Capítulo 1: Misterio de las arenas

A primeras horas del día el escenario en el desierto era caótico. Parecía que se hubiese librado una cruenta batalla en silencio. Nasus observaba con mucho asombro el escenario que se dibujaba en frente de él. Por todo el horizonte se extendía aquellas pequeñas criaturas conocidas como los Xer'Sai, miles de ellas sobre la superficie arenosa que tomó un color entre rojo y púrpura. Todas aquellas criaturas yacían allí ya sin vida. "¿Qué individuo fue capaz de hacerse cargo de todas éstas criaturas? ¿Y qué pasó con su reina, Rek'Sai?" Se preguntaba Nasus. Pero antes de buscar una respuesta primero debía avisarle con urgencia sobre la situación a Azir, el emperador de Shurima.

La ciudad dorada en el medio del desierto no se hallaba lejos de su posición, por lo que corrió bajo el sofocante sol del que estaba acostumbrado hace ya mucho tiempo. Una vez llegó a la ciudad, subió a un gran salón donde se veía usualmente a Azir ver toda la ciudad, pues es una torre donde proporciona una visión de 360 grados. No se equivocó. Tocó una gran puerta dorada, a lo que el Emperador de Shurima le ordenó seguir. Se encontraba de la misma forma que siempre, mirando el horizonte en alguna parte del salón, acompañado por Sivir quien se encontraba a su lado.

- Azir, traigo preocupantes noticias. - Le observó. No se inmutó ni un poco al comentario de Nasus, era imposible obtener por parte de él algún tipo de expresión. Por otra parte, Sivir si parecía preocupada, pero al parecer no era por el comentario de Nasus... Totalmente.

- Lo sabemos, Nasus. - Dijo después de unos segundos de silencio. - Ya nos han informado.

- ¿Qué? ¿Quién? - Ésta vez no recibió respuesta. La buscó en Sivir, quien, con la mirada, le indicó en dirección al otro lado del salón. Caminó lentamente, viendo cómo iba notando unas sábanas blancas ensangrentadas. Miró a un lado y reconoció una gran arma singular recostada a un lado. Abrió los ojos como platos y se aproximó rápidamente al cuerpo que se encontraba tendido en el suelo. - No lo puedo creer ¡Renekton, hermano! ¿Qué sucedió?

- Lo encontramos agonizante no muy lejos de aquí. Al parecer, se dirigía hacia acá. - Dijo Azir. - Fue atacado anoche, según él, por un campeón de la liga. Éste mismo campeón está relacionado con el hecho que te encontraste hace unos momentos.

- Rek'Sai...

- Y faltan más. No fueron los únicos atacados. - Nasus se sorprendió aún más. - Renekton nos informó acerca de la captura de Skarner y, para empeorar la situación, a Xerath.

- ¿Captura? - Mencionó ésta vez Sivir.

- Si. Mencionó que los llevaban presos, me imagino que usaron elementos muy específicos para capturarlos. No mencionó más de ello porque cayó desmayado.

- Algo grave va a suceder si lograron darle captura al mismísimo Xerath. Debemos apresurarnos.

- Exacto Nasus. Debes revisar las heridas de tu hermano. Tu basto conocimiento de la liga y de cada campeón que participa en ella puede llegar a averiguar quién en la liga está involucrado en esto.

- Si señor.

- Me retiraré un momento. Búscame cuando tengas alguna conclusión. Sivir, quédate con Nasus.

- Si señor. - Cuando se retiró Azir, Sivir se acercó a Nasus un poco curiosa. - ¿Viste lo que pasó con Rek'Sai?

- No, pero vi lo que sucedió con los Xer'Sai. Parecía un exterminio total. - Dijo mientras retiraba la sábana encima del cuerpo de su hermano. - ¿Cómo llegó el acá?

- Lo encontró uno de los soldados de Azir cerca de la ciudad y lo trajeron luego en una hamaca de tela. Tuvieron que llevarlo como 30 soldados. - Rió ligeramente, pero Nasus no estaba para bromas en ese momento así que prosiguió. - Aún estaba consciente cuando llegó, pero fue poco lo que dijo aunque valioso. Había perdido mucha sangre. - Sacó de un estuche de cuero en su cinturón una pequeña cuchilla que cortó cuidadosamente las vendas que le pusieron en su abdomen unos momentos antes para cubrir la herida y detener la hemorragia. Dejando así al aire libre la herida y a la vista de ambos. Ésta ya había sido lavada y tratada antes de ser vendada, por lo que se dispusieron a investigar. Nasus no tardó en sacar conclusiones, pensando en voz alta.

- No pudo ser una espada, es muy fino el corte. No pudo ser una arma de distancia, el impacto sería más evidente. Mucho menos fue con magia, ésta no deja heridas de cortes de éste estilo, aunque debo investigar sobre ello. Fue una rápida pelea, no tiene otras heridas en el cuerpo. Lo debieron atacar con la guardia baja. Alguien que ataque así significa que es un asesino de élite. Ágil y rápido, para matar de una sola estocada. Ahora, el arma fue atravesada de frente, horizontalmente, pues tiene bastante profundidad y no se rasga hacia los lados. Y por la anchura... Debió ser una cuchilla muy específica, hecha para seccionar limpiamente. - El Curador de las Arenas invocó en el suelo y alrededor de ellos una llama espiritual que se formaba circularmente y con unos sellos inscritos en ellos.

- ¿Qué haces?

- Extraigo cualquier residuo de magia rúnica, hechizos, poder del vacío... - En ese instante, una pequeña esfera inestable salió de la herida de Renekton. Parecía un tipo de gas oscuro girando sobre si mismo como si de un remolino se tratara. - Ésta materia... Es un tipo de magia muy oscura, magia prohibida, corrompida. Al parecer la arma poseía esta magia, por eso no hay más residuosde ella... Sólo conozco dos seres que poseen algo así.

- Zed... ¿Verdad?

- Si. Sivir, te necesito.

- Oww eso es muy romántico, Nasus. - Dijo riendo levemente, quería bajar un poco la tensión en Nasus. De nuevo, no lo logró.

- Esto no es un juego, Sivir. Necesito que te dirijas a Jonia y con ayuda de la Orden Kinkou, averigüen algo sobre las actividades de Zed dentro y fuera de la liga. Quiero saberlo todo.

- Claro ¿Y quién es el otro ser?

- Lo sabrás después, solo cumple con lo que te digo por favor.

- Pero Jonia es una isla al noreste del continente, demoraré días en llegar allí

- Dirígete a la liga con nuestro transportador. Te daré una carta para que los invocadores te autoricen el uso de una cámara de invocación hacia Jonia.

- Está bien. Mañana saldré a primera hora. ¿Necesitas algo más?

- No Sivir. Te agradezco inmensamente.

- No agradezcas. Pero cuando vuelva me debes dar una buena copa de whisky.

Nasus no dijo nada, por lo que Sivir salió del salón. Nasus siempre era así, serio e indiferente, casi no expresaba emociones, pero aún así era divertido estar con él. Aunque solo le parecía así a Sivir. Quizás ya estaba acostumbrada a él.

Nasus, por otra parte, volvió a vendar a Renekton y puso de nuevo la sábana sobre él. "Tu ira ha disminuido hermano". Pensaba Nasus mientras le observaba. Quizás fueron los efectos de la agonía por la que pasaba, pues el Renekton que todos conocían sería incapaz de venir a la ciudad dorada sin un plan de matar a toda criatura viviente que habitara en ella. "Algo no está bien, él no pudo haber venido de la nada a pedir ayuda, la mente de Renekton pensaría en cualquier otra cosa menos en venir aquí... Debió ser algo más." Dudo Nasus, pero no logró llegar a una conclusión.

Su mente parecía apartada de su cuerpo. No tenía la concepción del tiempo ni del espacio y tardó bastante en tomar conciencia de lo que había sucedido. Abrió los ojos súbitamente y se levantó del suelo de golpe. Hizo un quejido al sentir en el abdomen un dolor intenso, del que emanaba un poco de un líquido espeso y caliente ¿Estaba herido? ¿Qué carajos pasó? Se preguntó Renekton. Vio todo alrededor suyo inundado por la oscuridad a excepción de unos pequeños rayos de luz lunar que iluminaban tenuemente una figura que lo observaba.

Renekton se limitó a reírse suavemente, cuya risa crecía gradualmente hasta terminar estallando en una carcajada. - Así que te quedaste viéndome dormir todo éste tiempo. Si que eres raro ¿Eh, hermano?

- ¿Quién te hirió? - Dijo Nasus indiferente.

- Eso no importa. Lo único que importa es tu cabeza en mis manos. ¡Enfrentate hermano! No necesito mi arma para partirte en dos.

- Está bien hermano, ven y pelea. - Dijo Nasus desafiante, tomando una posición de batalla. Renekton no pensó para lanzarse a atacar y desgarrar a Nasus con sus garras y dientes, pero de repente recibió un fuerte golpe en la cabeza que lo envió de vuelta al suelo. Un panel azul se alzaba enfrente de él, un muro mágico reforzado fue el que le causó el golpe e impedía su paso al otro lado, donde se encontraba Nasus. Estaba en una prisión.

- ¡Cobarde! ¡Tienes miedo! ¡Lo puedo sentir!

- Tu ira no te deja ver más allá de tus propios sentidos Renekton. Tu empirismo te puede causar la muerte. Aún así, mantengo la esperanza de que volverás a ser como antes, ese ser que buscaba en la mente de los demás el conocimiento para el desarrollo. - Dicho esto, se fue de allí escuchando las maldiciones que gritaba su hermano a sus espaldas. Era imposible hacerlo entrar en razón, su mente ya estaba fundida en la ira y la destrucción, por lo que no perdió más el tiempo allí. Esperaba que la prisión mágica lo resistiera, pues había pasado mucho tiempo desde el último enfrentamiento contra su hermano y desconocía lo que él ahora era capaz de hacer y el poder que en ese momento poseía.

Al siguiente día, antes del amanecer, Sivir se dirigía a la cámara de invocación para transportarse hacia la liga y de allí hacia Jonia. En el camino pensaba sobre lo que tenía que hacer en la isla. Zed es un ser difícil de siquiera seguirle el paso en la batalla y muy impredecible ¿Cómo se suponía que debía averiguar sobre lo que hace y no hace, cuando absolutamente nadie sabe nada sobre el además de su historia pasada? Sólo podía hacer una cosa por el momento, seguir las órdenes de Nasus y hablar con la Orden Kinkou, seguro ellos si sabrán que hacer.

Cuando llegó a la cámara de invocación, vio a Nasus quien la esperaba allí de la misma forma a como estaba siempre: Con su arma en mano y su rostro inexpresivo. Sivir se juró a si misma que no podía morir antes de verle una expresión de agrado por minima que fuera. - Hola Nasus. - Saludó sonriente.

- Buen día Sivir.

- Cambia esa cara larga, mira lo lindo que se ve éste amanecer de hoy.

- ¿Tienes claro tu objetivo?

- Aish que aburrido. Si, si lo tengo todo claro. - Dijo expresando desagrado y volteando los ojos hacia otro lado. - Dame la carta de permiso para ir a Jonia.

- No hace falta, iré contigo.

- Owww pero que caballeroso mi buen Nasus. - Dijo divertida Sivir, mientras que Nasus solo le dedicó una mirada seria.

- Debo ir a la liga. Allí hablaré para tu traslado a Jonia.

- Bueno, pero al menos no estaré aburrida y tendré a quien molestar un momento.

- Hhhmm. - Dicho esto entraron a la cámara y después de un destello azul desaparecieron de allí

Que onda gente? Se me ideó un fic ahí random espero que les guste :D quizás demore un poco en subir caps pues la universidad me tiene hasta el cuello y muchas veces no me llega la imaginación xD

Espero comentarios de todos ustedes no importa si son malos o buenos, mientras sea constructivo todo irá bien xD