Disclaimer: Ni Haikyuu, ni sus personajes me pertenecen, solo me pertenecen los OCs y la trama de esta historia.
I
Siempre colgaba el teléfono cuando alguien de su familia llamaba, y aquella no era una excepción. Yukie esperaba en el coche de su padre a que Bokuto saliera de su trabajo y fueran hasta las afueras de la ciudad a la recepción y boda de su hermana pequeña. Precisamente la persona que no dejaba de llamarla aquella mañana.
Apagó su teléfono móvil y bajó la visera del asiento del conductor para revisar su maquillaje. Bokuto tardaría una eternidad y allí estaba ella sintiéndose idiota por pedirle a él que la acompañara y fingiera ser su prometido, una vez más. No tenía mucha idea de por qué había mentido la primera vez, a parte del terror a que su padre no le permitiera vivir con su amigo de infancia si no tenían un futuro juntos, pero no sabía cómo parar. Porque aquel era uno de sus grandes males, nunca sabía cómo parar las mentiras. Pero es que en realidad no eran del todo mentiras, eran realidades adornadas, como poner flores en un jarrón para que la habitación sea más bonita.
Ahora la frustración se hacía dueña de ella porque su hermana pequeña, Yumi se casaba con el futuro dueño de una gran empresa y a ella la había dejado su novia de la que ni tan siquiera había podido hablar a su familia todavía. Había empezado a salir con Hitoka cuando se habían vuelto a encontrar en la universidad, y dos años después la había cagado tanto con aquellos adornos de la verdad que Hitoka ya no quería que fueran nada. Bueno, la rubia había dicho que podían ser amigas, pero para Yukie aquello era como la frase arquetipo "No es por ti, es por mí" o "Yo te querré siempre pero es que ahora necesito espacio" y cosas por el estilo.
A decir verdad, Yukie no era capaz hablar de ello sin sentirse mal, puesto que Hitoka la había dejado por su culpa. Aquello había ocurrido el día anterior y Yukie no quería asistir a la boda de su hermana, pero tampoco podía llamar y decir que estaba enferma o Yumi se enfadaría. Lo peor de todo era que sí, Yumi sabría que estaba mintiendo respecto a su salud, y también se enfadaría con razón. Plegó la visera de su asiento de nuevo y repasó el dinero del sobre que le llevaba a su hermana como regalo de bodas, una miseria pero lo suficiente.
Bokuto abrió la puerta delantera del coche y se sentó en el asiento del copiloto con una bolsa deportiva. Llevaba una camiseta con una serigrafía de piñas, pantalones deportivos y chanclas. Todo ropa propia del mes en el que se encontraban.
— No vas a ir así a la boda ¿no? — dijo ella sorprendida por el aspecto que llevaba.
— Llevo aquí todo lo que necesito — puntualizó su amigo golpeando suavemente la bolsa deportiva.
— Pues ponte atrás, me darás con el codo seguro si te cambias ahí — se molestó Yukie ante el sentido de la lógica del chico. Era obvio que no había suficiente espacio en el asiento del copiloto para cambiarse de ropa.
— Es que aún me falta una cosa... — añadió dubitativo de molestar a la chica con sus necesidades—. Tenemos que ir hasta el campus de la UIT.
— ¿Para qué necesitas a Akaashi? — preguntó ella en un grito adivinando que era aquella cosa que Bokuto precisaba. Estaba casi segura de que se trataba de algo irrelevante, pero de todos modos era un amigo común, no era como si simplemente pudiera negarse, y si se entretenían y no llegaban a escuchar los cursis votos de su hermana y su esposo era fantástico echarle la culpa al antiguo acomodador del instituto.
— No quiero contártelo porque afecta directamente a mi hombría — se excusó Bokuto que echaba su mochila al asiento de atrás, asumiendo que Akaashi podía sentarse donde el copiloto.
Ella le escrutó con la mirada, por un segundo no tenía la más mínima idea de por qué necesitaría el apoyo de Akaashi en un evento social en el que había comida y gente que conocía desde que era pequeño. Entonces, cuando Bokuto se pasó al asiento de atrás definitivamente, y justo antes de arrancar el coche supo por qué.
—Yuudai, ¿verdad? — dijo sin más y sin girarse a mirar a su amigo.
— ¡No! — exclamó él mientras se quitaba los pantalones deportivos para ponerse aquellos otros de un traje que si bien había planchado antes de meter en la bolsa, ahora estaban ligeramente arrugados —. Es absurdo que pienses que tu hermano pequeño puede intimidarme lo más mínimo cada vez que nos vemos.
A voz de Bokuto, claramente exagerada, detonaba claramente que era aquello lo que ocurría, al pobre, a diferencia de la chica, no tenía ni idea de cómo mentir.
Yukie bufó al pensar en su hermano. Desde que había empezado el bachillerato se había empezado a juntar con una banda de moteros al más puro estilo del siglo pasado. Incluso iba por ahí haciéndose el macarra, como si no adorara llegar a casa y que su madre le acariciara el pelo mientras comía dulces de judía y tomaba té amargo preparado por ella.
— Sabes que es solo una pose, que en realidad pasa horas estudiando mientras le dice a sus compañeros que tiene un trabajo para pagarse los cigarrillos ¿no? — dijo sin darle más inportancia. El tráfico no era especialmente denso, pero no dejaban de estar en medio de Tokyo lo que hacía que llegar a la universidad de ingeniería de Tokyo algo complicado con lo que ella calculó el tiempo que tardaría en ir hasta allí y luego hasta el punto de encuentro con su familia mientras hablaba —. Mi madre le da el dinero para los cigarrillos y cuidar la moto que no debería conducir.
— No lo hace menos intimidante — admitió por fin él poniendo una cara de susto que Yukio vio a través del retrovisor central —. Prometió romperme el cráneo si te hacía llorar.
Yukie se rió al oír las palabras de su amigo. Desde que eran pequeños si alguien hacía llorar a alguien esa era ella. Una vez había dicho al resto de niños del parque que su amigo Kotarou podía hacer saltos mortales de espaldas, y después le había obligado a practicar saltos sencillos hacia atrás con el fin de no quedar por la mentirosa que era.
— ¡Eh! ¡Shirofuku! ¿qué crees que haces? — gritó de buenas a primeras Bokuto al darse cuenta de que no conducía en dirección a la universidad, sino directamente al lugar del evento, cerca de la playa.
— El apoyo psicológico da Akaashi puede llegar en tren más tarde — dijo ella, no podía simplemente llegar tan tarde y culpar a Akaashi, su familia la conocía de verdad y sabían cuando mentía porque no quería llegar a los sitios —. Piensa en el aperitivo y el banquete de después de la ceremonia.
