N.A: Los personajes de Ruruoni Kenshin no me pertenecen, sino que son propiedad de Nobuhiro Watsuki.
Una simple historia de amor.
Capitulo 1: Un corazón herido.
Al corazón de los seres humanos es en parte inconstante. Inconstante no en el sentido de que cambie constantemente de afectos hacia las personas que comparten la vida diaria, pero si en el sentido de que un corazón herido puede fácilmente llegar a curar sin dejar luego cicatrices. Ojala ese caso fuera el mío.
No creo en el amor como un sentimiento que lo pueda desplazar todo, quizás debido a mi mentalidad pragmática prefiero pensar en el amor como una relación natural de atracción que se genera entre dos persona que comparten ideas y aficiones comunes, si a esto se le suma la atracción física y el pasar tiempo juntos, terminara dando como resultado una relación de tipo optativo que en muchas ocasiones lleva una dependencia no adecuada de la otra persona.
Quizás eso fue lo que me ocurrió a mí.
La necesidad de encontrar en alguien en quien apoyarme, para que oyera mis problemas y me comprendiera me llevo a creer que estaba enamorado. Ahora que estoy escribiendo esto, me doy cuenta de lo ciego y equivocado que estuve. El amor simplemente no existe, y la verdad, es mejor que sea así. Los afectos sin compromisos son mil veces más seguros, por lo menos sabes que no te romperán el corazón.
Aoshi Shinomori cerró el cuaderno y volvió a prestar atención al maestro que no se cansaba de hablar. Dejo escapar un suspiro y se fijo en el reloj, por desgracia, aun faltaban diez minuto de tormento de esa estupida clase. Recorrió con la vista el aula casi vacía. Unos cuantos alumnos, incluido el, se habían dignado a tomar esa clase, le había advertido que era una perdida de tiempo, pero en parte para llevarle la contra a todos aquellos que le aconsejaron que no lo hiciera decidió tomarla. Ahora se arrepentía, pero ya era demasiado tarde y tendría que asumir las consecuencias de sus actos. La hora avanzó lentamente, pero cuando llego el final de la clase se sintió gratamente aliviado. Dos horas libres le servirían para aclarar las ideas antes de regresar a clases.
Camino sin rumbo fijo, dejando que las ideas flotaran a su alrededor. ¿Por que la vida a algunas personas les tocaba tan difícil? Quizás era para todos igual, y solo el grado de madures hacia la diferencia.
-No deberías andar tan descuidado, podrías perder algo mas importante la próxima vez- volteo sorprendido por la interrupción, una muchacha de cabello negro y ojos verdes estaba parada frente a el, parecía bastante menor para ser estudiante universitaria, pero quizás fue de primer año. Ella le tendía su cuaderno de notas, sonreía algo cohibida hasta que el pareció reaccionar a tiempo para recibirlo y murmurar algo parecido a un gracias.- Que tengas un buen día.
La chica salio corriendo hasta perderse entre la multitud de estudiante que en esos momentos charlaban comentado las clases. ¿Qué haría aquella muchacha allí? Se encogió de hombros resignado, no era asunto suyo.
-Te dije que no deberías tomar esa estupida clase- le dijo un muchacho de cabello castaño algo desordenado- Es una pedida de tiempo.
-Callate Sano, tu ni siquiera tomas las clases interesantes- le dijo Aoshi mientras se sentaba a su lado.
-Claro que lo hago, solo que a veces no logro motivarme demasiado. Pero hoy llegué a la hora- termino el chico con una sonrisa.
Sanosuke Sagara era un muchacho de veintidós años al igual que Aoshi. A diferencia de su amigo que haba vivido toda su vida en aquella ciudad, Sano simplemente había emigrado del lado de su familia para tomar "nuevos aires" como solía decir. Pero a pesar de lo independiente que se veía, Aoshi sabia que extrañaba profundamente a todas sus seres queridos.
- Eso es un milagro, y tienes razón, esa clases es una perdida de tiempo. Debería dejar de tomarla, pero no soportaría que mi padre volviera a decirme que me había advertido sobre la inutilidad de mis estudios.
Su gesto se volvió duro, al recordar la disputa de la noche anterior. Aoshi había sido el único hijo de un matrimonio lleno de problemas, su madre había muerto cuando el contaba con ocho años, desde ese momento se dio cuenta que la relación con su padre seria por decir lo alguna manera, algo difícil. Discutían constantemente, y consideraba a su hijo mas como un estorbo que como una bendición; durante años Aoshi hizo todo lo que estuvo en sus manos para agradarlo, pero llegada la adolescencia se dio cuenta de que eso seria imposible y decidió hacer todo lo contrario, molestarlo hasta decir basta. Los castigos y las discusiones se sucedían unos tras otro, y aun le chico se preguntaba por que simplemente no lo había dejado solo, algo que hubiera sido mucho mejor para ambos.
-No deberías discutir con tu padre, Aoshi. No consigues nada- le dijo el castaño algo desanimado-. Me gustaría poder ayudarte, sabes que si quieres cambiar de residencia…
-No lo haré, Sano. Pero gracias por la oferta, el dinero que gano en el trabajo apenas me alcanza paro los estudios y no podría darme el lujo de comenzar a vivir solo nuevamente, por el momento.
-No te estoy diciendo que cooperes con los gastos, sabes que para mi no seria un problema que vivieras conmigo, por el contrario, me harías muy feliz.
-No- fue la respuesta rotunda del chico- Solo tengo que soportar dos años mas y seré libre.
-¿Tu padre aun no cambia de opinión con respecto a lo que estudias?
Aoshi soltó aún carcajada sarcástica y luego sonrió incrédulo a su amigo.
-¿Realmente esperabas que cambiara de opinión? Tonterías. Mi padre moriría antes de pensar que hago algo bien. El quería un medico en la familia, no un escritor.
- Es verdad. La diferencia entre una cosa y otra es bastante, pero sigo pensando que has decidido bien, amigo- le dio una palmada en la espalda a su amigo. Aoshi jamás daría su brazo a torcer.
Otro de los grandes conflictos del chico con su padre fue la decisión de entrar a la universidad. Dueño e una gran inteligencia, Aoshi destaco sorprendentemente en la escuela, sin embargo su padre no prestaba mayor atención a los logros de su hijo. Cuando su padre le informo que pretendía que estudiara medicina, el mal humor de su hijo, abandonado por tantos años no se hizo esperar. El pensaba estudiar literatura, era lo que quería hacer. Le gustaba escribir y era lo que pensaba hacer en su vida.
Esa fue una de las peores discusiones que ambos tuvieron. Aoshi le recrimino todo lo que había ocurrido entre ellos esos años después de la muerte de su madre. Su padre como castigo por su rebeldía decidió no ayudarlo con el pago de sus estudios. Desesperado el chico se marcho de la casa. Estuvo en casa de unos amigos durante unos cuantos días decidido a buscar un empelo y marcharse definitivamente de su casa: fue allí cuando la conoció a ella.
Fue la misma luz que me saco de las tinieblas la que luego me enterró en los infiernos.
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-Detesto este empleo- le dijo Misao a Okon mientras sonreía a un estudiante luego de entregarle su cambio- Siempre es lo mismo, y muy pocos son amables, la mayoría nos trata como si solo estuviéramos aquí para servirlos.
- Y en parte es cierto, amiga- Okon la miro compensaba- Terminaras acostumbrándote, siempre es así.
Misao Makimachi era estudiante de primer año de Biología, había tomado como la mejor decisión de su vida aceptar le trabajo de camarera en la cafetería de la universidad, pero después de dos meses de duro trabajo, algunos malos tratos, estudiantes odiosos que se le insinuaban e innumerables lesiones como quemaduras y algunas uñas rotas, se estaba arrepintiendo.
Con dieciocho años sentía que el mundo era un lugar aun desconocido para ella. La universidad le encantaba pero al mismo tiempo le provocaba aquella extraña sensación de miedo a lo que vendría. Observo a la multitud de estudiantes que pedían una y otra cosa y suspiro resignada. No creía poder soportar un mes mas en ese sitio.
Recordó, sin saber muy bien por que al muchacho de hacia un momento. Ella corrió luego de su clase para llegar a tiempo a cubrir su turno, si no lo hacia, Okon la regañaría, fue entonces cuando vio al chico que caminaba cabizbajo, el cuaderno resbalo de su bolso mal cerrado sin que el se diera cuenta. ¿Qué estudiaría?
Parecía un chico listo. Serio y bien parecido, seguramente medicina o derecho. Esos a veces eran los peores, se creían con el derecho de llevarse por delante a todo el mundo.
-¡Despierta, Misao!- Okon la miraba molesta y la chica se dio cuenta deque una muchacha, un poco de años mayor que ella la observa con gesto impaciente.
Definitivamente, detestaba ese empleo.
Sin embargo a veces tenía sus beneficios. En el había conocido a Soujiro.
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Sanosuke se dejo caer en un de las sillas fuera de la cafetería, Aoshi lo imito mientas observaba detenidamente hacia la explanada que se veía al otro lado de la universidad. Daría lo que fuera por dejar ese día las clases y divertirse un rato, pero la responsabilidad estaba primero.
-¿Aun piensas en ella?
La pregunta de su amigo logro sacarlo de su meditación. ¿Si aun pensaba en ella? Pensó Aoshi con ironía. ¿Cómo podía sacarla de su cabeza y de su corazón? Necesitaba encontrar la respuesta a esa pregunta.
-A veces… supongo- dijo en tono frió, y sus ojos azules parecían tan inexpresivos como siempre.
Sanosuke suspiro resignado. Conocía a Aoshi desde los dieciocho años, cuando ambos entraron a la universidad. Desde un comienzo lo asombro y le llamó la atención el carácter serio y reservado del muchacho, sabia que era un privilegio que el lo considerara su amigo y que confiara en el, aunque casi nunca el le contaba todos sus problemas. Cuando ella lo dejo, Aoshi quedo destruido, fue la única ves que Sanosuke lo vio perder aquel aire frió e indiferente, lo vio sufrir, lo vio desesperado. Con el paso del tiempo su amigo había vuelto a ser el de siempre, sin embargo, dudaba que volviera confiar su corazón a alguna mujer.
Un par de chicas pasaron junto a ellos y miraron interesadas a Aoshi, le sonrieron pero el no respondió al gesto y siguió tan serio como hasta entonces, Sano les hizo un gesto de saludo con la mano mientras ellas se alejaban algo decepcionadas.
-Deberías salir con alguna chica de ves en cuando- dijo Sanosuke- Creo que te haría bien.
-No- Aoshi saco su cuaderno de notas y lo hojeo con desgana- No me interesa tener nada que ver con las chicas. Con una he tenido más que suficiente.
-Como quieras- le dijo el castaño molesto por la actitud del chico. Una muchacha de aspecto malhumorado salio de la cafetería y se dirigió hacia ellos.
-¿Desean algo?- pregunto regalándole a Sanosuke una radiante sonrisa que sin embargo el chico sabia que no era del todo natural.
- Un jugo de naranja, por favor. ¿Y tu, Aoshi?- preguntó el chico a su amigo que perecía demasiado concentrado leyendo para prestarle atención a la recién llegada.
Levanto la mirada con desgana. Observo a la chica que tenía frente a el, y que en ese momento abrió mucho los ojos al verlo. Era la chica que le había entregado su cuaderno.
No podía explicar muy bien que le ocurrió, pero algo en el rostro de aquella chica le llamaba la atención, no es que no fue bonita, pero había algo más; quizás fueran sus ojos. Parecían hablar solos, sin necesidad de que ella abriera sus labios, tenía al sensación de que jamás podrían ocultarle algo, que podría leer en ellos como en un libro abierto.
-¿Aoshi?- lo apremio su amigo.
Con algo de vergüenza el chico se dio cuenta de que la muchacha seguía de pie frente a el, sujetando una libreta de notas y esperando a que el pidiera algo. Sentía la mirada de su amigo clavada en el y como la suya no se despegaba de los ojos de la muchacha, al fin bajo la vista regresando a sus apuntes.
-Lo mismo- dijo de mala gana.
Misao borro la sonrisa de golpe. Volteo molesta y camino con paso rápido hacia la cafetería. No se había equivocado, ese tipo era un arrogante.
-Podrías haberle dicho por favor- Sanosuke sonrió al ver que su amigo lo miraba molesto-. ¿Qué ocurre, Aoshi? ¿Acaso te gustó la muchacha?
-Callate- le espeto con una mirada fría- Solo me pillo de sorpresa.
-¿Por preguntarte si querías tomar algo? Eso si es una supresa. El gran Aoshi Shinomori sorprendido por una camarera de la cafetería- soltó una carcajada antes de continuar- Es guapa, deberías invitarla a salir.
-Me disculparé, ¿esta bien?- Sano sonrió y espero paciente el regreso de la chica, eso seria interesante. Ver como Aoshi intentaba agradar a una chiquilla.
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-Dos jugos de naranja- pidió Misao a Okon con mala cara. Tenia deseos de tirarle el maldito jugo en su arrogante rostro, pero eso no se vería muy bien y lo más probable seria que la despidieran. Estaba segura de que podría conseguir otro empleo, pero no quería que su madre se sintiera triunfante por su fracaso.
-¿Qué te ocurre?- pregunto Omasu, otra de sus compañeras de clases y que también trabajaba con ella en la cafetería.- ¿Otro tipo intento propasarse contigo?
-No- dijo la mucha conteniendo la rabia-. Solo uno de lo típicos chicos insufribles que nos tratan como basura. Los odio.
-Guarda tu odio para después y llevales esto- le dijo Okon con una sonrisa entregándole la bandeja-. Date prisa, necesitamos ayuda.
La cara de desesperación de Misao logro ablandar el corazón de su amiga.
-Si quieres yo lo entrego por ti- le dijo Omasu logrando que la pequeña sonriera radiante-. Solo dime para quien es.
-Te deberé esto el resto de mi vida- le dijo al chica abrasándola con fuerza y a punto de tirar los dos vasos de jugo- Son los chicos que están en la terraza.
Omasu se asomo y miro a su amiga como si hubiera perdido el juicio.
-¿Estas segura de que no se los quieres estregar tu? Son guapísimos.
-Pero el de cabello negreo es terriblemente arrogante. Te doy el privilegio. Si volviera a menospreciarme no podría contenerme y mantener la boca cerrada
Omasu sonrió radiante y camino feliz hacia donde se encontraban ambos chicos, al verla acercarse Sanosuke le sonrió de forma seductora logrando que se sonrojara.
-Sus jugos- dijo la muchacha algo avergonzada.
-Eres muy amable- Sanosuke le entrego el dinero mas la propina. Noto como Aoshi parecía algo contrariado por la ausencia de la otra muchacha, así que le sostuvo la mano un momento para que Omasu no se fuera aun y volvió a sonreír- ¿Por qué no ha venido la otra chica?
Los ojos de Omasu me posaron en Aoshi que volvió a bajar la vista molesto y tragó saliva. De verdad el chico era insoportable.
-Ha tenido que hacer cosas dentro. Así que me enviaron a mi a suplirla.
Sano la soltó y la vio alejarse sonriendo.
-Es una lastima- dijo bostezando- Quería verte en acción. Como te disculpabas por tu mal comportamiento con esa pobre muchacha.
-Pero no es posible- dijo Aoshi, sin embargo miro dentro de la cafetería, en ese momento la chica atendía a un grupo de jóvenes que estaban mas interesados en coquetear con ella que en ordenar algo. Noto como sonreía sin decir nada, pero en sus ojos brillaba la rabia y frustración que sentía por todo eso. No era capas de ocultar sus sentamientos y eso lo sorprendía.
Sin embargo el había sido un grosero. Venció la tentación de entra a la cafetería y disculparse inmediatamente, no sabia como podría reaccionar ella y no le hacia una gran ilusión tener publico. Quizás mas tarde…
Sanosuke observaba con atención el objetivo de su amigo. Esa muchacha había logrado sacar a Aoshi de su eterna y aparente tranquilidad. Sin embargo, otra mujer también lo había echo y lo había sumido luego en la desesperación. Pero no todas las chicas eran iguales, su amigo era un gran hombre y tal ves ella fuera una gran mujer.
Si eso era si, el lograra que la vida de Aoshi mejorara por fin.
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La tarde se volvía cada ves mas fría, Aoshi se puso su chaqueta mientras caminaba rumbo a la cafetería. Miro la hora, ya eran casi las seis de la tarde, quizás aquella muchacha se hubiera ido ya a casa.
Apuró el paso, sintiéndose un poco tonto. Sano no había dejado de tomarle el pelo durante el resto del día, y ahora que por fin se había librado de el sintió la necesidad de ir hasta la cafetería para disculparse con la chica. Sostuvo el cuaderno con mas fuerza de la necesaria, y se avergonzó un poco al recordar que había estado pensando en ella parte de la tarde.
Si el alma pudiera reflejarse ante nosotros, no cometeríamos tantos errores como los que cometemos. Sabríamos quienes nos aprecian y quienes simplemente desean aprovecharse de nosotros. Sin embargo en aquella joven, su alma esta reflejada a través de aquellos ojos verdes, como la esperanza. Sin darte cuenta como, comienzas a sentir la necesidad de hundirte en ellos pero sin temor a perderte. Conoces la seguridad que te da la sinceridad, te enseñan una paz que no conocías y te envuelven en algo mágico.
Sin duda era un idiota. La discusión con su padre lo había afectado muchísimo y al verla aquella mañana, al sentir que era disienta al resto de las mujeres que conocía lo había descolocado un poco y había estado escribiendo sobre ella. Como una musa inspiradora. Completamente inalcanzable.
En ese momento la vio salir corriendo de la cafetería. ¿Es que acaso esa criatura corría siempre?, al verla tan ingenua infantil despertó en el una gran ternura, logrado que sonriera Pensó en llamarla, pero se dio cuenta de que ni siquiera sabia su nombre. La siguió rogando que no fuera muy lejos, y sintió como un alivio extraño se apoderaba de el cuando ella se sentó junto a un árbol.
Aoshi se detuvo un momento tratando de recordar lo que tenia que decirle. Respiro profundamente y avanzó algunos cuantos pasos. Se sorprendió al ver una figura que avanzaba desde el otro extremo y se dirigía hacia donde se encontraba la chica que le sonreía feliz. El muchacho la estrecho en sus brazos y la beso posesivamente en los labios.
Una angustia nacida de ningún sitio le oprimió el pecho, giro sobre sus pasos y se marcho rumbo a casa. Ella tenia novio, y a el no debería importarle, sin embargo, lo hacia.
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Bueno, primer chap de esta historia, soy nueva por esta sección así que no se como resulte, gracias de todos modos a quienes hayan leído, y por si les interesa la historia será actualizada todos los viernes.
Karito: Amiga del alma, mi hermanita. Como lo prometido es deuda aquí esta la historia prometida con tus personajes favoritos, espero no haberte decepcionado mucho, tus ideas fueron bases para las mías así que espero no me odies por los mil cambios hechos, espero te guste, sabes todo lo que te quiero, un beso enorme amiga, y gracias por todo.
