Deeeeeeeeeeebería estar escribiendo otras cosas, pero...Hace mucho me llegó ésta idea gracias al fic de una amiga mía que era 10051, gracias a ella y a que Amano usó los nombres de flores en las Coronas Fúnebres, me dije a mí misma: why not?

Además, como nota, mí fic de 'Un héroe de Orre en Unova' deberá esperar un poco más, pues se ha borrado el capítulo que iba a subir Uu En fin~ Espero disfruten éste fic, que ahora que recuerdo debo re-editar el otro, que también me pareció muy rápido en lo que pasaba BDu Lo siento ;;

Nota: Ésta historia es semi!AU además de contener yuri/shoujo-ai y posiblemente OOC.

Ésta historia está creada por mera diversión y sin fines de lucro. Katekyo Hitman REBORN! y todo lo que concierna a éste pertenece a Akira Amano.


Jacinto púrpura: tristeza

Era una mañana un tanto fría, más de lo que ella pudo haber deseado, era su cumpleaños número dieciocho y en ese día se había levantado más temprano de lo usual. Ahora mismo se encontraba en el cementerio frente a la tumba de alguien que aún seguía siendo importante en su vida: su hermano mayor. Simplemente no podía olvidarlo, ¿cómo podría olvidar a su familia y además a su salvador? Aquel joven a quien tanto amaba la había salvado de morir en un trágico accidente. Aunque, pese a que no lo había olvidado, había pasado mucho tiempo desde la última vez que la chica había estado en ese lugar, ¿la razón? Siempre rompía en llanto, no quería verse débil, a pesar de los años ella aún lo necesitaba.

Aquel día ella vestía de negro, como casi siempre, sin dejar sus broches de cristal de color azul rey. En ese momento y después de un silencio incómodo, la joven dejó un ramo de jacintos en la tumba de su hermano, dichas flores eran de color púrpura. –Hermano, ¿sabes lo que significa éste color en el jacinto? Significa tristeza– Habló al fin, como si estuviese en frente de su hermano y no frente su sepultura. Pasó los dedos suavemente por el nombre en la lápida que tenía en frente de ella, comenzando a soltar unas cuántas lágrimas. –Creo que…Jamás te he agradecido lo que has hecho por mí, gracias.– Continuó, rompiendo más en llanto, limpiándose con las mangas largas de su blusa.

–A-Aunque, ¿sabes? No estoy sola, hace un tiempo alguien me adoptó como su hermana; él jamás te remplazará como mí hermano mayor, pero él me ha estado cuidando muy bien, al igual que tú.– Le platicó la cumpleañera, sonriendo al hablarle de aquel muchacho quien la había acogido unos años atrás cuando aún estaba en el hospital como una joven inválida. –Su nombre es Byakuran– Prosiguió parando al fin de llorar; tomó una de las flores de aquel frondoso ramo y se lo pudo en el pelo como adorno. Se despidió de él con una gran sonrisa mientras prometía volver a visitarlo pronto, volteándose al fin para salir de aquel lugar y sin voltear atrás pues Byakuran la estaba esperando ya.

En efecto, el peliblanco estaba afuera del cementerio esperando a su pequeña hermana; al verlo, Bluebell corrió hacia él, colgándosele del brazo para así intentar esconder el hecho de que había llorado. –¿Nos vamos ya, Bluebell?~– preguntó Byakuran con un tono infantil, observando cómo es que la menor tan sólo asentía con la cabeza; esa mañana y quizás toda la tarde la pasarían juntos, sólo los dos tal como la joven lo deseaba. Detrás de Byakuran había una lujosa limusina color blanco, color favorito de Byakuran, en la que ambos viajaron por la ciudad.

Después de platicar un rato y bromear entre los dos e incluso comer algunos dulces que Byakuran había guardado en el automóvil, llegaron a una gran plaza comercial; en aquel momento las doce en punto de la tarde se había marcado en el reloj. Sin esperar al otro, Bluebell salió casi disparada del auto, moría por comprar juguetes y dulces…Y claro, pasar tiempo con su ahora hermano mayor; toda la felicidad paró en un instante de golpe al ver en frente de ella pasar a una chica quien salía de una tienda con un hombre alto, rubio y bien parecido; su nombre era Uni y ambas iban a la misma escuela. El corazón de Bluebell latía aún más rápido, para ella Uni era la chica más hermosa de todas: su cabello tan negro como la noche era largo y sedoso, sus ojos azul rey tenían un brillo hermoso e indescriptible que al verlo cualquiera podría ser feliz y, claro, no olvidaría aquella sonrisa hermosa que la había cautivado tanto desde que la conoció.

Despertó de sus sueños sacudiendo levemente la cabeza, no queriendo toparse con aquella chica, por lo que se escondió rápidamente detrás de una columna para dar un suspiro profundo; cada que la veía podía tener muchas emociones, las cuáles destacaban la felicidad que sentía al verla…Y tristeza al no poderle decir lo que sentía. Su cara comenzaba a sentirse caliente y comenzaba a sospechar que su cara se estaba poniendo roja. –Vaya, vaya, Bluebell…¿Estás enamorada?~– Preguntó Byakuran quien se encontraba ya a un lado de Bluebell, había observado toda la escena.

De un salto, Bluebell salió al fin de detrás de la columna aún con un leve sonrojo en sus mejillas. –¡¿Q-Qué?! ¿De qué estás hablando? No d-digas tonterías, Byakuran…– Dijo velozmente, mirando a todas partes para encontrar la tienda más cercana y así evitar el tema. –El amor es para idiotas y yo no soy idiota– Continuó, inflando levemente las mejillas mientras caminaba hacia una tienda de peluches. Byakuran tan sólo rio, la peliazul era verdaderamente adorable; decidió no decir más nada y tan sólo prosiguió a seguirla, después en ese día le preguntaría de nuevo sobre aquella chica de la cuál Bluebell parecía verdaderamente enamorada.

Dentro de la tienda, la menor tomó un gran oso de peluche, realmente amaba los peluches, en especial los osos y eso Byakuran lo sabía, así que tan sólo pagó aquel gran oso y uno más pequeño que era de color negro y que sostenía una taza y, dentro de ésta, había pequeños chocolates. Bluebell agradeció sonriente sin soltar el oso gigantesco que ahora era de ella, era de color blanco y tenía un listón azul en su cuello. Después de una larga caminata por la plaza y unas cuántas compras en tiendas de ropa y dulces, ambos pararon en un café que estaba dentro de la misma plaza.

–Bluebell, ¿ya me dirás quién era esa chica?– Preguntó Byakuran sin rodeo alguno quien sostenía el menú que un mesero había llevado a su mesa. "Maldita sea, ¿no pudiste olvidarlo ya?" pensó la peliazul inflando las mejillas ante la pregunta, mirando por la ventana que estaba junto a ellos, observando muchas parejas pasar…Entre ellas a Uni y aquel hombre que parecía ser su padre o algo así. –No hay mucho qué contar, Byakuran…– Contestó sin dejar de mirar a la ventana, quitándose con mucho cuidado el jacinto que aún traía prendado al cabello. –Es una chica…Que conocí hace un tiempo en la escuela y…– Se detuvo, mirando al albino a los ojos. Byakuran parpadeó pues la chica se había quedado callada y con una cara seria. –¿B-Bluebell?–

–…¿Sabes qué significa el jacinto de color púrpura?– Preguntó Bluebell sin dejar de mirarlo, recibiendo una respuesta negativa ante el aún extrañado Byakuran. –Significa tristeza, así…Así me siento yo cada que ella no está conmigo. Cada que ella se va, cada que ella falta a la escuela, cada que no hablo con ella…Yo compro un jacinto púrpura e intento sonreír– Explicó con mucho trabajo la joven cumpleañera. –N-No soy buena expresando mis emociones, no es como si lo necesitara además, pero…Es lo que hago…– Continuó bajando la cabeza, mirando de nuevo la flor. Byakuran no sabía qué decir, tan sólo sonrió como sólo él sabía hacerlo, adoraba que ella fuera sincera tan sólo con él, adoraba que, aunque la otra considerara que sus emociones eran estúpidas, fuera él quien pudiera escuchar con sinceridad a quien había adoptado como su hermana.

Los dos estaban en silencio, hasta que Bluebell escuchó a Byakuran ordenar dos tazas de chocolate caliente…Era mucho dulce para ambos lo que habían comido en ese día, pero, ¿qué carajos importaba? Era el día de Bluebell y si ella quería comer dulces con su hermano lo podía hacer. La chica suspiró pesadamente, tomando el pequeño oso de color negro entre sus manos. –Lo compraste para que la recordara, ¿verdad?– Preguntó acariciando el oso, mirando a Byakuran. –Me has atrapado~– Admitió fácilmente el albino quien después soltó una risilla infantil. Una vez más comenzaron a hablar con normalidad y hasta bromearon mientras tomaban su chocolate caliente, pese a que su secreto estaba al fin revelado, Bluebell la estaba pasando muy bien, amaba todo eso…El pasar el tiempo con su familia era algo sumamente especial.

–Bluebell…–

–¿Sí?–

–El día de mañana…Deberás declararte a esa chica–

–¡¿E-Eh?! ¡No!–

–Lo harás~ Y verás que te corresponderá–