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El viaje

Lentamente abrió los ojos. Estaba placidamente tumbado en una mullida cama, apartado del mundo que lo rodeaba y del tiempo que transcurría rapidamente burlandose de su sufrimiento y su dolor. Apenas habían pasado dos días desde la muerte de Voldemort, y también de la muerte de Fred, Tonks, Lupin... y otras tantas decenas de amigos y compañeros que habían perecido en la batalla que había dado fin a aquella maldita guerra. El tiempo no había sido clemente a la hora de pensar en que debía tener algunos momentos de reflexión y soledad, pero éstos sólo habían sido posibles en sus anhelos. Continuas explicaciones, las exequias de los caidos y otro sinfin de abrumadoras obligaciones que tenía que cumplir por el simple hecho de ser él, el chico que vivió, por ser la causa de que todo hubiese terminado, de que todo cobrara un nuevo sentido en la vida. Pero él no quería eso, él quería ser un chico normal, poder levantarse tranquilamente por las mañanas, visitar a sus amigos, no tener que esconderse de sus, ahora millares, de admiradoras que le pedían autógrafos y algunas incluso, de manera indecente, un beso.

Se levantó para comenzar a vestirse lentamente mientras observa un poster con la imagen de una chica muggle en bikini, y alababa a su padrino por su rebeldia. El cuarto de Sirius no había cambiado nada desde que éste lo abandonara tiempo atras. Ahora que había pasado a ser el dormitorio de Harry, tampoco había cambiado en absoluto, porque a él le parecía un insulto a la memoria de su padrino el mancillar sus obras de arte.

Cuando ya estuvo correctamente vestido, tras intentar meterse los pantalones varias veces por la cabeza, salió de Grimmauld Place dirección a la Madriguera. Ron lo había invitado a pasar el día con él y con su familia. A pesar de que le habían asegurado que la muerte de Fred ni ninguna de las otras no habían sido por su culpa, éste seguía echandose a si mismo en cara las muertes de sus seres queridos.

Apareció en la puerta de la Madriguera junto a unas viejas botas de goma y unos arbustos que se movían sin necesidad de que el viento los agitase. Dio dos golpes secos en la madera y la cara de Ronald Weasley apareció en el umbral.

- Pasa - dijo secamente, como si estuviera recuperando el aliento después de correr durante horas.

Harry atravesó la entrada y se encontró con casi toda la familia Weasley en un estado que jamás se habría imaginado dada la situación. En lugar de encontrarse con una familia apenada y triste por la muerte de un miembro se encontró con que todos reían tranquilamente sentados a la mesa. Bill y Charley comentaban animadamente los últimos resultados del combiando nacional de Inglaterra. Fleur y la señora Weasley hablaban sobre la reconstrucción de Hogwarts. A su lado, Percy se reía escandalosamente como Harry nunca había visto de un chiste de George, mientras que el señor Weasley leía despreocupadamente El Profeta.

- ¡Harry, cielo! - exclamó la señora Weasley al verlo entrar, y lo abrazó brevemente para después volver junto a Fleur y retomar su conversación.

- ¡Hola Haggy! - saludó Fleur.

El resto de la familia lo saludó con un gesto de la mano o con la cabeza. Pero allí faltaba alguien, por más que miraba no veía a Hermione por ningún lado y tampoco a Ginny, con la que quería hablar desde el mismo momento en el que Voldemort golpeó el suelo, muerto.

- ¿Dónde está Hermione? - preguntó Harry a Ron.

- En el jardín, con Ginny - contestó Ron -. ¿Quieres que vayamos?

Harry asintió con la cabeza y salió al jardín detrás de Ron. Caminaron durante un minuto hasta situarse delante de un alto seto, lo bordearon y detrás estaban sentadas Hermione y Ginny.

- ¡Harry! - al igual que la señora Weasley, Hermione se levantó y lo abrazó con efusividad.

Tras despegarse de ella se sentó justo enfrente de Ginny, mirándola con avidez. Quería hablar con ella, pero temía las palabras que podían salir de Ginny.

- Hola - dijo ella sin mirarlo.

- Hola.

A su lado, Ron y Hermione se habían fundido en un apasionado beso. Ginny los observaba con una profunda tristeza y nostalgia en el rostro.

- Parece que han perdido la vergüenza - comentó Harry.

- Sí... - murmuró Ginny, afligida.

- Ginny, tenemos que hablar - dijo Harry con seriedad.

Ella lo miró y asintió levemente con la cabeza.

- Os dejamos solos - anunció Hermione que seguía abrazada a Ron.

Dicho esto, los dos se tomaron de la mano y se marcharon hasta una parte más alejada del jardín, donde no se los podía ver.

- Parece mentira que hayan acabado juntos - comentó Harry, tratando de romper el hielo.

- Sí... - murmuró Ginny de nuevo.

Un incomodo silencio se instaló entre los dos, que no se atrevían a mirarse a la cara. Harry se acercó un poco a ella y le puso una mano en la mejilla. Ginny cerró los ojos ante el tacto de sus manos y se dejó llevar por sus confundidos pensamientos y sentmientos.

- Ginny... quiero que sepas... que yo... yo... yo te qui...

- No digas nada Harry - lo cortó Ginny -. No digas nada por favor.

Si no quería que le dijese lo que sentía ¿qué quería? ¿acaso quería que actuara en lugar de hablar? Podría intentarlo. Acotó la distancia que los separaba y la besó. En aquel beso dejaba claro lo que sentía por ella, lo que había sufrido para estar con ella y un sinfin más de sentimientos que no se podían describir con palabras. Pero había algo extraño en aquel beso, aunque Ginny no lo había rechazado tampoco se lo devolvía y parecía ser como una estatua. Se apartó un poco de ella para mirarla.

- No, Harry... - dijo Ginny sin mirarlo a los ojos -. Esto está mal.

- ¿Por qué está mal? - preguntó Harry desconcertado mientras su ritmo cardíaco aumentaba de manera convulsiva.

Ginny trató de mirarlo a los ojos, pero Harry la miraba con tanta intensidad que se le hacía imposible.

- Necesito tiempo... - dijo - Necesito replantearme mis prioridades.

- ¿Replantearte tus prioridades? - preguntó Harry sin comprender.

- Yo... yo no sé... no sé si aún te quiero - confesó Ginny.

Harry se quedó de piedra mientras su corazón se detenía y el mundo dejaba de girar. Ginny alzó por fin la vista y miró sorprendida su reacción. Algo que no sabía que era lo invadía, ¿rabia? ¿furia, tal vez? Sus temores se habían cumplido, Ginny ya no sentía nada por él.

- Compréndelo, Harry. Fred ha muerto... no sabes lo que es perder un ser querido... - dijo sin pensar, tratando de suavizar la situación pero fracasando estrepitosamente por que Harry la miraba como nunca antes había hecho, con furia.

- ¿Qué no sé lo que es perder un ser querido?

- Oh, Harry... lo siento... yo no quería... - balbuceó percatandose de su error garrafal.

- ¡Te recuerdo que Fred tambíen me era muy querido! - dijo controlando su voz a duras penas - ¡Te recuerdo que Snape mató a Dumbledore, que Bellatrix mató a Sirius!

- Ya lo sé...

- ¡VOLDEMORT MATÓ A MIS PADRES!

Ginny parecía al borde de las lágrimas, pero aguantó como sólo ella sabía hacerlo.

- Perdóname Harry... pero tienes que entenderme - apuntó ella.

- Pues no, no puedo entenderte - repuso friamente -. Pero tranquila, vas a tener todo el tiempo del mundo para... replantearte tus prioridades.

Dicho esto giró sobre si mismo y se marcho en dirección a la Madriguera. Furioso, buscó a Ron y Hermione, pero no los encontró. Fue hasta la cocina donde sólo

quedaba la señora Weasley preparando el almuerzo.

- Esto... señora Weasñey, ¿tiene una pluma y un trozo de pergamino? - preguntó.

- Claro que sí, Harry.

Con una floritura de su varita hizo que, de un cajon cercano, saltaran una pluma algo desgastada, un trozo de pergamino y un tintero. Escribió una nota, subió al cuarto de Ron y la dejo sobre su cama, y después sin decir nada más, se marchó.

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Se quedó sentada durante un poco más de tiempo, pensando en lo que acababa de hacer. No sabía porque lo había hecho, porque había dicho lo que había dicho, pero se sentía muy mal. Se levantó y se dirigió a su habitación hecha polvo. En el fondo sabía que todo lo que había dicho era mentira, pero quería que Harry se sintiera un poco mal, como ella había estado durante casi un año entero.

Llegó a su habitación y se tiró sobre la cama, tenía unas tremendas ganas de llorar, pero no quería hacerlo. Estuvo luchando contra ese impulso durante mucho tiempo, y finalmente se quedo dormida.

- Ginny - le susurró alguien al oido -. Ginny despierta.

- ¿Umm?

- Vamos por favor.

Abrió lentamente los ojos y vio a Hermione inclinada sobre ella, mirándola con preocupación.

- ¿Pasa algo, Hermione?

- Ginny... quiero que me cuentes todo lo que pasó antes con Harry.

- ¿Por qué?

- Quiero que me lo cuentes, Ginny.

- Está bien - accedió.

Le contó a Hermione todo lo acaecido tras el seto del jardín, durante la conversación con Harry.

- ¿Pero por qué le dijiste todo eso? - preguntó Hermione cuando ella terminó de contar su relato.

- No lo sé - se limitó a contestar.

- ¿Pero entonces es verdad? ¿ya no lo quieres?

- Sí lo quiero, por eso digo que no sé por que le dije todas esas cosas.

- Harry se va - dijo Hermione.

- ¿Cómo que se va?

Hermione le tendió un trozo de pergamino que Ginny cogió con avidez. Lo aplanó y lo leyó.

Para Ron y Hermione:

Quiero que sepaís que habeís sido para mí como los hermanos que nunca tuve.

Habeís sido mi apoyo en los momentos difíciles y mi diversión en tiempos de paz,

pero ahora debo marcharme. Iniciaré un viaje para descubrir los secretos de la

verdadera magia. Algún día espero volver, pero puede que no lo haga nunca. Por

eso quiero dejar claro lo que significaís y habeís significado para mí. Espero porder

olvidar durante este viaje los malos recuerdos de mi vida y también ciertas personas

que podrían haber llegado a significar mucho más en mi vida.

PD:

No trateís de buscarme, pues no estaré en Grimmauld Place. Mañana comenzaré mi viaje.

Hasta siempre,

Harry

Miró la carta con incredulidad durante unos minutos, y después levantó la mirada hasta la apenada Hermione.

- Se... se va por mi culpa - no era una pregunta, era una afirmación.

- Pues... sí - contestó Hermione con sinceridad.

Sin poder aguantar un segundo más, Ginny se echó sobre la almohada y comenzó a llorar desconsolada.

- Pero yo lo quiero... aún lo quiero... - lloró Ginny.

- Eso debiste decírselo a él - terció Hermione mientras le apretaba el hombro con la mano en señal de apoyo.

- ¿Y si no vuelve? ¿Qué haré yo?

- Eso debiste pensarlo antes.

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No tengan piedad, si ven una falta de ortografía, díganlo por favor, para que pueda corregirla.

Trataré de subir los proximos capítulos lo antes posible, pero no prometo nada porque estoy muy liado con el instituto.

Adios