D. Gray-man, así como sus personajes, le pertenecen a Katsura Hoshino. Esto es sólo para entretenerme un rato.

ACTO 1: Un títere en tus manos

Allen se encontraba de pie en medio de la habitación, estaba oscuro pero la luz de la luna que se colaba por la ventana bañaba su rostro, otorgándole una palidez que lo hacía ver particularmente hermoso.

Allen no se encontraba solo, había otro hombre en la habitación que lo observaba con detenimiento. Se encontraba sentado en un sofá fundido por completo con la oscuridad nocturna que invadía casi por completo la habitación.

Estuvieron en silencio un largo rato, Allen ya estaba acostumbrado a que fuera así, le observaba por momentos que a veces le parecían eternos, pero le dejaba, siempre esperaba a que el otro hablara primero.

- Desnúdate para mi, Allen - se escuchó la voz suave y masculina romper el silencio

Allen comenzó a desabotonarse lentamente la chaqueta de exorcista que siempre llevaba encima, una vez que terminó la dejó caer al suelo con elegancia, y continuó con los botones de su camisa.

"No recuerdo bien como fue que llegue a esto, a veces parece que estoy en un extraño sueño; pero nunca logro despertar. Hace tiempo atrás tenía el coraje para enfrentarme a él cada vez que aparecía la oportunidad, incluso pensaba que disfrutábamos insultándonos mutuamente, tal vez como una manera de botar tensiones o simplemente abstraernos del cruel destino por el que vamos transitando. Pero ahora no soy más que un títere en sus manos, una marioneta que está dispuesta a obedecerle ciegamente con tal de lograr satisfacer el más pequeño, o el más terrible, de sus deseos. Ha quebrado mi voluntad y se ha apoderado de mi alma por completo: ¿Cómo lo hizo? Es lo que nunca he logrado responder, pero sé que si él planea hacerme su juguete quisiera que fuera durante toda mi vida"

Su camisa cayó al suelo, desabrochó su cinturón y el primer botón de su pantalón

- Detente, acércate a mi - se volvió a escuchar la misma suave y serena voz

Allen obedeció; se acercó al sofá y se arrodillo junto a el. Los negros y profundos ojos de Kanda se clavaron en los delicados ojos de Allen, esa mirada oscura le hacía temblar, Kanda sonrió al comprobar el efecto que tenía en su joven compañero. Acercó su mano al rostro de Allen y le acarició, sus dedos recorrían su tersa piel casi sin ejercer presión y una pequeña corriente eléctrica quedaba ahí donde Kanda tocaba; por su frente, el contornos de sus ojos, su nariz, sus labios... Allen no pudo reprimir un gemido cuando los largos dedos de Kanda recorrieron toda la extensión de sus finos labios; quería atraparlos en su boca, saborearlos, morderlos, pero Kanda fue más rápido y sujetó su barbilla mientras que su otra mano se hundía entre las hebras blancas del cabello de Allen, lo atrajo hacia él al mismo tiempo que se acercaba y lo besó, al principio fue un beso suave que poco a poco se profundizó.

"Sus besos me vuelven loco, adoro el cálido contacto de nuestros labios mientras abro mi boca para dejarlo explorar, adoro el fuego de su lengua abrazándome y llenándome. Quisiera que me besara más, pero sus besos son casi tan escasos como sus palabras de amor... tal vez exagero, después de todo nunca me ha dedicado una"

- ¿En que estás pensando? - preguntó Kanda mirándolo detenidamente
- En nada - respondió Allen saliendo de su aturdimiento
- Entonces has lo que te pedí
- Eh - balbuceó Allen sin saber a que se refería

Kanda lo agarró con fuerza de la barbilla y le dijo:

- No divagues, no me gusta repetir mis órdenes
- Tus órdenes - repitió Allen mirándolo con brillo triste

Kanda lo tomó de los brazos y lo atrajo hacia él con fuerza, haciendo que Allen quedara a horcajadas sobre sus piernas. Se acercó a su oído y susurró

- Gime para mi, Allen

Inmediatamente comenzó a lamer, chupar y morder el lóbulo de la oreja de Allen, luego su cuello, siguiendo por su pecho. Los gemidos no se hicieron esperar, no porque hubiera sido una orden, como antes dijo el otro chico, sino porque le eran incontrolables; lo que le hacía Kanda con su boca mientras sus manos recorrían su espalda lo volvía loco.

De pronto Kanda se detuvo y apoyó su espalda en el sofá, miraba satisfecho al chico de cabello blanco que respiraba agitado y con los ojos cerrados. Segundos después Allen le dirigió una mirada suplicante, llena de deseo. Kanda sonrió

- Tócate para mi, Allen

Allen se sonrojo pero se puso de pie, bajó el cierre de su pantalón y se deshizo de él junto con su ropa interior. Bajo la vista y su flequillo blanco cubrió sus ojos, su rostro estaba enrojecido por la vergüenza, aunque también por la excitación, se veía encantador mientras sus manos temblorosas se acercaban a su erecto pene

"No sé porque me avergüenza tanto que me vea masturbándome, hemos hecho tantas cosas que ya no debería sentirme así. Pero sentir su mirada; esa mirada oscura, profunda, intensa sobre mi mientras me provocó placer me hace sentir pequeño. Es como una placentera humillación"

Allen se acariciaba los testículos con suavidad, lentamente subió hasta su pene y comenzó a masturbarse; con su dedo índice acariciaba su glande mientras que el resto de su mano hacía rítmicos movimientos que la deslizaban por toda la extensión de su miembro. Allen gemía, poco a poco comenzó a aumentar el ritmo de sus movimientos; un hilo de sangre corrió desde su labio inferior, preso entre sus dientes, faltaba poco para volar.

La mano de Kanda detuvo los movimientos de Allen

- Todavía no - dijo con la voz más profunda y raposa, denotando su estado de excitación

Los dedos de Kanda se movieron por el húmedo glande de Allen quedando impregnados de aquél líquido que contenía los sabores de su compañero. Acercó su mano a la boca de Allen quien sin dudarlo lamió su propio sabor.

Kanda se puso de pie y Allen comenzó a desabotonar su largo abrigo negro, el chico se deshizo de él en cuanto los botones habían sido abiertos. Allen le quitó la ropa y cuando Kanda estuvo completamente desnudo Allen sonrió, sin ninguna duda sabía que ver su cuerpo era una experiencia que le gustaba, era el cuerpo que anhelaba, que ansiaba y le excitaba, el cuerpo que quería poseer con todas sus fuerzas.

"Pero el poseído soy yo, quisiera que me dejara recorrer libremente su cuerpo, pero sólo puedo hacer lo que él me permite. ¿Por qué? ¿Algún día me atreveré a saltarme estas normas que nos hemos impuesto silenciosamente?"

Kanda caminó empujando al chico hasta su cama, ahí lo giró quedando Allen de espaldas a él; lo arrojó sobre la cama y se acomodó entre sus piernas. Lo preparaba con sus dedos mientras Allen apretaba las sabanas bajo él

- Tranquilo pequeño - dijo Kanda como si le hablara a un niño - ya sabes como es esto

"Es cierto, lo sé, lleva semanas haciéndomelo cada vez que quiere, pero aún así, aún así... siempre me pongo tan nervioso, al principio pensaba que era miedo a sentir dolor pero ahora sé que es miedo a lo que él nunca dirá mientras lo hacemos. Quisiera tanto oírlo decir que me quiere"

Cuando Kanda decidió que ya había esperado lo suficiente acercó su pene a la entrada de Allen y sin ninguna clase de contemplación empujó hasta el fondo. Allen gritó y Kanda se quedó quieto unos instantes; despacio comenzó a hacer movimientos ondulantes que hacían a Allen gemir sin control, después de estar así un tiempo comenzó con su movimiento de entrada y salida: primero muy despacio y con movimientos cortos, luego con más fuerza; aumentaba el ritmo constantemente haciendo que Allen sintiera una vorágine de sensaciones, sin pensarlo acercó su mano a su pene y volvió a masturbarse: ambas sensaciones unidas fueron demasiado para su cuerpo y estallo de placer dejando su mano y su abdomen cubierto de su líquido blanco.

Kanda sujetó la cadera de Allen y embistió con más fuerza, hasta que también explotó dentro de él. Kanda se dejó caer sobre la cama y Allen se giró para mirarlo

"Estamos tan cerca, si estiro mi mano podría tocarlo, sería tan fácil abrazarlo y acomodarme sobre su pecho. Pero a la vez, y pese a lo que hemos hecho, siento una distancia tan enorme cada vez que terminamos. Es como si después de quedar satisfechos se rompiera cualquier cosa que pudiera habernos unirnos sólo momentos antes"

Kanda se puso de pie, recogió su ropa, se vistió sin prisa y luego salio de la habitación.