien intentando que la gente no me note, solo está de acuerdo con la idea de que los chicos no me noten, Otou San es un padre demasiado celoso. Me peino de prisa y me pongo mi perfume de manzanita olor a "fresh blossom" que es mi favorito, luego me miro al espejo, sin maquillaje pero prefiero todo al natural; después salgo de la habitación.
- Buen día mi pequeña Buterfly - me dice mi Otou San cuando me ve bajar las escaleras mientras bebe su jugo de naranja en la mesa de la cocina.
- Hola, Otou San- le respondo mientras beso su mejilla y le robo ese exquisito vaso de jugo de la mano, como lo imaginé está delicioso- luces muy guapo hoy. Oka San, que lindo vestido ¿vas a la embajada? Luces como si tuvieras una cita.
- Lo mismo le dije hoy, pero ella dice que exagero.
- Es que de verdad exageras, Darien.
- Otou San, tu siempre tan celoso, pero adorable.
- ¿Lo ves, Rei? A ella no le molesta que cuide de ustedes.- Se queja mi padre haciendo un puchero a Oka San, eso me indica que el vestuario de mi madre fue tema de debate esta mañana muy temprano y seguramente lo seguirá siendo por el resto del día. Ellos adoran discutir por cosas sencillas, aunque a veces creo que lo hacen a propósito.
- Eres incorregible- gruñe mi madre, pero ambos sabemos que no lo hace en serio, incluso ella lo sabe pero es parte de nuestra rutina.
- Debo irme o llegaré tarde a la universidad- digo mientras me despido besando la mejilla de Oka San y de Otou San- los veré por la tarde.
- ¡Pero, chō! No has desayunado.- Me reprende cariñosamente mi madre usando el mismo nombre cariñoso de papá, ambos me dicen "mariposa" pero en su lengua materna.
- Comeré algo en la escuela, debo irme. Adiós Oka San, Adiós Otou San.
- Pero…pero…Buterfly debes alimen…alimen…- Tartamudea mi padre, tuve suerte de que se distrajera contemplando a mi madre mientras se pintaba los labios ¿en qué pensaría? Seguro no quiero saberlo, así que aprovecho la distracción y me escapo antes que Otou san quiera llevarme en auto como nena de escuela elemental.
- ¡Hasta luego!
No espero a que ninguno de los dos me diga más. Sé lo que Oka San dirá y también lo que Otou San argumentará.
Corro de prisa fuera de casa y me apresuro a llegar a la estación del metro. Otou San odia que tome el metro pero a mí me agrada, puedo ver a tantas personas haciendo mil cosas y sin que ellos se percaten. Tal vez de alguno de ellos pueda sacar un personaje digno de contar una historia, quien sabe. El destino está en todas partes…
Como es temprano aun no hay muchas personas en el vagón. Tomo un lugar apartado y me siento con mi Ipod a disfrutar de algo de música, "You and me" de LifeHouse suena en este momento pero no sé porqué me produce esa sensación de añoranza, jamás he estado enamorada y la verdad es algo que no está en mis planes, no por el momento.
Poco a poco comienza a subir la gente al vagón del metro, solo le doy un leve vistazo y luego sigo en lo mío. Saco una libreta y comienzo a hacer trazos de un pequeño que está a un par de asientos de mí. Es notorio que está agotado, quizás pasó la noche jugando video juegos pero verlo casi dormido sobre el asiento me causa ternura y hago un par de trazos de él, luego algo más llama mi atención.
Veo a un chico alto de cabellos plateados entrar al vagón con indiferencia, algo hay en él que le distingue de entre todas las personas a mi alrededor, no sé si son sus ojos dorados o ese porte elegante y serio que le caracteriza, se ve tan lindo ¿qué estoy diciendo? ¿Lindo? ¡Pon atención a tu dibujo, Hotaru! ¿Desde cuándo te interesan así los muchachos?
Intento seguir dibujando al niño dormilón pero se ha despertado y han bajado del metro, no tengo mucho que dibujar ahora así que cierro mi libreta y elevo un poco la vista, el chico lindo de ojos dorados está sentado a un par de metros de mi, está mirando por la ventana y al saber que no seré descubierta le observo de lejos, vuelvo a abrir mi libreta e inicio un nuevo bosquejo, pero con otro modelo "él". No sé cuánto tiempo pasa pero cuando me doy cuenta he llegado a mi estación y me apresuro a bajar, ¿Qué me pasó? estuve a punto de llegar tarde…¡Tarde yo, la señorita puntualidad!
Antes de ir a la escuela debo ir a otro sitio.
Estoy acostumbrada a que la gente me mire por la calle, pero no por eso es algo que me agrade. El ver caminar por las calles de Londres a una muchacha con rasgos Japoneses e ingleses es poco común, si a eso le agregas que heredé los ojos amatista de mi madre debo de despertar la curiosidad de más de una persona, ¿por qué a mis hermanos no les molesta tener toda esa atención?
Mi padre es Darien Shields, es abogado y tiene su propia firma aquí en Londres y es muy reconocido, siempre gana todos los casos, menos cuando se trata de Oka San, si de ella se trata siempre pierde, pero no puede sentirse mal, mi madre es la embajadora de Japón en Londres. Heredó su pasión por la política de Oji San y creo que muy en el fondo le duele un poco saber que ni mis hermanos ni yo nos decidimos por seguir sus pasos, aunque tampoco seguimos los de Otou San.
- Señorita Shields…- escucho que me llaman y me pongo de pie- Pase por favor.
- Gracias…
Sigo a la mujer que me llamó hasta llegar a una puerta que conozco demasiado bien, me siento algo nerviosa pero sé que es mi mejor opción.
- Hotaru Shields….- Me nombra con voz severa la persona ante mi pero yo no me intimido.
- Raymond Shields, deja de usar la voz de Otou San porque no me asustas.
- ¿Qué voy a hacer contigo, pequeña Chō?-me nombra entre risas mi hermano mientras despeina mi fleco y me abraza, luego me invita a sentarme- ¿por qué vienes a verme tan temprano?
- ¿No puedo venir a ver a mi hermano favorito?
- Hotaru…- termina por no creerme mi hermano mientras se sienta frente a mí, me conoce demasiado bien- ¿qué ocurre?
- No me he sentido bien últimamente…
- ¿De verdad? ¿Qué te ocurre? ¿Qué síntomas tienes?-preocupado, con esa mirada que me recuerda tanto a Otou san, pero con el mismo brillo amatista de mis ojos y los de mi madre. Los tres los tenemos azules, solo mi hermana tiene la mirada de mi padre, pero es un torbellino zafiro que en estos momentos del año se encuentra visitando a Oji San en Tokio para hacer algunas sesiones fotográficas de la tierra de mi madre.
-Me he sentido muy cansada últimamente, tengo insomnio y… ¿tú crees que?
- Creo señorita que lo que le ocurre a usted es que ha estado muy estresada por la escuela y el fin de semestre y por su delgadez presiento que tampoco ha comido muy bien ¿me equivoco?
Yo niego con la cabeza, mi hermano me conoce demasiado bien.
- Pequeña Chō, debes de cuidarte mucho, no puedes ir por la vida siendo descuidada. Tu salud es importante, más que ser la alumna No. 1 del King´s College o ganar esa beca a Canadá.
- Lo sé…-le digo encogiéndome de hombros, sé que tiene razón.
- Te mandaré a hacer algunos estudios y te recetaré algunas vitaminas y un relajante para que puedas dormir mejor. Pero necesito que te relajes y sobre todo que comas.
- Lo haré…prometido.- digo resignada, sabía que esto pasaría, mi hermano mayor es muy protector, como Otou San.
- No abuses de que ya no vivo en casa para no hacerme caso- me amenaza- Porque llamaré a Oka San para asegurarme
- Ray…no quiero que le digas nada de esto a mis padres ¿de acuerdo?
- Pero Chō…
- Por favor… no quiero asustarlos. - Le suplico.
- ¿Cuándo puedo decirte que no a algo?- Refunfuña pero sé que no le molesta tanto en realidad, aunque lo veo preocupado- Anda, vamos a sacarte un poco de sangre y a surtir tus vitaminas.
- Yo puedo ir sola- miento.
- No puedes ir sola, Hotaru. Tienes miedo a las agujas igual que Otou San. No quiero que me hablen del laboratorio para decirme que mi pequeña hermana se desmayó. Además, prefiero hacerlo yo mismo.
- ¿Te puedo convencer de lo contrario, hermanito?
- No.
Pongo los ojos en blanco y niego con la cabeza, él ríe y regresa para buscar algo en su cajón, es una manzana.
- Ten
- ¿Y esto?
- Apostaría mi título universitario diciendo que si en este momento revisara tu estómago solo encontraría un poco de jugo de naranja de Otou San ¿me equivoco?
- ¿Lo haces alguna vez? eres igual a Oka San.
Raymond sonríe y me abraza saliendo del consultorio. Con eso terminamos la disputa.
Ray es mi hermano mayor. El motivo por el que mis padres se casaron hace más de dos décadas según pudimos sacar cuentas alguna vez mis hermanos y yo. Es por ello que siempre he sido una de las pocas chicas con padres jóvenes.
La juventud de mis padres ha sido muy útil para soportar todo lo que les ha tocado vivir.
Desde pequeña fui una niña enfermiza, el clima de Londres no ha ayudado mucho y el asma y las enfermedades respiratorias llegaron junto conmigo un Seis de Enero hace muchos años. Mis padres ya vivían en Londres.
No es el caso de Raymond que ha sido más saludable que yo, aunque él naciera en Tokio cuando Oka San estudiaba la preparatoria. Esa historia es digna de escribir un capítulo entero en mi diario, pero solo lo resumiré diciendo que Oji San no lo tomó de la mejor manera y se encargó de ponerles difícil el camino a ambos para estar juntos, como pueden darse cuenta no le sirvió de mucho ya que luego de tantos años siguen juntos y demasiado enamorados. Solo tuvieron que poner varios miles de kilómetros entre Oji San y nosotros lo que terminó por ablandarlo, ahora viene a menudo para navidades y cumpleaños de todos, terminó por llevarse bien con Otou San. Ahora nuestra familia no tiene tanto dramatismo, quizás solo el que hace mi padre a mi madre con sus escenas de celos, pero son la sal y la pimienta del día a día.
Estudio en el "King´s College" de Londres la carrera de Literatura Comparada. Muchas personas me preguntan por qué no estudio en una universidad privada o en alguna del extranjero siendo mi madre Embajadora y mi padre un reconocido abogado, pero ni Raymond ni yo estudiamos en escuelas privadas ya que no es la ideología de mis padres, ellos confían en el sistema público de educación, aunque Otou San flaqueó un poco cuando fue el momento de ir a la preparatoria, él moría por enviarme a un colegio de monjas, Oka San lo persuadió de desistir.
Me gusta mi carrera, me permite esconder la cabeza detrás de mis libros, eso me permite sentirme segura y lejos de todo peligro. Soy muy tímida, nunca sé cómo portarme con gente extraña y mis habilidades sociales son casi de cero.
Todos los días luego de mis clases tomo algunos talleres, mi madre me enseñó a tocar el arpa y mi padre el piano, pero yo a pesar de saber ambos me incliné por el cello, amo ese sonido y el sentir la vibración de las cuerdas en mis manos me da felicidad.
Hoy tomaré mi clase de dibujo, quizás pueda perfeccionar mi dibujo del "Hombre misterioso" que conocí esta mañana en el metro ¿tendré color dorado para sus ojos?
- ¿Quién es él?- Escucho la voz de mi mejor amiga.
- ¡Sayuri!- me sobresalto y cierro mi libreta para que no pueda verlo, demasiado tarde…
- Hotaru Shields ¿pretendes esconderme algo?
- Si…no…bueno….- me rindo. Sé que lo descubrirá y le dejo revisar mi libreta.
- ¡Wow! ¿De dónde sacaste a este chico tan lindo? Seguro de tus sueños…es adorable
- Creí que para ti el único hombre "adorable" era mi hermano- uso mi técnica de la distracción.
- Este…bueno…si. Es adorable, y sexy pero…
- Pero no es el único que te parece sexy
- Eso es no tiene nada que ver, Hotaru. Yo tengo que recrear mis pupilas ya que tu hermano ni siquiera voltea a verme, menos ahora que se fue de tu casa. Eso me hace sentir deprimida y tengo que consolarme con algo…como el chico de intercambio de mi clase de salud, es tan sexy.
- ¡Eres incorregible!
- Soy una Hansford. Tengo un corazón enorme, al menos hasta que Raymond se fije en mí. Luego de eso te prometo solo tener ojos para él.
- Sayuri…
Ella me mira con sus enormes ojos verdes y hace un puchero que me hace sonreír, así es ella, toda una Hansford.
- Mejor dime de dónde sacaste a ese chico.
- De un sueño…
-¡Que sueños más interesantes los tuyos! Yo soñé que la profesora de química me obligaba a hacer un examen para el que no había estudiado, fue terrible.
- Es un chico que vi hoy en el metro.
- Eso sí que es novedad a Hotaru Shields le gusta un chico ¡Y no es un personaje ficticio de sus libros!
- Sayuri…Me gustan los chicos reales.
- Si hablamos de personajes biográficos que hace siglos son polvo como Mozart o Lord Byron no cuentan.
Para suerte mía la profesora Kaioh entra al aula y Sayuri debe volver a su lugar.
Tal vez ella tiene razón, jamás me he enamorado de nadie, jamás he siquiera besado a nadie ¿pero qué voy a hacer si jamás he encontrado nunca a un chico que me haga sentir enamorada, que me haga sentir esas mariposas en el estómago? ¿o sí?
Mi regreso a casa es solitario como todos los días y aunque me cueste aceptarlo la ilusión de encontrar de regreso a ese chico de ojos dorados en el metro es lo que mantiene mi interés, pero eso no pasa.
Llego a casa y para mi fortuna mis padres no han llegado. Me pongo a hacer mi deberes pero por alguna extraña razón me siento distraída y una de las mariposas doradas de mi escritorio me distrae ¡concéntrate, Hotaru!
Difícilmente consigo terminar mis ensayos pero luego de demasiados esfuerzos consigo dejar de lado mis pensamientos y termino por darme una ducha esperando a la hora de la cena donde mis padres cuentan sobe su día, generalmente yo cuento un sinfín de aventuras de la universidad pero hoy no tengo mucho por decir y tampoco tengo apetito así que invento un pretexto que ninguno de mis padres acaba por creer pero terminan por respetar.
No me es tan fácil dormir, cuando finalmente estoy sola en mi habitación, los pegasos de mi pared me hacen extrañamente pensar en él y peor aún, soñar con él…
Me despierto con la sensación de haber viajado toda la noche en metro y de haber buscado a alguien, alguien con cabello plateado y ojos dorados ¿por qué me ha afectado tanto ese chico?
Por la mañana me doy una ducha para poder desperezarme, me siento agotada y una taza de café es mi salvación, no suelo tomarlo muy a menudo, pero debo agradecer que Oka San sea adicta a él ya que hay suficiente en mi cocina para despertar a un ejército.
Salgo de casa antes de que mis padres bajen las escaleras. Es raro que se les haga tarde, pero agradezco que así sea ya que puedo salir de St. James sin que mi padre vuelva a insistir en llevarme a la universidad en su coche, sabe que siempre prefiero moverme por mi misma, aunque ahora me mueve algo más ¿volveré a encontrarme con ese chico?
Como salgo demasiado temprano de casa me tomo mi tiempo para llegar a la estación, me gusta que no esté tan concurrida a estas horas de la mañana y puedo darme el lujo de elegir dónde sentarme. Me siento en un lugar al fondo del vagón desde donde nadie pueda verme, ahí hago lo que todos los días: Saco mi Ipod y una libreta para dibujar, prefiero el paisaje y no más chicos de ojos dorados y cabellos platinados, he tenido demasiado por un día, es hora de regresar a mi vida normal, ¿quién necesita pensar en un insignificante chico?
Y cuando nos detenemos en la siguiente estación las puertas se abren y mi "insignificante chico" aparece en el mismo vagón que yo. Siento mi piel estremecerse al verlo y me siento nerviosa, descubierta.
Él voltea para todos lados como buscando algo, sus ojos dorados se detienen en mi (o eso es lo que creo percibir) y yo agacho la cabeza fingiendo seguir con mi dibujo pero uso mi visión periférica para ver que se acerca hacia mí, va a sentarse a mi lado, pero una señora mayor se apresura a tomar el asiento frente a mí, ¡rayos!
El chico se encoge de hombros sonriendo y luego camina hacia el rincón opuesto del vagón que poco a poco y estación con estación se va llenando de gente, él se vuelve tan distante para mí pero también me permite contemplarlo mejor:
Lleva su cabello perfectamente arreglado y unos pantalones café con una camisa azul cielo y un saco color crema, trae un portafolios consigo y luce tan intelectual ¿a qué dedicará? ¿Cómo se llamará?
Escucho el timbre indicando que llegamos a nuestra estación, ¡Hora de bajar a mi realidad!… Hora de decirle adiós a mi chico misterioso.
Me pongo de pie y cuando llego a la puerta volteo a dar un leve vistazo hacia donde está él, él mira por la ventana "hasta mañana"…. susurro muy bajito y luego me apresuro a bajar, debo ir a la escuela…
El ver a ese chico me ha alegrado el día y paso mis clases del mejor humor del mundo, aunque de vez en cuando divago pensando en el chico de ojos dorados lo que me merece un regaño de varios profesores, eso me avergüenza mucho, no soy del tipo de chicas a las que regañen en clases, odio que eso pase.
La única cosa que me hace dejar de pensar un poco en él es que la profesora Kaoih me ha elegido para tratar con la representante de la Universidad de Sheffield, con quien mi escuela tiene un convenio de apoyo estudiantil, para discutir el apoyo que la escuela de Letras les dará en la organización de la SEMANA DE LAS ARTES. Vamos a hacer algunas obras de teatro, recitaciones y mesas redondas sobre literatura en Sheffield, como escuela invitada.
La chica en cuestión se llama Rini Black, alta, hermosa, de ojos rojizos y muy elegante. Seguramente es de esas chicas que visten de marcas de diseñador y a quienes les interesa bastante su apariencia, aunque no es pesada, a primera vista me cae bien, no como las chicas huecas de aquí que me abruman con sus bromas de mal gusto.
Las dos discutimos algunos pormenores sobre la ubicación de los stands y lo que necesitamos los del King´s College para preparar nuestras participaciones. Miss Black es muy ordenada y escribe todo en su tablet. Yo, más chapada a la antigua, tomo notas en mi cuaderno.
-…y sería muy útil un listado de objetos y materiales que necesite cada stad, si me das tu mail te mando los formularios. En Sheffield como somos del área de administración solemos ser muy organizados-me comenta la joven.
-Y eso es muy bueno, evita problemas y hace que todo salga bien. No se preocupe, Miss Black, yo me hago cargo-de prisa escribo en una esquina del cuaderno mi mail con el bolígrafo y se lo arranco. Ella lo toma y al hacerlo veo que algo cae de su bolso, un rectángulo de cartulina con una pluma negra amarrada en un extremo; parece el separador de un libro.
De forma amable me agacho a recogerlo y regresárselo a la chica de Sheffield, cuando mis ojos se topan con una letra elegante y larga, como la letra que seguramente debían tener en la antigüedad los poetas, y leo en el separador uno de mis poemas favoritos de Lord Byron…
Camina bella, como la noche
De climas despejados y de cielos estrellados,
Y todo lo mejor de la oscuridad y de la luz
Resplandece en su aspecto y en sus ojos,
Se reúne en su aspecto y en sus ojos:
Enriquecida así por esa tierna luz
Que el cielo niega al vulgar día…
-¿Le gusta Byron?-digo yo al regresarle ese separador, que a todas luces es hecho a mano, no como los muchos que venden en las librerías, sino realizado por alguien con tinta y casi puedo jurar con una pluma de ave, porque las esquinas del separador están decoradas con dibujos de tulipanes. El pedazo de cartulina tiene además un agradable olor a perfume.
-¿A mí? ¡No que va! Yo no leo esas cosas cursis. Es de mi novio-dice ella al recoger el separador.
-Ya veo. Pues su novio tiene buen gusto, Miss Black, tanto por Byron como por Usted que es preciosa-aseguro yo sinceramente.
-Gracias por eso, pero no me llames "Miss Black" con tanta formalidad, somos casi de la edad, ¿O no? Además somos jóvenes y nos vamos a ver mucho por la SEMANA DEL ARTE, así que dime Rini a secas y yo te diré Hotaru ¿Te parece?
-Me parece-le sonrío yo. El resto de la reunión solo se habla de la organización del evento, pero el haber visto por la mañana a mi "Chico Misterioso" y las palabras del separador del novio de Rini copiadas de mi amado Byron me dan vuelta en la cabeza. ¿Será que ÉL es parecido al novio de Rini? ¿Le gustará la poesía?...
Cuando las clases terminan aprovecho que no tengo el taller de pintura debido a que mi profesora de artes tuvo una exposición y me retiro a las áreas verdes donde me siento debajo de un árbol a leer un libro que compré en la última venta nocturna de mi librería favorita: "El brillo de una luciérnaga". El personaje masculino me hace pensar en…no, no, no, Hotaru. No más "chico misterioso" eso te está matando.
- ¿Otra vez de chica Emo escondiéndote del mundo, Hotaru? ¿Cuándo te conseguiremos novio si sigues enterrándote entre los árboles?
- No soy Emo, Sayuri. Solo…quise pensar un poco y leer tranquila.
A ella no le importa mucho lo que digo y se sienta a mi lado arrebatándome mi libro y revisándolo como quien ve a un bicho raro.
- ¿Otro libro? Se te secará el cerebro, niña…¡Y ni siquiera tiene dibujos!
- Es para que uses tu imaginación. - Me río al ver la cara que pone, sé que lo hace para distraerme de mis pensamientos porque Sayuri es demasiado lista y los libros no son problema para ella.
- Soy buena con la imaginación… Si supieras lo que imagina esta cabecita cuando ve a Raymond tan guapo en su bata de doctor…
- No quiero saber lo que imaginas cuando ves a mi hermano, Sayuri.
- Si…es mejor que no lo sepas.
Un brillo malicioso en su mirada me dan una idea de lo que ha pensado mi amiga con respecto a Raymond y eso me revuelve el estómago.
- Volviste a ver al chico lindo ¿verdad?
Yo asiento con la cabeza y me siento sonrojada, el solo pensar en mi "chico misterioso" me hace sentir avergonzada.
- Interesante…muy interesante. Esto empieza a ser divertido.
- ¿Te parece divertido? ¡Es terrible! veo a ese chico y me pongo nerviosa y él ni siquiera me nota.
- Eso podemos arreglarlo
- ¿Ah sí? ¿Cómo? ¿Me pondrás un anuncio luminoso para que me voltee a ver?
- No…mejor…mucho mejor…
Un brillo siniestro aparece en su rostro y se pone de pie tirando de mi brazo, lo que sea que Sayuri Hansford tenga en mente…me asusta.
Paso la tarde entera con mi mejor amiga en un centro comercial -odio ir de compras- probándome ropa, la mayoría es demasiado atrevida y mucha de ella no me atrevo ni a probármela, es más el estilo de mi prima que el mío y finalmente luego de mucho insistir termino comprándome una falda color lavanda con algunas luciérnagas estampadas, es sencilla y no tan sexy como la ropa que mi amiga me sugiere, pero me gusta y es lo que termino comprando ¿pero por qué le hago caso? Bueno… supongo que no tiene nada de malo comprar ropa para ir a la escuela y de paso llamar la atención de un chico ¿o sí?
Por la tarde consigo escabullirme de mi clase de artes marciales con el argumento de tener mucha tarea.
Oka San me ha inscrito desde muy pequeña a un sinfín de actividades para reforzar mi carácter y mi organismo, su última idea fue meterme a clases de Kendo. No me desagrada del todo, aunque Otou San casi muere de nervios cada que me ve competir, pobre, a él le gustaría tenerme en una burbuja para protegerme de todo mal, es tan dulce.
Paso la noche soñando una vez más con aquel muchacho de ojos dorados ¿por qué me ha interesado tanto si solo lo he visto un par de veces? No lo sé, pero a la mañana siguiente me siento cansada y desvelada, me cuesta mucho salir de la cama y Oka San lo nota en cuanto me ve en la cocina.
-¿Qué te ocurre, Hotaru?- Me interroga con voz preocupada cuando me siento a beber un poco de jugo de naranja.
- ¿Por… por qué lo dices, Oka San?
- Porque no eres la misma de siempre, Chō. ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?
- Estoy bien, Oka-San. Es solo que…. La escuela está por terminar y me siento muy tensa por eso…
Mi madre me mira con incredulidad y algo me dice que no cree del todo en lo que le digo pero respeta mi espacio, aunque no sé por cuánto lo hará.
- Come tu desayuno, estas muy pálida. Le diré a tu hermano que te haga algunos estudios.
- Estoy bien, Oka- san. No es para tanto, por favor.
- No puedo creer que heredaras el miedo a las agujas de tu padre.
- Y también mi "encantadora sonrisa"- interrumpe Otou San bajando por las escaleras de la cocina.
- ¿Quién dice que tu sonrisa es encantadora? La de Hotaru definitivamente lo es pero la tuya…
- Tú siempre lo dices, Linda.
- ¿Yo? ¿Cuándo digo algo así?
Mi padre usa la mejor de sus sonrisas y ve a mi madre con esos ojos azules que ni mi hermano ni yo heredamos, solo mi tormentosa hermana que les saca bastante provecho para conquistar chicos, pero que a él le sirven de maravilla para arrancar una sonrisa y un sonrojo a mi madre cuando él besa su mejilla de improviso.
- ¿Lo olvidaste ya?
- Come tu desayuno.- Refunfuña Oka- San mientras le mete en la boca a mi padre un trozo de melón.
- No puedo, debo llevar a mi pequeña a la universidad. Ayer, como me distrajiste, se escapó y no pude llevarla.
- No es necesario, Otou San. Tomaré el transporte público.
- Pero yo puedo llevarte.
- Eso lo hablamos ayer, Otou San. Yo puedo ir sola. No me pasará nada.
- Pero…
- Darien, quedamos en que dejarías a Hotaru hacer sus cosas sola. Ella no quiere que la lleves a la escuela y tú dijiste que estaba bien.
- ¿Yo dije? ¿Cuándo?
- Ayer, querido ¿lo olvidaste?
- ¿Ayer?
Oka San observa con sus ojos amatista a Otou San que de repente ya no luce tan insistente.
- ¡Claro, ayer! Ya recordé. Pequeña Chō ¿no se te hace tarde? Llegarás tarde a la escuela. Anda, ve ve.
- Pero…mi almuerzo- apenas y puedo decir mientras Otou San me entrega mi bolso y me saca de la cocina.
- Aceptémoslo, tu madre no es la mejor cocinera- Me dice en voz quedita para que Oka San no le escuche- Ten, compra algo en la escuela.
Mi padre corre de prisa de regreso a la cocina y yo prefiero salir de casa antes de que las cosas se pongan más intensas. Ahora comprendo por qué mi hermano se fue de casa en cuanto le fue posible… su habitación estaba al lado de la de ellos y él siempre despertaba con ojeras, cuando mi hermana y yo le preguntábamos el motivo de su insomnio jamás respondía, creo que ellos tuvieron mucho que ver.
Cuando por fin salgo de St James voy a la estación del metro. Aun me cuesta sacar de mi cabeza lo que puede estar pasando en mi casa en estos momentos así que mejor intento pensar en otras cosas.
Tomo mi lugar favorito en el vagón del metro y me pongo los audífonos y saco mi libro favorito para hacer menos largo el trayecto. Una de las desventajas de vivir a las orillas es la ciudad es hacer una eternidad de camino aunque acepto q sería más corto si mi "chico misterioso" apareciera por aquí.
Que tonta… "¿chico misterioso?" Seguramente tiene un nombre ¿cómo se llamará?
El metro hace escala en Green Park y cuando las puertas se abren lo veo entrar. Luce indiferente con todos los otros días y yo finjo que tengo la nariz metida en mi historia pero la verdad es que lo veo a él con su saco café y pantalones claros caminar hacia donde yo estoy. Siento que mi corazón late acelerado pero de pronto él se detiene con gesto molesto y saca algo de su bolsa: el celular.
Mi "Chico misterioso" recibió una llamada de alguien y por más que me esfuerzo no logro escuchar, solo escucho la receta cacera para erradicar los piojos que una señora le comparte a otra a unos metros de mí. Creo que me quedaré con la duda.
Veo llenarse y vaciarse el mismo espacio cuadrado y yo me siento demasiado tonta por esperar que él se interese en mí. No espero a mi estación y bajo dos antes, estoy demasiado molesta para seguir viendo a ese chico que ni siquiera sabe que existo. ¡Ya basta, Hotaru Shields, eres una mujer no una niña soñando con príncipes azules!
Paso el resto del día de pésimo humor, tanto que me sacan de no una sino dos clases y eso es vergonzoso. Jamás antes me habían echado del salón y detesto que sea por estar pensando en "ese chico"
- Por lo mal que tocas imagino que estás de terrible humor ¿verdad, Hotaru?- Me interrumpe Sayuri apareciendo a mis espaldas.
- ¿Qué haces aquí? ¡Tú ni siquiera tomas este taller!
- La música no se hizo para los Hansford, amiga. Nosotros tenemos otros talentos- me dice con toda seguridad mi amiga.
- Seguro que sí.
- Veo que usas la falda que compramos. Dime ¿qué pasó? ¿Lo viste? ¿Lo encontraste? ¿Te vio? ¿Qué te dijo?
Tantas preguntas me atosigan y me ponen de mal humor, lo último que deseo es escuchar de ese tipo.
- No quiero hablar más de eso. Son tonterías- refunfuño mientras me vuelvo a acomodar ante mi cello.
Comienzo a tocar una melodía pero antes de cualquier cosa las cuerdas se revientan por la presión y una queja general de todos mis compañeros en el aula me hace avergonzarme.
- Vaya que algo te hizo molestar. Si quieres renunciar al "chico misterioso" por mí está bien. Puedes elegir a uno de mis hermanos, ya sabes que tengo muchos…es más….podemos hacer un trueque.
- Sayuri…
- En serio. Es más, te doy a dos ¿qué eliges, dos rubios o un castaño y un rubio? Tú solo pide
- No es tan fácil como eso. Si pudiera gustarme un chico así como así hace mucho me hubiera interesado en uno de tus hermanos, pero…
-Es algo que no se elige ¿verdad?- se resigna ella mientras yo asiento con la cabeza en silencio, por un segundo mi rubia amiga luce solemne y madura.
- ¿Entonces podrías solo regalarme a Raymond? Tú sabes…como acto de buena voluntad.
El repentino cambio en mi amiga me hace cambiar mi carácter y río divertida. No sé qué haría sin Sayuri, siempre me hace reír y por un momento olvido mi mal humor
- ¿Te vas?- Me interroga confusa cuando me ve recoger mis cosas y meterlas a mi bolso.
- No creo servir de mucho aquí si mi cello no tiene cuerdas- le respondo mientras me las arreglo para meter mi fábrica de música a su forro- Mejor iré a comprarle cuerdas nuevas, a que lo ajusten y después a casa… creo que necesito descansar.
- ¿Piensas moverte por todo Londres con esa mega cosa?- incrédula interroga mi amiga.
- A menos que quieras ayudarme…
- No puedo… práctica de soccer…pero si quieres puedo llamar a alguno de mis hermanos para que venga y….
- No es necesario. Estaré bien, descuida. Tal vez soy frágil pero no olvides que Oka San me ha enviado a cientos de clases deportivas. Puedo con esto.
- Si tú lo dices…
- Te veré mañana, Sayuri…
- Oye, ¡espera!- me detiene mi amiga y yo me giro sonriendo. Creo que se compadeció de mí y me ayudará con mi Cello.
- ¿Podrías llevarle esto a Ray?
- ¿Qué?
- Son galletas. Las hice en mi clase de cocina y recordé que…bueno ¿podrías dárselas?
- Por supuesto…- acepto mientras me río. Creo que hablé demasiado pronto.- ¡Hasta mañana!
Creo que me he sobreestimado ya que cargar un Cello sola por todo Londres no fue la mejor idea. Me muevo por la ciudad y milagrosamente luego de tomar un par de autobuses consigo llegar a la tienda de instrumentos musicales donde arreglan mi Cello y lo afinan. Al señor Thomas le sorprende saber que me las arreglé para romper todas las cuerdas de mi Cello, más cuando él sabe lo cuidadosa que suelo ser, pero se consuela cuando le digo que "fue un accidente" sabe que no suelo hablar mucho y que no le contaré mucho más.
El anciano se ofrece a llevarme a casa, pero a sus ochenta años no es seguro ni para él ni para nadie que maneje así que le miento diciendo que mi padre me espera a una cuadra de la tienda.
Salgo de la tienda con mi Cello a cuestas. No sé si es por la hora o porque lo he cargado durante un largo rato pero lo siento cada vez más pesado y me detengo un momento a tomar aire, ¡Gran kami! debería haber aceptado la ayuda de los hermanos de Sayuri…estoy muerta. Si estuviera en una película de época en este momento aparecería un guapo caballero a rescatarme.
Escucho el ruido de un claxon y luego me giro para encontrarme con un auto negro con vidrio polarizado que se detiene a mi lado. Yo sonrío al ver bajar del auto a un alto joven de lentes obscuros que conozco bastante bien.
- ¡Raymond!- Grito mientras lo abrazo cuando ya está frente a mí y beso sus mejillas.
- ¿Qué haces con esa cosa por todo Londres, Chō? Fácil podrías conducirlo de regreso a casa.
- Es que se reventaron algunas cuerdas de mi Cello y tuve que venir a que se las pusieran- le explico pero él ya ha tomado mi Cello y abierto la cajuela para guardarlo.
- Que raro que te ocurriera eso. Pero mejor me cuentas por el camino.
- ¿Vas a llevarme a casa?
- ¡Claro! No pienso dejar que mi pequeña hermanita atraviese todo Londres con esa cosa-Me emociono y lo abrazo alegre mientras beso su mejilla.
- ¡Eres el mejor, hermanito!- le digo sincera y él se ríe y niega con la cabeza para luego abrirme la puerta de su coche. No sé por qué siento como si alguien nos observara pero no le doy mucha importancia ya que Ray se sube al asiento del copiloto y olfatea algo mientras arranca el coche.
- ¿A qué huele? ¿A galletas?
- ¡Que olfato, Raymond!- me río mientras abro mi bolso y le entrego la cajita con galletas que le mandó Sayuri.- Ten.
Él la abre como niño pequeño y devora las galletas de mantequilla y las de chocolate que tiene dentro.
- Esto es delicioso, ¡Gran Kami! ¿Tú las hiciste?
-¡Claro que no! Heredé el talento culinario de Oka San, No lo olvides. Te las envió una admiradora. ¿Qué quieres que le diga?
- Dile que con dos entregas más como ésta y podría convencerme. ¡Me encantan!
Me causa gracia la emoción de mi serio hermano por las galletas y eso me hace olvidarme de mi mal humor de la mañana.
- No olvides que debes ir al hospital, pequeña Chō.
- ¿Ya están los resultados?
- Estarán mañana.
- Bien, entonces quizás mañana vaya.
- ¿Quizás?
- Raymond…
- Escucha, Hotaru- El tono con el que pronuncia mi nombre me asusta, Ray rara vez me llama "Hotaru" y jamás me habla tan serio- Acepté no decirle a mis padres sobre los análisis y sobre que te has sentido mal en los últimos días, pero de eso a tomar a la ligera todo esto…no pasará. Mañana irás al hospital para revisar tus análisis y hacerte otras pruebas, te veo muy pálida.
- Es solo que no he dormido bien por el fin de semestre…es todo.
- Lo comprobaremos mañana ¿de acuerdo?
- Pues…
-Es eso o les cuento a nuestros padres.
-¡Eres demasiado chantajista, Raymond!
- Lo sé pero funciona- guiña un ojo mi hermano mayor. Me desespera que sea tan protector, aunque una parte de mi termina dándole la razón.
No siempre fui una chica sana, de hecho de pequeña fui muy enfermiza y padecí anemia severa. Oka San y Otou San se la pasaban en el hospital conmigo y en gran parte eso fue lo que encaminó la vocación de Raymond, él siempre dijo que quería ser doctor para que él se inclinara por medicina, siempre ha velado por mí como el hermano mayor que es.
Mis padres reciben a Raymond con alegría mientras les cuenta cómo me encontró en el centro de Londres con mi Cello a cuestas, Oka San aplaude mi valentía pero mi pobre padre de verdad se aterra de solo imaginarme, él siempre tan preocupado. Termina pidiéndome que lo llame la próxima vez que necesite volver a casa.
Oka San hace observaciones sobre mi atuendo y eso me hace recordar al chico misterioso del metro….detesto haber sido tan infantil como para querer llamar la atención de ese chico, no soy una modelo de televisión para atraer su mirada o su atención. Seguramente mi chico misterioso ni siquiera sabe que existo y ha de estar feliz en este momento, quizás saliendo con alguna linda novia y yo aquí de ingenua pensando en él.
Al día siguiente uso mis típicas medias negras y falda negra pero me pongo una chaqueta violeta, no sé si haga frío o yo me sienta realmente fría por dentro.
Hoy no veo a mis padres por la mañana, Oka San tenía una junta en la embajada y seguro Otou San la llevó porque solo falta el auto de él.
Me alegra no tener que toparme con la lucha diaria por no ser llevada a la escuela, aunque hoy lo aceptaría de buena gana, el metro ha perdido mi interés.
Hoy no deseo mirar a la gente y escondo la nariz tras uno de mis libros. Nos detenemos en la estación de Green Park y yo no volteo hacia la puerta pero siento que alguien se acerca, de repente comienzo a sentirme nerviosa y cuando elevo la vista alguien está sentado en el asiento ante mi…es "él"
Vuelvo a bajar de prisa la mirada hacia mi libro intentando que él no descubra lo mucho que me afecta verlo pero en realidad lo hace. Él luce ausente y aprovecho para poner atención en lo que trae sobre las piernas, son un par de libros también y veo escrito en el borde de uno un nombre "Helios Sweeney" Así que tienes un nombre…
- "Helios"- Pronuncio sin darme cuenta y él levanta la vista sorprendido. Yo me avergüenzo y me pongo de pie lo más de prisa posible, debo bajar en seguida y en cuanto las puertas del tren se abren salgo, no miro hacia atrás y para mi desgracia he bajado cuatro estaciones antes de la universidad…creo que tendré que caminar.
El viento es frío como lo suele ser siempre en Londres pero hoy es terrible, maldito calentamiento global, parece invierno y mi chaqueta no es lo suficientemente caliente para soportarlo ¿por qué tuve que bajar cuatro estaciones antes? Ah, sí…ya lo recuerdo, porque escapaba del "Chico misterioso"…no…mentira…Escapaba de Helios, Helios Sweeney" Que bien suena ese nombre…
Camino hasta mi universidad y a diferencia de los días anteriores la paso de un excelente humor y muy animada aunque cada que pienso en el metro me siento apenada ¿qué habrá pensado ese chico? ¿Pensará que soy una chica obsesiva, No importa, quizás ni siquiera se dio cuenta de ello.
Por la tarde intento escaparme a casa pero me es imposible ya que Sayuri me secuestra para ir a la suya, como he terminado mis deberes en la escuela acepto y nos ponemos en su sala a ver películas y comer palomitas de maíz. Ella pone una película francesa "L´amant" donde sale un chico Chino que es demasiado elegante.
-¿Te imaginas encontrarte con un chico así de lindo, refinado y misterioso?
Yo solo guardo silencio y finjo no escucharla ¡Claro que lo imagino! Me he topado toda la semana con uno pero para él ni siquiera existo.
- ¡Yo soy lindo y misterioso!- Interrumpe Andy, el hermano mayor de mi amiga que se queda con nuestro Bowl de palomitas y las come con la boca abierta.
- ¡Claro que no lo eres!
- ¿No lo soy, Hotaru?- Me interroga el rubio muchacho con cara triste.
- Si, Andy. Eres todo un caballero inglés- lo consuelo y él sonríe de oreja a oreja mostrando la masacre de palomitas de maíz de su boca.
- ¿Lo ves, Sayuri? Una chica linda y refinada piensa que soy un caballero- Se emociona él- Hotaru ¿Te casarías conmigo?
Una risa nerviosa brota de mis labios a l ver la solemnidad de Andy y ese trozo de maíz entre sus dientes, él luce ligeramente ofendido.
-¡Largo de aquí, Rubio! - Le grita Sayuri mientras le lanza un cojín del sillón.
Muy a su pesar el muchacho rubio nos deja y se va refunfuñando maldiciones mientras se soba la cabeza, ellos siempre son así.
Cuando estamos solas recibo la esperadísima pregunta.
- ¿Y hoy viste a tu galán misterioso?
- ¿A Helios?...si
- Así que ya no es el "chico misterioso" - Se interesa la rubia- Bien, vas avanzando. Creo que mis consejos sirven de algo ¿me contarás?
- Solo…lo leí en uno de sus libros, eso es todo.
La decepción aparece en el rostro de mi amiga rubia que seguro se imaginaba una telenovela coreana en su perturbada cabeza.
- Bueno, tú sí que eres lenta. Si yo estuviera en tu lugar…
- ¿Lo dice la chica que ve a mi hermano y se pone de mil colores?
- Este…bueno, es que…Ray es diferente….Ray es….perfecto- me explica la chica de ojos verdes mientras suspira emocionada. Deberías de invitarme a tu casa a cenar un día de estos y tu sabes… invitar a Ray.
- Sabes que Oka San no es la mejor cocinera.
- Podría cocinar yo. Me has dicho que tiene muy buen apetito. Tal vez si hago mi famosa tarta de fresas y chocolate…
- Si haces esa tarta puedes ir mañana mismo
- Mhm…Lo lamento, la tía Unazuki vendrá de Tokio el fin de semana ¿la semana próxima te parece bien?
- Claro, ya inventaré algo para forzar a Raymond a visitarnos ese día.
- ¡Eres la mejor, Hotaru!- me abraza emocionada mi efusiva amiga- Aunque podríamos organizar acompañarte a tomar el metro juntas para poder acercar a ese Helios y a ti. Tú déjamelo a mí que en un par de días…
Mi móvil suena y veo que es un mensaje de Oka san, me apresuro a ponerme de pie.
- Debo irme, Sayuri.
- Pero mi padre no tarda en volver del trabajo, él te llevará a casa.
- Olvidé que Oba- chan iría a cenar a casa esta noche. Debo irme, no quiero ver a Oka San molesta.
- Te veo mañana en la escuela entonces- se despide ella de mí y me acompaña a la puerta- ¿te pido un taxi?
- No, gracias. Tomaré el autobús
Afortunadamente alcanzo el autobús a St James, encuentro un lugar vacío al final y puedo contemplar a mi bello Londres a través de la ventana.
A pesar de ser mitad japonesa y mitad Inglesa debo decir que Londres nunca deja de maravillarme, me gusta la nostalgia de sus calles antiguas y la diversidad de su gente, aunque ir a Tokio es una experiencia maravillosa, me gusta como en mi país materno pueden llevar una perfecta sincronía de tradición y vanguardia, creo que tengo lo mejor de dos mundos, Otou San me dice que soy la perfecta unión entre oriente y occidente, pero Otou San no es el hombre más imparcial del mundo.
¿Acaso habrá alguien que piense lo mismo de mí? Lo dudo…aunque un día que paseaba por Kensington Gardens Con Sayuri y Andy un pintor callejero le pidió permiso a mis padres de pintar un retrato mío rodeada de luciérnagas diciendo que era yo el rostro perfecto para su dibujo. Luego de las burlas de mis amigos accedí y mientras veíamos jugar a Andy americano con sus amigos me pintó. Debe haber sido el único además de papá y Ray a quien le he parecido digna de ser su modelo, aunque no quiso vendernos el cuadro por nada del mundo, dijo que era para su colección especial. ¡EN FIN!...
Para mi mala suerte en cuanto bajo del autobús una tormenta cae sobre mi y al llegar a casa estoy empapada, sí que hace frío afuera.
- ¿Dónde estabas, Hotaru? - me interroga Oka San en cuanto cruzo la puerta. Luce desesperada más que molesta.
- Lo siento, Oka San. Estaba en casa de Sayuri, olvidé la cena.
- Sabes que eres la única que pone de buen humor a tu abuela. Desde que llegó no ha parado de decir que no necesito trabajar y que debería de estar en casa y no perdiendo el tiempo con tonterías de política, por favor se "dulce y encantadora"
- Está bien, Oka san- le digo sonriendo pero un estornudo sale de mi boca y luego dos más.
-Mejor sube a tomar un baño o te enfermarás.
-¿Pero y la abuela?
- Yo lidiaré con tu abuela, la he soportado por más de veinte años, dos horas más no serán la diferencia, pequeña Chō. - Tranquiliza mi madre mientras acaricia mi cabellera mojada- Anda, ve arriba. Te subiré la cena tan pronto esté lista.
- ¿Preparaste de cenar?- ¡Eso si es sorpresa! ¿Mi madre cocinando?
- ¡Claro que no! Tu padre la compró de camino a casa, pero tu abuela no tiene por qué saberlo. Será nuestro secreto.
- Secreto de familia, Oka- San- juro solemnemente y luego desaparezco escaleras arriba.
Mis padres se amaron casi desde que se conocieron en Tokio, Fue química inmediata, pero la misma química no ocurrió con mis abuelos.
Otou San había conseguido una beca para estudiar en el extranjero y por azares del destino eligió Meiji, una de las mejores universidades de Tokio, la misma a la que Oji San un día fue a dar una conferencia acompañado de su única hija, mi madre.
Mi padre se sintió intrigado por esa linda muchacha de ojos amatista que escuchaba aburrida la conferencia desde un rincón de la sala audiovisual y se acercó a hacerle compañía, algunos imaginarían que ella aceptó y luego salieron juntos, pero eso no pasó.
Oka San lo trató groseramente y salió de la sala pidiéndole que no la molestara pero Otou San fue persistente y luego de mucho insistir ella aceptó la tan ansiada cita, cita que se repitió todos los días, muy pronto descubrieron que no podían vivir el uno sin el otro, mi hermano Raymond llegó en ese trayecto y claro está que Oji San no fue el más feliz con la noticia, aunque contra todo pronóstico apoyó a Oka san y Otou San, sobre todo cuando mi hermano nació, no por ello dejó de intentar de muchas y sutiles maneras que mis padres se separaran, para Oji San Otou San no era lo suficientemente bueno, tuvieron demasiados problemas por ello, hasta que casi deciden separarse, milagrosamente no lo hicieron. Lo que si hicieron fue mudarse a Londres para alejarse de la tensión que les causaba Oji San, luego conocieron a la abuela Shields quien no es la admiradora número uno de mi madre. Justo esa mujer es la que está cenando en este momento con mis padres…
Mi abuela me adora y yo a ella. Dice que mi calma le recuerda mucho a mi padre cuando tenía mi edad, dice que él era así de melancólico y tierno, seguramente así era porque Oka- San es un torbellino, el torbellino que mueve a nuestra familia, a veces me gustaría tener su fuerza y su coraje.
- ¿Estas despierta?- Interrumpe mis pensamientos mi madre que entra con una bandeja con sopa miso entre las manos.
- Si, Oka San. Estoy despierta- le respondo desde mi cama, ella se acerca cariñosa dejando la bandeja en mi buró.
- ¿Te cambiaste de ropa?
- Sí, estoy bien. ¿Oba Chan ya se fue?
- Afortunadamente si- me confiesa liberada- sin Raymond y sin ti en casa molestarme no es tan divertido, lo ha hecho por décadas.
- ¿Ray no vendrá?
- Tiene una operación de emergencia, dijo que posiblemente no alcanzaría a llegar.
- Ya veo…-Digo con tristeza, tenía ganas de verlo.
- Come tu cena. Te ayudará a calentarte.
- Gracias, Oka San ¿tu receta secreta?
- Si, el secreto de la señora Nanaki en Convent garden. Espero tu abuela no lo descubra- se divierte mi madre y me da a beber un poco.
- Te ha quedado delicioso, como siempre
- Gracias, pequeña. ¿Quieres que me quede a tu lado?
- No. Estoy bien. Mejor ve con Otou San. Debe estar vaciando el refrigerador.
- Si, muy posiblemente, linda. - apoya mi madre mientras besa mi frente, yo estornudo de nuevo- antes de dormir te subiré un té. Te hará bien.
- Gracias, Oka san.
Cuando ella sale dejo el plato de sopa sobre el buró. Por alguna extraña razón no tengo hambre, solo deseo estar recostada y dormir…
Sueño con el vagón del tren. Sueño con Helios que al igual que el dios griego me deslumbra con el brillo de su mirada, sueño que camina hacia mí y me dice que me ha extrañado tanto…¡Que bellos pueden ser los sueños cuando están llenos de esperanzas!
Por la mañana suena mi despertador pero no logro levantarme de la cama y sigo dormida hasta que Oka San entra a mi habitación llamándome, suena preocupada.
- ¿Hotaru?-le respondo con sonidos guturales que no logran convertirse en palabras. Ella se acerca e intenta moverme, me siento muy pesada.
- Te quedaste dormida, Chō. ¿Estás bien?- interroga mi madre mientras toca mi frente- ¡por el gran Kami, estas ardiendo en fiebre!
- Estoy bien, Oka San. Gracias por despertarme- intento minimizar y ponerme de pie, pero realmente me siento muy débil.
- No, no, no. No irás a ningún lado. Hoy te quedas en casa.
- Pero tengo que ir a la escuela y…
- No querrás ver a tu madre enojada, pequeña Chō- se une mi padre, ¿por qué eligieron justo hoy para ponerse de acuerdo en algo? Generalmente cuando uno dice "Blanco" el otro dice "negro".
- Otou San, estoy bien. Solo es un pequeño resfriado. Se hará tarde para tomar el metro y…
-No irás y es mi última palabra. Me quedaré en casa para asegurarme de que no salgas de cama.
- ¿No irás a la embajada? Ni siquiera el día que te dio salmonella dejaste de ir, Oka San.
- Es diferente. La familia es primero.
- Llamaré a la embajada y al despacho para avisar que no iremos.
- ¿Se quedarán los dos? ¡Solo es un resfriado!
- No es un trabajo tan sencillo. Tu madre te cuidará y yo prepararé tu comida favorita.
- Creo que no tengo elección ¿verdad?
- No. No la tienes, por hoy olvídate de salir de la cama- amenaza Oka San- Darien, aprovecha para llamar a Raymond.
- ¿Qué? ¿También él? Oka- San ¿no estarás exagerando? En verdad es solo un resfriado.
- No vamos a arriesgarnos, Hotaru, y tampoco vamos a discutir por tonterías. Vuelve a dormir.
Miro a Otou San y luego a Oka San, el día de hoy ambos se han unido en mi contra y sé que no hay forma alguna de hacerles cambiar de opinión, estoy perdida a menos que escape por la ventana….no, estoy desvariando, ni siquiera tengo fuerzas para ello así que cierro los ojos y caigo en un sueño profundo.
Esa era mi última oportunidad para ver a Helios esta semana, ahora deberé esperar al lunes para ver si la suerte es buena conmigo y me lo vuelvo a encontrar.
Si seré infantil, seguramente para él no soy nadie en el mundo y ni siquiera se ha dado cuenta de que este día no nos hemos encontrado. A mí me alegra la vida con tan solo verlo un par de minutos y para Helios no soy más que una chica extraña que lo ha nombrado en el metro…
Para preocupación de mis padres parece ser que lo mío no es un simple resfriado. Oka San no consigue bajarme tan fácil la fiebre y Raymond llega en no sé qué momento entre la fiebre y mi inconsciencia. No sé cuánto tiempo pasa, solo vienen a mi mente los recuerdos de escuchar a mis padres preocupados interrogar a mi hermano, él suena igual de alarmado y en un momento recuerdo escuchar la palabra "Hospital". Con todas mis fuerzas consigo gritar "no" no quiero ir a un hospital, no deseo estar internada una vez más. Pasé casi toda mi infancia en camas de hospitales, entre transfusiones y medicinas, no quiero estar ahí, no quiero volver a estar internada.
Seguramente me pongo bastante mal porque mis padres desisten de moverme y sigo en cama aunque puedo sentir una aguja en mi brazo, creo que Raymond terminó canalizándome, a los pocos minutos dejo de sentir dolor y sentirlo todo, me vuelvo a quedar dormida…
Estoy en la estación esperando el tren que no tarda en llegar, subo y tomo mi eterno lugar. Cuando paramos en la estación de Green Park las puertas se abren y Helios aparece enfundado en una reluciente armadura medieval plateada, luce como un caballero, como sir Tristán, mi caballero favorito…
- Mi dulce Hotaru, por fin volvemos a encontrarnos- Me dice mi guapo caballero mientras se me acerca a paso veloz y besa el dorso de mi mano. Estoy sorprendida.
- Us…usted….- Apenas y logro murmurar desde donde estoy, me cuesta moverme pero consigo quitar mi mano de de las de él, aunque siento una corriente eléctrica entre nosotros cuando lo hago- ¿cómo sabe mi nombre?
- ¿No es acaso misión de aquellos que aman el saberlo todo sobre el ser amado?
Yo lo miro con incredulidad y me pongo de pie intentando alejarme. No por nada fui criada por una mujer desconfiada.
- ¡Espera!- me suplica de una forma que no puedo evitar detenerme y girarme para verlo. Saca de entre su armadura mi vieja libreta, aquella en la que lo dibujé el día que lo conocí y en el que lo seguí dibujando muchas otras veces más, una incluso con una armadura como la que viste ahora- Así es como supe tu nombre, la dejaste el otro día, cuando escapaste de mi…
- Yo no escapé de ti…de usted de….¡Yo no escapé!-Helios sonríe y se hinca delante de mí.
- No importa, no pienso dejarte ir a ningún lado.
- Debo estar soñando- murmuro para mí, pero él sonríe y e acaricia la mejilla.
- Entonces es uno que estamos soñando los dos. Te he extrañado tanto…me he vuelto loco por no verte estos días, ¿dónde has estado, mi bella luciérnaga?
- ¿Días? Solo ha pasado uno.
Veo la tristeza en el rostro de mi deslumbrante caballero y eso me llega muy profundo.
-Han pasado varios días y varias noches sin saber de ti, mi bella luciérnaga. Este tiempo sin verte ha sido como si el sol no hubiera salido para mí…
La sinceridad de sus palabras me hacen sentir sonrojada. Nadie me había hablado antes como él.
- Hay algo que tengo que confesarte, mi bella luciérnaga…
- ¿Luciérnaga? Nadie me había llamado así antes. Mi familia me llama Cho.
- Mariposa….eres tan bella como una mariposa, pero…para mí eres una luciérnaga… porque eres capaz de brillar e iluminar mi obscuridad…
Sus palabras aceleran mi corazón y siento mi piel arder cuando enreda sus fuertes brazos en mi cintura, siento el corazón a punto de saltarme.
- Quiero confesarte algo…
- ¿Qué es?- Apenas logro murmurar, estoy temblando.
- Yo….
- Hotaru…- escucho la voz de Oka-San ¿de Oka San?-un movimiento me hace abrir los ojos…había estado soñando.
- Lamento despertarte, Chō. Pero debes tomar tus medicinas.
- ¿Qué hora es, Oka San?
- Las ocho
- ¿De la mañana?
- De la noche, pequeña. Es Domingo…hace un par de horas acaba de irse tu hermano a su departamento. No conseguía bajarte la fiebre y te negabas a ir al hospital.
- ¿De verdad?- Recuerdo haber escuchado algo entre sueños y luego el dolor de la aguja en mi…sigue en mi brazo.- Oka San ¿esto es necesario?
- Lo es. Al menos en lo que Ray dice lo contrario.
- ¿Alguien pronunció mi nombre?- escucho la voz de mi hermano que entra a mi habitación, luce recién afeitado pero las ojeras en su rostro son evidentes, también las de Oka San.- ¡Chō, ya despertaste!
Unos pasos pesados se escuchan en las escaleras y luego en el pasillo del segundo piso de la casa, luego Otou San aparece por la puerta y empuja a Ray para ponerse a los pies de mi cama y besar mi frente, como mi hermano y como Oka San luce como si no hubiera dormido en noches enteras, él si tiene la barba de varios días y trae la ropa que le vi la última vez ¿fue el viernes?
Otou San me llena de besos, luce verdaderamente feliz.
- Otou San, creo que te da gusto verme.
- ¡Claro que sí, pequeña Chō! Nos tuviste muy preocupados. No importa lo que diga tu madre, la próxima vez que salgas de casa yo te llevaré.
- Darien…- lo llama mi madre con ese tono de advertencia que todos tememos.
- No, no, no. Rei, no quiero otro susto como este y sé que tú tampoco.
Creo que Otou San da en el clavo porque el rostro de mi madre cambia totalmente y no sabe que contestarle, algo para anotarse en la historia.
- Quizás quieran hablar de ello en la cocina. Tengo que revisar a mi hermana- Mi padre se encoge de hombros y mi madre mira amenazante a mi hermano, casi puedo escucharla decir "no te atrevas a darme ordenes"- Oka San, por favor… solo serán unos minutos.
- Les prepararé té.
Oka San y Otou San salen de mi habitación y es hasta que se asegura de que estamos solos que se decide a hablar. Luce serio.
- Creí haberte dicho que fueras a la clínica, Chō.
- Lo olvidé…
- Hotaru…tu salud no es para tener "olvidos"
- Solo fue un resfriado, Raymond. No es como si hubiera vuelto a enfermar.
Él calla y mira hacia la ventana. Mi hermano es el peor mentiroso del mundo.
- Volví a enfermar ¿no es así?
- No lo sé, chō.
- Raymond, no me mientas. No soy un bebé- le pido con seriedad, veo sus ojos preocupados y luego camina hacia una lámpara de mariposa que tengo en mi buró.
- ¿Recuerdas que yo te la compré? El día que tu naciste fuimos a una tienda de juguetes.- me cambia el tema- Cuando la vi en la tienda pensé que mi nueva hermanita debía de tener una lámpara así de hermosa en su habitación. Iba a comprarme un equipo de doctor con mis ahorros, pero mi nueva hermanita vino a mi mente, pequeña Chō…tú siempre vienes a mi mente, eres mi pequeña hermanita. Desde que naciste supe que cuidaría por ti siempre.
- Ray
- Aunque tengo que aceptar que ya no eres una pequeña a la que pueda engañar. Tus análisis generales salieron fuera de rango.
-¿Entonces?…
- No puedo emitir una opinión, Chō. Quizás sea algo sin importancia o quizás no… por eso necesito hacerte más pruebas. Tu resfriado fue grave porque tus defensas están por los suelos, Chō.
- Mañana mismo saliendo de la universidad iré a que me hagan esas pruebas, Ray. Te lo prometo.
- No irás a ningún sitio mañana, Hotaru- amenaza Oka San desde la puerta con una bandeja de té entre las manos, creo que se volverá experta en preparar té.
- Oka San, no puedo faltar. Estoy en mis últimas clases y…
- Yo apoyo a tu madre, Hotaru. Luego de semejante susto debes descansar en casa.
¡Genial!. Más de dos décadas opinando diferente y justo hoy mis padres se ponen de acuerdo en algo.
-Como médico opino igual, Chō. Debes quedarte en cama un poco más. Tu fiebre fue demasiado alta y te debilitó mucho.- maldición, hasta Ray se les une- Oka San, Otou San…hay algo de lo que necesito hablar con ustedes ¿podemos?
-Claro…vamos abajo.
Sé que Raymond les contará a mis padres sobre mis estudios y sobre lo mal que me he sentido últimamente. Era lo último que quería, preocuparlos…
Paso la noche sin poder dormir. Muchas cosas vienen a mi mente: Mi salud, el miedo a volver al hospital como cuando era pequeña, el miedo a no volver a ver a Helios, el miedo a morir.
Por la mañana me despierto y encuentro sobre mi buró una nueva bandeja con hot cakes de chocolate, un jugo de naranja, mis medicinas y algo de té, junto a ellos una nota de mi madre.
Pequeña Chō:
Tuve que salir un momento a la tienda para comprar algunas cosas. No tardaré, por favor si despiertas antes come tu desayuno y toma tus medicinas, volveré pronto.
Veo el reloj y son las siete en punto. Tengo una clase a las ocho y uno de mis exámenes finales del semestre. Oka San dijo que no saliera de casa…pero si me doy prisa llegaré a tiempo para mi examen.
No lo pienso dos veces y me monto en mis medias negras y mi falda lavanda, una blusa a juego y mi abrigo gris para cubrirme del frío día. Tomo mis libros y salgo de casa, de verdad pido a todos los kamis no encontrarme con Oka San en el camino o tendré serios problemas.
Llego a la estación sin ningún problema y tomo mi tren. Mi lugar está libre y me voy directamente a él. Luego busco mi libreta en el interior de mi bolso, no la he usado en días pero no la encuentro.
Busco a profundidad y es definitivo: no está ahí. Recuerdo que la última vez que la vi...iba en este vagón y luego salí despavorida cuando pronuncié el nombre de Helios. Me siento avergonzada ¿la habrá visto? ¿la habrá hojeado? espero que no porque en ella hay muchos dibujos de mi deslumbrante caballero. ¡Que la tierra me coma si él lo ha visto!
No tardamos en llegar a la estación de Green Park y mi corazón comienza a latir aceleradamente, luego las puertas se abren y él está ahí. Lleva una chaqueta café y unos pantalones azules, un chaleco debajo que es color rojo quemado con una camisa blanca, sus zapatos son color camello al igual que su cinto ¡Hotaru! me avergüenzo descubriendo que mis ojos han parado justo en su cintura y yo volteo hacia otro lado, él se sienta frente a mi pero a varios lugares de distancia, mi corazón late acelerado y comienzo a sudar frío.
Lo veo perder su vista en la ventana y bostezar, también luce ojeroso ¿será que no ha dormido bien en estos días? ¿Tendrá mucho trabajo? ¿A qué se dedicará? Solo sé su nombre "Helios" me tengo que morder los labios para no pronunciarlo en voz alta.
A veces me gustaría tener el valor de Oka San o al menos su belleza para atraer la mirada de él, para mi desgracia solo soy una chica común, una que no ganará el interés de mi deslumbrante hombre de ensueño.
Aprovecho que su atención está en la ventana y vuelvo a observarlo, soy descubierta y él voltea directamente a verme, sus ojos dorados se cruzan con los míos amatista, ha suspirado ¿o es solo que bostezó de nuevo? No…juraría que suspiró ¿por mi? ¡Tonta Hotaru! Claro que no. Fue un segundo, él vuelve a mirar hacia la ventana.
Luego pasa algo que jamás imaginaría, él se pone de pie y camina hacia donde yo estoy, mi cuerpo comienza a temblar ¿por qué lo hago? cuando me doy cuenta, Helios se sienta frente a mí y yo no puedo evitar nombrarlo en voz baja de nuevo: "Helios"
¡Lo he vuelto a hacer!
Me pongo de pie apenada aprovechando que el vagón se ha detenido, pero algo impide mi camino…su mano.
- Espera…- Me suplica mientras yo lo obedezco, el tren ha reiniciado su marcha- No te vayas, por favor. No me dejes así, Hotaru.
Yo me giro sorprendida a encontrar su mirada ¿por qué sabe mi nombre? La respuesta llega en seguida, trae mi libreta en su mano, aquella donde lo dibujé tantas veces.
- Dirás que estoy loco. Pues quizás para ti solo soy un extraño; Yo solo sé tu nombre pero desde hace una semana que te encontré aquí no he podido pensar en nada más que en ti. Sueño contigo, vienes a mi mente en todo momento. No sé por qué siento todo esto, solo sé que no logro sacarte de aquí.
Él señala su corazón, es justo donde él se ha metido en mí.
- Hace una semana tomé por error este tren, pero agradezco mi error, porque te conocí. Desde ese día tomo el camino más largo a la universidad solo para verte, para alegrar mi día. Mis días han sido grises todos estos días que no te he visto. Sentí volverme loco sin verte.
De verdad estoy sorprendida, no creí que mi "chico misterioso" pudiera pronunciar tantas palabras juntas, pero todas ellas me encantan.
- No me hubiera atrevido a hablarte, pero cuando vi tu libreta, cuando vi que no te soy tan indiferente mi bella luciérnaga, me armé de valor, pero no había podido verte hasta hoy yo…
El tren se detiene cuando entramos a uno de los túneles de Londres. Es cuando soy consciente de la caricia de sus dedos que me llenan de electricidad. Aprovecho ese momento para ser lo osada que jamás he sido y me suelto de su mano para buscar su rostro, aun a obscuras, aun cuando jamás lo había tocado antes mis manos lo conocen de sobra ¿por qué pasa esto? ¿Por qué me siento así?
Quizás por la obscuridad o quizás porque si no aprovecho este momento jamás me atreveré a hacerlo es que me decido a buscar sus labios con los míos. Noto la sorpresa en él, pero no me rechaza.
Nuestras bocas bailan una danza que no conocen pero que crean a cada milímetro como si la supieran de antaño. Se siente tan bien…
Helios atrapa mi cintura entre sus brazos en una fuerte cadena, parece como si no quisiera dejarme ir jamás y yo deseo que así sea.
- Te amo, Hotaru…no sé desde cuándo, no sé ni siquiera como, pero te amo…
De pronto la obscuridad termina. Hemos salido del túnel y lo primero que veo son sus hermosos ojos dorados y esa sonrisa tan dulce y varonil. Me observa insistente, me observa como si no hubiera nada más en este mundo que yo.
Le sonrío y quiero decirle que siento lo mismo, quiero decirle que me siento igual, pero de repente las fuerzas me fallan y me siento pesada, muy pesada. Veo la preocupación en su rostro y todo comienza a tornarse de nuevo obscuro, sus palabras suenan muy profundo en algún lugar de mi cabeza.
- ¡Hotaru, no me dejes, no te vayas!
Cómo me gustaría complacerlo. Cómo me gustaría haber aprovechado el tiempo. Cómo me gustaría volver a besarlo una vez más. Parece que mi tiempo se ha terminado…
¡Hola!
Luego de una laaarga ausencia aparezco de nuevo con un pequeño regalito planeado entre mi amiga Leonor de Eboli y yo (esas charlas no dejan nada bueno) Un día me vino a la mente esta y idea y ella se unió a ser mi cómplice para darle vida.
Es un Fic Hotaru/Helios y esta es mi aportación, la segunda parte la publicará la próxima semana (eso espero) mi amigocha miembro del fénix clan.
Esperamos les guste y nos dejen sus comentarios. Queremos saber qué les parece, si les gusta, si no, o qué les gustaría que pasara en la parte que publicará ella.
Iraís, éste capítulo es especialmente para tí que sé que eres fan de Hotaru desde hace años. ¿qué te ha parecido?
Clararina: Misión cumplida, el balón está en tu lado de la cancha.
Amigas y amigos lectores ¿qué opinan?
Nos vemos muy muy pronto
La maga
