Todos los personajes de esta historia pertenecen a la gran sensei Rumiko Takahashi, realizo esto sin fines de lucro

-Cambio de escena.

-diálogos-
"pensamientos"

Prólogo

En un edificio en el centro de la ciudad de Osaka- Japón en una oscura oficina, se encontraba un hombre abatido, lleno de ira y de rencor, con sed venganza, porque fue herido en lo más profundo de su ser por la persona a quien más amaba.

-Como me pudiste hacer esto, si yo te amaba- dio un fuerte golpe en su escritorio y un rayo surcó la oficina iluminado gran parte de la oficina y con ella el rostro de aquella persona dolida.

-Te di todo de mi que más querías, si te entregué mi alma y todo mi ser los puse a disposición tuya y te fuiste, te alejaste de mi huiste como un ladrón a la media noche yéndote con esa persona- decía con lágrimas en los ojos

-Debí imaginármelo, tú tan hermosa persona, que toda la gente te miraba al pasar, unos con odio y otros con infinita admiración, como no sentirse afortunado a tu lado-

-Pero no, no fue suficiente todo lo que yo te di, querías más, deseabas todo y yo en ese entonces trataba de complacer hasta tus más insignificantes caprichos, hasta que te conté que estábamos a punto de quedar en quiebra y huiste si huiste como la más vil rata que al ver el peligro huye- seguía recordando todo lo sucedido.

-Claro no soportarías una vida llena de privaciones, no eso sería imposible, tú que siempre viviste rodeada de lujos y comodidades como podrías soportar que al querer algo no pudieses comprarlo, si eso lo material fue más importante para ti que nuestro amor, ¿amor? El que yo sentía porque tu amor era por dinero- volvió a azotar la mesa con aún más fuerza que la vez anterior casi cuarteándola

-Pero yo también fui un imbécil al confiar en ti, es que como no hacerlo con esos hermosos ojos que destellaba genuina ingenuidad, puerza y encanto, tenían un brillo tan especial solo único en ti, hermosa piel, tan suave al contacto, con un cabello largo que emanaba olor a jazmín, ¿qué pasó?, ¿cómo pudiste cambiar tanto?, o es que todo esa dulzura de niña que me volvía loco, ¿era solo una máscara que tapaba tu verdadero ser mezquino y ambicioso?- decía, analizando sus propias palabras.

-Pero sea cual sea la respuesta juro que te encontraré y me pagarás con creces cada una de las lágrimas que derramé por ti, pero ya no más esta fue la última vez que lloro por tu causa- dijo secándose las lágrimas y levantándose con convicción.

-Y también juro que ninguna mujer me volverá a engañar, aunque tenga el rosto más dulce, todas son iguales cuando ya no te necesitan te abandonan, y hasta el día en que te encuentre toda mujer que se cruce en mi camino pagará las consecuencias de tus errores, ruega a Kami que no te encuentre porque ese día verás lo que es realmente sufrir- dicho esto salió de su oficina con rumbo acierto, la verdad no tenía ánimo de llegar a su casa, esa casa tan vacía y tan grande pero a la vez asfixiante por simple hecho de haberla compartido con ella, si aquella que le rompió el corazón.

A la mañana siguiente se dirigió como todos lo días a su oficina, aunque no quisiera debía ir ya que era el jefe, era el accionista mayoritario de una empresa de prestamos a largo plazo, era realmente muy rentable ya que sus oficinas eran las más populares de Japón, extendiéndose con sucursales en las principales ciudades de aquel país. Ese día tenía una reunión con todos demás accionistas y delegados

-Y bien como vamos con él balance de cobros señor Hibiki- al hombre al que se referían era el segundo accionista de la empresa y el mejor amigo del jefe, era un chico realmente simpático, de ojos color cafés de melena corta color negra y piel un poco bronceada, según decía el viajaba mucho.

-Vamos muy bien los clientes han sido puntuales y tenemos una subida de la aguja en el mercado- habló con orgullo el joven por el avance de la empresa

-Ya veo y sobre el proyecto del que hablamos- preguntó el jefe

-Viento en popa jefecito ya casi termino, solo unos cuantos ajustes de detalles y todo estará listo-

-De acuerdo, entrégame el proyecto en cuanto termines por favor, es muy importante, sabes que confío en ti- dijo muy serio el hombre

-Lo sé jefe en cuanto termine te los daré- afirmó el joven

Bueno, ¿señores algo más por discutir?-

No señor eso era todo-

Bien entonces, caballeros con su permiso, me retiro- y sin decir más se retiró a su oficina, su amigo del alma lo veía con preocupación nunca lo había visto hací él tan alegre, tan jovial, y hasta algunas veces ocurrido, ahora apagado, callado, serio, distante, todo el tiempo enojado, como si todo lo hiciera por mecanismo.