Summary: En donde, el animal preferido de Katsuki era un dragón. Aun cuando le insistieran en que no existían.


Dragones

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La primera vez que Bakugō Katsuki supo de la existencia de los dragones, fue cuando tenía la tierna edad de tres años. En un tradicional cuento ilustrado de esa época, uno que su madre, Mitsuki, le habia leído cada noche desde que se enteró del fanatismo de este.

Para Bakugō, los dragones eran unas criaturas terriblemente majestuosas. Seres de gran tamaño, rapidez, sabiduría. Pero por sobre todo, algo que llamaba terriblemente la atención de su mente infantil... ¡Ellos podían volar! Al igual que su héroe favorito, All Might.

La única ocasión en la que el rubio demostró su amor por lo dragones frente a un gran público, fue cuando acababa de cumplir sus cuatro años de edad. En una actividad en su escuela, cuando todos los niños tenían que exponer sobre su animal favorito.

El rubio, con mucha información que habia recolectado en infinidades de libros de cuentos y con un adorable traje de dragón color rojo que su madre le habia confeccionado, con gran devoción se dedicó a exponer ante sus compañeritos.

Al final de su presentación, agregó:

―¡Y cuando sea un héroe, un gran dragón será mi compañero!

Una de las maestras le sonrió con ternura y soltó la verdad que marcaría la infancia del pequeño rubio.

―Katsuki-kun, cariño. Los dragones no existen.

―¿Qué...?

Ese día, las maestras comprendieron lo que significaba hacer enojar al pequeño Bakugō Katsuki. En una sola y simple palabra; desastre.

La única persona que estuvo al corriente del fanatismo del rubio hacia esas criaturas mitológicas fue Midoriya Izuku, su pequeño amigo pecoso. Junto al niño compartió millones de aventuras, donde el rubio pasaba a ser un caballero de brillante armadura, siempre acompañado de su valiente y fiel amigo draguno. He Izuku la bella e indefensa princesa que debía ser rescatada de una torre. Sin duda, una versión un poco distorsionada de ese típico cuento infantil.

El tiempo fue pasando, pero el fanatismo de Bakugō nunca disminuyó, aun actualmente con dieciséis años de edad, en el fondo de su armario aunque él se lo negara de sobremanera, Deku sabía que un viejo peluche de felpa color escarlata que el mismo peliverde le había regalado cuando tenían cinco años de edad, descansaba junto a todos los vestigios de sus cuentos infantiles.


Por alguna razón, realmente quería escribir esto (?)

Espero les guste.