Podía ver la ciudad hecha trozos a su alrededor. El humo y los restos de tierra se esparcían por el aire. Había hecho lo que debía y lo sabia bien, no podía arrepentirse, no cuando había ayudado un poco en esta gran batalla.
Valía la pena sentir como en su boca la sangre se amontonaba como si fuese saliva, valía la pena sentir cada poro de su cuerpo sufrir por el dolor, valía la pena sentir como la chispa de su vida iba extinguiéndose de su cuerpo.
Era una digna forma de irse de este mundo.
Podia ver el pelo verde de su niño moverse a una velocidad que rozaba lo imposible, había crecido tanto y ahora estaba punto de dar fin a esa larga batalla que hubo por tanto tiempo. Por fin el mundo podría sentir verdadera paz, lo sabia, lo sentía en ese lugar cerca del corazón donde todas las sensaciones inexplicable se juntan.
Ahora podía irse.
Lamentaba tener que dejar las cosas así, ahora que por fin la batalla estaba por finalizar, debía partir. Era un tanto injusto, tanto para él como para todos ellos, pero, estaba tan cansado, su alma pedía un descanso y este era el momento de dársela.
Vio de reojo a sus otros niños pelear como verdaderos héroes, tan fuertes y valientes. Las lagrimas de orgullo se desprendían de sus ojos recorriéndole el rostro como si fuesen unas suaves y ultimas caricias.
Le hubiese gustado poder disculparse por todos los problemas que había traído, tanto a los niños como a sus amigos y sobretodo deseaba poder disculparse con su amado. Deseaba que quizás, en otra vida, ellos estuviesen lejos de él para que viviesen en paz, felices y lejos de todo el caos que atraía.
Justo ante lo que pensaba, seria su ultimo parpadeo, pudo escuchar como varias voces comenzaban a llamarlo con desesperación, obligándolo a mantener aunque sea un poco más la mirada enfocada. Eran voces jóvenes hablándole, pero no entendía lo que decían, estaban tan lejos.
Tenia tanto sueño.
"Espero que en otra vida estén lejos y vivan felices, se lo merecen"
Lo ultimo que vio fueron unos cabellos negros acercándose y hablándole rápido. No sabia lo que decía pero sentía una inmensa felicidad al poder verlo por ultima vez, una sonrisa lastimera surgió en sus labios al sentir las lagrimas ajenas caer sobre su rostro.
"Un placer haber coincidido en este vida…" Fue lo ultimo que pudo pensar antes que su cuerpo sucumbiera al peso que había acarreado por tantos años.
En ese momento Toshinori despertó, estaba totalmente empapado de sudor y con la respiración acelerada. Un sueño, solo otro de esos extraños y perturbadores sueños.
Suspiro cansado, pasándose las manos sobre su rostro. Intento calmar su respiración que solo salía tambaleante de su boca, no había pasado nada, no estaba herido, no estaba muerto. De mala gana dio un vistazo rápido al reloj para luego tirarse boca abajo sobre su -ahora húmeda- cama.
Adiós a sus horas de dormir, ya sabia que no iba a poder hacerlo de nuevo, su cuerpo estaba demasiado alterado.
Esto ya era algo normal para el rubio. Desde que había cumplido 30 años empezó a tener sueños muy vividos que se repetían año tras año, eran en su mayoría escenarios muy desordenados pero todos coincidían con la temática de héroes.
Toshinori nunca entendió porqué soñaba eso y es que se repetían lo suficiente como para intentar buscarlo algún sentido oculto, pero a la vez, eran demasiado fantasiosos y carecía de personas de conociese, asi que mucho sentido no podía encontrarles.
Nunca pudo darle más explicación a esos sueños que el hecho de que a su cerebro le gustaba el genero de la fantasía. Siempre le habían dicho que tenia una imaginación vivida.
Pero este año, al cumplir ya sus 40 años, esa imaginación había pasado a otro nivel.
Se habían vuelto mucho más intensos. Las voces, las siluetas, los colores, todo parecía tan real.
En especial ese sueño que se repetía cada tantas semanas, lo podía sentir en carne propia, era tan real que se le helaba la sangre de solo recordarlo, no era para nada como los otros.
Era aterrador.
"Quizás tenga que ver con mi trabajo" Era algo bastante rebuscado, Toshinori lo sabia, más teniendo en cuenta el contexto en el que se desarrollaba el sueño, pero ambos coincidían en dejarle una sensación de disgusto a lo hora de pensarlos.
Desde que había podido encarcelar ese año a uno de los mayores criminales en el mundo, conocido como "All For One" había sido apremiado y respetado por todos los policías del mundo, mas haberlo vencido tuvo un precio muy caro.
El criminal le había quebrado ambas muñecas en su ultimo encuentro, haciendo que ahora le fuese imposible mantener un arma quieta en su mano por mucho tiempo.
Por lo que ya no podía participar en misiones de alta importancia como antes. Si, había conseguido encerrarlo, pero había perdido su capacidad de salvar gente. Sabia bien que aunque quisiese intentar mantener el arma, su mano seguiría temblando y los años no ayudarían a su problema.
"Eres un inútil Toshinori" Ese era el suave murmullo que escuchaba desde el fondo de su cerebro cada vez que sacaba el tema a luz, pero la perdida de su motivo de vivir seria algo razonable para relacionar con ese sueño tan horrible que tenia.
Quizás ese sueño le mostraba como, mientras el moría, todo el mundo peleaba.
Y sin más, se levanto sintiendo un hueco en su estomago. Sabia bien lo que debía hacer para que su corazón y mente se tranquilizasen de una buena vez.
Se puso algo decente para estar fuera en esa fría noche de otoño y agarro las llaves de su auto decidido a terminar todo esto en cuanto antes. Era casi una rutina, a lo mejor si tenia suerte podía volver con sueño y descansar aunque sea unas horas.
"Quizás debería ir al psicólogo en vez de ir a un colegio" Pero aunque lo quisiese no era la mejor opción si quería seguir en su trabajo. Toshinori sabia que teniendo en cuenta que era un policía, que había luchado incansablemente con criminales y este año específicamente encarcelo al mayor objetivo de toda la policía de Estados Unidos, lo mandarían a retirarse y a que visitase a un psiquiatra.
Todos pensarían que solo estaba traumado después de tantas luchas.
Por lo que prefería quedarse callado y hacerse cargo de este problema. Ya había sido suficiente con que le hubiesen sugerido -obligado- a que trabajase en su país de origen.
Como muchas cosas en su vida, ir a ese colegio no tenia sentido. Si, el había asistido a esa escuela pero no es como si hubiese hecho grandes recuerdos en ese lugar, no hizo amigos permanentes, ni tampoco tuvo experiencias inolvidables ahí.
En su mayoría había sido solitario.
Sin padres a quienes recurrir y sus compañeros sin entender su alto interés por la justicia lo llevaron a aislarse. Y aun así, aquí estaba, viendo un campus gigante que antes solo había sido un colegio de secundaria normal.
La U.A se había expandido a través de los años, siendo ahora reconocido por todo Japón. Era tanto secundaria como universidad, teniendo unos largos dormitorios en el fondo del terreno.
Era una buena manera de encontrar personas con potencial para ciertas carreras, de hecho ese era el motivo de muchos para ir a ese colegio, en el curso de su secundaria podrían llegar a ganar una beca para alguna carrera universitaria.
Era un buen lugar y extrañamente, al mirarlo, su alterado corazón se calmaba.
Tenia sentido? No, no lo tenia, pero ya no le importaba realmente, nada en su vida parecía tenerlo desde hace tiempo y ya estaba cansado de intentar explicar lo inexplicable. Todo su cuerpo se sentía en paz ahora. Un intenso deseo de ir dentro del campus lo invadía lentamente pero, aunque lo quisiese hacer, no debía salir del auto.
Ya lo había hecho y no había sido una buena experiencia. Hace unos meses decidió salir a mirar más de cerca, se fue del estacionamiento y se había parado justo en frente de la entrada.
Aun recordaba la sensación, era mucho peor que cualquier sueño o pesadilla. Era como si alguien le estuviese clavando dagas en todo su abdomen una y otra vez, las punzadas no pararon hasta que llego a su casa, alterado y sin entender absolutamente nada de lo que había pasado. Lo peor de todo no fue eso, si no que. si bien había logrado escapar de esa situación, todo repercutió en sus sueños, los cuales, en esos días, se volvieron más intensos y le dejaban un dolor de cabeza que ni las más potentes aspirinas solucionaban.
Desde entonces no volvió a acercase por más que su masoquista cabeza se lo pidiese en un suave susurro persuasivo.
Había pasado bastante tiempo desde ese día pero aun asi, sentía le necesidad de acercase. Parecía que ese lugar le decía algo.
"Soy un desastre, tengo 40 años y mi vida es un desastre" Toshinori sabia que decirlo en voz alta no solucionaría nada pero al menos le sacaba cierto estrés "Nada tiene sentido, ni los sueños, ni el trabajo, ni este colegio, ni mi vida"
Normalmente el rubio era alguien positivo pero ya estaba llegando a su limite, noches enteras sin dormir lo dejaban exhausto. Su vida siempre hacia sido pacifica antes de que a su cerebro se le ocurrió enloquecer de un día para otro.
"¿Por qué todo esto me pasa ahora? ¿Por qué no fue años atrás donde tenia la suficiente energía como para ignorarlo?" Y su monologo de dolor seguía, a Toshinori le gustaría hablar con las siluetas que aparecían en su mente y preguntarles que había hecho para que lo persiguiesen en sus sueños, era casi como si le reclamasen algo "¿¡Quiénes son ustedes?!"
Y como si fuese un rayo, un dolor agudo se presento en su cabeza. Voces, muchas voces se desprendían en su mente.
"Toshinori", "¡All Might!", "All Might-San", "All Might-Sensei", "Yagi-san"…"Toshi"
"¿Quiénes son?" Eran las únicas palabras que salían de sus labios. Sus manos se dirigieron a la puerta del auto decidiendo, de una vez, soportar lo que sea que pasase con tal de obtener respuestas.
Con un paso rápido fue a la entrada, sintiendo ya una puntada en su abdomen.
"¿Quiénes son?" Las palabras salían temblorosas por el dolor pero aun así Toshinori se mantuvo. Todo su cuerpo se sentía como si fuese a desplomarse en cualquier segundo, mas se quedo quieto mirando el lugar "¿Qué es lo que me pasa? ¿Estoy volviéndome loco?"
Y aun así decidió sentarse justo al lado de la entrada. Cerro los ojos, intentando calmarse, el no estaba herido, no había razón para sentirse así, era irracional. Debía convencerse de eso, debía ser lógico e intentar engañarse, decirse a si mismo que no le afectaba, engañar a su cerebro era algo necesario, una-
"Una trampa lógica" Murmuro el rubio riéndose feliz por la frase pero enseguida extrañándose, no la sentía suya pero la sentía cercana "Quizás debería reconsiderar eso del psicólogo o el psiquiatra" Y aun con ese testimonio se quedo ahí, sentado en el piso, sintiendo como poco a poco el dolor desaparecía y era remplazado por tranquilidad.
Para cuando abrió los ojos vio que el Sol se asomaba a lo lejos.
"¿Me…dormí? " Levantándose rápido Toshinori miro su celular, eran ya las 6 de la mañana "oh no, esto es malo". Podía escuchar ahora el movimiento de los autos en la ciudad, todo el mundo a esta hora comenzaba a moverse, era un día laboral después de todo.
No podía quedarse ni un segundo más.
Fue corriendo hacia su auto, intentando poner la llave sin lograrlo, su mano temblaba, no podía saber si era por la lesión en su muñeca o por su miedo a ser descubierto mirando un colegio secundario.
Toshinori no era estúpido, sabia bien que tipo de imagen daba. Era un hombre mayor que estaba sentado en frente de un colegio para niños y jóvenes adultos desde las 2 de la mañana.
Él siendo policía sabia bien el perfil que daba.
Y por más que sus intenciones no fuesen malas y ni se acercasen a tener algo que ver con los estudiantes, sus excusas no servirían de mucho, no siendo su razón de venir tan incoherente y extraña. Por lo que salió tan rápido como pudo de ese lugar
Suspiro de alivio al ya estar, relativamente, lejos. En su camino de regreso, pudo distinguir una cabellera blanca yendo hacia donde estaba antes. Había tenido suerte de irse antes de que lo viesen ahí.
"Todo es un desastre pero al menos mi desastre queda en privado" Pensó el rubio ya tranquilo, ahora necesitaba un baño, unas dos tazas de té y aspirinas, muchas aspirinas.
