¡Hola a todos! :D ! Este es el primer Shot que escribo para este fandom así que no estoy segura de si está muy bien hecho, pero he puesto mi mayor esfuerzo :), como ya he dicho, en un principio se trata de solo un Shot, pero como dejo el final muy abierto, si la historia gusta, podría continuarla con un par de capítulos más :)

¡Nos vemos!


Veritas

Hacía una mañana soleada en parís, una como tantas otras. Parecía mentira que, en realidad, fuese una mañana que Adrien no olvidaría jamás. Caminaba apesadumbrado, observando los alegres pajarillos que revoloteaban sobre los árboles del parque mientras se dirigía al instituto. Hoy, por primera vez, y seguramente también por última, iba caminando al colegio, tomándose su tiempo para pensar en ciertas decisiones que debía elegir lo más rápido posible, pero el cerebro ante las presiones nunca solía funcionarle bien.

Respiró el aire de la fresca y soleada mañana y se permitió unos minutos de descanso antes de dejarse ver delante de sus compañeros. Podía observarlos a todos desde aquella distancia de seguridad: Nino, Alya, Max, Ivan, Chloé, Marinette… ¿Cómo demonios iba a despedirse de todos ellos? ¿Cómo despedirse de aquellas personas que le habían brindado amistad por primera vez en su vida? No podía hacerlo… no podía.

—Claro que puedes —La voz de su pequeño y a veces repelente Kwami salió disparada desde el interior de su chaqueta—. Solo es una despedida. Además, encontraremos la forma de volver, Chat Noir no puede estar alejado de París durante mucho tiempo, puede ser el fin.

Adrien frunció el ceño y asintió a duras penas con la cabeza. No solía estar de acuerdo con Plagg, pero sabía que el pequeño tenía razón. Aun así, despedirse de sus únicos amigos le dolería en el alma, por no mencionarla a ella…

—LadyBug se enfadará —Le informó el Kwami siendo totalmente honesto.

—Gracias Plagg, es encantador contar siempre con tu gran apoyo —Dijo irónicamente el rubio mientras fruncía el ceño—. Será mejor acabar con esto cuanto antes…

Sin pensárselo dos veces, continuó el camino, dirigiéndose directamente hacia las puertas dobles abiertas del instituto. Intentó no llamar demasiado la atención, pero fracasó estrepitosamente.

—¡Oh, Adrien! —Chloé, literalmente, se abalanzó sobre el chico, apretándolo contra su propio cuerpo—. ¡Qué agradable sorpresa! ¿Por qué has venido andando?, ¿Y tu chofer?

Eran demasiadas preguntas para la confusa mente de Adrien, y desde luego, Chloé era la última persona de la que esperaba despedirse, pues siempre solía ser demasiado exagerada en todo lo que a él se refería.

—Eh, bueno… convencí a mi padre de que me dejase venir a pie —Se excusó como pudo, y apartándola gentilmente, se dirigió hacia su mejor amigo.

—¡Ey! —Nino lo saludó en cuanto lo vio acercarse—. Vaya cara traes, ¿Has dormido bien?

Adrien simplemente sonrió ante su ocurrencia y le aseguró que todo estaba bien, delante de todos sus compañeros no podía contárselo, pero Nino sería el primero, estaba decidido.

—Escucha… después tenemos que hablar —Le susurró—. Es algo importante…

La sonrisa que solía caracterizar al chico moreno se borró de inmediato. No sabía exactamente por qué, pero la seriedad de Adrien no auguraba nada bueno.

—¿Qué te parece después, durante el recreo? —Le preguntó un tanto nervioso—. Podemos ir a alguna aula vacía.

Adrien simplemente asintió, notando el nerviosismo de nuevo a flor de piel. Intentó preparar mentalmente la mejor forma de decirle a Nino que se iba lejos, pero tras un par de intentos sin ningún resultado, dejó que las horas pasasen sin prestar la menor atención a las clases ni a lo que pasaba a su alrededor, y cuando finalmente recogió sus cosas para dirigirse al recreo, se encontró con unos ojos cristalinos y enormes que lo miraban con preocupación.

—¿Marinette? —Preguntó a la tímida chica que se quedó estática delante suya—. ¿Te encuentras bien?

—Eh… B-Bueno yo… —Sus blancas mejillas empezaron a adquirir varios tonos rojos que hicieron a Adrien preocuparse aún más—. M-Me estaba preguntando si… si te sucedía a-algo...

—¿Eh? —Exclamó con sorpresa el rubio, pues aquello era lo último que esperaba escuchar. Ella sencillamente no podía saberlo, sólo tenía que actuar normal—. Claro que no, todo está bien Marinette, no te preocupes.

Sin darle tiempo a responder, salió casi disparado por la puerta de clases dejando atrás a una preocupada Marinette, la cual no se había creído ni una sola palabra. Ella le conocía bien, más que bien, lo sabía todo sobre él, le quería e idolatraba a tal punto que podía conocer su estado de ánimo con solo mirar sus ojos esmeraldas, y hoy había visto preocupación, tristeza… y algo más, algo indescifrable que la tenía literalmente loca.

Se deshizo de Alya lo más rápido que pudo sin levantar sospechas y siguió a Nino y Adrien hasta una pequeña aula desocupada. Sabía de sobra que estaba mal espiar conversaciones privadas, siempre la habían educado para evitar este tipo de comportamientos, ¿Pero como evitarlo tratándose de su Adrien? Con todo el sigilo posible, entreabrió la puerta y observó la estancia en busca de un pequeño escondite para pasar desapercibida. Gateó hasta el pupitre más cercano y se cubrió lo mejor posible, ahora solo tenía que esperar, pero Adrien parecía demasiado inseguro para empezar a hablar.

—¿Qué es lo que pasa Adrien? ¡Suéltalo ya! —Nino parecía tan nervioso como el propio rubio, estaba deseando acabar con lo que fuese que pasaba de una vez por todas.

—Mi padre últimamente ha estado muy raro, más de lo habitual quiero decir, y bueno… —Balbuceó sin atreverse a mirarlo a los ojos—. Ayer me dijo que llevaba días considerando el trasladarme a un nuevo colegio en Londres. Piensa que París ya no es seguro debido a los villanos que amenazan nuestra seguridad.

Nino se quedó callado, mirando a Adrien como si aquello fuese una broma que su amigo le estaba gastando, pero cuando vio que el ojiverde no reaccionaba, sucumbió al más absoluto pánico.

—¡¿Pero…?! —Logró articular—. ¡No puede ser verdad, París es más que seguro! ¿Qué hay de LadyBug y Chat Noir? Ellos se encargan de que nadie sufra ningun daño, son mucho mejores que cualquier villano.

—Eso es exactamente lo mismo que yo le dije, pero no sirvió de nada, mi padre piensa que ellos son solo dos ineptos adolescentes —Respondió un tanto molesto porque su propio padre pensase algo así de él mismo—. Lo he intentado todo Nino, créeme, es imposible.

Los dos chicos continuaron debatiendo la mejor forma de evitar que su padre lo obligase a irse a Londres, pero Marinette ya no lo escuchaba, su mente era incapaz de prestar atención. Adrien se iba, se iba para siempre, lejos de todos, lejos de ella...

Se habría quedado allí para siempre de no ser por su kwami, la pequeña Tikki salió de su escondite en el momento oportuno.

—Marinette, tenemos que irnos —Le susurró temerosa—. ¡Si no nos vamos te van a descubrir!

Los pasos de Adrien y Nino acercándose hacia la puerta no era símbolo de nada bueno, pero Marinette continuaba estática. Reuniendo todas las fuerzas que tenía, Tikki cogió el brazo de Marinette y la arrastró como pudo hacia la esquina opuesta, dejando vía libre a los dos chicos para irse del lugar.

—¿En qué estás pensando? —Le recriminó la kwami medio enfadada, zarandeándola—. ¡Despierta ya Marinette!

—Se va… —Susurró con la mirada todavía perdida en la nada—. Adrien… se va…

Algo en el interior de su corazón había dejado de funcionar y amenazaba con abandonarla para siempre. Mentalmente solo podía repetirse una y otra vez que el amor de su vida se iba, la abandonaba para siempre y ella ni siquiera había tenido tiempo de decirle lo que sentía.

—Tikki… yo… —Balbuceó pesadamente, sintiendo como las primeras lágrimas empezaban a aflorar por sus blanquecinas mejillas.

Tikki realmente deseaba encontrar una forma para apoyar a su dueña, pero por más que estrujaba su cerebrito no encontraba las palabras adecuadas, sabía a la perfección el dolor por el que Marinette estaba pasando, al fin y al cabo, estaba a punto de perder a su otra mitad.

Finalmente revoloteo sobre su rostro y se apoyó en su hombro, colocando su pequeña manita sobre la cara de la ojiazul para acariciarla y secarle las lágrimas que recorrían su rostro.

—No te hundas así Marinette, no todo puede estar perdido, y si realmente se va… —Tikki buscaba las palabras correctas para expresarle lo que deseaba—. Tal vez aún estés a tiempo de decirle lo que sientes.

La susodicha abrió sus ojos azules con fuerza, considerando mentalmente si tener en cuenta las palabras de Tikki. Por una parte, estaba claro que no conseguiría que el chico se fuese, pero si podía al menos librarse de la carga de sus sentimientos.

—C-Creo que tienes razón… —Cedió finalmente esbozando una leve sonrisa—. Tengo que decírselo Tikki, es ahora o nunca.

Pero tan pronto pronunció esas palabras, un sonoro golpe retumbó por todo el colegio, haciendo a las mesas temblar. Marinette se levantó rápidamente y entreabrió la puerta levemente, entre el revuelo de alumnos dispersos se encontró con lo último que necesitaba ahora mismo, una persona akumizada.

—Es Nino, puedo sentirlo —Le informo Tikki—. Sus sentimientos de rabia e impotencia ante la marcha de Adrien han sido controlados por Hawk Moth.

—¡Tikki, transfórmame! —Exclamó, y rápidamente su kwami la transformó en LadyBug, su otra personalidad.

Tan pronto salió de su escondite, y gracias a la seguridad que su disfraz le proporcionaba, consiguió mantener sus sentimientos de tristeza e impotencia a raya para combatir el mal. No tardó en divisar a Chat Noir, el cual ya se encontraba luchando contra el Akuma.

—¿Qué hay de nuevo gatito? —Le dijo aterrizando a su lado, con el yo-yo preparado para la acción, pero Chat Noir no le respondió, simplemente le lanzó una mirada para luego volver a enfrentarse cuerpo a cuerpo con su amigo akumatizado—. ¿Se puede saber que te pasa?

—Estoy bien —Le mintió evitando mirarla. Chat Noir sabía que se acabaría encontrando con su Lady, pero no esperaba que el momento llegase tan pronto, no estaba preparado para darle aún el último adiós, y menos para luchar contra Nino—. Tiene el Akuma en su gorra, hay que quitárselo.

LadyBug asintió y se preparó para lanzar su lucky charm, pero su compañero felino parecía más distraído que de costumbre, y estuvo a punto de caer en las garras del akuma unas cuantas veces.

—¡Chat! —Gritó mientras lo cogía con su yo-yo—. ¿Ten más cuidado quieres?

Él simplemente asintió y se limitó a ayudarla a conseguir la gorra. El lucky charm le dio otro yo-yo, y aunque al principio no sabía como debía utilizarlo, no tardó en darse cuenta de que debía amarrar las dos garras con ambos yo-yos para que Chat Noir consiguiese quitarle la gorra.

—¡Sal pequeño akuma! —Le dijo a la pequeña mariposa negra, atrapándola y purificándola—. ¡Eres libre!

En cuanto Nino volvió a la normalidad, LadyBug utilizó su poder para devolver todo a su lugar correspondiente, chocó su mano con la de Chat Noir y se dispuso a irse, pero el gato negro la frenó.

—Mi Lady, necesito que hablemos —Le pidió. Seguía sin poder mirarla a los ojos—. A solas, por favor.

Marinette no entendía que podía pasar ahora, ya había tenido suficientes emociones por un día y solo deseaba irse a casa y romper a llorar, pero Chat Noir nunca le había hablado con tanta seriedad, algo malo debía pasar, así que lo acompañó a la salida del instituto. Cuando finalmente encontraron un rincón lejos de miradas sospechosas, el gato alzó la mirada.

—Mi Lady, lamento informarte de que esta, tal vez, ha sido la última misión que realizaremos juntos —Dijo aguantando las ganas de acercarse más a ella, de abrazarla y estrecharla entre sus brazos—. A partir de hoy… Ya no podré acompañarte.

—¿Qué?... ¿Por qué? —Preguntó ella, sintiendo como su corazón empezaba de nuevo a latir con fuerza—. No entiendo nada, ¿He hecho algo mal…?

A pesar de la tristeza que embargaba su corazón, Chat Noir no pudo evitar sonreír ante la inocencia de su Lady, ¿Cómo iba alguien tan gentil e inocente hacer algo mal? Aquello era inconcebible.

—Nada que tú hagas podría molestarme, lamentablemente, no se trata de una elección mía, simplemente debo irme —Dijo recuperando de nuevo su semblante serio—. Pero te prometo que haré todo lo posible por volver a tu lado mi Lady.

—¿P-Por qué todos me abandonan? —Gimió cayendo de rodillas contra el suelo, mientras se tapaba con ambas manos sus cristalinos ojos azules—. ¡¿Por qué?!

Aquel gesto escapaba de las manos de Chat Noir, no comprendía que podía pasarle, pero parecía guardar relación con su vida privada. Indeciso y con temor, se acercó a la joven y la tomó entre sus brazos, levantándola del suelo y apretándola contra él. En cuanto sintió el contacto con su cuerpo, no pudo evitar recordar la de veces que había soñado con algo así, con este leve acercamiento que para él significaba un mundo, al fin, después de tanto tiempo, se sentía completo.

—No sé quien más te habrá abandonado —Le susurró al oído, provocándole un escalofrío—. Pero yo no lo haré, yo volveré a tu a lado.

LadyBug apretó con fuerza los brazos contra la espalda de su compañero y comenzó a relajarse, poco a poco las lágrimas iban desapareciendo y la calma se apoderaba de cada rincón de su cuerpo. Sus pendientes empezaron a parpadear, señal de que su transformación estaba a punto de suceder, pero no le importó, pues nunca se imaginó que estar en los brazos de Chat Noir fuese tan reconfortante.

—Muchas gracias… —Balbuceó apretando la cara contra su hombro—. ¿Pero cómo puedo saber que volverás? ¿Cómo?

El rubio consideró su pregunta durante unos instantes, a pesar de que, en el fondo, sabía muy bien lo que deseaba hacer.

—Por que dejaré contigo mi mayor secreto —Dijo finalmente, apartándose un poco para que lo mirase a la cara, pero ella, confusa, no se atrevía—. Mírame mi Lady.

—N-No… esto no está bien… —Empezó a murmurar palabras inconexas mientras intentaba soltarse del agarre de Chat Noir, pero él tenía más fuerza que ella—. ¡No debemos conocer nuestras identidades!

—Pero yo quiero que sepas la mía —Le dijo sonriendo, ya no había ni una pizca de nerviosismo en su mirada—. Quiero que guardes mi identidad secreta como símbolo de confianza, como seguro de que volveremos a vernos mi Lady.

—P-Pero yo… —Continuó forcejeando para soltarse.

—Tranquila, tu no tienes por que revelarme la tuya, eso depende exclusivamente de tu decisión.

Y sin darle tiempo a replicar, tomó su mentón y depositó un suave beso sobre su mejilla, justo al mismo tiempo que una luz verde lo inundaba para descubrir al mundo su verdadera identidad. Adrien Agreste le sonreía como hacía escasos instantes lo hacía Chat Noir, y el corazón parecía que le iba a explotar mientras su mente empezaba a atar cabos a la velocidad de la luz.

—N-No… —Dio un paso atrás, apartándose poco a poco de su compañero—. No puede ser…

Si saber por qué, salió corriendo en la dirección opuesta, solo quería correr y correr y desaparecer del mundo que conocía. No tardó en notar como su transformación finalizaba y Tikki aparecía a su lado preocupada, pero ya nada de eso importaba, porque Chat Noir era Adrien y eso era lo único que su cabeza lograba procesar. Los dos hombres más importantes de su vida eran el mismo, y se iba, se iban ambos para siempre.